Antioxidantes: ¿qué son?, ¿qué beneficios proporcionan a nuestra salud?
VIDA SALUDABLE
La doctora Cadenas, experta en Biología Molecular, apunta que «los antioxidantes podrían ayudar a protegernos frente a enfermedades cardíacas y neurodegenerativas»
03 jun 2023 . Actualizado a las 15:22 h.¿Quién no ha oído hablar alguna vez de los antioxidantes? Son muchos los que hablan de su efectos saludables, pero no siempre tenemos claro qué son y, sobre todo, qué deberíamos de hacer para que nuestro organismo cuente con estos agentes protectores de nuestras células y tejidos. «Son compuestos químicos que previenen la formación de especies reactivas del oxígeno o, una vez generadas, interactúan con ellas y las neutralizan, lo que les impide causar daño. Actúan, por tanto, como mecanismo de defensa», explica la doctora Susana Cadenas, coordinadora del grupo Mitocondria, Comunicación Celular y Estrés Oxidativo de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular (SEBBM) e investigadora del CSIC en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid.
Por qué son necesarios para nuestra salud
Resulta complicado entender los efectos de los antioxidantes sin unas nociones básicas sobre otro término en auge en los últimos tiempos: el estrés oxidativo. Pero ¿qué es? «El metabolismo celular genera especies reactivas del oxígeno, que incluyen radicales libres (que generalmente presentan una alta reactividad) y otras que no lo son. Estas especies reactivas del oxígeno cumplen diversas funciones en las células de los organismos. Sin embargo, cuando su producción supera su eliminación, se produce una situación de desequilibrio conocida como estrés oxidativo», responde Cadenas.
Desde la Fundación Española del Corazón comparan este proceso con la producción inevitable de gases tóxicos que se liberan en los motores de explosión alimentados por combustibles fósiles. «En un sujeto joven y sano, los radicales libres de oxígeno son rápidamente eliminados del interior de la célula por antioxidantes naturales, pero en enfermos crónicos o en ancianos esta eliminación es deficitaria, lo que conlleva la aparición de enfermedades crónicas, acelerando al mismo tiempo el envejecimiento», apuntan.
¿Y qué papel tienen los antioxidantes en todo este proceso? «Son capaces de eliminar los radicales libres y otras especies reactivas del oxígeno, de prevenir su formación y, por lo tanto, pueden reducir el daño causado por la oxidación. Puesto que los radicales libres se han relacionado con enfermedades cardíacas y neurodegenerativas, los antioxidantes podrían ayudar a protegernos frente a estas enfermedades», responde la experta.
No obstante, existe letra pequeña que conviene tener en cuenta sobre su posible protección frente al cáncer: aunque estudios de laboratorio han mostrado efectos beneficiosos en la prevención de esta enfermedad, «los estudios clínicos aleatorizados y controlados realizados hasta el momento no han mostrado un claro efecto de los suplementos de antioxidantes en la prevención de esta».
Tipos de antioxidantes
Los antioxidantes se pueden dividir en endógenos, fabricados por la propia célula, y exógenos, que entran en el organismo a través de la dieta. Sobre estos últimos, algunos ejemplos que enumera Susana son el betacaroteno, el licopeno y las vitaminas A (retinol), C (ácido ascórbico) y E. Las principales fuentes son de origen vegetal. Entre ellos, las frutas, las verduras, los cereales integrales, frutos secos, semillas, cacao, hierbas y especias.
vitamina C
La vitamina C (ácido ascórbico) es hidrosoluble. «Tiene un alto poder reductor y una elevada capacidad de eliminar especies reactivas del oxígeno en compartimentos acuosos», asegura Cadenas. Algunos alimentos ricos en esta son la naranja, el limón, el melón, la papaya, los tomates, las fresas y verduras como coles de Bruselas, pimientos, el brócoli y la coliflor.
Como curiosidad, el organismo humano no es capaz de sintetizarla. «Es obligado extraerla en cantidades suficientes de los alimentos que consumimos a diario. Por eso, la vitamina C está catalogada como un nutriente esencial, como también lo son los ácidos omega 3», indican desde la FEC. Además, la carencia de esta causa el escorbuto, que produce debilidad, anemia, gingivitis y hemorragias cutáneas. «Ya desde el siglo XVI se conocía el uso de cítricos, ricos en esta vitamina, como remedio para esta enfermedad», comenta la investigadora.
vitamina E
«La vitamina E es liposoluble. Ejerce su acción antioxidante en las membranas celulares, inhibiendo el proceso de preoxidación de los fosfolípidos de las membranas iniciado por los radicales libres. Son alimentos ricos en vitamina E los aceites vegetales, el germen de trigo y los frutos secos como las avellanas y las almendras», asegura Cadenas.
Su carencia es rara y «casi siempre está relacionada con ciertas enfermedades en las que las grasas no se digieren o absorben correctamente, como la enfermedad de Crohn, la fibrosis quística y ciertas enfermedades genéticas raras como la abetalipoproteinemia y la ataxia con deficiencia de vitamina E». De esta forma, la bióloga amplía que «esto ocurre porque esta vitamina necesita de grasa para que el sistema digestivo la absorba». El déficit de la misma se relaciona con daños nerviosos y musculares que se traducen en pérdida de sensibilidad en brazos y piernas, pérdida de control de los movimientos corporales y problemas de visión.
carotenoides
Los carotenoides son pigmentos sintetizados por las plantas en el proceso de fotosíntesis, cuya actividad principal es la neutralización de las especies reactivas de oxígeno y su papel es determinante en el desarrollo y mantenimiento del estrés oxidativo celular. Así, son el grupo de pigmentos responsables del color amarillo y anaranjado que encontramos en muchas frutas y verduras.
Desde un punto de vista estructural, se clasifican en carotenos (alfa y beta), licopeno y xantofilas. «Los betacarotenos están presentes en diferentes alimentos (zanahorias, calabaza, remolacha, espinacas, brécol, melón) y, además de actuar como antioxidantes, se transforman en vitamina A en nuestro organismo. Por eso, se relacionan con la prevención de enfermedades relacionadas con la visión», asegura Cadenas. Además, «el licopeno es un carotenoide presente en el tomate y la sandía que también posee importantes propiedades antioxidantes».
«Para que los carotenoides tengan una buena absorción a nivel intestinal es necesario que ciertas grasas y sales biliares los liberen de la matriz que les une al alimento. De ahí que la ingesta de cierta cantidad de grasa, de tres a cinco gramos, es necesaria para asegurar una buena biodisponibilidad», aconsejan desde la FEC.
polifenoles
Dentro de los polifenoles podríamos hablar de dos tipos con propiedades y características diferenciadas: los flavonoides y los que no lo son. Los primeros, «son un grupo de compuestos polifenólicos sintetizados por las plantas con capacidad antioxidante. Se encuentran en el brócoli, las coles y la coliflor; las verduras de hoja verde, frutas rojas, moradas y cítricos», indica Cadenas. Por otra banda, los llamados polifenoles no flavonoides están constituidos por alcoholes, ácidos fenólicos y estilbenos como el resveratrol.
El vino: ¿beneficioso por sus propiedades antioxidantes?
El vino contiene un importante antioxidante, el resveratrol, que pertenece a la familia de los polifenoles. «Este compuesto se encuentra en la piel de las uvas negras y rojas y, por tanto, es abundante en el vino tinto. Aunque el blanco también lo contiene, es en una proporción menor. Tanto la uva como el vino son, además, ricos en otros polifenoles que han sido asociados a una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares», comenta la investigadora.
La pregunta ahora sería: ¿es el vino, entonces, beneficioso para nuestro corazón? «Los mecanismos no se conocen con exactitud, pero el consumo moderado de este se ha considerado tradicionalmente saludable para el corazón, puesto que podría ayudar a prevenir la enfermedad de las arterias coronarias. Sin embargo, el alcohol puede ser aditivo y provocar o empeorar otros problemas de salud, por lo que el consumo de vino tinto siempre se debe de hacer con moderación», confirma.
Sin embargo, Cadenas proporciona alternativas para obtener resveratrol sin incluir el consumo de alcohol: comer uvas o beber zumo de uvas tintas o moradas. «Otros alimentos que contienen resveratrol son frutos secos como las nueces y los cacahuetes, los arándanos y otros frutos del bosque como las frambuesas, las moras y las grosellas, e incluso el chocolate negro», añade.
Suplementos de antioxidantes, ¿una buena opción?
Sobre la toma de suplementos de antioxidantes, Cadenas asegura que «aunque la mayoría de los estudios clínicos no ha demostrado efectos beneficiosos para la salud, e incluso dosis altas pueden ser perjudiciales en algunos casos, deben administrarse con precaución y bajo supervisión médica». Por esta razón, considera que la manera más segura y eficaz de proporcionar al organismo los antioxidantes necesarios para su correcto funcionamiento es mediante una dieta rica en frutas y verduras.