No, la intolerancia al gluten no existe: «Tenemos la firme sospecha de que no se está diagnosticando bien a las personas»

VIDA SALUDABLE

El trigo y las harinas derivadas de este son solo uno de los alimentos que contienen gluten.
El trigo y las harinas derivadas de este son solo uno de los alimentos que contienen gluten. La Voz de la Salud

La dietista Danny Faccio explica que se trata de un término que se ha popularizado, pero que la denominación correcta es alta sensibilidad al gluten, una condición tras la que se esconden casos no diagnosticados de celiaquía

27 may 2023 . Actualizado a las 14:01 h.

«Comer sin gluten, si no tienes enfermedad celíaca o intolerancia al gluten no celíaca, es una solemne memez que han puesto de moda famosos como Gwyneth Paltrow o Novak Djokovic», comentaba contundente en una entrevista a La Voz de la Salud en su día el nutricionista Juan Revenga. A su afirmación, sin embargo, le pondríamos un pero; no tanto en el fondo, sino en la forma. Porque, pese a que la fórmula 'intolerancia al gluten' para referirse a los síntomas digestivos asociados al consumo de esta proteína (técnicamente, conjunto de proteínas) se ha popularizado, la intolerancia al gluten no existe. Como lo oyen.

«Debemos entender que la 'intolerancia al gluten' no existe. Por definición, como proteína que es, no puede producir intolerancia. Las intolerancias se presentan ante los azúcares presentes en diferentes alimentos como la glucosa o la fructosa. Esto ya de base». Quien habla es Danny Faccio (más conocida en redes como @singlutenismo), una profesional de la nutrición, que llegó a ello, precisamente, por padecer celiaquía (que no intolerancia). Pero más allá de esas dietas que se han puesto de moda y que restringen el gluten sin una razón aparente, es cierto que esta proteína genera confusión. Por eso pasaremos a explicar todas las patologías y condiciones en las que está involucrado y, de una vez por todas, saber cómo distinguir la celiaquía de una sensibilidad al gluten no celíaca, por ejemplo. Repasamos todos los escenarios con motivo de que este 27 mayo se conmemora el Día del Celíaco.

Para empezar, qué es el gluten

Si a cualquier persona le preguntamos por el gluten, seguro sabría decirnos que es algo que está presente en el trigo. Lo relacionará, probablemente, con el pan y la pasta. Y tal vez el conocimiento se quede aquí. Efectivamente, el trigo tiene gluten, pero el gluten no solo está presente en el trigo. Ahora lo entenderán.

El gluten es, en realidad, el resultado de la combinación de un conjunto de proteínas (una glutenina y una prolamina). Se trata de una combinación muy específica, porque esta pareja —una glutenina y una prolanina— esta presente en todos los cereales, sin embargo, solo algunos de ellos acaban formando el gluten. «Va a depender del tipo de prolamina presente en cada cereal que se vaya a formar gluten o no. Los cereales que forman gluten son el trigo, la cebada, el centeno. También algunos otros de su misma familia, variedades híbridas como la espelta, el kamut, y el triticale», comenta Faccio. «Por ejemplo, siempre se ha dicho que la avena tenía gluten, pero la realidad es que la avenina, que es su prolamina, no forma gluten», añade. 

Pero como ya hemos dicho, en el mundo del gluten pocas cosas son tan fáciles. Si bien la avena no contiene gluten, es cierto que en el mercado es relativamente sencillo encontrarla contaminada con gluten procedentes de otros cereales. Y lo que es más sorprendente, algunas personas reaccionan ante la avena como si lo tuviese. «Aún siendo un cereal sin gluten, un pequeño porcentaje de celíacos reaccionan ante la prolamina de la avena (avenina) como si fuese la prolamina del trigo. Su organismo lo identifica como si fuese la misma cosa. Hay celíacos a los que también les pasa esto con el maíz. Tenemos que identificar a estos pacientes a través del seguimiento que se debe hacer de por vida tras el diagnóstico», apunta la dietista.

 ¿Qué problemas causa el gluten? Síntomas, diferencias y errores comunes entre los diferentes escenarios

Los distintos problemas de salud con los que se relaciona, de manera correcta o incorrectamente, a la proteína gluten son los siguientes. 

  • Celiaquía 
  • Alergia al trigo
  • Sensibilidad al gluten no celíaca (nombre correcto de la mal llamada intolerancia al gluten)

¿Qué es la celiaquía?

La celiaquía es una enfermedad sistémica automediada que se presenta en individuos genéticamente susceptibles y que se desencadena ante la presencia de las prolaminas del gluten y otras prolaminas asociadas. Para padecerla y desarrollarla, es necesario partir de una base genética que dé la habilidad de desarrollar la enfermedad.

¿Qué es la alergia al trigo?

Pese a que suele meterse en el mismo saco que la celiaquía por la asociación entre trigo y gluten, se trata de una alergia. Es la reacción exagerada del sistema inmunológico propia de las alergias, pero no se produce solo ante el gluten sino ante el conjunto de proteínas del trigo.

¿Qué es la sensibilidad al gluten no celíaca?

La sensibilidad al gluten no celíaca es todavía un misterio. «Se le denomina al gluten o al trigo porque en realidad no sabemos cuál es el desencadenante», advierte Danny Faccio. Se trata de un conjunto de síntomas y signos, una situación clínica a la que se llega tras haber descartado perfectamente la enfermedad celíaca. «Esto es clave porque muchas veces no se descarta de manera correcta. Si ya hemos descartado una alergia al trigo y otra serie de patologías que pudiesen explicar el cuadro clínico como problemas bacterianos o digestivos que cursen con una sintomatología similar, podemos sospechar. Iremos recorriendo pasos. Si le retiro el gluten de la dieta al paciente, ¿mejora?; si se lo vuelvo a poner, ¿empeora? Se trata de un diagnóstico de descarte. Esto es lo que es la resistencia al gluten no celíaca», detalla la profesional.

Aunque, según los estándares oficiales, los efectos del gluten en el organismo de estos pacientes deberían estudiarse mediante un método doble ciego —que ni paciente ni profesional sanitario puedan saber si se le está administrando una dieta con gluten o no—, la realidad de la práctica clínica hace que esto sea complicado. «Llegar a detectar una sensibilidad al gluten no celíaca es complicado porque no tiene marcadores específicos y se hace por descarte. Al final, mucha gente que llega a este diagnóstico lo hace, bien de manera autorreferida, bien porque no se ha descartó correctamente enfermedad celíaca», puntualiza Faccio.

Un error en el que también cae la industria farmacéutica

Confundir las diferentes patologías en las que el gluten está involucrado es tan común que incluso podemos encontrar en las farmacias productos incorrectamente etiquetados. Es el caso de los llamados «autotest de autodiagnóstico de intolerancia al gluten», que en realidad miden la IgA (inmunoglobulina A) antitransglutaminasa —uno de los marcadores de la enfermedad celíaca—. Porque lo que caracteriza la celiaquía es que es una patología inmunomediada. «La celiaquía tiene una base inmunológica y la llamada intolerancia (la denominación correcta es sensibilidad al gluten no celíaca) es una simple intolerancia por la que los alimentos con gluten te provocan síntomas y, al dejarlo, mejoras. Pero en la celiaquía, independientemente de que se presenten síntomas o no, puede traer problemas en el largo plazo, incluso derivar en cáncer», explicaba a La Voz de la Salud Roi Ribera, médico digestivo del hospital Son Llátzer de Mallorca. Por tanto, estos tests disponibles en farmacia servirían, al contrario de lo que prometen en su envasado, para detectar una enfermedad celíaca. Y ni siquiera, porque como vamos a comprobar, llegar al diagnóstico es mucho más complicado. 

Si hay algo que queda claro, es lo mucho que queda todavía por conocer sobre la sensibilidad al gluten no celíaca, una condición que se comenzó a describir y estudiar en la década de los ochenta del pasado siglo, por lo que se trata de algo relativamente novedoso. «Por un lado, no sabemos si el desencadenante de estas reacciones es el gluten, otras partes del trigo, los ATIs (inhibidores de la amilasa y la tripsina) o si son los FODMAP; por otro, tampoco sabemos si las personas con sensibilidad al gluten no celíaca son capaces de tolerar las trazas o no, o si esta condición se puede llegar a superar en algún momento de la vida. De hecho el manejo que hacemos de personas con sensibilidad es exactamente el mismo que con las personas con celiaquía. Como no sabemos qué puede suponer para ellos una trasgresión a medio largo o plazo, pues sin gluten para todos», confirma Faccio.

Síntomas de la celiaquía y otras dolencias: una amalgama de señales poco específicas que no siempre se presentan

¿Cuáles son los síntomas de la celiaquía?, ¿cuáles son los síntomas de la sensibilidad al gluten no celíaca? Si esperaban una lista detallada fácilmente atribuible y precisa de cada condición, se sentirán decepcionados. La dificultad para reconocer los síntomas es, precisamente, la principal barrera para el diagnóstico. 

«Lo que sabemos es que la enfermedad celíaca cursa con síntomas digestivos y extradigestivos y ninguno de ellos es característico ni patonómico de la enfermedad celíaca. No hay nada que sea exclusivo y, entre otras cosas, esto es lo que dificulta el diagnóstico. Por ejemplo, un dolor de tripa, ¿cuántas patologías hay que cursen con dolor de tripa, o distensión abdominal, o diarrea, o estreñimiento o hábito intestinal alternante?», se lamenta Danny, que puntualiza: «Pero, lo que también vemos, es que justamente los síntomas digestivos son los menos frecuentes. Especialmente en población adulta. Vemos dolores óseos, articulares, problemas de fertilidad o abortos recurrentes. También irritabilidad, astenia, ansiedad, depresión. Hablamos de síntomas, pero luego están los signos que son los que detectamos a través de las pruebas: problemas de malnutrición, anemia, defectos en el esmalte dental, pérdidas de peso, trastornos hepáticos con la elevación de los valores de transaminasas, osteopenia y osteoporosis por la mala absorción de calcio y vitamina D».

Síntomas de la celiaquía

En edad pediátrica y adolescentes

  • Dolor de tripa
  • Distensión abdominal
  • Hinchazón
  • Diarrea / estreñimiento
  • Retraso pondoestatural
  • Mal humor
  • Retrasos puberales
  • Problemas o ausencia de regla

En adultos

  •  Síntomas digestivos
  • Dolores óseos
  • Dolor articular
  • Problemas de fertilidad
  • Abortos
  • Irritabilidad
  • Ansiedad / Depresión
  • Astenia

¿Y los síntomas de la sensibilidad al gluten no celíaca?

De nuevo, nos encontramos ante la misma problemática. El error recurrente en el diagnóstico. Se sospecha que muchos pacientes han sido catalogadas como personas con sensibilidad, cuando en realidad probablemente sean celíacas. De ahí que sea común que en ambas clínicas se vean los mismos síntomas. En cualquier caso, comenta la profesional de la nutrición, la sensibilidad al gluten no celíaca «se supone que es más una sintomatología digestiva que de otro tipo. Pero, insisto, no lo podemos tener claro porque tenemos la firme sospecha de que no se está diagnosticando bien a las personas de sensibilidad. Lo que observamos en estas personas con sensibilidad autorreferida es que seguramente no tenga nada que ver con el gluten y sí con un sobrecrecimiento bacteriano o un síndrome de intestino irritable, más que nada porque uno de los desencadenantes de síntomas en estos casos son los FODMAPS presentes en el trigo. Entoces claro, yo me quito el trigo y mejoro, no solo me estoy quitando el gluten, me quito el trigo entero. ¿Estoy mejorando porque me quito el gluten o porque me estoy quitando los FODMAPS?», dice Faccio, dejando la pregunta en el aire.

De paciente informada a profesional de la nutrición

Danny Faccio tuvo «suerte» a la hora de lograr su diagnóstico de celiaquía. Su hermana pequeño comenzó a manifestar de muy pequeña  todos los síntomas digestivos, lo que la llevó al pediatra. «Nada más entrar por la puerta, el pediatra dijo: ''Esta niña va a ser celíaca''. Y efectivamente», recuerda. Era el año 2010 y su médico, tras el diagnóstico, solicitó las pruebas para comprobar que no existían más casos entre los familiares de primer grado —recordemos que la celiaquía es una enfermedad con una base genética—. «El médico me preguntó si comía gluten, a lo que yo respondí que sí, que con normalidad. Me pregunto por posibles síntomas, pero no tenía ninguno. Me realizó el primer cribado, que es una analítica completa con unos parámetros específicos que pueden dar señales de que hay mala absorción y unos anticuerpos específicos de celiaquía. Es verdad que no son exclusivos de la celiaquía, pero son muy sensibles a ello. Me dio positivísima», explica, por lo que siguiente paso era visitar al especialista del aparato digestivo. 

Asegura que su camino hacia la enfermedad fue «poco ortodoxo». Lo dice porque, ante el resultado de su analítica, el digestivo decidió tomar un atajo. «Me dijo, “con estos valores eres celíaca, empieza a comer sin gluten ya, pero te voy a completar el estudio”. En teoría, no se tiene que dejar de comer gluten hasta que se acaba el estudio. Pero consideró que ya habíamos perdido bastante tiempo. Me repitió la analítica y un par de meses después me hizo la gastroscopia con una toma de biopsia. De nuevo, salió todo positivo. Empecé a comer sin gluten el 1 de noviembre del 2010. Me dio suplementos también porque tenía anemia ferropénica, déficit de vitamina D, de calcio... A la semana de estar comiendo sin gluten, era otra persona. Antes estaba cansada todo el día, de muy mal humor, iba al baño relativamente estreñida y, a la semana de comer sin gluten, dormía ocho horas y cuando me levantaba estaba descansada. Yo había normalizado todo lo contrario, estaba en un estudio de arquitectura, trabajaba mucho, no dormía», asegura. «Todos esos déficits eran consecuencia de la celiaquía. Cuando tienes esta enfermedad activa o no controlada, lo que se produce a nivel intestinal es un deterioro que redunda en una dificultad de absorción de nutrientes. Más allá de que tengas o de que reconozcas o no los síntomas, ya imaginas todo lo que puede venir de un problema de mala absorción de nutrientes. Puede dar la cara por cualquier lado», finaliza sintiéndose afortunada de haber logrado su diagnóstico. Una suerte que no todo el mundo tiene.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.