María Cortés, endocrinóloga: «Suplementarse con vitamina D en población general, de forma estandarizada, no es lo recomendado»

VIDA SALUDABLE

María Cortés es coordinadora del grupo de metabolismo mineral óseo de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
María Cortés es coordinadora del grupo de metabolismo mineral óseo de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

La experta recalca, que con la exposición adecuada durante los meses de marzo a octubre, se consiguen reservas adecuadas de vitamina D: «Te bajarán durante el invierno, pero suelen ser suficientes»

03 feb 2023 . Actualizado a las 16:13 h.

En esta época del año los días son más cortos, el frío no ayuda a que nos apetezca hacer planes fuera de casa y, por lo tanto, no vemos tanto a Lorenzo como nos gustaría. En consecuencia, nos preocupan nuestros niveles de vitamina D. Más aún, si tenemos en cuenta que según los últimos datos publicados por la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), la insuficiencia de esta sustancia se considera una «epidemia mundial que afecta a más de la mitad de la población». En concreto, en nuestro país, un 80 % de los individuos mayores de 65 años y un 40 % de los menores de esa edad tienen concentraciones bajas de esta vitamina. Y seguro que ahora te estás preguntando: ¿Este cansancio será porque yo también la tenga baja? ¿Reforzaré mi dieta con alimentos enriquecidos en ella? ¿Entraría yo en ese porcentaje de personas que necesitan suplementarse?

La doctora María Cortés Berdoncés, endocrinóloga en el Hospital Ruber Juan Bravo de Madrid y coordinadora del grupo de metabolismo mineral óseo de la SEEN, responde a estas y muchas más dudas que son frecuentes sobre la vitamina D. 

—¿La vitamina D se parece más a una hormona que a una vitamina?

—En realidad, no es que se parezca más a una hormona, es que lo es. Las hormonas son compuestos químicos que se segregan en una zona del cuerpo, van por el torrente sanguíneo, llegan hasta otro tejido u otra zona y ahí, se unen a su receptor y hacen su acción. La vitamina D activa, la forma final de vitamina D, es una hormona esteroidea que se segrega a nivel del riñón y que actúa a distancia en los tejidos. Se une a su receptor de vitamina D y tiene su acción. Con lo cual, no es que se parezca a una hormona, es que lo es. 

—¿Cómo se sintetiza en nuestro cuerpo?

—Tenemos dos formas. El 90 % de la vitamina D del ser humano viene de la transformación cutánea de un compuesto que se llama 7-dehidrocolesterol. Esto, por mediación de los rayos ultravioleta se transforma en vitamina D3 o colecalciferol a nivel de nuestra piel. Luego esta vitamina D3 (que no es la forma final, es como una prehormona), se tiene que hidroxilar en el hígado, pasar por él y transformarse, formándose lo que llamamos como 25-hidroxivitamina D. Luego tiene que volver a pasar por el riñón y volver a hidroxilarse o transformarse. Ahí ya sí se forma la forma activa de la vitamina D que es el calcitriol o la 1-alfa-25 hidroxivitamina D. Ese 90 % de vitamina D que tenemos viene de la radiación ultravioleta que incide sobre la piel y empieza a transformar el 7-dehidrocolesterol, que luego pasa por el hígado, el riñón y así hasta toda la transformación. 

Luego, un 10 % aproximadamente, incluso se podría hablar de un 20 %, viene de la alimentación. Aquí lo que tomamos es vitamina D3 o colecalciferol, o vitamina D2. Esta última también tiene que pasar por el hígado y después por el riñón para transformarse en vitamina D activa. Digamos que lo que ingerimos es lo mismo que se forma en la piel, solo que lo que formamos en la piel es un 90 % de nuestra vitamina D y por la alimentación nos llega entre un 10 o un 20 %

—¿Cómo debemos exponernos al sol para que podamos sintetizar correctamente la vitamina D?

—Aquí podría hablar durante horas, pero sí que me gustaría dar dos indicaciones básicas para que la gente pueda tener una referencia. Es difícil, porque el tiempo de exposición necesario y seguro para sintetizar vitamina D va a ser distinto según la franja horaria en la que nos de el sol y la época del año. No es lo mismo que nos de en verano, que en invierno, ni que sea en las horas centrales del día o concentrado en las primeras horas del mismo. 

En general, para hacerlo fácil, lo que se recomienda en nuestra población en España sería una exposición de unos 15 minutos al día en cara y brazos durante los meses de marzo a octubre. Ahí es cuando tenemos mejor exposición solar para que se active bien la vitamina D. Esto se debe de hacer con protección solar (FPS) entre 15 y 30. No estamos hablando de estar en la playa tumbados al sol, porque si yo me pongo en agosto a las tres de la tarde al sol en la playa, me voy a quemar. La radiación ultravioleta que necesito para quemarme es menor porque tenemos la arena, el agua que va a reflejar esa radiación ultravioleta y va a provocar que se forme un eritema (quemadura) rápido. En población anciana, como su piel tiene menos capacidad para sintetizar esa vitamina D, la exposición tiene que ser un poco mayor. Tenemos que llegar hasta los treinta minutos, si no se toma ningún suplemento. 

El resto del año la capacidad de síntesis de esta sustancia es menor por la incidencia de los rayos solares, y para conseguir un efecto similar habría que aumentar el tiempo de exposición al menos a una hora. Aunque en general, con la exposición adecuada durante los meses de marzo a octubre, se consiguen reservas adecuadas de vitamina D. Te bajarán durante el invierno, pero suelen ser suficientes. Es cierto que sobre esto hay diferentes recomendaciones, pero suelen ser estas a líneas generales.

—Hay quien recomienda no echarse crema protectora en los primeros minutos de exposición solar para poder sintetizar bien la vitamina. ¿Qué opina usted?

—Depende. Ahora mismo que estamos en enero, si hay sol y salgo a la calle a hacer ejercicio al aire libre, no echo crema en los brazos y estoy 15 minutos, la radiación ultravioleta que voy a recibir no me va a llegar a producir ninguna quemadura ni nada que me vaya a perjudicar a nivel de la piel. Si hablamos de un niño pequeño o una persona mayor tiene que utilizar siempre protección solar. Ahora, optar por no echarme protección los primeros minutos un agosto en la playa, pues no. Además, precisamente se recomienda echarlo antes de salir de casa. Siempre hay que proteger la piel, sobre todo en verano, pero luego hay momentos en los que la exposición solar no es tan peligrosa. Por ejemplo, por salir un mes de marzo a las 10 de la mañana sin protector solar, no pasa nada, pero si hablamos de las horas centrales del día o de los meses de verano, hay que utilizar crema. 

—¿Cuáles son las posibles consecuencias en nuestro organismo de un déficit de vitamina D?

—El tema del déficit de vitamina D se ha relacionado con muchas patologías porque el sistema endocrino de la vitamina D se ha visto que regula la presión de más del 3 % de todos los genes del organismo, influyendo en muchos procesos fisiológicos. Pero lo que realmente está demostrado es sobre la salud ósea. Un déficit mantenido nos va a llevar a situaciones de raquitismo en niños y osteomalacia u osteoporosis en adultos. Luego también se ha relacionado con algunas enfermedades cardiovasculares, inmunológicas, dermatológicas, metabólicas, infecciosas, etc. Hay una relación que existe y estamos en estudio, pero no hay una clara indicación de decir: «Como el déficit de vitamina D produce esto, todos nos vamos a suplementar». No, no existe.

—En cuanto al raquitismo en niños, es algo que aquí en España, ya no se da. 

—Se recomienda a todos los niños desde el nacimiento durante el primer año una dosis de 400 UI (unidades internacionales) de vitamina D todos los días. A todos los niños se les suplementa con vitamina D durante el primer año de vida y por eso se evita, efectivamente. Sobre todo porque a esos niños se les prohíbe la exposición solar directa. 

—Me está hablando de los más pequeños, pero ¿cuáles serían los valores ideales de vitamina D en los españoles? 

—Primero debemos saber qué es lo que medimos, porque como he dicho antes, hay muchos tipos de vitamina D. Lo que nosotros medimos en sangre es la 25-hidroxivitamina D. Es la forma de vitamina D que obtenemos después de la hidroxilación hepática en el hígado, antes de que pase por el riñón y se forme la vitamina D activa. Estaría en valores normales cuando está por encima de 25 a 30 nanogramos mililitros (ng/ml). Por encima de eso, estamos bien. Por debajo de 20 ng/ml, hablamos de déficit y, entre 20 y 25 ng/ml, hay una insuficiencia. No llega a ser un déficit, pero la hay.

—Se habla mucho de que la población española tiene un déficit generalizado de vitamina D, ¿hasta qué punto es cierto?

—Muy cierto. Sobre estudios realizados en población española, lo que se ha visto es que un 80 % de la población mayor de 65 años tiene niveles inferiores a 30 ng/ml. Es decir, aquí estamos incluyendo déficit e insuficiencia. Y en menores de 65 años, gente más joven, hasta un 40 % de la población. Ahí ya no es tan generalizado. Esto ocurre porque con la edad disminuye la capacidad de síntesis de vitamina D en la piel y por eso se ha visto que en personas ancianas tienen que estar un tiempo de exposición solar mayor que gente más joven. Son porcentajes bastante altos. 

—¿Tenemos peores niveles de vitamina D que nuestros compañeros europeos?

—Podría decirse que es un mal de muchos. Los valores a nivel mundial, los que están publicados, son que entre mayores de 65 años un 88 % tiene valores inferiores a 30 ng/ml, cuando hemos dicho que en España se publicó un 80 %. Además, un 37,5 % de la población mundial tiene valores inferiores a 20 ng/ml, que se consideraría un déficit. Entonces, sí, en realidad es similar lo que está publicado a nivel mundial con lo que tenemos en España. En cuanto a lo que está publicado a nivel de Europa central, son valores similares también. Podría decirse que estamos todos más o menos igual. 

—¿Qué son los alimentos fortificados en vitamina D?

—Es un alimento al que se le añade vitamina D, la que podemos conseguir a través de la alimentación. No es la fuente principal, pero es una fuente importante. Se trata de añadir vitamina D a distintos alimentos y se aplica en algunos países europeos. En algunos, la fortificación o la suplementación es obligatoria y en otros es voluntaria. La cantidad máxima que puede ser añadida difiere según las políticas de distintos países y lo que tenemos en España es que la fortificación de alimentos con vitamina D está regulada y permitida. De hecho, hay alimentos como la leche que se suplementan con vitamina D, algunas. Lo que sucede es que es voluntario: se hace en pocos alimentos, con cantidades pequeñas y, habitualmente, suelen ser más caros. Con lo cual, sí, tenemos algunos alimentos como leche o yogures que se suplementan con vitamina D pero su consumo no es algo estandarizado.

—Sobre la suplementación, ¿cuándo considera que es necesaria? 

—En población general, no estamos hablando de población de riesgo como personas con osteoporosis, lo primero que intentamos cuando hay un déficit o una insuficiencia es intentar mejorarlo con alimentación y exposición solar. Eso en población general, no en personas de riesgo. ¿Y si no es suficiente y no conseguimos valores adecuados, o es una persona de riesgo? Ahí sí, ya podemos optar por la suplementación farmacológica. 

—¿Y si una persona se suplementa por su cuenta?

—En personas ancianas está recomendada la suplementación con 800 UI de vitamina D3 al día. Tenga los valores que tenga, eso está recomendado para mejorar la salud ósea. Si una persona de 80 años se toma su suplemento de 800 UI todos los días me parece perfecto porque es una dosis segura. Se trata de una persona que va a tener déficit casi seguro aunque se exponga al sol porque su capacidad para sintetizar vitamina D va a estar muy reducida y su riesgo de fracturas es más alto.

Ahora bien, población general que no sabe si tiene déficit o no, que se toma un suplemento por tomar, corres el riesgo de pasarte porque no todos son iguales. Nosotros, como médicos, podemos suplementar con vitamina D3 o con 25-hidroxivitamina D, ya que una es más potente que la otra. Y luego podemos suplementar con distintas cantidades, distintos microgramos o unidades al día, semanales o mensuales. En general, la dosis correcta para cada persona la va a dar un médico, no tú por tu cuenta sin saber qué tipo ni que cantidad tienes que tomar sin ningún tipo de control.

Los suplementos de vitamina D no son peligrosos, pero debemos usarlos en la dosis correcta y en el paciente para el que está indicado: personas que tienen un déficit o que tienen riesgo de llegar a él. Pero en población general, de forma estandarizada, no es lo recomendado. Normalmente lo que tenemos que intentar es que exista una exposición solar adecuada, segura y una alimentación adecuada.

—¿Qué riesgos existen para el organismo si hay un exceso de vitamina D?

—El exceso de vitamina D puede llevar a una situación de hipercalcemia, subida de calcio, que puede tener consecuencias para la salud. Esta, de forma mantenida, puede producir piedras a nivel del riñón. 

—Sobre todo en estas épocas del año, la gente puede llegar a relacionar el sentirse un poco más cansado con tener la vitamina D baja. ¿Hasta qué punto este es un síntoma de tener una insuficiencia de esta?

—Son síntomas muy inespecíficos y confusos. A mí me vienen pacientes y me dicen: «Es que me encuentro muy cansado, ¿tendré la vitamina D baja?». Sí, puedes tener la vitamina D baja, anemia, una alteración de la tiroides o puedes no tener nada y simplemente que sea algo estacional. Es tan amplia la posibilidad… Pero si me encuentro cansado, no tiene sentido optar por tomar un suplemento de vitamina D si yo realmente estoy cumpliendo con la exposición solar y la alimentación. No tendría sentido. Si este limita mi calidad de vida lo que tengo que hacer es consultar con el médico y que él me vea. Él decidirá. Pero simplemente tomar vitamina D porque te sientes cansado, no creo que sea una opción muy correcta. 

—Antes los mencionabas un poco, ¿qué efectos extraóseos tiene la vitamina D?

—Hasta el 3 % de los genes del organismo los regula la vitamina D. Actúa en muchos procesos fisiológicos y tiene muchos efectos tanto extra óseos como cardiovasculares, inmunológicos, hematológicos o metabólicos. La vitamina D influye en la respuesta a la inflamación, la respuesta antiinflamatoria. Regula la producción de citoquinas proinflamatorias y de proteína de fase aguda. Es uno de los mecanismos por los que la vitamina D influye en procesos tumorales, enfermedades cardiovasculares, diabetes, regulando esta respuesta antiinflamatoria y produciendo estas citoquinas. Pero no se ha llegado a demostrar que la suplementación con vitamina D detenga esos procesos o los evite. Esa es la parte importante. Sí que la ciencia ha encontrado que todo el sistema hormonal de la vitamina D y sus receptores influyen en toda esta respuesta inflamatoria pero, ¿cómo freno esta respuesta inflamatoria que me da problemas cardiovasculares o que me ha llegado a producir una diabetes? Eso es lo que no tenemos claro todavía, no hay estudios que nos digan que suplementando con vitamina D evitemos el proceso o lo frenemos.

—La vitamina D también se ha relacionado con algunos tipos de cáncer, como el de colon.

—Estamos un poco en el mismo punto. Sí que existe una relación con el cáncer y su sistema hormonal, eso sí. La vitamina D disminuiría la proliferación de las células neoplásicas, evitaría que se reproduzcan tanto, pero hay una gran controversia sobre el efecto de la suplementación de vitamina D y la incidencia de cáncer. Es decir, todavía no podemos decir que tomar vitamina D puede prevenir el cáncer. Por tanto, hoy en día no se recomienda la suplementación con vitamina D de forma generalizada para reducir la incidencia del cáncer en la poblaciónporque todavía no se ha demostrado. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.