Laura Pazos, psicóloga infantil: «Cuando duermen, los bebés sueñan con las emociones que han vivido en el día»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

La psicóloga infantil Laura Pazos está especializada en apego y descanso.
La psicóloga infantil Laura Pazos está especializada en apego y descanso.

La experta gallega explica por qué dejar llorar a los bebés para que se duerman es un error y puede marcar su desarrollo de manera negativa

30 may 2025 . Actualizado a las 18:22 h.

El sueño de los bebés es un terreno delicado. Cuando el más pequeño de la casa no duerme, nadie lo hace y muchas familias se enfrentan a momentos frustrantes en esta primera etapa del desarrollo del niño en la que los horarios de descanso pueden verse profundamente alterados. Laura Pazos (Vigo, 1983), licenciada en Psicología Clínica por la Universidad de Santiago de Compostela y La Biccoca (Milán), especializada en Psicología Infantojuvenil, Apego y Sueño, se dedica desde hace años a ayudar a los padres o cuidadores a orientar la rutina de sueño del bebé de manera respetuosa, aprovechando el día para lograr un descanso más tranquilo y feliz para todos durante la noche. Su nuevo libro, Noches buenas (Zenith, 2025), es una guía práctica para acompañar el sueño del bebé con amor y ciencia.

—¿Cree que los niños hoy duermen peor que los de las generaciones previas?

—Este es un pensamiento muy habitual, porque parece que ahora de repente los niños necesitan ayuda para dormir cuando antes esta no había sido una necesidad. Pero en realidad, esto no tiene nada que ver con los niños. Cuando un recién nacido viene al mundo, es exactamente igual que uno de hace cien o doscientos años. Tiene las mismas necesidades básicas que hay que cubrir, pero lo que ha cambiado es la sociedad en la que ese niño nace. Vivimos en un entorno en el que resulta complicado, por el ritmo del trabajo, por las necesidades que tenemos como adultos, el llegar a cubrir esas necesidades del bebé.

—En el libro explica que el descanso durante el embarazo impacta en cómo dormirá el bebé.

—Ya hay estudios que nos confirman que la manera en la que duerme la mamá, cómo establece ella sus ciclos de vigilia y descanso y el estrés que puede tener en el tercer trimestre del embarazo van a afectar a la rapidez con la que el peque consolida su sueño. Una mamá que duerme mejor en este tercer trimestre, que lleva un ritmo muy claro de acostarse a la misma hora y levantarse a la misma hora y descansa bien, va a ayudar muchísimo a que el bebé tenga una mejor predisposición a descansar bien también.

—¿Por qué necesitan dormir tanto los bebés?

—El sueño es un nutriente tan importante para nuestra salud como la alimentación o el ejercicio. Digamos que es el tercer pilar sobre el que se sustenta nuestra salud física y emocional. Y es que mientras dormimos se restaura nuestro cuerpo a nivel físico y, a nivel cognitivo, se desarrolla nuestro cerebro. Aprendemos en gran medida mientras estamos durmiendo, por lo tanto, cuando no dormimos lo suficiente, estamos generando déficits en el aprendizaje, nuestra atención no funciona de la manera en la que debería y nuestra memoria tampoco. Además, cuando uno no descansa lo suficiente, a nivel emocional también va a estar irritable y esto va a hacer que las relaciones sociales se vean alteradas. En el caso de los peques, van a estar mucho más irritables y esto les va a impedir hacer lo que tienen que hacer en su primera infancia, que es jugar.

—¿Cómo es el sueño de los bebés?

—Sobre todo en los tres primeros meses de vida es muy caótico porque todavía no está sujeto a los tiempos a los que estamos sujetos los adultos, no tienen un ritmo circadiano de 24 horas. Este ritmo, en los adultos, depende de la luz solar y del reloj interno que tenemos en el cerebro. En los bebés, este núcleo todavía no está maduro. Entonces, para ellos es como si vivieran muchos días en ese período de 24 horas. Un día para un recién nacido dura tres horas y en ese período come, está un ratito despierto, hace sus necesidades y se vuelve a dormir. Sus fases del sueño también son muy diferentes.

—¿Cómo se diferencian de las nuestras?

—Nosotros, como adultos, tenemos cuatro fases: varias no REM y una fase REM. En los menores de tres meses, solo hay dos fases: sueño activo y sueño tranquilo. El sueño activo sería lo que es para nosotros el REM. Y ellos inician directamente en esta fase, mientras que nosotros iniciamos con un período cortito de vigilia que nos va llevando al sueño e iniciamos con una fase no REM. Es muy característico de los bebés cuando entran en esta fase de sueño REM directamente que hagan muecas o se muevan, que tengan algún espasmo, que muevan mucho los ojos. A veces los papás se preocupan pensando que al bebé le está pasando algo y lo despiertan, pero en realidad no le está pasando nada.

—¿Los bebés sueñan?

—Esto es algo muy interesante. Hay algún estudio que ha visto que sueñan, pero diferente. Sueñan con la parte más emocional del día. No tanto como lo haría un adulto que ya tiene un discurso porque tiene un lenguaje y hay un componente muy declarativo de nuestra memoria. Ellos sueñan más con las emociones que se han generado a lo largo del día. Sobre todo, lo que tienen es una memoria emocional.

—¿A partir de qué edad puede un bebé dormir toda la noche? ¿Cuántos despertares son normales?

—Hasta los tres años es totalmente normal que un peque se despierte entre una y tres veces cada noche por distintas razones. Sobre todo cuando son más pequeñitos. Hasta los 18 meses aproximadamente, la alimentación es el motivo fundamental por el que se pueden despertar. Aunque también se pueden despertar por frío, calor, pañal sucio o cualquier otra necesidad que haya que cubrir. Y a partir de los 18 meses, que más o menos los peques ya están preparados para empezar a dormir toda la noche sin necesidad de alimentarse, los despertares pueden tener que ver más con pesadillas, terrores nocturnos o incluso una necesidad afectiva: me siento solo y necesito que me acompañes un ratito para dormir.

—Algunas técnicas que han sido populares en décadas pasadas para hacer que el niño duerma están siendo revisadas y cuestionadas. ¿Qué efectos puede tener el dejarles llorar hasta que se cansen?

—Estas son técnicas del siglo pasado, ideadas por pediatras americanos que seguramente poco tenían que ver con la crianza incluso de sus propios hijos, porque los hombres hace muchos años no se encargaban directamente de esos cuidados. Por lo tanto, propusieron métodos muy alejados de las necesidades de los bebés y de las madres. El principal método consiste en dejar llorar al peque hasta que se duerma, o bien, ir controlando el tiempo de intervención. Pero para los padres es muy duro no intervenir cuando el peque llora y esto tiene que ver con cómo estamos programados a nivel biológico para atender ese llanto. Con el paso de los años, hemos empezado a tener muchos estudios que evidencian que el llanto de los bebés produce estrés en ellos y en los adultos. Esto puede causar alteraciones en su desarrollo cerebral.

—¿Cómo podemos evitar que se produzcan esas alteraciones?

—La propuesta es que todas nuestras intervenciones estén basadas en el apego seguro, para conservar ese vínculo, porque entendemos esa primera relación que el bebé tiene con sus cuidadores como sagrada. A partir de esas primeras experiencias de cómo le cuiden cuando es recién nacido, el bebé se va a ir transformando después en una persona adulta que sea capaz de ofrecer ciertos cuidados a los demás y esperarlos también. Si su aprendizaje temprano es que cuando necesita algo lo pide y no le atienden, es muy probable que después no espere que se lo den en la vida adulta y que, cuando alguien necesite algo, tampoco se sienta en la disposición de cubrir esa necesidad. Ya no es solo hablar de bebés, es hablar de una persona adulta que vive en una sociedad y cómo va a comportarse, qué tipo de relaciones va a tener y qué tipo de relaciones va a poder ofrecer a los demás.

—¿Qué debemos hacer cuando empieza a llorar por la noche?

—No se lo debe dejar llorar nunca. La familia siempre va a coger al bebé cuando lo necesite, porque queremos que su relación con el sueño sea positiva. Si tú te vas a dormir con esa sensación tan negativa de que te han dejado solo y te duermes agotado por el cansancio, estás creando una relación con el sueño negativa. Sin embargo, si te duermes tranquilo, sabiendo que tus figuras de referencia están para cuidarte cada vez que lo necesites, todo va a ser más fácil. Hay que entender que el bebé pequeñito no sabe regularse solo. Necesita de otra figura para regularse. Somos los que tenemos que darle la serenidad y calma para que pueda dormir de una manera más sostenible para la familia.

—Cuna o colecho, ¿qué recomienda?

—No recomiendo un solo método como tal, porque lo más importante es trabajar de manera individualizada para saber qué necesita esta familia y encontrar una solución específica a cada caso. Algunos padres necesitan que el peque duerma en la cama con ellos porque si está en otra habitación están demasiado alerta toda la noche y se despiertan cada vez que el bebé hace un ruidito, pero otros necesitan dejarlo en una cuna para descansar mejor y que la madre no tenga dolores de espalda.

—En el libro explica que las regresiones en el sueño son normales en la primera infancia. ¿Qué puede esperar la familia y cómo podemos volver a encauzar su sueño?

—Hay determinados momentos de crecimiento que nuestros peques alcanzan nuevos hitos evolutivos y a esto en el sueño le llamamos regresiones, aunque a mí no me gusta esa palabra, porque en realidad, lo que está sucediendo cuando hay uno de estos baches es una progresión. Por ejemplo, ocurren cuando el niño está alcanzando una nueva habilidad. Suele darse, por ejemplo, a los cuatro meses, cuando el pequeño integra las fases de sueño que ya tendrá como adulto. La siguiente regresión es hacia los ocho o diez meses, que suele coincidir con el gateo. A los doce meses tenemos otra que suele coincidir con la marcha y a los dieciocho meses, otra vinculada a la adquisición del lenguaje. A los 24 meses suele haber otra regresión que tiene que ver con el descubrimiento del yo, cuando el niño comienza a sentirse un ser independiente a su figura de referencia. Cuando el niño alcanza esos hitos, su sueño se ve alterado porque su cerebro está trabajando en modo acelerado. Esto puede durar unas semanas hasta que todo se vuelve a asentar.

—¿Cuántas siestas necesita un bebé en cada etapa?

—El secreto del buen descanso nocturno está en el día. El sueño funciona con un mecanismo por el cual se va generando cierta presión de sueño en el cuerpo y hay que liberarla y cuando no se libera esa presión, que se libera en forma de siestas o durmiendo por la noche, puede haber una sobrecarga en la que después le cueste mucho más dormir y encima, su sueño no sea tan profundo como debería, no es tan reparador. Para tener una idea, antes de los seis meses las siestas son muy caóticas y pueden tener cualquier duración. Desde diez minutos hasta tres o cuatro horas. Todo esto es normal. En esta franja de edad mi recomendación es hacer las siestas en contacto, porque nuestros bebés vienen de estar en nuestro interior y están acostumbrados a dormir en contacto con otro cuerpo. Si damos la oportunidad de hacer siestas en contacto, ya sea tumbándonos en la cama con el bebé o haciendo siestas en porteo, estas tenderán a ser más largas y el descanso más reparador. Entre los seis y los 18 meses, vamos a ir yendo de tres siestas a una y entre los 3 y los 5 años ya se perdería esa siesta. Lo ideal es mantener esa siesta durante el mayor tiempo posible, aunque con la escolarización o bien por características del niño, no siempre es posible.

—¿Qué importancia tienen las rutinas para el sueño de los niños en esta primera etapa vital?

—Para que el sueño llegue, hay que desactivar el organismo y esto forma parte de la rutina de nuestro día, que tiene que contemplar que las últimas dos horas sean un momento tranquilo porque esto es lo que nos permite bajar esas marchas. No podemos pretender que un peque que ha estado saltando la cama elástica hasta hace cinco minutos, porque haya llegado su hora de dormir, se duerma, porque su cuerpo no está preparado para dormir. Luego, las actividades al aire libre también son necesarias porque la exposición a luz natural ayuda a que su reloj circadiano esté en hora y va a asegurarnos de que la melatonina se va a servir a la hora correspondiente.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.