Así es el proceso de fecundación in vitro: desde la preparación de espermatozoides y óvulos a la implantación

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

Vista microscópica de la fecundación in vitro.
Vista microscópica de la fecundación in vitro. iStock

La tasa de éxito del procedimiento oscila entre el 10 y el 40 % por ciclo iniciado, según la Sociedad Española de Fertilidad

05 abr 2023 . Actualizado a las 16:11 h.

Se define como reproducción asistida el conjunto de técnicas y tratamientos médicos que facilitan un embarazo cuando este no se consigue de forma natural. Los principales tratamientos de fertilidad que existen hoy en día son la inseminación artificial (IA) y la fecundación in vitro (FIV), que pueden ser combinados con técnicas como la donación de gametos o el diagnóstico genético preimplantacional (actualmente conocido como test genético preimplantacional, PGT), entre otras.

Según explican desde la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), la inseminación artificial es la más sencilla de las técnicas de reproducción asistida y, básicamente, consiste en depositar los espermatozoides en el aparato genital de la mujer, por medio del instrumental adecuado. En cambio, la fecundación in vitro es una técnica de alta complejidad que consiste en poner en contacto los gametos masculinos —espermatozoides— y los femeninos —ovocitos— para lograr la fecundación y el desarrollo embrionario inicial fuera del organismo de la mujer. Es decir, todo el procedimiento se lleva a cabo en el laboratorio. 

 1. Estimulación ovárica

El primer paso de la fecundación in vitro es, en caso de que los óvulos sean los de la propia mujer —tanto estos como el semen pueden ser propios o procedentes de un banco—, llevar a cabo una estimulación ovárica controlada. Su finalidad es lograr la maduración de varios folículos a la vez en los ovarios. Así, se consigue aumentar el número de ovocitos para fecundar y, en consecuencia, el número de embriones, aumentando la posibilidad de conseguir un embarazo. 

En la FIV con óvulos y semen donados, tanto la mujer como el hombre renuncian a la carga genética de sus gametos y recurren a los de donantes. Aunque los óvulos donados se pueden usar en fresco, los espermatozoides proceden siempre de un banco de semen, ya que la muestra debe permanecer congelada durante un tiempo antes de poder ser utilizada. 

2. Punción folicular u ovárica

Posteriormente, se lleva a cabo una punción folicular para extraer los óvulos del ovario. Es un proceso relativamente sencillo y de corta duración, pero se necesita anestesia. Para entenderlo hay que tener en cuenta que de forma natural, cada mes, un óvulo sale del ovario de una mujer durante la ovulación. Cuando se realiza un ciclo de FIV, la mujer recibe un tratamiento hormonal de estimulación ovárica para favorecer la maduración y ovulación del mayor número de óvulos posible. Pero para poder fecundarlos en el laboratorio, es necesario obtenerlos antes de que salgan de forma espontánea del ovario y, ahí, es donde entra en juego la punción folicular. 

3. Preparación del semen y fecundación en el laboratorio

La muestra seminal del varón, en el caso de que no se opte por el de un donante, se consigue generalmente por masturbación. Aunque también es posible conseguirlo por aspiración de epidídimo o biopsia testicular. A continuación, el semen pasa por un proceso de capacitación espermática que hará que los espermatozoides sean capaces de fecundar y dar lugar al embrión.

Desde la SEF explican que, según el método empleado para la fecundación, podríamos hablar de dos tipos de FIV: la convencional, en la que se ponen en contacto los espermatozoides con los ovocitos en condiciones idóneas para facilitar que la fecundación ocurra de manera espontánea; y la microinyección espermática o ISCI, que es una variedad en la que se interviene más en el proceso introduciendo un espermatozoide en el interior de cada ovocito. 

4. Cultivo y desarrollo de embriones

«Después de ese proceso, al día siguiente, también en el laboratorio, se ve si han fecundado los óvulos o no, y cuántos han fecundado. Se espera otro día más y, a las 48 horas, vemos que se han dividido los embriones. Ahora, la tendencia, para que no haya embarazo múltiple, es transferir a la mujer uno o, a lo sumo, en algunos casos, dos embriones», explicaba Rocío Núñez, especialista en reproducción asistida, en una entrevista a La Voz de la Salud. 

En el caso de que se logre la fecundación, los embriones resultantes son clasificados según su calidad después de varios días de cultivo en el laboratorio, «con el fin de proponer a los pacientes un número adecuado para su transferencia», indican desde la SEF. 

5. Transferencia de embriones al útero

El siguiente proceso es la transferencia de embriones. Consiste en depositar en el útero de la mujer aquellos embriones que fueron generados en el laboratorio, a la espera de que se implanten y den lugar a un embarazo. Es un proceso indoloro que no quiere anestesia, pero la mujer sí recibe tratamiento hormonal para que su endometrio tenga el aspecto y grosor adecuados para favorecer la implantación. 

Desde Reproducción Asistida ORG apuntan que, aunque cada centro elige en qué momento es mejor la transferencia embrionaria, lo más habitual es llevarla a cabo en el día tres —en estado embrionario temprano— o en el cinco —estadio de blastocisto—. «Se pueden transferir a las 48 horas o más adelante. Podemos esperar hasta los cinco días, que es cuando el óvulo fecundado ya evoluciona a un embrión mucho más desarrollado. Y ese embrión se transfiere al útero directamente. A partir de ahí, es esperar a la prueba de embarazo y ver si ha habido implantación», indica Núñez. 

La experta en reproducción asistida explica que el procedimiento, en realidad, es exactamente igual que en un embarazo natural: «Ese óvulo fecundado va bajando por la trompa, se va dividiendo y, cuando llega a un estado que se llama blastocisto que, en la fecundación normal, ocurre a los siete u ocho días, ese embrión se implanta en el útero, en el endometrio, que es la capa que recubre el útero. El endometrio reconoce ese embrión y él se queda pegado. Cuando hacemos una fecundación artificial, lo que preferimos es esperar a que el embrión tenga ese estado, que sería el mismo que alcanzaría de forma natural, y cuando está en la fase de blastocisto, lo ponemos en el útero». Núñez añade que, al igual que en el embarazo natural, «es importante que en ese momento el útero sea receptivo, es decir, que esté en el día del ciclo necesario para que reconozca a ese embrión y se implante».

Sin embargo, puede haber problemas en el endometrio y que este no reconozca al embrión. «Es entonces cuando no hay embarazos, u ocurren abortos tempranos. Pero lo normal es que esa implantación del embrión sea exactamente igual a como sería de forma natural», amplía la experta. 

Proceso de transferencia de embriones al útero:

  • Se empieza colocando un espéculo estéril en la vagina de la mujer y limpiando la misma, aspirando el moco cervical. 
  • Se cargan los embriones en el catéter o cánula de transferencia. 
  • Introducen el catéter por la vagina para atravesar el cérvix, para llegar al útero.
  • Los embriones son depositados en el útero. 
  • El catéter se retira con cuidado. 
  • Se comprueba que el embrión no se ha quedado en el catéter. 

Fuente: Reproducción Asistida ORG

Probabilidades de éxito del procedimiento

A la hora de hablar de éxito en el procedimiento, además de la calidad de los embriones, es importante tener en cuenta el estado y la receptividad del endometrio. También tiene que ser correcta la técnica llevada a cabo por el laboratorio, ya que tienen que comprobar que el embrión no se ha quedado en el catéter o cánula de transferencia. 

La probabilidad de éxito de un ciclo de FIV depende predominantemente de la edad de la paciente y del número y calidad de los embriones transferidos, subrayan desde la SEF. «En general, la media de embarazo por ciclo iniciado se encuentra entre el 29 y el 35 %, aunque este porcentaje puede variar entre el 10 y el 40 % en función de las circunstancias concretas de los pacientes», añaden.  

  

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.