Todo sobre la leche de fórmula: ¿por qué hay desabastecimiento en EE.UU?

Laura Inés Miyara
LAURA MIYARA LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

La leche de fórmula intenta ser tan parecida a la leche materna como sea posible.
La leche de fórmula intenta ser tan parecida a la leche materna como sea posible. La Voz de la Salud | iStock

La crisis de abastecimiento de leche para bebés en Estados Unidos pone de relieve un problema que afecta también a la población española: es urgente aumentar la tasa de lactancia materna

16 jun 2022 . Actualizado a las 09:07 h.

Recientemente, un desabastecimiento de leche de fórmula ha causado estragos en Estados Unidos. Una población que alimenta a sus bebés desproporcionadamente con este producto y el cierre de planta de la empresa Abbott, que acaparaba un gran porcentaje del mercado de leches de fórmula, han sido los principales factores que contribuyeron al problema.

La leche es el primer alimento que recibimos al momento de nacer. Llegamos a este mundo y nos la ofrecen: sea materna o de fórmula, la leche será lo único que habremos de ingerir en los primeros seis meses de vida. Nos aportará la energía que necesitamos para nuestro desarrollo y nos mantendrá saludables, nos nutrirá, nos ayudará a crecer y hará que madure nuestro cerebro. Todo lo que logremos a lo largo de los años siguientes estará cimentado en esa nutrición temprana. Por esta razón, es fundamental que la leche que consumimos en ese período temprano sea de la mejor calidad posible. Pero ¿es segura la leche de fórmula?

La respuesta es que sí. «El objetivo del desarrollo de estos preparados es imitar la composición de la leche materna», aclara Carolina González González, del área de Lactancia Materna del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Los requisitos de composición de los preparados para lactantes están regulados mediante el Reglamento de la Unión Europea Nº 609/2013 y por el Reglamento Delegado (UE) 2016/127 de la Comisión, para garantizar la seguridad de estos productos preparados para lactantes.

¿Qué contiene la leche de fórmula?

«Las leches de fórmula se fabrican a partir de proteína de leche vacuna, pero modificada. Un bebé no puede tomar leche de vaca sin modificar, porque su sistema digestivo, su sistema renal y todo su metabolismo es inmaduro. La leche de vaca, como muy pronto, se podría dar al año de edad. Pero las leches son especialmente modificadas precisamente para que se adapten al metabolismo del niño», explica Teresa Cenarro, vicepresidenta de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (Aepap) y coordinadora de su grupo de Nutrición.

«La leche de fórmula tiene macronutrientes, que son los que dan la caloría, la energía que necesita el bebé para su crecimiento: los ácidos grasos, los hidratos de carbono. En este caso, el carbohidrato principal es la lactosa, al igual que en la leche materna. Y luego tiene micronutrientes, minerales, vitaminas y ácidos grasos de cadena larga, que son los últimos que se han incorporado. Todas las leches tienen que contener, según el reglamento, unos nutrientes, macro y micronutrientes, y luego hay leches que añaden unos probióticos y otras que añaden otros. Pero todas las leches tienen que tener un contenido que viene regulado por la legislación europea», detalla Cenarro.

Pero, si bien las leches de fórmula que se comercializan en la Unión Europea tienen proteínas y otros nutrientes que se aproximan lo máximo posible a la leche materna, la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue siendo mantener, en lo posible, una alimentación del lactante exclusivamente a base de leche materna durante los primeros 6 meses, «y junto con la alimentación complementaria, hasta los 2 años de edad», indica González.

De hecho, el dar leche materna a los recién nacidos durante la primera hora de vida los protege frente a la muerte prematura: el riesgo de morir durante los primeros 28 días aumenta en un 41 % cuando esa iniciación temprana de la lactancia materna no se establece en la primera hora, y un  79 % cuando no ocurre durante el primer día de vida, según datos de Unicef.

«Lo primero que hay que tener claro es que en los seis primeros meses de vida, lo ideal y el alimento más adecuado y perfecto para un bebé es la leche materna. Pero hay circunstancias en las que no se puede dar lactancia materna y en esos casos la alimentación se suple con leche de fórmula. Las leches de fórmula lo que pretenden es acercarse al estándar de la leche materna. Intentan ser lo más exactas posible a la leche materna, incorporando las funciones y propiedades nutritivas de esta leche. Entonces, todas las investigaciones, que son muchas, en lactancia de fórmula, van a aproximarse lo más posible a la leche materna», insiste Cenarro.

¿Por qué es preferible la leche materna?

«Actualmente, la investigación biomédica ha hecho posible el conocimiento de la composición y las propiedades de la leche materna de forma exhaustiva y cada vez más completa. Esto permite que cada vez las fórmulas artificiales se asemejen más a la leche materna. Pero la leche de madre, además de nutrientes, tiene componentes bioactivos: inmunoglobulinas, citoquinas, factores de crecimiento, y otros, responsables de multitud de beneficios relacionados con el sistema inmunológico y el desarrollo del lactante que no pueden ser imitados por ninguna fórmula artificial», explica González.

Gracias a estos componentes, «se ha demostrado ampliamente la superioridad de la leche materna sobre la fórmula artificial para la nutrición y el desarrollo del bebé, disminuyendo el riesgo de numerosos problemas de salud en el niño, a corto y largo plazo frente a los niños alimentados con fórmulas artificiales», insiste González. «No hay ninguna leche que vaya a ser igual a la leche materna, porque la leche materna tiene inmunoglobulina, anticuerpos que pasan al bebé. La leche materna es algo maravilloso y perfecto, es inigualable», sostiene en el mismo sentido Cenarro.

Así, durante los seis primeros meses de vida, se recomienda no dar ningún otro alimento más que este. «Con la leche materna es suficiente para su desarrollo tanto de peso, de talla, como la maduración de todo el sistema neurológico. Es el único alimento que necesitan. A partir de los 6 meses, la leche materna sigue siendo el alimento principal, pero ya no es suficiente, necesitamos complementar con otros nutrientes. Por eso la alimentación de los bebés en el segundo semestre de vida se llama alimentación complementaria, porque complementa a la leche para completar sus necesidades de crecimiento», explica Cenarro.

La situación en España

El alarmante desabastecimiento de leche de fórmula que ha afectado a Estados Unidos es un escenario improbable en un país como España, considera Teresa Cenarro. «No tenemos el problema que hay en Estados Unidos, que es que no hay bajas maternales [garantizadas por ley nacional], las madres se incorporan enseguida al mundo laboral y no pueden seguir. Esa es una de las razones de los problemas que están teniendo en Estados Unidos. Entonces, el desabastecimiento también aumenta porque la leche la van a necesitar muchos bebés si hay poca lactancia materna», señala.

«En España, desde los centros de atención primaria, tanto pediatras, enfermeras, como matronas, se hace mucho acompañamiento durante la lactancia materna. Eso, unido a la baja materna, hace que en España el porcentaje de lactancia materna sea muy elevado. Luego, hay familias que toman la decisión de no dar lactancia materna y también hay problemas de enfermedad tanto de la madre como del niño, que pueden hacer que no se dé lactancia materna. Pero, afortunadamente, en España tenemos unas tasas de lactancia materna muy elevadas», explica Cenarro.

Sin embargo, si bien más del 53 % de los bebés en España reciben exclusivamente leche materna hasta los 3 meses, según datos del INE, la tasa de lactancia materna exclusiva a los 6 meses es del 28,53 %. Estas cifras indican que, pese al acompañamiento y la promoción de la lactancia materna, en España queda mucho camino por recorrer para alcanzar la meta propuesta por la OMS de llegar a una tasa de lactancia materna exclusiva del 70 % a los seis meses de edad.

Cuando no es posible amamantar

Aunque el deseo de amamantar esté presente, hay instancias en las que puede no ser posible llevarlo a cabo. Aun en estos casos, sostiene Cenarro, es posible ofrecer leche materna a los bebés de otras maneras. «Hay algunos casos como infecciones maternas, o niños muy prematuros que no succionan. Pero aún con todo, hay bancos de leche y madres que se sacan la leche y la dan. Incluso en algunas situaciones, igual no puede tomar directamente el niño del pecho materno, pero sí puede administrarse por otros mecanismos leche materna», afirma.

«Se puede sacar la leche y darla con biberones. Hay madres de prematuros que no han tenido tiempo de que se ponga en marcha la lactancia, y existen los bancos de leche materna. En todas las comunidades existen bancos de leche materna y esa leche se suele utilizar para la alimentación de los prematuros. Es muy interesante, porque los prematuros tienen una enfermedad del intestino que se previene con la leche materna», apunta Cenarro.

En cualquier caso, cuando no es posible dar el pecho, o bien los padres deciden no amamantar, la leche de fórmula se considera un alimento seguro para los lactantes, pero hay que tomar las precauciones necesarias al prepararla. «La fórmula artificial en sí misma no supone riesgos directos para el consumo de los lactantes. Bien es cierto que al tratarse de un producto que precisa manipulación para su preparación puede verse contaminado en ese proceso», señala González.

«Existen múltiples marcas de fórmulas artificiales de inicio y continuación, todas ellas reguladas por la normativa europea, con lo que para un lactante sano que no pueda recibir leche materna, en los rangos de edad indicados, cualquiera de ellas puede ser adecuada. Lo que diferencia unas marcas de otras es la adición de ingredientes no regulados, cuyos beneficios se han demostrado en estudios clínicos. Luego, la prescripción de los subtipos de fórmulas artificiales especiales (como antiregugitación, antiestreñimiento, hidrolizadas, o para prematuros) se realiza en lactantes que presentan alguna patología y por tanto ha de ser pautada siempre por un pediatra», aconseja González.

Cómo preparar un biberón de manera segura

Es importante tener en cuenta que las fórmulas artificiales no son estériles y su preparación requiere de unas condiciones seguras. Esto implica seguir con rigurosidad una serie de pasos que deberán repetirse en cada toma. «El primer paso comienza con el adecuado lavado de manos y la limpieza de todos los utensilios para la preparación. En cada toma se preparará un nuevo biberón, desechando la cantidad sobrante si la hubiera», indica González.

Los biberones deben prepararse mezclando la proporción sugerida por el fabricante de agua y leche en polvo. «El orden ha de ser siempre: primero el agua y después el polvo. Para preparar el biberón, se puede utilizar agua del grifo si es apta para el consumo humano. Si la calidad del agua en la zona no es adecuada, es recomendable hervir el agua del grifo durante solo un minuto y dejar enfriar hasta que esté tibia antes de añadir el polvo. También se puede utilizar agua embotellada con bajo contenido en sales minerales. En el etiquetado de las botellas es posible leer esta apreciación o bien “apta para la preparación de alimentos infantiles”. Y existen en el mercado preparaciones líquidas, con las que simplemente ha de utilizarse la cantidad elegida en el biberón y calentarlo, sin necesidad de manipulaciones», propone González.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.