«El niño tiene fiebre, eso es que va a pegar un estirón», mitos y realidades sobre el crecimiento

Lois Balado Tomé
Lois Balado LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

En la altura final de un niño dependerán muchos más factores que la talla de sus progenitores.
En la altura final de un niño dependerán muchos más factores que la talla de sus progenitores. La Voz de la Salud

Aunque crecer no duele, sí que existen los dolores de crecimiento

01 may 2022 . Actualizado a las 12:06 h.

Antes de la aparición de la patología, la etiología era la ciencia que estudiaba la causa de las enfermedades. Desde la antigua Grecia, a los médicos se les enseñaba a comenzar las historias clínicas haciendo tres preguntas: «¿Qué le pasa?», «¿desde cuándo le pasa?» y «¿a qué lo atribuye?». A día de hoy pervive lo que llamaremos etiología de andar por casa, una rama costumbrista de la ciencia aplicada por padres y abuelos bajo la que incontables generaciones de niños han crecido. Sin duda, el gran ejemplo sería el de, ante la fiebre de un niño, achacar la causa al crecimiento

—Mamá, papá, tengo fiebre.

—Eso es que estás creciendo.

Pero, ¿es cierto que un proceso febril puede ser achacado a un estirón?, ¿cuándo se deja de crecer? Si los padres son de baja estatura, ¿están sus hijos destinados a ser bajos? Victoria Rodríguez de la Rúa Fernández, pediatra en el centro de salud El Cristo de Oviedo y editora jefe de En Familia, la página web divulgativa de la Asociación Española de Pediatría (AEP), nos desmiente y nos confirma algunas de las afirmaciones más comunes sobre el crecimiento.

¿Es cierto que cuando damos «un estirón» suele subir la fiebre? 

Es sin duda una de las afirmaciones más populares. Si detectamos que un niño ha crecido unos centímetros y en los días previos coincidió con un proceso de fiebre, rápidamente relacionaremos una cosa con la otra. ¿Erróneamente? «El crecimiento nunca produce fiebre, esta se producirá por otra causa», explica la pediatra. Tal respuesta enterraría ya esta popular afirmación, sin embargo hay peros. Toca darle la vuelta al asunto. Crecer no produce fiebre, entendido, ¿pero la fiebre nos hace crecer? «Este mito tiene quizás algo de verdad», dice Rodríguez de la Rúa: «Se debe a una relación con la hormona del crecimiento, que es la responsable de que los niños crezcan. La fiebre, por sí misma, es un estimulo para su producción. Además, esta hormona no se produce igual durante todo el día, sino que se segrega más durante el sueño y los niños duermen más cuando están malitos con fiebre». Suponemos que, ante este caso, podría aplicarse esa famosa frase de que la correlación no implica causalidad.

No es la única creencia ampliamente extendida que existe sobre el crecimiento. Otro mito. Las chicas dejan de crecer cuando les viene la regla. ¿Es cierto?, ¿hay algún tipo de relación?. El primer período, también conocido como menarquia, se produce de media a los doce años, pero puede adelantarse mucho y aparecer a los 8 o retrasarse hasta los quince. Ya se pueden imaginar que sería muy raro que una niña que tiene su primera menstruación a los ocho años no llegase a crecer más. «No es cierto. Tras la primera menstruación (menarquia) aun se crecen varios centímetros , creciendo más las niñas que la tienen pronto», confirma la pediatra. Pero entonces, ¿hasta qué edad se crece? «Se crece durante toda la infancia e incluso una vez finalizada la pubertad todavía se ganan unos pocos centímetros más hasta alcanzar la talla definitiva», explican .

¿Se crece más en verano que en invierno?

Al contrario de lo que sucede con las uñas, que se sabe que crecen más durante el día que la noche, nuestra talla se incrementa más durante las horas de descanso, ya que cuando dormimos segregamos más hormona del crecimiento. También existen sospechas de que el crecimiento es estacional; no crecemos de igual manera durante todo el año, no obstante, faltan conclusiones sólidas para poder llegar a una conclusión definitiva, según explican desde la Sociedad Española de Pediatría. «No está demostrado, pero esta creencia de que se crece más durante el verano que durante los meses fríos podría tener su explicación. Durante la época estival, los niños hacen mas ejercicio y duermen más y estos dos factores son estimulantes de la hormona de crecimiento», relata Victoria Rodríguez de la Rúa Fernández. Así que sí, es posible que se crezca más durante el verano, pero el calor y el frío no son factores directamente relacionados, sino que incidirían de manera indirecta a través de nuestros hábitos.

La leche no nos hace crecer

Pensemos ahora en una lista de alimentos que, en teoría, favorecen al crecimiento. En una encuesta (evidentemente, sin valor demoscópico) que hemos realizado en la redacción de La Voz de la Salud lanzamos a nuestras compañeras la siguiente pregunta: ¿cuál es el alimento que relacionáis más directamente con el crecimiento? La respuesta ganadora fue la leche y apostaríamos a que estaría también en su top-10 de opciones. Ahora bien, ¿es su fama merecida?, ¿es verdad que la leche nos hace crecer? «La leche es una buena fuente de calcio, imprescindible para la formación ósea, pero como tal no hace crecer», explica la especialista del centro asturiano: «Lo que sí es fundamental para crecer es una buena nutrición sana y variada». Por lo tanto, leche sí, pero como también sí las espinacas, las zanahorias o el pescado.

Evidentemente, es sencillo imaginar por qué se asocia la leche al crecimiento ya que es el primer alimento que ingerimos nada más nacer a través de la lactancia. Nacemos siendo muy pequeños y a base de leche crecemos de manera más que evidente. Ahora bien, una vez se incorporan el resto de alimentos a la dieta, ¿sigue siendo la leche un elemento fundamental para el crecimiento? La realidad es que inflarte a leche no será sinónimo de ganar en altura (ni que decir tiene que aquel famoso eslogan de «a mí me daban dos» de un famoso producto lácteo era puro márketing). Una buena nutrición es parte de las claves. Igualmente, tener unos padres de baja estatura no condenará al niño a ser necesariamente bajo. Sí es cierto que la genética juega un papel fundamental, pero la epigenética desarrollará un rol determinante en la talla final de una persona. 

«Habitualmente, si los padres son bajos, el niño o la niña acabará siendo bajo, pero no necesariamente. La talla y el ritmo de maduración están determinados genéticamente. No obstante, no dependen exclusivamente de la genética, sino que el resultado final (la talla adulta y la edad de inicio puberal) depende de la interacción a lo largo de todo el proceso de crecimiento con factores hormonales y ambientales. La ausencia de enfermedades y una buena nutrición son fundamentales para un buen crecimiento», puntualiza la pediatra del centro de salud El Cristo.

¿Crecer puede doler?

¿Crecer duele? Algunos adultos aseguran recordar dolores nocturnos durante su infancia, que describen como punzadas en la pierna, frecuentemente en la parte delantera de los muslos, las pantorrillas o en la parte trasera de las rodillas. Se trata de molestias que se asocian al crecimiento y que incluso pueden llegar a despertar al niño. Lo cierto es que crecer es indoloro. «Crecer es un proceso continuo y no duele», explica Rodríguez de la Rúa Fernández. Eso es lo primero, ahora vamos con los matices. Es verdad que existen los llamados dolores de crecimiento. «Típicamente ocurren por la noche y afectan a las piernas principalmente, pero se desconoce su causa y no se ha demostrado que se relacionen directamente con el aumento de la talla». Por tanto, aunque se les haya bautizado como dolores de crecimiento, no existe ningún tipo de evidencia que los relacione directamente con el aumento de talla.

Por lo tanto, ni la fiebre es sinónimo de estar dando un estirón, ni el consumo de leche nos asegura más centímetros, ni crecer duele por mucho que existan los dolores del crecimiento, por muy paradójico que suene. No obstante, crecer puede dar problemas. Si existe alguna sospecha sobre un déficit de crecimiento en un niño recuerde que son los profesionales (tanto los especialistas en enfermería pediátrica como los propios pediatras) los que en las diferentes revisiones del niño sano irán controlando el crecimiento niño de una forma evolutiva en el tiempo. Ellos se encargarán de comprobar si el paciente crece lo suficiente y si se adapta a la talla diana (así se conoce a la talla que genéticamente tiene determinada en relación a las alturas de sus progenitores).

Cómo calcular la talla diana

La talla diana es una sencilla fórmula matemática que se utiliza para predecir la talla final que debe tener el niño o la niña cuando alcance su máximo desarrollo. Para calcularla tendremos en cuenta la altura de sus padres. Evidentemente, se trata de una estimación, por lo que se manejan varios centímetros de margen de error sin que una ligera desviación sea algo de lo que preocuparse.

  • Talla diana en niños: Se calcula sumando los centímetros del padre con los de madre y sumando trece. Todo ello debe ser dividido por dos. (Cm padre + cm madre + 13) : 2.
  • Talla diana en niñas: Se calcula sumando los centímetros del padre con los de madre y restándole trece. Todo ello debe ser dividido por dos. (Cm padre + cm madre - 13) : 2.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.