¿Duele más dejar o ser dejado?: «La persona que decide cortar la relación suele vivir un duelo anticipado»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Una joven recibe un globo con forma de corazón en el Día de San Valentín, en Londres.
Una joven recibe un globo con forma de corazón en el Día de San Valentín, en Londres. TOLGA AKMEN | EFE

La mayoría de rupturas son dolorosas, con todo, existen factores que pueden agravarlas como tener hijos en común o expectativas de futuro

01 jul 2025 . Actualizado a las 10:23 h.

En el año 2023, se registraron 76.685 divorcios y 3.380 separaciones en España, según el Instituto Nacional de Estadística. De media, hasta decirse adiós, las parejas duran 16,4 años, y la década de los cuarenta es la más frecuente a la hora de firmar estos papeles. Un planteamiento que separa tanto como lo hacen algunas cuestiones, como la tortilla con o sin cebolla, es la eterna pregunta: qué duele más, ¿dejar o ser dejado?

En la actualidad, es un hecho que las separaciones se viven con mayor normalidad y facilidad que hace algunos años. Pasar página, tanto para el hombre como para la mujer, resulta más sencillo e implica menos juicios. La sociedad, el sistema y los ideales de pareja están cambiando, y se da prioridad al bienestar de ambas personas.

Silvia Berdullas, doctora en psicología, psicóloga sanitaria y coordinadora intracolegial del Consejo General de la Psicología, detalla qué variables han contribuido a esta nueva percepción: «Incluye factores legales, como por ejemplo, que existan leyes más flexibles que facilitan el proceso de separación; sociales, separarse ya no es, necesariamente, algo tabú y tiene mayor visibilidad; económicos y culturales, hay cambios en las expectativas dentro de las parejas, menor tolerancia a algunas situaciones que antes se aguantaban por vergüenza; la disponibilidad de redes y aplicaciones de citas o el aumento de la autonomía individual», enumera.

Las rupturas no son, en general, algo agradable para ninguna de las partes. Tanto el que deja, como el que es dejado, pasan, como mínimo, un mal trago. Ahora bien, ¿qué duele más? Fernando Pena, presidente de la Asociación Española de Psicología Sanitaria, responde que, habitualmente, se suele considerar que ser dejado es más complicado en este sentido: «Puede generar sentimientos de rechazo, de falta de valía, puede disminuir la autoestima. Es particularmente doloroso cuando no lo ves venir y te pilla por sorpresa», comenta.

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Como es lógico, el impacto emocional depende de la historia, del apego y de la preparación mental que cada individuo tenga, «así como del significado de la pérdida»: «Para una persona, dejar o ser dejado puede truncar algunos objetivos en la vida, como la posibilidad de tener hijos, o tener que volver a casa de los padres. Por lo tanto, no hay una respuesta universal», aclara Pena. Cada caso es único.

Berdullas prefiere no posicionarse en esta disyuntiva, porque la ruptura sigue siendo «una ruptura» para uno y otro, y puede suponer una pérdida importante para ambos, con independencia de este rol. «Hablar en términos comparativos, en cuanto al “volumen” de dolor que atraviesa cada uno o cada una, nos puede alejar de la posibilidad de acompañar (y acompañarnos) y de afrontar ese proceso», indica.

Una separación no solo consiste en que una pareja deje de serlo, sino en una reestructuración en la vida de ambas personas, y estos cambios y su impacto dependerán, en parte, de dar respuesta a estas preguntas: «¿Convive esa pareja?, ¿comparten círculo de amigos?, ¿cuentan con apoyos y amistades fuera de la pareja?, ¿tienen hijos en común?, ¿y mascotas?, ¿y una casa?, ¿trabajan en el mismo entorno laboral?», expone la especialista.

Un duelo anticipado y un duelo repentino

Algo inevitable, para cualquiera de las partes, es atravesar el duelo. Quien decide romper con la relación suele pasarlo un tiempo antes, pero esto no es seguro de un menor dolor. Este proceso es intransferible y diferente —dicen los expertos consultados— para cada uno.

«La persona que decide dejar la relación suele vivir un duelo anticipado, ya que muchas veces procesa la pérdida antes de comunicarla», explica Pena, quien reconoce que en muchas relaciones tomar esta decisión lleva su tiempo.

Por el contrario, es frecuente que la persona a la que dejan se enfrente a un duelo más abrupto y confuso, con sentimientos como el rechazo, el abandono o la incredulidad. «La posibilidad de tener una reacción física y emocional es más probable. Si no lo ve venir, y la relación no estaba deteriorada desde su punto de vista, pasa por fases más marcadas por el shock, negación y enojo, ya que la ruptura suele llegar de forma inesperada», apunta.

Ahora bien, que una parte lo pase mal no implica que la otra lo tenga fácil. En la persona que decide cortar con la relación pueden aparecer sentimientos como la culpa, la duda o el miedo. «Por ese motivo, la reevaluación de la decisión puede llegar a ser muy larga. En Calma Al Mar, el centro de psicología en el que trabajo, llegué a atender a una mujer de 68 años que llevaba deseando dejar a su marido día tras día desde hacía 30», ejemplifica Pena. Además, también es habitual que esta parte pueda sentir tristeza por lo que se pierde, nostalgia, incluso cuando la decisión es acertada. De igual forma, se debe normalizar el alivio, que puede aparecer cuando la relación era conflictiva o insatisfactoria, o una liberación, «como una descarga de peso emocional», añade el psicólogo. Cualquier reacción debe ser validada, porque en esta materia no hay respuestas correctas o incorrectas.

Durante este proceso, explica la especialista del COP, pueden aparecer síntomas físicos, emocionales o cognitivos. La experta habla de dolor, tristeza, ansiedad, desgana, enfado, culpa, insomnio, resentimiento, fatiga, disminución de la autoestima, vacío o idealización de la ex pareja. «También puede ser que no haya nada de esto, que aparezcan todas juntas, o que se den en diferentes momentos, apareciendo y desapareciendo», precisa. Es más, incluso puede haber sentimientos agradables como recordar los aprendizajes o agradecimiento por lo vivido.

Con todo, hay factores que pueden contribuir a que este duelo se agrave e, incluso, termine siendo traumático o más complicado. Algunos tienen que ver con la morfología de la pareja: «Por ejemplo, una separación cuando, además, hay hijos en común, va a exigir de esfuerzos emocionales adicionales», describe la psicóloga. Otros, con la situación que rodea a la ruptura. Si esta se produce a raíz de una infidelidad, con ghosting de por medio, si va unida a la pérdida de otras personas, como el fallecimiento de un hijo, o incluso, si la pérdida no está reconocida, como la de un amante, «se incrementa la dificultad del proceso», expone Silvia Berdullas.

Explicar las razones

Lejos del debate planteado, querer dejar una relación es algo completamente legítimo y tiene sentido que uno, sea por la razón que sea, dé el paso adelante. En la actualidad, se le ha puesto nombre —en inglés— a lo que toda la vida se ha descrito como hacer el vacío: quiet leaving. Una actitud que, para la doctora en psicología, no es lo más saludable para ninguna de las partes, y llama a la responsabilidad afectiva: «Ahora está muy de moda y no es otra cosa que asumir la responsabilidad de atender nuestras necesidades y deseos y afrontar las consecuencias de eso que decidimos y elegimos», explica. Idealmente, llegados al punto en el que una separación se vuelve necesaria, «se habrán producido conversaciones en las que las dos partes habrán podido compartir cómo se sienten, sus necesidades y lo que les va sucediendo», por lo que la noticia no será una sorpresa.

Si en algo coincide la mayoría de personas que ha tenido más de una relación es que la ruptura es dolorosa, en mayor o menor intensidad. Esto se explica mediante el apego emocional, «que genera una sensación de pérdida de identidad y seguridad», dice Fernando Pena. En ello también influyen las expectativas o promesas futuras que no se cumplieron, así como «el miedo a la soledad, la presión social o familiar y la autoestima afectada intensifican el sufrimiento», explica.

Si alguno de los miembros ha renunciado a sus propios planes de vida para volcarse en la relación puede incrementar el daño. En cambio, «tener un grupo de amigos propio y actividades de ocio que no dependan de la pareja suelen ser factores protectores», comenta el presidente de la Asociación Española de Psicología Sanitaria.

La pregunta del millón es cómo dejar una relación de forma correcta, si es que puede existir una receta universal en esta tarea. Un consejo clave para ambos expertos consultados es expresar las razones que llevan a esta situación. «Puede ser que la otra persona los comprenda y comparta o no, pero es un acto de respeto», responde Pena. Berdullas recuerda que esta explicación ayuda a que el otro individuo le resulte más fácil transitar por el duelo. Eso sí, con excepciones: «Estamos hablando, por supuesto, de relaciones que no entrañen riesgo para la seguridad de la persona. Cuando la ruptura se produce en situaciones de violencia o agresión, puede ser necesario cortar el contacto sin más», añade la doctora en psicología.

Dejar con empatía

Las necesidades de cómo expresar esta ruptura varían de una persona —y pareja—a otra, pero es importante hacerlo con empatía, honestidad y transparencia. «Es posible separarse siendo cuidadoso con nosotros mismos y con esa persona que, por un tiempo, ha sido tan importante en nuestra vida», afirma la coordinadora intercolegial del colegio nacional. En base a su experiencia, tiene claro que la gente rompe de manera similar «a cómo nos relacionamos y vinculamos en cualquier relación».

Lejos de lo que se pueda pensar, ser empático no implica evitar el sufrimiento del otro, sino asumir la responsabilidad de afrontar ese momento «siendo compasivo, honesto, claro, a la vez que atiendo a mis propias necesidades y emociones y válido, igualmente, las de la otra persona», describe la psicóloga, quien insiste en la idea que una ruptura duele y evitar esta incomodidad es tarea imposible.

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.