Un filósofo reflexiona sobre el duelo tras perder a su esposa: «No son fases sucesivas, sino diferentes facetas simultáneas»

SALUD MENTAL

El alemán Wilhelm Schmid perdió a su esposa con 59 años debido a un cáncer con metástasis cerebral y ha publicado un libro en el que reflexiona sobre este proceso
27 jun 2025 . Actualizado a las 10:39 h.La muerte de un ser querido es el mayor miedo para cualquier persona. Es, también, algo que puede ocurrir en cualquier momento, si bien, en parte debido a ese temor, no solemos hablar de ello. En casi todos los ámbitos, la muerte sigue siendo un tema tabú y es difícil poner en palabras lo que significa el duelo tras el fallecimiento de alguien que ha sido importante para nosotros.
En ese proceso, emergen diversas emociones. Las llamadas etapas no siempre se suceden en el mismo orden. A veces, algo que parecía superado resurge y da la impresión de que ha sucedido un retroceso. Se trata de una situación compleja de entender para quienes no la han atravesado. Por eso, a menudo, el método elegido por muchos para seguir adelante a pesar de una muerte es no hablar de ella.
Pero Wilhelm Schmid ha optado por seguir otra estrategia. Tras la pérdida de su esposa por un cáncer con metástasis cerebral, el filósofo y divulgador alemán ha publicado Sobrevivir a la muerte (Espasa, 2025), un libro que pretende abrir una puerta para que este diálogo sea posible. «Escribí este libro como una forma de catarsis, todos mis sentimientos y mis pensamientos pudieron fluir con él. Pero, por encima de todo, es un gran acto de amor. Ha sido muy grato sentir que seguía unido a mi esposa mientras escribía este libro», explica Schmid a La Voz de la Salud.
Prepararse para un duelo
El filósofo describe con pesar el momento en el que supo que su esposa iba a morir. «Ese momento fue el peor de mi vida. Estábamos sentados en nuestro sofá azul, donde solíamos pasar tiempo juntos, y ella me dijo tranquila: "Tengo algo que decirte". Supe de inmediato que se trataba de algo muy, muy malo. Y desde ese momento, toda mi vida fue diferente, porque sabía que nuestra maravillosa vida juntos estaba llegando a su fin», cuenta.
Acompañar a alguien que está muriendo es uno de los actos de amor más profundos que podemos hacer por otro ser humano. «Es el momento más íntimo, incluso más íntimo que el sexo. Lo que ocurre allí es tremendo. Es lo más profundo que nos puede afectar. Nos estremece. Y no podemos comprenderlo. Es la transformación de una existencia física en pura energía en un instante. Pero ¿qué es? ¿Qué se siente por dentro? ¿Qué viene después? No lo sabemos, nunca lo sabremos», reflexiona.
Para Schmid, «vivir sin ella era completamente inimaginable. Como filósofo, estoy acostumbrado a pensar en la muerte, pero el fallecimiento de un ser amado es algo completamente distinto. Puedo aceptar la muerte, pero ¿a los 59 años? Fue muy difícil. No sabía cómo iba a hacer para seguir adelante después de esto. Antes, rara vez lloraba. Ahora no puedo parar. Me paso días y días llorando», describe.
Uno de los aspectos del proceso que le sorprendieron fue descubrir que la filosofía no le servía de apoyo en esos momentos. «Cuando sientes una desesperación absoluta, la filosofía se calla. Eres un hombre desamparado que de alguna manera tiene que aprender a ayudarse a sí mismo», explica.
Qué es la muerte
«Desde la visión interna de la persona que experimenta la muerte, la sensación de este momento extraordinario debe ser muy diferente de la que tienen los que quedan atrás», explica Schmid. En los momentos previos al fallecimiento de su esposa, el filósofo mantuvo varias conversaciones con ella sobre cómo sería ese momento y qué sería lo determinante para poder afirmar que una persona ha muerto.
«Sobre todo, descubrimos lo siguiente: las energías ya no están en el cuerpo. No hablo de nada místico, sino de formas de energía verificables como el calor, a través del tacto, y la electricidad, cuantificable mediante un electrocardiograma que reproduce las ondas eléctricas del corazón, así como un electroencefalograma, que muestra las diferencias de tensión de las corrientes cerebrales, hasta que ya no queda nada para medir. Si la energía desaparece del cuerpo, él muere. Pero no significa la muerte de la energía», detalla Schmid.
La energía se puede transformar interminablemente en otras formas de energía, sin que se destruya nunca. «Esto es lo que dice la ley de conservación de la energía, primera ley de la termodinámica», señala el filósofo. Este concepto de la ciencia le ayudó a atravesar esos primeros momentos del duelo. Como la persona muere, pero la energía no, «la sensación de que el fallecido sigue estando ahí, muy frecuente durante el duelo, puede tener fundamentos reales», detalla.
Cómo transita el duelo un filósofo
Cuando muere una persona amada, al principio, puede predominar un sentimiento de estar perdido, de no ubicarse dentro del mundo, que sigue funcionando como si no hubiera pasado nada. Esto le ocurrió a Schmid. «Creí que esta sensación se iba a quedar conmigo para siempre y estaba preparado para aceptarla, sentía que era el precio a pagar por haber tenido la fortuna de conocer a una mujer maravillosa y compartir tantos años de nuestras vidas juntos. Pero después de unos meses, la vida volvió a ser posible, volví a pensar y, poco a poco, la filosofía me volvió a ayudar cada vez más a ver las cosas con claridad», cuenta.
Para él, la idea de que el duelo consiste en atravesar una serie de fases sucesivas no es una descripción del todo acertada. Más bien, habla de facetas. «Las fases se suceden en el tiempo. Las facetas pueden estar presentes en simultáneo. Experimenté ambas tras la muerte de mi esposa. Facetas simultáneas y fases sucesivas en las que a veces predomina una faceta, a veces la otra. Es importante saber que esto ocurre. No solo me pasa a mí, sino también a muchos otros que se sienten perdidos si nadie habla de ello», explica.
El silencio es una parte prominente del proceso. «Cuando se muere la persona que amas, el mundo se vuelve silencioso. Pero las palabras son mi hogar, mi trabajo es encontrar maneras de usarlas para expresar lo que es prácticamente imposible de decir y me pareció importante empezar a usarlas para hablar de esto, porque las palabras pueden ayudarnos a entender la situación y muchas personas lo agradecen», dice Schmid.
«Lo que a mí me reconforta es saber que la energía sigue estando ahí. Pero los humanos nos podemos acostumbrar a todo, incluso a vivir sin la persona que amamos. En ese sentido, creo que es cierto que el tiempo ayuda a sanar», dice. Incluso, asegura, es posible volver a vivir una vida plena después de la muerte de esa persona que era tan importante en nuestra vida.