«Esa diva» de Melody es un «earworm»: ¿de qué manera podemos hacerla desaparecer?

SALUD MENTAL

Melody, antes de viajar a Basilea, pidiéndole al público español que cante con ella el estribillo de «Esa diva».
Melody, antes de viajar a Basilea, pidiéndole al público español que cante con ella el estribillo de «Esa diva». Jose Velasco | EUROPAPRESS

Si a cada poco rato te sorprendes canturreando «una diva es valiente, poderosa», que sepas que hay investigaciones que apuntan a cómo se podrían eliminar estos gusanos auditivos

16 may 2025 . Actualizado a las 10:08 h.

España entera convive esta semana con uno de los estribillos más pegajosos que se recuerdan en el territorio peninsular. Si desempolvamos el vocabulario pandémico en el que se nos instruyó durante el 2020, actualmente viviríamos la «segunda ola» de lo que comúnmente la neurociencia ha apodado como earworm —en inglés, literalmente, gusano auditivo—. La primera la vivimos hace tres meses, cuando Melody presentó en el Benidorm Fest su canción candidata a representar a España en el festival de Eurovisión. La andaluza, a la que le sobran tablas y no tiene ningún tipo de problema en entonar parte de la canción cada vez que le ponen un micrófono delante, se encargó de colocar su mensaje allá por donde pasaba: «Una diva es valiente, poderosa, su vida es un jardín lleno de espinas y rosas». El gusano entró en el cerebro de la audiencia española, que no tuvo posibilidad de escapatoria ante la inundación a la que la sometió Melody con esas cuatro estrofas. El punto álgido de esta primera oleada fue en la gala de los Goya, en la que el torrente de voz de Melodía Ruiz hizo que esa Esa diva se colase en todas y cada una de las entrevistas que se realizaron en la alfombra roja. 

El efecto de la canción en los cerebros españoles se fue moderando con el tiempo. Fuimos capaces de quitárnosla de cabeza. Pero cerca de cuatro meses después, la segunda oleada ya está aquí. Y «doblegar la curva» es hoy una tarea mucho más complicada. Estamos ante el punto álgido del relato de la canción europea, el momento que los eurofans estaban esperando y a las puertas de una competición que veremos en qué lugar deja a España en la clasificación final. Lo que es seguro es que la diva valiente y poderosa ha regresado y de nuevos estamos todos infectados. No hay oficina, reunión de amigos o algoritmo que sea un espacio seguro. Melody acecha, por lo que quizás sea una opción inteligente asumir que en cualquier momento nos toparemos con esas cuatro estrofas a capella y armarnos de estrategias que hayan sido estudiadas sobre cómo extirpar estos gusanos auditivos. Tal vez no les funcionen, pero probarlas es un riesgo que merece la pena asumir. 

Imaginario musical involuntario o gusanos auditivos, ¿qué son?

Si uno quiere ponerse técnico, podría utilizarse el término involuntary musical imagery —en inglés, imaginario musical involuntario— para definir lo que muchos están atravesando estos días con la canción de Melody. Sin embargo, el término más popular para este fenómeno es el de gusano auditivo —literalmente, en inglés, earworm—. Aunque sin demasiadas respuestas ni certezas, hay cierto volumen de investigación sobre estos gusanos, que implican procesos cognitivos de nuestro cerebro; a nuestra red de activación por defecto y a nuestra memoria de trabajo. «La memoria de trabajo es esa que mantiene activos en nuestros circuitos neuronales una información en segundo plano y de la que la mayoría de las veces no somos ni conscientes», explicaba en esta entrevista el biólogo y divulgador David Bueno; «sabemos que esa llamada red por defecto está siempre activa. Siempre. Es lo que hace que, a las tres de la mañana, cuando te despiertas, la cabeza se te vaya a las facturas que no has pagado. Esa mente que divaga de un lado al otro es el contenido de esa red por defecto. Ahí hay de todo, pero está compuesta por experiencias. Pueden ser sonidos, imágenes, sensaciones o emociones», explicó a La Voz de la Salud Paloma Marí-Beffa, doctora, investigadora y senior lecturer de Psicología en la universidad de Bangor (Gales). Como es lógico, las investigaciones sobre gusanos auditivos no se llevan demasiada financiación, por lo que el desconocimiento sobre ellos aún es grande y no no habría descartar que alguna estructura de las funciones ejecutivas. No obstante, un trabajo publicado por Callula Killingly y Philippe Lacherez, investigadoras en psicología de la Queensland University of Technology de Brisbane (Australia) definieron en su estudio La canción que nunca se acaba: Los efectos de la exposición repetida en el desarrollo de un gusano auditivo una frase que se ajusta a la perfección al plan trazado por Melody: «Las investigaciones también indican la importancia de la exposición repetida a la música en el desarrollo de melodías pegadizas. Para mayor complejidad, parece probable que tanto la capacidad de una canción de ser pegadiza como la exposición de las personas a ella tiendan a reforzarse mutuamente». Y en este proceso de retroalimentación, por mucha capacidad que el tema de por sí tenga de transmitirse, es en el que está inmerso la población española. 

En cualquier caso, las características comunes que parecen compartir estos gusanos auditivos son su duración —entre quince y treinta segundos—, así como una mayor capacidad de propagación de aquellos fragmentos que tienen letra además de música. Las mujeres parecen ser más propensas a experimentarlos y también a sentirse más irritadas frente a ellos. También son más proclives aquellas personas que sufren ansiedad e, irónica y cruelmente, se ha observado que suelen engancharse más esas canciones frente a las que experimentamos sensaciones desagradables. Se estima que más de un 91 % de la población mundial ha experimentado alguna vez un gusano auditivo.

Tareas inacabadas, Melody y la psicología soviética

En la década de los años veinte del siglo pasado, la psicóloga soviética Bliuma Zeigarnik describió el que pasaría a ser llamado efecto Zeigarnik. Y este fenómeno podría relacionarse también con la experiencia de la diva salvaje que buena parte de España —quizás, pronto buena parte de Europa— está experimentando. Bliuma Zeigárnik, junto al afamado profesor y psicólogo de la Gestalt Kurt Lewin, se percataron que los camareros recordaban mejor las comandas cuando todavía no habían sido pagadas y que tendían a olvidar los detalles de sus pedidos una vez se abonaba la cuenta. Esto les llevó a pensar que las personas tendemos a recordar mejor las tareas ininterrumpidas que aquellas que completamos. Iniciaron, en base a esto, una serie de publicaciones que verían la luz en la revista científica Psychological Research. Sus conclusiones quisieron ser trasladadas al mundo de la educación, alimentando la teoría de que interrumpir las sesiones de estudio con tareas no relacionadas reforzaría el aprendizaje de los estudiantes. Sin embargo, se trata de una teoría controvertida que no ha podido ser demostrada con solidez.

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Pero, paradójicamente, algunas de las estrategias que la neurociencia propone para extinguir estos gusanos auditivos se basan precisamente en someterse a una inundación con la canción que repetidamente tarareamos en nuestras cabezas. Algunas investigaciones han concluido que, en contraste con la evitación, los earworms tienden a desaparecer cuando la canción se escucha de principio a fin —otras apuntan a que bastaría con simplemente escucharla concluir, aún no reproduciéndola desde el inicio—. Otros estudios apuntan a que desviar nuestra atención hacia otras canciones también puede surtir efecto. En el año 2015, los investigadores C Philip Beaman, Kitty Powell y Ellie Rapley, del Centro de Investigación Cognitiva de la Universidad de Reading (Reino Unido), describieron otra curiosa teoría: mascar chicle parece ser otra técnica con buenos resultados para olvidar a Melody. Al menos hasta que vuelva a aparecer en cualquier lugar insospechado cantando a viva voz su himno eurovisivo. 

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.