Así funciona la línea 024: «Cuanto más tiempo dure la llamada, más probabilidades hay de que no se culmine el suicidio»

SALUD MENTAL

La línea 024, financiada por el Ministerio de Sanidad, está disponible las 24 horas y es gratuita.
La Voz de la Salud

Profesionales de teléfonos de atención a la conducta suicida destacan la irrupción del chat online como alternativa para los más jóvenes

10 nov 2024 . Actualizado a las 14:08 h.

En septiembre, el último mes sobre el que el Ministerio de Sanidad dispone de datos completos, 363 gallegos llamaron a la Línea 024, el teléfono que el Gobierno activó en mayo del 2022 para la atención a las conductas suicidas de la población. Es la heredera oficial de otros servicios telefónicos de rescate que ya se venían prestando, y que continúan a día de hoy, desde hace décadas con el Teléfono de la Esperanza, surgido a principios de los setenta, como paradigma. En su primer año de funcionamiento, la línea financiada por el Ministerio —operada por Cruz Roja, que se hizo con la licitación por concurso público en el 2022— atendió un total de 121.177 llamadas, de las cuales 2.770 procedían de Galicia. La mayoría de ellas (1.171), salieron de la provincia de A Coruña. Recalcar que los datos se corresponden con el número de llamadas, que no es sinónimo del número total de ideaciones suicidas, ya que, posiblemente y según indica la estadística institucional, muchas de estas personas llamasen varias veces.

Cualquiera que teclee en Google la frase «me quiero suicidar» u otras similares encontrará una enorme caja destacada por el buscador que reza: «Dispones de ayuda. Pide ayuda hoy mismo». Remite a marcar esos tres números. Detrás de ellos, esperan sus voces. «Las profesionales que atienden las llamadas son psicólogas, con una experiencia clínica mínima de al menos 2 años, y reciben una formación inicial centrada específicamente en la atención telefónica de crisis por conducta suicida, así como formación continuada y supervisión de la tarea», explican fuentes del ministerio a preguntas de La Voz de la Salud.

Un servicio anónimo, hasta cierto punto

La prisa no suele casar con que las cosas salgan bien. Pero en servicios como el que presta el 024 el tiempo es escaso. No hay alternativas, la tarea debe hacerse bien y debe hacerse rápido. Por eso, cuando se levanta el teléfono, los profesionales saben que ganar margen es una de las directrices más importantes.

«Cuanto más tiempo estés en una llamada, cuanto más tiempo consigas hablar con la persona, más probabilidades hay de que no se culmine el suicidio. La impulsividad, la desesperación, al conectar con otro que te escucha, es un elemento de prevención que se está demostrando como muy eficaz», explica Enric Armengou, psiquiatra y también voluntario en la línea de atención a la conducta suicida de la Fundación Vida y Esperanza.

Las llamadas que reciben este tipo de líneas son anónimas, pero solo hasta cierto punto. Es por eso que el ministerio es capaz de mostrar cierto desglose en la estadística —por edad, género o procedencia—, y es también por esto que se desconoce el origen del 48,2 % de las llamadas recibidas en el servicio durante su primer año de funcionamiento.

«No se registran preguntas personales ni se solicita información identificativa, lo que permite a las personas expresar sus preocupaciones sin temor a ser identificadas», apuntan desde Sanidad, aunque matizan: «Es cierto que, a lo largo de la entrevista, de manera natural y con el consentimiento de la persona que llama, conocemos algunos detalles que nos permiten disponer de datos agregados. Pero se mantiene en todo momento el anonimato y no permiten la identificación individual de ninguna de las llamadas. También en algunos de los casos, que son de riesgo especialmente alto, poder derivar la llamada al 112», comentan desde Sanidad.

La carrera suicida

Enric Armengou ayuda a comprender mejor los detalles de cómo funciona la conducta suicida. Resalta la importancia de que la persona que escuche sepa leer durante la conversación si la persona que llama contempla un mañana —de no hacerlo, es un signo inequívoco de que debe llamarse a emergencias—. «Te pongo un ejemplo, me llama una señora que tiene un marido ludópata y se ha enterado de que le ha vaciado la cuenta con sus ahorros de toda la vida. No pueden pagar el alquiler. Tiene una angustia y una desesperación insoportable; se quiere matar. A través de la conversación, se nota esa desesperación, pero cuando se va regulando, empieza ya a plantearse que el lunes irá a ver a la asistente social. Ahí se ve que hay un futuro, que no es inminente y finalista por muy mal que esté. Ahora, si no ves esto, o ves mucho desajuste emocional, mejor enviar ayuda aunque pueda ser excesivo. Pero en estos teléfonos debemos ser garantistas». Es una de las señales, hay otras: «Por ejemplo, si vemos que hay intoxicación, con alcohol u otras drogas que desinhiben que implican más riesgo».

El psiquiatra y voluntario introduce el término «carrera suicida», un recorrido simbólico que comienza con pensamientos como «la vida me pesa», que continúan con un discurso interno que alimenta la idea de que «era mejor estar muerto» y que siguen discurriendo por el «morir es la mejor solución» o el «me podría matar». «La clave está en que, con la interacción de esta persona, se evite que este camino avance; que se provoque una duda. Hay casos y casos, gente mayor, por ejemplo, a la que le han detectado un alzhéimer y no quiere vivir. Pero, sobre todo en adultos jóvenes, habitualmente no hay un deseo de morir, sino de resolver los problemas», explica Armengou. Es extraño que el tipo de llamadas que se reciban en estos números sean para realizar un acompañamiento durante la muerte.

El chat, peticiones de ayuda de los más jóvenes

En junio del 2022, la línea 024 incorporó la opción de entablar una conversación también a través de un chat online, activo las 24 horas del día —al igual que el teléfono—. Aún es minoritaria, pero el grupo de edad que abarca de los 15 hasta los 19 años ya es el perfil principal. Solo un 1 % de los usuarios de esta modalidad tenían más de 55 años. Una opción distinta, pero que se ha revelado como muy efectiva en personas jóvenes. Otros servicios similares como el Teléfono de la Esperanza o la Fundación Vida y Esperanza.

Se trata de un cambio bastante importante respecto al modelo tradicional. Sin la calidez de una voz al otro lado del aparato. Sin embargo, supone un camino nuevo que llega a lugares donde no llegaba la conexión telefónica tradicional.

«Lo que tiene el chat es su inmediatez. A nosotros nos ha pasado que algún chaval nos contactase desde el baño del colegio porque le estaban haciendo bullying. Hay un nuevo lenguaje, y aunque el grado de intimidad y profundidad no sea tan alto, la gente se muestra mucho. Los voluntarios que trabajan en este medio nos dicen que está funcionando. Es verdad que sin voz no hay tanto color emocional. Y también vemos cómo través de las palabras va bajando la intensidad. Además, está siempre funcionando, por lo que si de aquí a dos horas vuelve a estar agobiado, pueden volver a escribir directamente», comenta el psiquiatra. Comenta que desde su institución planteó atender este chat por videollamada, «pero se vio que con imagen se perdía esa parte de anonimato, esa parte de intimidad que tiene el chat. Es más anónimo, pero a la vez muy potente».

El 34,4 % de las llamadas atendidas y en las que se facilitó datos de edad por el 024 en el mes de septiembre correspondían a menores de 35 años. En el caso del chat, el porcentaje se eleva hasta el 66,6 %. Un fenómeno que, alertan los expertos, es nuevo y preocupante.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.