Denisa Praje, psicóloga: «Se ha demonizado mucho comer emocionalmente, pero es algo que hemos hecho desde pequeños»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Denisa Praje es psicóloga especializada en trastornos de la conducta alimentaria.
Denisa Praje es psicóloga especializada en trastornos de la conducta alimentaria.

La experta en trastornos de la conducta alimentaria (TCA) recalca que no todas las personas que padecen anorexia están delgadas y que existen «conductas compensatorias» en todo tipo de cuerpos

10 sep 2024 . Actualizado a las 17:24 h.

La insatisfacción corporal se aprende, pero también todo lo contrario: aprender a aceptar nuestro cuerpo. Denisa Praje es psicóloga especializada en trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Es autora de Tu cuerpo es para vivir. Cambia la mirada sobre tu físico y mejora tu relación con la comida (Montena, 2024), un libro con el que pretende educar en una alimentación flexible, al igual que «hacernos preguntas respecto a por qué estamos insatisfechos con nuestro cuerpo y que llegue a la población general». 

—¿Dirías que lo raro a día de hoy es que una persona se encuentre totalmente satisfecha con su cuerpo?

—Es raro que alguien se encuentre totalmente satisfecho con su cuerpo en un mundo en el que es algo central y a lo que se le da mucho valor. Hay muchas presiones sociales que se transmiten también desde la publicidad al servicio de las industrias de belleza o de moda. Todas estas presiones, de alguna manera, crean necesidades en nosotras e insatisfacciones. Esa insatisfacción corporal también es la que nos lleva a consumir productos o servicios que nos prometen llegar a un ideal de belleza. Vivimos en una sociedad que constantemente lanza mensajes sobre qué significa la delgadez, asociada al éxito. La gordura está asociada a cualidades negativas. 

—Entonces el problema ya no es solo que estemos insatisfechos con nuestro cuerpo, es todo lo que esto conlleva. 

—Exacto. La insatisfacción corporal es normal, esperable y habitual. El problema es cuando intentamos hacer cosas para resolverla; llevar a cabo comportamientos con la comida o el deporte completamente rígidos.  

—¿Cómo saber si la relación que tengo con la comida o el ejercicio es saludable o tengo un problema?

—Seguramente la propia persona lo note. Puede que aparezcan pensamientos o sensaciones desagradables asociadas a la comida, el cuerpo, el movimiento y el ejercicio físico. Esas emociones y pensamientos desagradables pueden afectar en el día a día, en ámbitos importantes para la persona. Lo social, lo interpersonal, la concentración, la autoestima, la relación con la familia, la convivencia, el trabajo, los estudios… Cuando todas esas conductas de control se cuelan en otras áreas de la vida, dominando, seguramente nos encontremos ante un problema. 

—El ejercicio físico es saludable, pero remarcas en el libro que también puede llegar a no serlo. 

—Aquí entra el concepto que tenemos sobre la salud; un concepto amplio donde no solo entra el bienestar físico, también lo social y psicológico. Cuando crea daños en alguno de estos ámbitos, no es completamente saludable. El ejercicio no siempre es saludable, porque un exceso de actividad física, donde no se deja descansar al cuerpo, o está en una situación de infrapeso, ni siquiera es saludable a nivel físico. Asimismo, a nivel psicológico, si el ejercicio se usa como forma de castigo, compensación, única vía de escape, como una forma de renunciar a otras cosas que también son importantes para la persona, también deja de ser saludable. 

—¿Es malo comer de forma emocional?

—Se ha demonizado mucho comer emocionalmente, pero es algo que hemos hecho desde pequeños. Desde que nos ponemos a llorar y nos dan leche materna, ahí ya hay un comer emocional. Siento una respuesta emocional y se alivia a través de la ingesta de algún nutriente. Y si además vivimos en una cultura donde celebramos con comida, es lógico que exista una relación estrecha entre emociones y alimentación. Esta empieza a ser un problema cuando es la única forma de regulación emocional. Cuando esto trae consecuencias negativas a medio y largo plazo.

—¿Qué tipo de consecuencias puede acarrear?

—Pueden darse a nivel digestivo, que te encuentres muy mal. Pero también el hecho de no soportar cualquier emoción desagradable porque necesitas quitártela de encima con comida. Creo que también se ha vendido que el comer emocional es un problema porque parece que lo terrorífico es que la consecuencia pueda ser engordar. Eso también es problemático porque los programas de alimentación se mantienen, principalmente, por esa sobrevaloración de la imagen corporal y ese miedo obsesivo a coger peso.

—Puede que la gente piense que todas las personas anoréxicas están delgadas. 

—Y no es cierto. Uno de los criterios de la anorexia nerviosa, a la hora de hablar de diagnósticos de los trastornos de la conducta alimentaria, es que exista infrapeso. Pero las conductas típicas que se dan en ella, como la restricción, la compensación o el ejercicio físico excesivo, son problemáticas tengas el cuerpo que tengas. De hecho, la gran mayoría que las lleva a cabo no se encuentran en infrapeso. Parece que solo podemos alarmarnos cuando se llega a ese punto. En parte creo que lo útil no es fijarse en etiquetas diagnósticas, sino en los comportamientos concretos que llevan a cabo personas y cómo le afecta en su día a día independientemente del cuerpo que tenga. Existen conductas compensatorias en todo tipo de cuerpos. 

—¿Los TCA son para siempre?

—Lo importante no es si son para siempre o no, sino que vivimos en una sociedad donde se promueven muchas conductas propias de un problema relacionado con la alimentación. Se sigue presionando a nivel estético para que estemos insatisfechas. Cuando la persona reduce estos comportamientos problemáticos y se puede entender que se ha recuperado, seguramente vuelva a un mundo donde la insatisfacción corporal siga presente o se siga promoviendo. Las compensaciones después de Navidad, se siguen promoviendo. Al igual que se siguen lanzando mensajes de operación bikini. Seguramente la persona vuelva a tener la tentación de llevar a cabo estas conductas. Esto no quiere decir que los TCA sean, en sí mismos, para siempre, sino que siempre vamos a estar en una sociedad que los promueve.

—Entonces sí se puede salir de un trastorno de la conducta alimentaria.  

—Sí, el problema es en qué contexto seguimos moviéndonos y si la persona ha recibido una ayuda o unos nuevos aprendizajes y que estos sean lo suficientemente sólidos. Habrá personas que convivan toda su vida con un problema de alimentación, pero los problemas de alimentación en sí mismos no son para siempre. 

—Más allá de la anorexia y la bulimia, ¿qué otros trastornos de la conducta alimentaria existen?

—Existen tantos problemas psicológicos como quieran los científicos categorizar en etiquetas diagnósticas. De hecho, el trastorno mas común es uno llamado de la conducta alimentaria no especificado: todos estos comportamientos relacionados con la alimentación y el cuerpo que no cumplen del todo los criterios diagnósticos. Es como el cajón desastre de los TCA. Esto ya nos indica que a lo mejor las etiquetas no nos funcionan del todo.

—Creas un movimiento: el «flexifooding». ¿En qué consiste?

—Realmente es un movimiento que me inventé haciendo un poco el paralelismo con otros que se han dado últimamente. Lo que plantea es una forma de alimentarse, de tener una relación con la comida, con un patrón flexible de comportamiento. Este consiste en que la conducta relacionada con la alimentación se vaya adaptando al entorno, a cambios del día a día, vitales. No solo bajo criterios nutricionales. Un nuevo movimiento de personas que quizás quieren cambiar su relación con la alimentación, pero no exclusivamente basado en criterios nutricionales, también psicológicos.

—¿Un ejemplo?

—En verano cambian las rutinas y hay más tiempo libre. Quizás hay más posibilidad de comer fuera y no es posible mantener las pausas de alimentación que se han mantenido durante el año, cuando había una rutina de trabajo. Adaptarnos sería lo más adecuado y beneficioso a medio y largo plazo para no sufrir. Otro ejemplo: tener planeada una cena, pero que de repente, surja un imprevisto. Un amigo tuyo te propone cenar con él y, en vez de llevar a cabo ese plan que tenías con la comida, pones por encima otras cosas que son de valor para ti: pasar tiempo con él. 

—El título del libro es Tu cuerpo es para vivir. ¿Se nos olvida?

—Sí. Socialmente el valor que se le ha dado es estético, principalmente; o de éxito social. Se nos olvida que nuestro cuerpo nos permite vivir. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.