Cuando intentar relajarse provoca más estrés: así es el «stresslaxing»
SALUD MENTAL
Una de las creencias habituales es que «no hacer absolutamente nada» siempre ayuda a recuperarnos del estrés, cuando en realidad, depende de las circunstancias individuales
06 sep 2024 . Actualizado a las 11:25 h.No disfrutar de un rato en el sofá porque aún quedan tareas pendientes. Revisar las notificaciones del móvil como si de un autorreflejo se tratase. Pensar en actividades relacionadas con el trabajo mientras estamos en la playa, la piscina o disfrutando de una terraza. Incluso caer enfermo tan pronto como se pillan vacaciones. El cuerpo nos manda señales de que estamos sufriendo stresslaxing, un término de origen anglosajón relativamente nuevo que une las palabras estrés (stress) y relajación (relaxing), y que básicamente engloba esa sensación de querer desconectar y no ser capaz; o incluso sentirse peor que antes después de intentar hacerlo.
«Este juego de palabras se empezó a utilizar hace unos meses para tratar de definir la paradoja que suponía que, cuando llegan períodos de descanso grandes, como las vacaciones, las personas sentían estrés o ansiedad por no poder desconectar o relajarse. Eso es lo curioso de la palabra, la combinación de dos términos que serían como el fuego y el hielo, que no deberían ir de la mano», explica Carlos Montes, psicólogo y presidente da Sección de Psicoloxía do Traballo e das Organizacións do Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia.
¿Cuáles son los signos de padecer «stresslaxing»?
Existen diferentes signos que pueden alertar de la presencia de este fenómeno. «Cuando una persona intenta desconectar haciendo una actividad para que le relaje y acabe preocupándose por el tiempo que está perdiendo al no hacer otra tarea. También por sentir que no está utilizando de una forma 'adecuada', ese tiempo de relajación o descanso», expresa el psicólogo.
Es decir, el problema no solo se da con esa incapacidad de desconectar, también al sentir que estamos desperdiciando el tiempo si lo hacemos. «En definitiva, la ironía que se produce cuando uno intenta desconectar, pero en vez de sentir relajación, aparece la ansiedad o la preocupación», añade el experto.
Un problema que no se suele detectar de inmediato
Puede que una persona sea capaz de detectar de inmediato que está padeciendo stresslaxing, pero en palabras de Montes, «la mayor parte de la gente no creo que sea consciente de que les sucede algo así».
El psicólogo argumenta que «lo más complicado cuando uno habla o aborda las dificultades psicológicas de este tipo, es que hay que tener en cuenta que no todo el tiempo que pasamos fuera del trabajo es de ocio o disfrute». Una gran parte de este no puede ir destinado a recuperarse de la fatiga que nos puede provocar nuestro ámbito laboral porque, quien más o quien menos, tiene otro tipo de obligaciones. «Depende mucho de las particularidades individuales, pero hay que incluir tareas domésticas, cuidado de los hijos u otro tipo de actividades que, aun que no sean laborales, acaban consumiendo los recursos semejantes a los que se invierten en la jornada», amplía.
Asimismo, en períodos vacacionales también se puede dar ese uso de días de descanso para labores pendientes que, una vez más, no tienen que ver con el ámbito laboral. «Ya sea ordenar armarios o realizar una pequeña obra que no se puede llevar a cabo en otro momento. Consumen el mismo tipo de recursos que una jornada laboral y tener que hacerlo en período vacacional provoca que esas personas tenga más dificultades para recuperarse a nivel psicológico».
Las expectativas
Por si todo esto fuese poco, vivimos en una sociedad hiperconectada. «Esa exigencia que supone una vida en la que no solo tenemos que estar conectados por cuestiones laborales, sino que la tecnología también provoca que nos sintamos sobreexigidos. En una sociedad en la que se glorifica el trabajo, hablar de descanso, recuperación y vacaciones puede verse como sinónimo de vagueza o de que esa persona no quiere contribuir en su puesto de trabajo, cuando no tiene por qué ser así», expresa Montes.
Las redes sociales tampoco ayudan a la hora de erradicar el stresslaxing. «Esta necesidad que existe de que lo que hacemos debe ser expuesto provoca que la persona tenga unas expectativas muy altas en relajación a lo que va a hacer en su período de descanso. Y si no acompaña el tiempo o las circunstancias, puede sentir decepción porque no se está cumpliendo lo que deseaba. Incluso en vacaciones, esto puede generar estrés y angustia».
Más allá de lo individual
Después de reconocer esos signos de estrés, toca buscar soluciones. «Lo que se suele hacer a nivel clínico es tratar de dar pautas para que estas personas se relajen a través de programas como la práctica de mindfulness», indica el experto.
Pero también recalca que el problema engloba mucho más que las decisiones individuales: «Habría que abordar una perspectiva más global y contextual en la que se tengan en cuenta otros elementos del trabajo. Se debe favorecer que se produzcan períodos de recuperación psicológica para que se entienda que la actividad laboral no puede ser a desgaste». Los españoles y otros países del sur de Europa trabajamos más horas, pero somos menos productivos que nuestros vecinos del norte. Un dato que, según Montes, desvela una de las problemáticas que sufrimos.
Recalca que descansar adecuadamente, a nivel psicológico y físico, conlleva beneficios: «Los procesos psicológicos que intervienen en la recuperación del trabajo desenvuelven un proceso opuesto de activación. Los descansos son cruciales para un buen funcionamiento».
«Algo que cada vez tiene más importancia, precisamente en un contexto en el que muchas veces no tenemos capacidad de decisión para decidir sobre los tiempos, es adquirir control sobre determinados tiempos. Tener capacidad de maniobra sobre cómo consumir ese tiempo libre. Sobre todo porque eso produce sensación de autonomía y control», explica Montes. No hace falta que sean actividades muy elaboradas, pone como ejemplo no poder el despertador por la mañana. «Probablemente esa sensación de control pueda generar niveles de recuperación psicológica mayores que otras actividades que normalmente relacionamos como mucho más relajantes».
¿Cómo de frecuente es este fenómeno?
No existen datos que reflejen la incidencia del stresslaxing en nuestra sociedad, «pero probablemente si los hubiese, serían preocupantes», alerta Montes. Sería lógico pensar que aquellas personas que sufren más niveles de estrés en el trabajo son los que también padezcan mayores dificultades para relajarse o recuperarse psicológicamente de lo que supone el ámbito laboral en sus vidas. «Son las que requieren mecanismos psicológicos más activos para tratar de relajarse», comenta el experto.
Una de las creencias habituales es que «no hacer absolutamente nada» siempre ayuda a recuperarnos del estrés, cuando en realidad, depende de las circunstancias individuales. «Puede que lo haga en períodos cortos, como cinco días o una semana como mucho, pero las personas que disponen de un mes entero de vacaciones, como suele pasar ahora en verano, requieren actividades no solo de desconexión, sino de separarse del trabajo tratando de evitar pensar en tareas laborales durante un tiempo». Como ejemplos, el psicólogo enumera «actividades de dominio, de aprender nuevas habilidades o que nos permitan poner en alza nuestras competencias y conocimiento».
Montes confiesa que es un poco escéptico al uso de este tipo de términos nuevos que «generan realidades bajo un término nuevo cuando igual ya existían antes». A día de hoy, «uno de los grandes problemas que tenemos es que no sabemos aburrirnos», declara. Y otro, que no siempre tenemos capacidad para gestionar los tiempos, cuando resulta muy importante: los de trabajo, los de obligaciones y los de disfrute. «Además, hay que intentar que no se mezclen en exceso porque si no, todo lo que sucede en el trabajo lo llevamos a casa y no podemos disfrutar tdo lo que comprende esa esfera. La desconexión debe ser bidireccional».