María Gómez, psicóloga: «Hoy en día, el que más triunfa y más éxito tiene es el que mejor se adapta»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

María Gomez, psicóloga y divulgadora, es conocida en redes como @merigopsico.
María Gomez, psicóloga y divulgadora, es conocida en redes como @merigopsico. Nines Minguez

La experta recalca que «lo que nos dice la vida es que ser minoría cuesta»

12 feb 2024 . Actualizado a las 12:20 h.

La psicóloga y divulgadora María Gómez cree que, aunque en los últimos años se ha hecho más evidente la importancia de la psicología para nuestra sociedad, todavía hay muchos aspectos de esta ciencia que siguen siendo todo un misterio para nosotros. Con el objetivo de explicarlos acaba de publicar La buena compañía. Cómo entenderte bien para relacionarte mejor (Temas de hoy, 2024). «Es un libro de psicología social. Se trata de aprender a través de ejemplos de la vida cotidiana», asegura la autora. 

—Podemos empezar por el principio, nuestra infancia. ¿Es tan importante como nos la venden?

—Es importante, pero creo que debemos tener cuidado con las etiquetas porque a veces nos limitan a la hora de explicar ciertas cosas, como por ejemplo, el apego. A raíz de las redes sociales estas etiquetas se hacen muy conocidas y usadas, a veces demasiado. Te pueden limitar más que ayudar. Me recuerda un poco a este argumento de: “Yo soy así y no puedo cambiar”. Lo que te ha pasado en la infancia al final son las primeras socializaciones y las primeras cosas que aprendes, pero tampoco determina toda tu vida. Las personas vamos cambiando y por suerte, el comportamiento se aprende. Es más, podemos reaprender. Encontrarnos con personas distintas. Creo que tampoco hay que dar esos argumentos tan contundentes que parece que ya no puedes hacer nada si te pasa algo malo en la infancia. 

—Entonces como personas podemos cambiar con el tiempo. 

—Claro, por supuesto. 

—¿Es una necesidad formar parte de un grupo, lo necesitamos?

—Como animales que somos, que a veces se nos olvida, tenemos la necesidad de formar parte un grupo. Sobre todo cuando eres más pequeño y en la adolescencia, que al final estás buscando tu identidad y el grupo de iguales es tan importante; encajar. Está bien saber hasta qué punto llega esto para poder hacer una crítica de forma individual y buscar un poco el equilibrio entre pertenecer a un grupo y tener tu propio criterio. Creo que eso es un poco lo más difícil. 

—¿Y si estamos en un grupo pero no tenemos sentimiento de pertenencia?

—De ahí viene el título del libro, En buena compañía. Creo que es muy necesario tener gente a tu alrededor con los que te sientas seguro, puedas comunicarte y expresarte. Determina mucho tu bienestar. Cuando no se encuentran estos lugares, que a veces puede pasar, es importante estar bien con uno mismo y tener espacios para ti. Aunque a veces no es fácil, seguramente en otros círculos y ambientes, porque la vida da muchas vueltas y se dan muchas circunstancias, lo acabarás encontrando. 

—¿Todos tenemos un rol dentro de ese grupo?

—La mayoría de las veces, sí. Creo que es algo que las generaciones jóvenes estamos cambiando, porque debería ser diferente. Nos hemos planteado mucho qué es ser normal y qué es salirse de la norma. Pero sí, hay distintos roles. Incluso puedes cambiar dentro de ese rol y que este no te limite, porque a veces desde pequeña te ponen una etiqueta y es difícil que te quiten. Al final las expectativas de los demás te afecta, no exploras todo lo que tú eres.

—¿Algún ejemplo de esos roles?

—Creo que siempre está la persona graciosa, que es graciosa y ya está. La persona mandona que parece que es mandona y ya. Una persona muy complaciente que no puede quejarse por nada... Esta última, a veces también necesitará poner sus límites. Creo que a veces también se utiliza mucho la frase de «has cambiado mucho» de forma negativa. Cuando a veces, el cambio, es para mejor. Nuestra personalidad también va cambiando. O aprendes a poner límites, que también es positivo. 

 —Si ese grupo de amigos tiene unas creencias y yo tengo otras, ¿es probable que acabe adoptando las suyas?

—Sí, lo que nos dice la vida es que ser minoría cuesta. Salirte un poco de lo que dice la mayoría es un ejercicio que a veces es incómodo, requiere una responsabilidad, igual a veces no quieres destacar… Y te dejas llevar. Nadar a contracorriente es difícil. Aunque la psicología también nos muestra que ha sido muy importante para la historia, sobre todo durante los cambios sociales. La importancia de una minoría activa. Es difícil. Creo que también hay momentos donde la mayoría tiene un pensamiento que es el que está bien. Y ojalá estar rodeada de gente donde se piensa que algo es positivo y ese algo sí lo es. Pero la mayoría de las veces es algo negativo y cuesta un poco salirse. Está relacionado con el resto del libro también: quieres estar en ese grupo, tienes un determinado rol, si te quejas vas a ser la persona pesada que está diciendo lo que está mal. Aunque es incómodo replantearte tus creencias, creo que si hemos avanzado tanto es porque hemos reflexionado y hemos pensado un poco qué es lo mejor para estar mejor en sociedad que somos. De una manera cooperativa y no de una manera tan individualista. 

—¿Somos más tontos que hace cien años?

—Es difícil responder a esa pregunta. En el capítulo que le dedico en el libro a este tema planteo todas las reflexiones que hay, toda la información que existe y dejo al lector que, con su pensamiento crítico, decida. Para empezar, definir la inteligencia es difícil. Igual no somos más tontos, somos culturalmente distintos, pero también más prácticos. Creo que comparar generaciones a veces no tiene ningún sentido porque tenemos redes sociales que nos afectan para bien y para mal. Las generaciones anteriores se tenían que adaptar a otras circunstancias. Creo que tenemos que ver a ver en qué queda todo esto de las redes y cuáles son las consecuencias, porque todavía están esos dilemas de cómo incluir las pantallas en la educación, cómo va a estar nuestra atención y concentración. Todo esto afecta a la supuesta inteligencia. Realmente, la diferencia que hay entre ser inteligente y ser listo, creo que hoy en día, el que más triunfa y más éxito tiene es el que mejor se adapta y más práctico es. A veces no tiene nada que ver la inteligencia. Esto que nos han vendido de que cuánto más te esfuerces, mejor, desgraciadamente, no siempre es así. 

—¿Debemos buscar la felicidad?

—El término felicidad está muy idealizado. Se piensa que es un sentimiento muy intenso, pleno, con unas emociones muy altas y viviendo de una forma extrema. Para mí, la felicidad o el bienestar está más relacionado con la tranquilidad, la serenidad, simplemente el hecho de no tener miedo. Igual algo tan simple como no estar preocupada por el dinero, por lo laboral. Todas estas cosas que, desgraciadamente, son una utopía. Creo que hay tantos casos de felicidad como personas. Caer en «tengo este método para ser feliz y te lo cuento», a veces es muy contraproducente. Con esta idea de cuánto más intentes algo, al final caes en una trampa de control de que menos lo consigues. Tanto buscar la felicidad que se te olvida un poco el vivir o procesar todas las emociones y aceptarlas. Vivir con mucha más autocompasión. 

—¿Comunicar lo que sentimos nos ayuda?

—Sí y creo que los jóvenes somos una generación que, en este sentido, lo hemos cambiado un poco. Comunicamos mucho lo que sentimos, nos mostramos vulnerables. Hablar de salud mental ayuda y está comprobando. No solo para expresarte sino para la persona que te escucha: «Esto también me pasa a mí». 

—¿Somos buenos o malos por naturaleza?

—Es la eterna pregunta que, en realidad, mezcla mucha filosofía y psicología. Creo que no hay una respuesta concreta. En realidad, tendemos a categorizar todo de una forma muy absolutista: persona buena o mala. Pero en la mayoría de los casos no se da así. Tú haces haces cosas buenas y malas. Y serás mucho más que esa conducta mala que has hecho. Somos mucho más que una simple conducta. Creo que utilizamos demasiado el verbo soy y, a veces, simplemente hacemos cosas que hay que entenderlas en su contexto. Cuando criticas algo, hay mucho más detrás siempre. Creo que tenemos que parar un poco más y reflexionar.

—Una palabra que también está muy en auge es la libertad. ¿Cuánto de libres somos?

—Una vez que vives en sociedad no eres libre. Al final, es muy difícil diferenciar qué viene de fuera, qué viene de dentro, qué es lo que de verdad quieres… Sí creo que cuánto más libre eres, es cuando al menos sabes por qué haces lo que haces. Por qué te comportas como te comportas o por qué estás sintiendo lo que estás sintiendo. Una vez que vives en sociedad es muy difícil actuar acorde a unos valores siempre y eso puede generar un poco de malestar. Pero si simplemente lo entiendes y lo aceptas, eso ya es mucho. También para entenderlo es necesario tener conocimientos. El saber te hace libre. Es una idea que me gusta mucho: la información es poder. 

—Volvamos al título del libro. ¿Cuáles serían las claves de una buena compañía?

—No sentirte juzgado, poder comunicarte libremente, poder reír y pasarlo bien y, sobre todo, la tranquilidad. Creo que a veces hemos confundido las relaciones intensas con amistades o relaciones que son mejores y esa intensidad puede que sea perjudicial. En realidad lo que tenemos que buscar es más tranquilidad, apoyo y comprensión. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.