Así es convivir con TOC: «Compruebo que la puerta de casa está cerrada cada vez que paso, aunque sepa que lo está»
SALUD MENTAL
Alba sufre compulsiones desde muy pequeña, pero el diagnóstico no llegó hasta hace unos años, a raíz de tener a su hijo
05 feb 2024 . Actualizado a las 20:34 h.«Recuerdo tener las primeras compulsiones con seis o siete años. Y es muy pronto, porque suelen desarrollarse un poco más tarde. Pero recuerdo toda la vida tener pensamientos intrusivos aunque no lo hablara con nadie. Pensaba que tenía esa forma de pensar: "O todo el mundo la tiene como yo y no dice nada; o nadie lo tiene y por lo tanto, lo mío es muy raro», empieza relatando Alba. Pero todo cambió hace unos pocos años, cuando fue madre. Esos pensamientos intrusivos que monopolizaban su cabeza pasaron a tener como protagonista a su bebé. «Fue horrible, me daban ataques de ansiedad. Estaba hablando y de repente me empezaban a temblar las manos. Tenía pesadillas. Era un horror todas las imágenes que pasaban por mi mente».
Aunque por aquel entonces ya iba a terapia, no fue hasta ese momento cuando lo abordó con su psicóloga. «Me dijo que cómo no se lo había dicho antes. Claro, porque no lo veía como algo grave. Pensaba que era una persona con muchas manías y ya. Es una enfermedad tan rutinaria, tan metida en tu vida, que no te das cuenta. Es decir, hago cosas y luego me percato que son compulsiones». Y pone un ejemplo: «Compruebo que la puerta de mi casa está cerrada, la empujo y la cierro, cada vez que paso. Sé que está cerrada, pero necesito pararme a hacerlo».
Alba sufre trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Experimenta pensamientos involuntarios, irracionales y repetitivos, conocidos como obsesiones. Estas generan ansiedad, angustia y miedo en el paciente,que se ve obligado a realizar acciones compulsivas (compulsiones o rituales), en su intento por neutralizar las sensaciones desagradables asociadas a las obsesiones. A pesar de los esfuerzos por ignorar o deshacerse de los pensamientos o impulsos que molestan a la persona, estos acaban volviendo una y otra vez, conduciendo a más comportamientos ritualistas y a lo que se conoce como el círculo vicioso del TOC.
El diagnóstico no fue una sorpresa para sus padres, su pareja o antiguas compañeras de piso. Personas con las que Alba ha convivido (o convive): «Siempre he estado muy sola en casa y me he buscado mucho la vida, he sido muy responsable. Mi psicóloga me dijo que lo que me había salvado es que me tuve que buscar la vida. Ahí tu cerebro pasa por encima de todo. Mis circunstancias me han llevado a ser una persona muy racional, por eso creo que siempre lo he tenido un poco bajo control. Aun así, he perdido mucho tiempo por el TOC, siempre lo digo. He tenido dos vidas».
Minibatallas
En su caso concreto (porque depende mucho del paciente), algunas de sus compulsiones fueron evolucionando con el tiempo, pero los TOC de comprobación y control son los que siempre han estado presentes. «Cuando te independizas, hay cosas de las que te empiezas a encargar que hasta ese momento, no estaban presentes en tu vida: como tender la ropa. Tengo una forma concreta de hacerlo, siempre lo hago de la misma forma. Y cuando lo hace otra persona, me he llegado a levantar y cambiarlo porque no soportaba verlo».
Todos los días tiene lo que ella denomina «minibatallas». Los cojines de toda su casa deben quedar de la misma forma. Debe hacer el mismo ritual antes de irse a dormir. Necesita empujar la puerta cada vez que pasa al lado de ella. «El otro día me pasó que salí de la ducha para comprobar que estaba cerrada. Sabía perfectamente que lo había hecho en un 90 %, pero el 10 % es el TOC. Este te dice: "¿Seguro que la cerraste? Y si entra alguien, y si te pasa algo, y si… empiezan los pensamientos obsesivos», explica. Añade que, cuando se dan, tiene dos opciones. La primera, gestionarlo, que «a veces es muy difícil, agotador. Es donde entra la terapia, medicación y demás». La segunda, «rendirte», y en este caso concreto, salir de la ducha para volver a empujar la puerta.
«Hay cosas con las que vivo que ya no sé si es rutina, ritual o compulsiones. Al final aprendes a convivir con eso. Pero implica mucho en tu día a día», confiesa. «He llegado a comprobar que había sentado a mi hijo en la silla del coche. Ahora lo pienso y... Pero en ese momento, necesito hacerlo. Lo he comprobado con el coche en marcha. Porque en mi cabeza mi pensamiento intrusivo era que había dejado a mi hijo fuera. El sentimiento que te genera eso es horrible», añade.
32 dígitos
Una compulsión que se ha mantenido estable desde que tiene uso de razón es la de memorizar números. Aunque Alba se niegue, su cerebro lo hace solo. Entra en el bucle de memorizarlo. «Lo he hecho toda mi vida. Me acuerdo que siempre me decían: "Tienes una memoria espectacular". Y yo pensaba: "Claro, es que llevo toda la vida memorizando"».
«He llegado a memorizarme 32 dígitos. Los veía un par de veces y los volvía a decir, como una forma de calmar la ansiedad». Nombres completos. Fechas de cumpleaños. Documentos de identidad. «Trabajando, yo pedía el DNI de alguien para cualquier trámite y, por la razón que sea, me quedaba con ese número en la cabeza durante horas. A lo mejor venía el cliente al día siguiente y yo me lo sabía».
Aunque no sabe explicar la razón exacta de por qué le ocurre, «me imagino que es que cuando estoy ocupada en una cosa, no pienso en otra». Sabe que está muy relacionado con su nivel de ansiedad. «Hay días en los que sé que estoy teniendo compulsiones y sé que estoy haciendo rituales, pero no lo puedo parar. Ya si entro en el bucle... No puedo. Recoger la casa una y otra vez, por ejemplo».
«Me da TOC»
Todo el mundo ha dicho o escuchado alguna vez, ante una actitud detallista de una persona —o todo lo contrario—, eso de «me da TOC». «La frase me parece horrible, aunque a la vez creo que la gente no lo hace a mal. Eso también lo he tenido que aprender», confiesa Alba. Es consciente de que está interiorizada en la sociedad. «Al igual que si una persona cambia mucho de ánimo y se le dice: "Eres bipolar". No, no lo es. Es una persona que cambia de ánimo y humor más rápido que tú, pero no por eso tiene un trastorno mental. Igual que ordenar cosas no te hace tener TOC. Puedes ser organizado, ordenado y maniático, pero no es lo mismo». subraya.
Si bien depende de la confianza que tenga con la persona que dice la frase, Alba reconoce que a veces, intenta explicar que seguramente lo que sienta es rabia, pero no TOC: «Es un trastorno bastante más serio. El poder de la palabra es espectacular y ahora que soy madre me doy cuenta de que hay que tener mucho cuidado con lo que se dice, se enseña y escucha. Puedes hacer mucho daño porque aunque tú te lo estés tomando a risa, esa persona tiene una cárcel. Está viviendo un infierno. Yo que lo tengo sé lo crudo que es vivir con eso. Ojalá fuese algo tan efímero que tienes TOC para una situación concreta y luego se te va, pero no».
De hecho, reflexiona sobre cómo este tipo de frases no existen cuando se trata de una enfermedad física. «No dices, es que tengo una cardiopatía en el corazón. Pues se trata de hablar con la misma propiedad. Todo el mundo tenemos pensamientos intrusivos y manías, pero nada tienen que ver con este trastorno. O decir: "Es que soy muy autista". No, ya sabes que no lo eres. No se debe hablar así».
Pasar de ser un «hándicap» a ayudar a otras personas
Alba es decoradora, diseñadora de interiores y se dedica a la organización de manera profesional. Algo que resulta muy curioso debido al TOC que sufre. «He aprendido a sacarle partido (ríe). Llevo tantos años ordenando que tengo esa capacidad de percepción visual para organizar las cosas».
Para ella, el hecho de tener la casa ordenada, «en armonía y paz», le ayuda a estar bien. «Utilizo la decoración como base para el bienestar. No me dedico a ir a una casa y decir: "Este mueble lo tiramos". Preguntarte qué necesitas al llegar a tu casa para estar bien. Entiendo la decoración y la organización como una vía para estar bien. Llegar a casa y que te sientas bien. Ayudar a otras personas a través de mi profesión. Por eso me encanta mi trabajo».
Algunos tipos de TOC:
- Los «ordenadores» son personas que dedican mucho tiempo a asegurarse de que las cosas se encuentran en su lugar correcto. Se sienten incómodos si las cosas no están «perfectas».
- Los «verificadores» inspeccionan de forma repetitiva que la puerta está cerrada, la estufa y el gas apagado o cualquier otra cosa que les haga dudar si lo han comprobado o no. Si no lo hacen, creen que pueden ocurrir multitud de catástrofes.
- Los «lavadores o limpiadores». Tiene que ver con el miedo a contraer enfermedades. Para eliminar posibles contaminaciones, lavan de forma repetida sus manos, limpian repetidamente su casa, o incluso procuran no tocar cualquier cosa que pueda estar «contaminada».
- Los «repetidores» se sienten impulsados a repetir alguna acción para impedir que un pensamiento alarmante que acude a su mente se convierta en realidad. El objetivo es evitar una catástrofe que pudiera ocurrir por el mero hecho de pensarla.
- Los «acumuladores» almacenan objetos sin importancia por si lo necesita en una ocasión futura.
- Los «ritualizadores mentales» suelen apelar a pensamientos o imágenes repetidas con el objeto de disminuir la tremenda ansiedad provocadora de ideas o imágenes previas, que constituyen las verdades obsesiones.
- Los «obsesivos puros» sufren pensamientos o imágenes que les provocan angustia, miedo o vergüenza de forma reiterada. Pueden pensar o imaginarse que tienen cierta enfermedad, o perciben imágenes violentas con algún ser querido.
Pueden sufrirse varios a la vez e incluso variar con el tiempo. Suelen empeorar en situaciones de estrés. Además, la gravedad también puede ser diferente entre una persona a otra, aunque el TOC sea el mismo.
Fuente: Fundación para la Investigación en Psicoterapia y Personalidad