Rubén Varela sufre trastorno bipolar: «Las euforias en mi caso son más pronunciadas. Yo las llamo salvajes»
SALUD MENTAL
Con 21 años fue consciente de que sufría esta enfermedad viendo la película «Mr. Jones», después de verse representado en el protagonista
30 mar 2023 . Actualizado a las 16:53 h.Rubén Varela tuvo su primer contacto con el trastorno bipolar, sin saberlo, a los 17 años. Se encontraba cursando el COU (Curso de Orientación Universitaria) cuando, a raíz de una ruptura con su pareja de entonces, entró en una depresión. «No fue muy fuerte para lo que vendría luego, pero evidentemente sufrí lo que conlleva desarrollar una: tenía falta de concentración, ideas negativas recurrentes, no iba a clase y padecía mucha ansiedad», recuerda. A los pocos meses, llegó la euforia. «Fue leve, con un aumento de actividad. Me convertí en la alegría de la huerta, me metí en teatro y saqué todo en junio, incluso la selectividad». Pero después de esta, llegó otra depresión, otra euforia un poco más fuerte «y así sucesivamente».
El joven era consciente de que algo estaba pasando. «Sabía que estaba mal, pero no le ponía nombre, no reconocía lo que era». Durante un tiempo, iba a bibliotecas en busca de más información: «La depresión la tenía identificada, pero la euforia no».
Una película que lo cambia todo
Siguió así durante años hasta que, con 21, una película lo cambió todo. «Allá por los noventa veía mucho cine porque este conseguía evadirme de las depresiones, mientras veía diferentes filmes, mi carga mental negativa disminuía», confiesa. Así fue como, un día, viendo Mr. Jones, todo empieza a cobrar sentido. Protagonizada por Richard Gere y Lina Olin, la obra describe cómo el protagonista vive una vida impulsiva que lo lleva a ponerse en situaciones de peligro. «Desde el principio, me identifico con el personaje porque padece psicosis maníaco depresiva, que era como se llamaba anteriormente al trastorno bipolar», relata Rubén.
«Acto seguido voy a un psiquiatra y le cuento que yo también tenía altibajos, bajadas muy pronunciadas y subidas muy agudas. Me recetó medicación, litio. Ahí empecé la toma de tratamiento», cuenta. Y añade: «Mi reacción ante el diagnóstico fue como quitarme kilos de encima, un alivio. Algo así como: 'Por fin le pongo nombre. Ahora ya sé lo que tengo'».
Fase de manía y depresión en el trastorno bipolar
Según la guía para pacientes y familias Afrontando el trastorno bipolar, los síntomas oscilan desde la euforia, que es lo que se denomina como episodio maníaco (o en su manifestación menor, que se da en el trastorno bipolar tipo II, hipomanía) a la depresión.
- En la fase de manía nos encontramos ante un estado de ánimo elevado, expansivo o irritable; grandiosidad; disminución de la necesidad de dormir; verborrea; un pensamiento acelerado; aumento de actividades y gastos; y un mayor apetito sexual.
- En cuanto a los síntomas de depresión nos encontramos con una sensación de tristeza la mayor parte del tiempo; la falta de interés o placer en actividades con las que antes sí que se disfrutaba; disminución o aumento del apetito; insomnio, fatiga y falta de energía; disminución de la capacidad de concentración; sentimientos de inutilidad o culpa, e incluso ideas de suicidio.
Convivir con un trastorno bipolar tipo I
Existen tres tipos de trastorno bipolar. En el tipo I, la persona tiene episodios de manía y depresión, mientras que el tipo II, el paciente alterna esta última con episodios de hipomanía —que sería una manía de menor grado—. Según apunta Carina Fernández, psicóloga y coordinadora de Servicios y Programas de Feafes Galicia, la principal diferencia entre uno y otro es que «en el tipo I también pueden aparecer síntomas psicóticos como alucinaciones o delirios, por lo que la enfermedad suele ser más grave, mientras que en el tipo II predominan las depresiones». Un tercer tipo es el trastorno cliclotímico, en el que se dan fluctuaciones más severas en el estado de ánimo.
Rubén, en concreto, sufre el primero: «Las euforias en mi caso son más pronunciadas. Yo le llamo salvajes, porque en ocasiones pierdes el contacto con la realidad, llegando a tener delirios. Es posible que los tengas. Tienes que medicarte para que se atenúe un poco».
Sin embargo, unos años después del diagnóstico, él optó por abandonar el tratamiento farmacológico. «A pesar de saber lo que tenía, no aceptaba que fuera para siempre y por eso lo abandoné», comenta. En ese momento ingresa en las fuerzas armadas, de las que formó parte durante cuatro años, hasta que sufre «una crisis mayúscula y acabo en el hospital militar psiquiátrico de Burgos». A Rubén le abren un expediente que «concluye diciendo que soy no apto para servicio de armas, pero sí apto para cualquier otro».
Este hecho cambió su forma de pensar. «A partir de ahí vuelvo a medicarme y hasta el día de hoy. Se suceden varias depresiones, euforias, hasta que llego a mi año más crítico, que fue justo antes de que me diesen la incapacidad, donde tuve hasta cuatro ingresos. No ha sido fácil», remarca.
«Cargar con el estigma de las enfermedades mentales no es fácil»
Rubén lamenta que le ha influido en muchos aspectos de su vida el hecho de padecer trastorno bipolar. «Primero, porque creo que he empezado a madurar mucho más tarde, porque tienes esa montaña rusa de ánimo y emociones, que están arriba y abajo, y no ves la estabilidad. En mí, por lo menos, considero que me ha marcado y he desarrollado mucho más tarde», asegura.
Además, asegura que le truncó la carrera universitaria: «No pude acabarla porque no me concentraba, no podía ir a clase, no fui capaz. Tengo que reconocer que tampoco era vocacional y puede que aunque no tuviera el trastorno, no la hubiera finalizado igual. Pero sí es innegable que me impidió aprobar asignaturas».
Con los años, también perdió puestos laborales. Desde hace catorce, cuando le dieron la incapacidad, es pensionista. «En total perdí tres trabajos. Cargar con el estigma de las enfermedades mentales no es fácil porque la sociedad no está muy preparada. Poco a poco se van concienciando, sobre todo las generaciones jóvenes, que lo entienden mucho mejor. Sin embargo, las anteriores, son 'sota, caballo y rey' y es difícil pasar de ahí».
«La verdad es que soy rico en tiempo», confiesa Rubén. «Llegué a la Asociación Bipolar de Galicia (Asbiga) hace once años y ahora mismo formo parte de la directiva. Aparte, soy moderador de las reuniones presenciales de Vigo, en el grupo de apoyo mutuo. El poder ayudar a los demás, a más bipolares, me hace sentir útil y me llena una parte del día. Después tengo una huerta en casa y planto lechugas, tomates, pimientos, etcétera. Voy al gimnasio, a la biblioteca, quedo con amigos bipolares y que no lo son... Esa es mi vida».
Lograr la ansiada estabilidad
Dice que no ha sido un proceso fácil, pero lo ha conseguido: «Al principio iba todo muy rápido, de depresión a euforia, sin períodos de estabilidad. Ahora sí la he conseguido. Mi último ingreso fue hace cuatro años y estoy estable desde entonces. No sé si es porque han acertado con la medicación o si yo llevo una vida más ordenada y tranquila, pero sí», explica.
«He pasado muchos agobios con la depresión y la euforia», reconoce. Por eso, si tuviese que echar la vista atrás, Rubén se diría a sí mismo que «siga adelante contra viento y marea, a pesar de las grandes dificultades, no desesperes porque se puede llegar a tener calidad de vida». Y amplía: «Potencia tu parte sana y no te olvides de tu parte enferma. Escucha a los profesionales atentamente: psicólogos, psiquiatras, enfermeros. Escucha a tus seres queridos y amigos, porque ellos hacen de espejo. Toma religiosamente la medicación pautada, cuida el sueño, haz ejercicio y no consumas sustancias tóxicas».
Aunque se dedica las palabras a él mismo, dice que las recomendaciones son extrapolables a cualquier persona que sea diagnosticada con trastorno bipolar. «Recalcando que cada caso es distinto. De hecho, los psiquiatras, dan una medicación diferente a cada uno, dependiendo de sus circunstancias».
Asbiga (Asociación Bipolar de Galicia) es una asociación sin ánimo de lucro fundada en el 2003 por un grupo de personas afectadas por el trastorno bipolar. La asociación está abierta a personas diagnosticadas y a sus allegados, pero también a los profesionales de la salud mental e cualquier persona interesada en sus servicios. Teléfono: 646 10 77 13. Correo: asbiga@asbiga.org