Manuela del Palacio, psicóloga educativa: «A veces nos olvidamos de la figura del acosador, que también necesita ayuda psicológica»

«Es un error sacar a una víctima de acoso escolar del centro educativo y de su clase, lo que tenemos que hacer es protegerlo y cuidarlo, pero no dejarlo ir». Lo dice Manuela del Palacio, presidenta de la Sección de Psicoloxía Educativa del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia y orientadora en un instituto. Sabe de lo que habla porque lo hace desde el terreno de juego, desde el lugar en el que comienza esa pesadilla que ahora traspasa las fronteras del centro educativo por culpa de las redes sociales. ¿Qué debe hacer la familia de la víctima?, ¿y la del acosador? La especialista nos ayuda a desgranar todas las claves detrás de este problema que puede condicionar de por vida a una persona que está, además, en su etapa más vulnerable.

—¿Están aumentando los casos de acoso escolar?

—No están aumentando, lo que ocurre es que antes no se daba la importancia a estos casos que debían tener y ahora sí. Esto siempre ha existido. Para que te hagas una idea, el protocolo de la Xunta es del año 2015. 

—¿Cuáles son las principales señales de alarma que nos pueden hacer pensar que un niño está sufriendo acoso escolar?

—A veces, es difícil detectarlo, por eso es importante interiorizar cuáles pueden ser los indicadores de que algo no va bien. Pueden ser físicos, por ejemplo, tú ves que tu hijo o hija está perdiendo el apetito, no duerme como antes, no quiere ir al colegio por dolencias que casi siempre son abdominales. Puede haber cuadros más psicológicos, cambios en el comportamiento, notas que tu hijo ha cambiado, que está triste, los padres se preguntan “¿qué le pasará?”. Puede haber un cambio en las notas, el rendimiento académico es un buen indicador. En resumen, lo ves diferente. También existen los indicadores sociales, cuando la familia ve que antes hacía algo que ya no quiere, o que deja de salir, solo le apetece hacerlo si va acompañado, abandona las redes sociales. Todos los factores pueden aparecer combinados, otras veces pueden pasar más desapercibidos, pero los padres deben estar atentos. 

 —El acoso puede ser verbal, físico o incluso ciberacoso, ¿cuáles son los tipos de acoso? Lo único que está claro es que las consecuencias son las mismas.

—Hay varios tipos de acoso. Lo que pasa es que unos están más a la vista que otros. El físico es, lógicamente, más fácil de ver; el verbal también se suele detectar antes. Pero el acoso también puede ser más sutil, más de tipo psicológico. O social con, por ejemplo, rumores sobre la víctima. Y luego, cómo no, cada vez vemos más casos de ciberacoso. 

—¿Cómo han transformado las redes sociales un problema que siempre ha estado ahí?

—El principal problema del ciberacosos o ciberbullying es que no se produce solo en un ámbito determinado. Es que continúa cuando te vas a casa, es constante y el acosado se agota. También hay suplantación de personalidad en redes sociales. Hemos tenido algún caso de suplantación en Instagram, la víctima lo pasó realmente mal. 

—¿Qué deberían hacer los padres que creen que su hijo es víctima del bullying?

—Primero deben acudir al centro educativo, deben comunicarlo. Al tutor, a la directora, a la orientadora… Lo tienen que comunicar. A partir de ese momento, es la directora la que puede poner en marcha el protocolo.

—¿Qué se hace a partir de ese momento?

—Se abre un proceso de investigación, se habla con los espectadores, con las supuestas personas acosadoras, con las familias, también con la víctima. Se hace un estudio de la situación y se toman decisiones teniendo en cuenta todo esto. Lo que queremos dejar claro también es que la víctima nunca se tiene que ir del centro ni de su clase. En todo caso, serían los posibles acosadores los que se irían. Muchas veces, los padres pueden querer sacar a su hijo del centro si es víctima de acoso, pero no se debería hacer eso. Hay que defenderlo.

 —¿La propia víctima suele pedir ayuda?

—No, eso es muy difícil porque el sentimiento es, por un lado, de miedo y, por otro, de vergüenza. Ante eso se callan. Luego están los espectadores, los que lo saben y no dicen nada. Y eso es muy importante, que el espectador, que los demás alumnos que lo saben, sean valientes. Está en sus manos. Tienen que contarlo. 

—¿Cómo es posible no detectar casos de bullying hasta que tienen consecuencias más dramáticas, incluso el suicidio?

—Estamos viendo que ocurre. Si nadie habla, si el espectador no lo dice, a lo mejor no nos enteramos, ni en el instituto ni en casa. Cuando se llega al suicidio, normalmente no es únicamente una causa, suele haber varios factores incidiendo. Ese joven, ese niño, nunca quiere morir, solo quiere no sufrir más. 

—¿Qué puede predisponer a un niño a ser víctima de acoso escolar?

—Suelen ser personas más vulnerables. Por su aspecto físico, su raza, por sus capacidades intelectuales. Son personas más débiles.

—¿Qué hay del acosador?

—El acosador también necesita ayuda psicológica. No tiene las habilidades y las estrategias sociales que debería tener, necesita mucha ayuda. Tenemos que decirle a su familia que debe acudir a un psicólogo cuanto antes. Tenemos que saber también qué dinámica familiar hay en su casa, si tiene problemas. A veces nos olvidamos de esa figura. 

—¿Qué mensaje le darías a alguien víctima del bullying?

—Que tienen que ser valientes, que hablen. Siempre hay una persona de referencia a la que poder acudir. 

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Laura Miyara

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