Nerea Astigarraga, psicóloga y con trastorno bipolar: «Tuve mi primer brote psicótico a los 20 años»
SALUD MENTAL
El diagnóstico de esta enfermedad mental llegó hace una década tras varios ingresos y brotes psicóticos, ella supo cambiar su vida y ahora la dedica a ayudar a los demás: «La enfermedad me ha enseñado a priorizar mi estado anímico, a poner límites»
22 dic 2022 . Actualizado a las 14:30 h.«El trastorno bipolar me ha hecho vivir experiencias bastante agónicas, pero también es cierto que, de alguna forma, le estoy agradecida porque, hoy por hoy, estoy en una situación aventajada. Me puedo dedicar a la prevención y a la promoción de la salud, vivir de una forma mucho más consciente. Si no fuera por este trastorno no sería así. El trastorno bipolar tiene claroscuros y yo he sabido materializar o manifestar lo bueno. Creo que están ahí los aprendizajes positivos, sin olvidar que tiene esa parte difícil y dura. Pero este es el enfoque que yo divulgo y que trato de visibilizar. Sensibilizar a las personas que están diagnosticadas de que siempre es posible, a pesar de tener una enfermedad mental, desarrollar y fortalecer el carácter, ese afán de superación, de alguna manera reiniciar y darnos una oportunidad de vivir otra vez», es la carta de presentación de Nerea Astigarraga, la historia de una persona a la que el diagnóstico de una enfermedad mental como el trastorno bipolar le cambió la vida. En su caso, supo darle la vuelta a esa moneda para convertir en cara la cruz. Se reconvirtió por completo, se «reseteó». Estudió Psicología para conocerse, entender su problema y tener herramientas para ayudarse a sí misma. Escribió un libro («Resetea tu vida») y ahora trata de ayudar a otros en su misma situación. Este es un resumen rápido de todo lo que pasó durante muchos años, pero empecemos por el principio.
«Lo mío viene de muy atrás. Tuve mi primer brote psicótico a los 20 años y ahora tengo 45. Cuando tuve mi primer ingreso tras un brote psicótico vivía en el extranjero, en Inglaterra, con todas las vicisitudes de la juventud, de vivir la vida a un ritmo vertiginoso. Tuve otras recaídas, a los 26 años, a los 31... Pero no se me diagnosticó hasta los 34 años», explica Nerea. Entonces llevaba una vida, cuanto menos, exigente. Volvió de Inglaterra y montó su propio negocio, una academia de inglés: «A los 32 años estaba bien económicamente, llevaba bien mi negocio. Pero había vivido varias crisis potentes y no se sabía por qué podía ser».
Anteriormente conocido como enfermedad maníaco-depresiva, el trastorno bipolar es un problema de salud mental grave en el que se produce una alteración en los mecanismos cerebrales de regulación del estado de ánimo. Las personas que lo sufren pasan de ciclos de manía a fases de depresión. La guía de práctica clínica del trastorno bipolar apunta a que la presentación clínica de cada caso es muy heterogénea.
Puedes leer todo sobre el trastorno bipolar en esta información.
«Cuando llegó el diagnóstico yo también me encontraba trabajando y estudiando. Digamos que, en mi caso, el hilo conductor de estos picos, de estos brotes, está muy relacionado con el estrés, con altos niveles de cortisol, momentos de ansiedad generalizada. El trastorno bipolar es multicausal, en mi familia no hay antecedentes de esta enfermedad. En mi caso, pueden ser muchas cosas, situaciones estresantes, el abuso de algunas sustancias durante la juventud. Lo que está claro es que yo siempre he tenido una tendencia a la hiperactividad. No sé si fue antes el huevo o la gallina, si el trastorno bipolar o ese carácter. Esa tendencia a estar siempre desarrollando cosas, esa autoestima exacerbada en algunos momentos en los que me siento empoderada para poder realizar varias cosas al mismo tiempo y no descansar», continúa explicando Nerea.
Volvemos al momento del diagnóstico, en el año 2011. «Estaba en Barcelona aquel verano, estudiando y trabajando a la vez, y empecé a oír voces. No era la primera vez que me pasaba, ha sido algo común para mí, aunque desde hace cuatro años lo tengo bastante atenuado. Hay que decir que el trastorno bipolar te hace vivir momentos muy agónicos, es un estado de despersonalización, de alucinaciones, tu alma parece que se sale de tu cuerpo, estás en otro mundo. En ese momento pude solicitar ayuda, me ingresaron, tuve un ingreso más prolongado y ahí me diagnosticaron. Le pusimos el nombre, la etiqueta, y ahí tuve que trabajar con ese impacto, ese bloqueo y cóctel de emociones, de rabia. Trascender eso y al final aceptarlo para aprender a convivir con ello en paz. Por fin, lo superé y ahora tengo otro estilo de vida. Pero fue duro», recuerda. El camino hasta el diagnóstico fue largo, al igual que la andadura después.
¿Cómo es un brote psicótico?
«Es la parte más morbosa de un episodio maníaco que desencadena un brote psicótico. Muchas veces se escucha que derivan en situaciones violentas, con daños físicos incluso, pero afortunadamente en mi caso nunca he llegado ni a agredir ni a autolesionarme, aunque puede ocurrir. Yo escuchaba voces, he llegado a estar en medio de la ciudad y no saber dónde estaba mi casa, cuál era el camino para llegar. Lees carteles en otro idioma, ves colores que no son, sientes que la gente te persigue... Todo esto es parte de un episodio psicótico».
Un cambio de vida
«Lo que yo viví es un largo proceso. Primero el impacto, esas emociones de rabia, culpa, miedo... Decidí que no podía retomar mi vida pasada, el diagnóstico es una ruptura, yo no podía volver a mi vida, tenía que cambiar, dar un giro. Elegí descansar, resetear para luego poder avanzar. Aposté por la psicoeducación. Decidí volver a la Universidad», una vuelta a los estudios que fue el principio de todo lo que vino después. Nerea no se matriculó en cualquier carrera, estudió Psicología. Un año después del diagnóstico estaba en su primera clase.
«A los cuatro años me gradué, ahí recuperé mi autoestima, volví a ser capaz de liderar mi vida. Siempre acudiendo, eso sí, a las citas con mi psiquiatra. Cada día era como subir una montaña, constantes flashbacks. Poco a poco también me fui soltando, abriéndome, Todo lo que aprendía lo iba aplicando en mi día a día», recuerda.
Después siguió estudiando y decidió reflejar en un libro todo lo que había aprendido. Escribió Resetea tu vida. Cómo descubrí un nuevo estilo de vida tras ser diagnosticada de Trastorno Bipolar. Comenzó a centrarse en ayudar a las personas que se puedan encontrar en una situación similar a la suya, también a visibilizar esta enfermedad sobre la que todavía hay un gran estigma. Hace más de una década que Nerea no ingresa en un hospital psiquiátrico, vive en constante equilibrio pero no ha vuelto a vivir un brote psicótico.
«Hay que aprender a gestionar el universo emocional, mental y conductual. Mirar hacia dentro y renovar esas áreas. A mí me ayuda mucho la música, la pintura. Es muy importante utilizar un lenguaje más asertivo para hacernos menos daño a nosotros mismos, siempre tratamos de decir sí a todo, pero hay que decir no también. La enfermedad me ha enseñado a priorizar mi estado anímico, a poner límites a ciertas situaciones y personas. Ser selectivo con tus hábitos. Hay que autoconocerse y saber lo que nos aporta cada cosa», resume de todo su aprendizaje.
«Las personas como yo tenemos que fabricarnos unos horarios, unas estructuras. Aquel que se encuentre desorientado, que solicite ayuda. Todavía hay gente que sigue en el armario, entiendo que todavía hay muchos estigmas, prejuicios. Pero tenemos que generar redes de colaboración y estrechar lazos. Hay que quererse a uno mismo. Tampoco podemos olvidar la importancia del apoyo incondicional de la familia o los amigos. Las personas que tenemos una enfermedad mental nos tenemos que sentir queridas, comprendidas. Que nos brinden apoyo y amor», asegura Nerea, que recuerda que su propósito hoy por hoy es, primero, seguir ayudándose a sí misma, para, después, allanar el camino a otros.