Tamara Falcó y los cuatro jinetes del apocalipsis: de los motivos que llevan a una ruptura a la incredulidad, la negación y la rabia

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

La ruptura entre Tamara Falco e Iñigo Onieva es una de las polémicas en los últimos días, y sus fases no difieren de las de cualquier otro tipo de pareja.
La ruptura entre Tamara Falco e Iñigo Onieva es una de las polémicas en los últimos días, y sus fases no difieren de las de cualquier otro tipo de pareja. La Voz de la Salud

Los expertos consideran que una ruptura amorosa es «uno de los duelos más difíciles», ya que la relación supone un reto que, si no se cumple, «puede conectarnos con la idea de que hay cosas que no hemos hecho bien». Analizamos las fases de una ruptura

30 sep 2022 . Actualizado a las 16:26 h.

Tamara Falcó e Íñigo Onieva, seas más o menos asiduo al papel cuché, seguro que conoces la historia. Es lo que tiene la vida en directo. Las redes sociales se han convertido en un ir y venir de opiniones no solo por los personajes en cuestión, también por cómo van surgiendo los hechos. Infidelidades, mentiras y engaños, ultimátums, o comunicados pidiendo disculpas a la otra parte en cuestión. Los detonantes de una ruptura pueden ser muchos y muy variados, no obstante, las fases por las que pasará cada uno de los miembros de la pareja después de dividir sus caminos, sí pueden asemejarse. Pueden no darse todas o en el mismo orden, pero sí existe un cierto patrón. 

¿Qué es lo que puede llevar a una ruptura?

«Si al poner nuestra relación en una balanza, se inclina hacia el lado negativo, es decir, que hay más tiempo en el que estamos más mal que bien, es que hay aspectos que están fallando», explica Ana Gómez, psicóloga general sanitaria, terapeuta familiar y de pareja. La profesional habla de tres componentes a analizar que pueden indicar si una relación funciona o no: fallas o faltas de comunicación; falta de cariño, intimidad y relaciones sexuales; no desear lo mismo a nivel de futuro o incongruencias a nivel de valores. 

  • Fallas o faltas de comunicación. «Hablamos de fallas en la comunicación cuando hay peleas o conflictos la mayor parte del tiempo, faltas de respeto, reproches, críticas constantes, culpabilizaciones... Y, por otro lado, hay falta de comunicación cuando nos callamos cosas importantes, o cuando sentimos que no hay espacio para hablar de lo que nos preocupa», apunta. 
  • Faltas de cariño, intimidad y relaciones sexuales. «Hace tiempo que no nos sentimos en conexión, que no logramos encontrar tiempo de calidad juntos o para intimar. O puede que si mantenemos relaciones no nos sean igual de satisfactorias que antes».
  • Cuando no deseamos lo mismo a nivel de futuro o hay incongruencia a nivel de valores. «Hay un grado alto de incompatibilidad, por ejemplo, cuando uno quiere tener hijos y el otro no, o cuando uno tiene claro que quiere vivir en el extranjero y el otro no... En estos casos, es habitual tener fe ciega en el “ya cambiará  de opinión con el tiempo” o “yo le haré cambiar de punto de vista”. Pero con frecuencia esto no sucede y acaba llevando a la pareja a la disparidad». 

Gómez también menciona cuatro conductas que el psicólogo John Gottman describió para cuando una pareja no pasa por su mejor momento: «Las nombró como los cuatro jinetes del apocalipsis en las parejas: las críticas destructivas, el desprecio, el ponerse a la defensiva y la indiferencia». 

¿Cómo afrontar una ruptura?

Una ruptura no deja de ser un duelo. «La palabra duelo significa dolor y una ruptura amorosa es uno de los más difíciles, sobre todo si es el fin de nuestra primera relación de pareja. Al fin y al cabo, una relación supone un reto. Y el fin de la misma puede conectarnos con la idea de que hay cosas que no hemos hecho bien, con la creencia de no ser suficientes o de que tendríamos que haber hecho las cosas distintas», señala Gómez. 

«Siempre que hay una ruptura, hay una pérdida, y por lo tanto la persona va a pasar por un proceso de duelo», considera Noelia Morán, psicóloga colaboradora del Consejo General de la Psicología de España (COP) y presidenta de la Sociedad Española para el avance de la Psicología Clínica y de la Salud. «Esa persona va a pasar por una serie de fases que no tienen por qué ser secuenciales y ni se tiene por qué pasar por todas ellas. Pero sí que es cierto que va a pasar por un proceso de pérdida y hay que adaptarse a ella», añade. 

Tamara Falcó este martes en su primera aparición pública tras la ruptura
Tamara Falcó este martes en su primera aparición pública tras la ruptura José Oliva | EUROPAPRESS

Sin embargo, hay que tener en cuenta que las rupturas son muy diferentes. «No es lo mismo una ruptura debido a una relación deteriorada porque la pareja lleva mucho tiempo, que una que rompe cuando hay una infidelidad», asegura Morán. 

Uno de los duelos más difíciles 

Se define como el duelo cualquier proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida. Lo solemos relacionar con un fallecimiento, pero no siempre tiene por qué ser así. Siempre que hay una pérdida, hay un duelo. Ya sea de un trabajo, un aborto, una mascota... e incluso relaciones familiares, de amistad o de pareja. 

«Dentro de ese duelo van aparecer fases como pueden ser la tristeza por lo que he perdido. Van a pasar, en muchos casos, casi que en primer lugar, por una especie de 'esto no me está pasando, no puede ser que hayamos roto'. Una especie de incredulidad por lo que está pasando», relata Morán. Al final, no deja de ser un proceso en el que «ahora tengo que cambiar y reconstruir mi vida porque esa persona ha salido de ella. Incluso cuando he sido yo la razón por la que he roto esa relación. Voy a tener que acostumbrarme, asumir y aceptar que esa persona ya no va a estar conmigo, o al menos, de la misma manera». 

«Las fases de una ruptura amorosa son las mismas que las de cualquier duelo: shock, negación, rabia, negociación, tristeza y aceptación. Aunque no todas las personas pasan por todas las fases, ni todos lo hacemos en el mismo orden, ni de la misma manera. No todos tenemos la misma forma de relacionarnos con nuestro mundo interno», dice Gómez. Y matiza: «Que se nombre principalmente una emoción no significa que no se involucre otros sentimientos relacionados con ella. Por ejemplo, en la tristeza, también es frecuente la nostalgia, anhelo, apatía, cierta vulnerabilidad o inseguridad. Por el contrario en la rabia, podemos encontrarnos enfado, irritabilidad u odio». 

Las primeras fases después de una ruptura: incredulidad, negación, tristeza, miedo y culpa

Morón menciona una primera fase en la que puede aparecer la incredulidad, la tristeza e incluso ansiedad. «Porque en las rupturas de pareja se dan cuenta del rol que ocupaba cada uno en diferentes elementos de la vida. Incluso en cosas como gestión de papeles, trámites administrativos o cosas así. Se suele pensar: ¿Cómo voy a organizar yo ahora mi vida sin esa persona?», precisa. 

También puede aparecer la culpabilidad. «Creen que no lo han hecho bien, que no han hecho suficiente. Que no le han dedicado tiempo suficiente a la pareja porque a lo mejor estaba muy volcado en otros asuntos, como por ejemplo, en el trabajo». Todo esto propicia que en estas primeras fases, advierte la psicóloga, «muchas personas incluso anhelan o desean volver con esa pareja». 

No es lo mismo una ruptura de una relación sana que el de una relación tóxica

«Un apunte importante es que no es lo mismo la ruptura de una relación sana que de una relación tóxica. En estas últimas, como hay dependencia emocional, el duelo suele hacerse más complicado. Puede haber una fase de obsesividad irracional en la que nos obsesionemos precisamente con esa persona o con esa relación e incluso que percibamos la aparición de ansiedad debido al componente traumático de esas relaciones», declara la psicóloga Gómez. 

Llega el enfado, la rabia y el «descontrol»

«Poco a poco, la gente va enfadándose. En el momento que la persona ha roto con su pareja, va analizando lo que ha pasado, y se empieza a enfadar. Aparece la ira y el resentimiento hacia el otro», asegura Morán. A veces esta emoción también aparece como rencor. 

Es una etapa donde puede llegar a aparecer la necesidad de venganza o castigo. La persona toma conciencia de esa pérdida y considera la ruptura como una posible injusticia. Ronda por su cabeza el «¿por qué?» y se suele recalcar todo lo que se ha hecho por esa pareja y el otro se convierte en «el malo» de la relación. 

Esta fase, como todas, no es negativa, pero sí que se corre el peligro de que la persona se quede atrapada en ella. «Las reacciones aparecen más o menos en función de cómo haya sido la ruptura. Hay gente que termina relaciones de pareja de una forma totalmente saludable y es mucho más llevadero. Las rupturas que son particularmente dolorosas, que han sido muy complicadas… Suelen tener unas emociones mucho más intensas», segura Morán. 

De hecho, puede que todos hayamos conocido a alguien que mucho después de su separación, habla de la otra persona con el mismo odio que como si la separación se produjese hace tan solo unos días. Puede decirse que son personas que, en realidad, no han concluido su duelo. Aunque cabe recalcar, que esto no quiere decir que no lo hayan intentado. 

Después de esa ira, o incluso a la vez que esta, aparece el descontrol. Si no se experimenta este enfado, puede aparecer incluso después de un largo período de tristeza. La persona busca cambios en su vida para enfrentarse a su nueva realidad. En este período se suelen producir cambios de imagen, como del pelo, ropa o maquillaje.

La importancia del contacto cero

«El contacto cero es una medida necesaria desde el primer momento en que ponemos fin a nuestra relación porque nos permite allanar el camino en vez de ponérnoslo difícil. Esto no significa evitar el malestar, significa no poner el dedo en la llaga. Es importante que se extienda a todos los niveles de comunicación. Es decir, que cortemos el vehículo de la comunicación directa (quedar con tu pareja, escribirle mensajes, llamarle) como el de la comunicación indirecta (saber de tu pareja a través de lo que te cuentan tus amistades o conocidos en común, chequear sus redes sociales, pasear por su barrio por ver si me lo encuentro)», recalca Gómez.

Estas medidas servirán para transitar por el dolor con mayor facilidad, porque de lo contrario, en palabras de la psicóloga, podemos caer en pensamientos rumiativos interpretando lo que vemos o lo que nos cuentan de esa persona. Algunas frases o pensamientos típicos son: «Ya ha pasado página» o «si me ha olvidado tan rápido es que no me quería tanto como decía». 

La negociación, la tristeza o nostalgia y la aceptación 

En esta fase, las personas son capaces de exponerse a situaciones y lugares que han estado evitando. Son más selectivos con los planes, ya no se encuentran en la fase de descontrol. Salen si les apetece y les viene bien, pero no tienen problema en quedarse en casa tranquilamente. 

Y llega la aceptación. No obstante, no es una fase en sí, sino que todas las anteriores forman parte de ese proceso de asimilación. La persona es capaz de pensar en su ex sin dolor. Incluso pueda tener información sobre esa persona sin padecer angustia. 

«Seguramente en un primer momento, quizás no podamos quedarnos con lo bueno de la relación porque conectamos con las causas del fin del vínculo y estas nos transmiten tristeza, rabia, frustración, dolor, vacío, resentimiento... Más adelante, cuando hemos podido transitar esas emociones, es vital realizar un ejercicio de aprendizaje de esa relación. Aunque la balanza de la misma se inclina hacia el lado malo, hay lecciones de provecho que podemos sacar para con nosotros mismos y con nuestras futuras relaciones», recalca Gómez. 

Las fases más comunes tras una ruptura (no tienen por qué darse todas ni en el mismo orden):

  1. Incredulidad o shock 
  2. Negación
  3. Rabia
  4. Negociación
  5. Tristeza
  6. Aceptación

¿Cuándo puede considerarse que he superado a esa persona? Gómez, responde: «Muchas veces utilizamos la expresión “superar” algo o alguien, pero realmente hay vivencias que no las llegamos a superar como tal por lo dolorosas que son, sino que aprendemos a convivir con ellas y seguimos haciendo nuestro camino en la vida. Podemos considerar que hemos transitado el duelo cuando observamos que ya no pensamos tanto en esa persona, o que si lo hacemos ya casi no duele, como si notáramos que eso está quedando atrás».

¿Es posible una reconciliación?

Puede que la pareja se lo plantee en algún momento después de la ruptura. No obstante, Gómez cree que hay relaciones en las que sí es posible volver a intentarlo con éxito, pero otras en las que se acabaría por confirmar el popular dicho de que «las segundas oportunidades nunca fueron buenas». 

¿Qué factores se deben tener en cuenta, entonces, a la hora de tomar esta decisión? «Solo en los casos en los que la pareja rompió por motivos externos al vínculo el darse una oportunidad puede llegar a funcionar. Si rompió por incompatibilidad a nivel de comunicación, de valores y maneras de ver la vida distinta, aunque se intente una segunda vez, el tiempo habrá podido rebajar o calmar las aguas, pero la tempestad estará a la vuelta de la esquina», asegura. 

«Todavía falta que la gente comprenda ese sufrimiento»

«Vivimos en una sociedad en la que hay mucha apertura a la salud mental, hacia el plano emocional, a qué nos ocurre y cómo podemos ayudar. Aun así, todavía hay cosas que no están del todo normalizadas. Si me duele la cabeza me tumbo y me voy a la cama, mientras que si mi sufrimiento y dolor es emocional, esto todavía no se entiende muy bien socialmente», considera Morán.

La frase «has roto pero, sigue con tu vida», es bastante frecuente. «Cuando en realidad, seguir con tu vida puede ser muy difícil. Porque una persona que ha roto una relación de pareja después de años está rompiendo muchas cosas. «La salud mental no es tener o no tener patologías, es un estado óptimo de bienestar psicológico. Si bien es cierto que ahora todo esto se está visibilizando mucho, todavía falta que la gente comprenda, entienda ese sufrimiento. Incluso que lo apoye más», añade la presidenta de la Sociedad Española para el avance de la Psicología Clínica y de la Salud. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.