José Ramón Alonso, neurobiólogo: «Las parejas que se conocen por internet se divorcian menos»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

José Ramón Alonso es neurobiólogo e investigador principal del Instituto de Neurociencias de Castilla y León.
José Ramón Alonso es neurobiólogo e investigador principal del Instituto de Neurociencias de Castilla y León.

El autor de El cerebro enamorado nos explica cómo la ciencia influye en el amor, el proceso de enamoramiento, una ruptura o qué ventajas tiene el hecho de haber conocido a nuestra pareja a través de una pantalla

21 jul 2022 . Actualizado a las 18:04 h.

«El amor es más que una emoción. Ha sido definido como un ansia, una pasión, una pulsión, una obsesión, una adicción». Son palabras de José Ramón Alonso, neurobiólogo, catedrático de Biología Celular en la Universidad de Salamanca e investigador principal del Instituto de Neurociencias de Castilla y León. Con su libro, El cerebro enamorado, pretende que conozcamos cómo funcionan los mecanismos neuronales del amor. Tanto para «paliar frustraciones y fracasos», como para tratar de alcanzar, si es posible, la «plenitud» en nuestra vida amorosa.

—¿Por qué nos enamoramos?

—Yo creo que es parte sustancial de nuestra vida y que es una fase hasta la constitución de una familia. Buscamos pareja para tener un equipo, vivir la vida juntos, criar a los hijos, apoyarnos el uno al otro, ayudarnos. El amor es parte de ese proceso de crear una vida plena.

—¿Es algo para lo que estamos destinados biológicamente?

—Sí, la formación de la familia es fundamental en nuestra especie. Tenemos unas crianzas muy largas, educamos durante muchos años a nuestros hijos, y para eso es fundamental que haya una pareja comprometida, unida, que se ayuden el uno al otro y que se valoren. A su vez, para todo esto, es necesario que exista amor.

—¿Cuáles serían las fases del amor en una pareja?

—Yo en el libro hablo de cuatro fases. Hay una primera fase de enamoramiento y atracción, cuando se nos inicia un deseo, sube la producción de adrenalina, nos brillan los ojos y nos sentimos cargados de energía. Luego hay otra etapa que yo llamo «locura de amor» en la que llegamos a sentir dudas de si nos quieren. Incluso tiene rasgos parecidos con el comienzo de una depresión. Existe otra tercera fase, en la que la zona cerebral que se encarga del juicio crítico y planificación se desactiva, se apaga, y no vemos los defectos de la otra persona. Tampoco nos juzgamos a nosotros mismos e incluso estamos dispuestos a correr riesgos o hacer el ridículo. Y yo creo que es otra fase necesaria para superar todas esas barreras, acercarnos a esa persona. Finalmente, entramos en una fase de estabilización, donde se establecen vínculos que provocan que estas relaciones puedan durar décadas.

—¿Existiría un límite de tiempo para cada una de las fases?

—No, yo creo que varía de persona a persona. Las primeras fases sí que son relativamente cortas, estamos hablando de semanas o pocos meses. Pero la última fase de estabilización sí que hay bastantes personas a las que les dura toda la vida.

—Entonces el amor sí puede durar para siempre.

—Sí. No la pasión ni la locura de amor, pero sí algo entendido como una relación mucho más tranquila, de vínculo, de unión, de objetivo común y de valorar al otro. Eso para muchas personas dura toda la vida.

—Además del amor en pareja, en tu libro hablas de otros tipos de amor, como el maternal. ¿En qué se parecen, si es que tienen cosas en común, el amor romántico y el maternal?

—Hay zonas cerebrales comunes y otras que son diferentes. En los dos casos juega un papel clave la oxitocina que es la hormona del vínculo, entonces se daría tanto entre la madre y el hijo, como entre los dos miembros de la pareja. Por otro lado, en los dos casos hay un deseo de permanencia, es decir, son relaciones que queremos que se mantengan toda la vida aunque luego puede pasar cualquier cosa. Y luego hay diferencias también, por ejemplo, en el amor en pareja hay un deseo de consumación también que es la relación sexual. Entonces ya digo, hay unas cosas que sí que se parecen y otras que son diferentes.

—¿Somos los seres humanos infieles por naturaleza?

—No, yo creo que al contrario. En general somos fieles por naturaleza. Mantenemos la relación, en la mayoría de las ocasiones, durante mucho tiempo. Existen personas que tienen una única relación durante la mayor parte de su vida. Simplemente que somos neurodiversos, no somos iguales. Al igual que hay diestros y zurdos, y lo asumimos, hay personas que por distinta naturaleza pueden estar mas dirigidas o se sienten más cómodos en una relación más estable durante mucho tiempo y otros que necesitan más adrenalina o alicientes y es más fácil que puedan cambiar de pareja. Evidentemente también hay aspectos culturales, depende los países y la sociedad.

—¿Influye el cerebro en el hecho de ser una persona que cambia más de pareja?

—Sí, por ejemplo a nuestro cerebro le gustan las novedades. Nos gustan los cambios y explorar. Entonces, algunas de estas características que como te digo, no se dan con la misma intensidad entre las personas, nos puede llevar hacia una relación estable o monógama o hacia una relación más heterogénea por decirlo de alguna manera.

—Muchas veces, después de un encuentro exitoso con una persona se suele decir que «hubo química». ¿Tiene base científica esa frase?

—Sí. Tiene una base científica porque el amor tiene un componente químico muy marcado. Intervienen diferentes neurotransmisores e intervienen distintas hormonas. Y esos cambios, si se producen en sintonía y en las dos personas a la vez, les van a acercar. Pero si uno experimenta estos cambios y la otra persona no, muchas veces la relación no va a seguir adelante.

—Y si el amor no es correspondido, ¿qué ocurre en nuestro cerebro?

—Se entra en una fase de duelo, de negación. En algunos casos de intentar recuperar a esa persona, y en otros en los que incluso se genera una especie de odio, respondiendo de una forma airada o agresiva. Hay también varios patrones y varios tipos de respuesta. No a todo el mundo le afecta por igual. Existen personas en las que el efecto es muy leve y asumen que siempre que tienes un acercamiento puedes ser rechazado, y otras que lo llegan a experimentar incluso como un trastorno de estrés postraumático pudiendo llegar a convertirse en una patología.

—En una relación de amor intervienen neurotransmisores y hormonas como la oxitocina y dopamina. Pero cuándo nos rechazan, ¿qué se produce en nuestro cuerpo?

—Se produce una especie de síndrome de abstinencia. Es decir, nosotros hemos tenido esas descargas de hormonas y neurotransmisores que en algunos momentos incluso es parecida a lo que algunas drogas generan en nuestro cerebro. Sentimos una sensación de placer, excitación, alegría y euforia. Entonces, si de repente todo eso desaparece bruscamente, algunas personas sienten ese vacío. Echan de menos esa sensación de placer, como se sentían en esos momentos en los que tenían pareja. Y por eso, nuestro cerebro experimenta algo parecido al síndrome de abstinencia que se genera cuando alguien se desengancha a una sustancia adictiva. El amor, de cierta manera, también es una adicción.

—En la última parte del libro hablas del amor online. ¿Qué peculiaridades se dan?

—La evidencia demuestra que las parejas de casados que se conocieron en internet están más satisfechas con su matrimonio y se divorcian menos que aquellas que empezaron su relación a la antigua usanza. Es un estudio que se ha llevado a cabo, que aunque siempre tiene unas limitaciones de en qué país se ha hecho y en qué población, arroja un resultado interesante. La pregunta que todos nos hacemos es por qué. Yo creo que pueden ser dos factores, por un lado, normalmente, las personas que han llegado al matrimonio vía internet suelen ser de mayor edad. Por lo tanto, tienen más experiencia, saben los errores que han cometido en el pasado. Y en segundo lugar, el propio sistema de encontrar pareja es distinto. Frente a los que se han conocido en otro sitio y entran en esa etapa en la que el juicio se desactiva, en la búsqueda por internet esto no sucede, al contrario, tú haces un completo análisis racional. Todo este proceso de juzgar lo que el otro dice de sí en sus redes, las imágenes, los textos… nos hace que sea una decisión más medida. Y es posible que en el amor, que es un mecanismo para encontrar una pareja y establecer un vínculo que nos «ciega» en cierta manera, las parejas que se conocen vía online no tienen ese nivel de «ceguera», por decirlo así, en comparación a las que se conocen en otro sitio.

—¿Es más exquisito el amor a través de internet?

—Más racional. En la búsqueda de pareja por internet tú tienes el juicio crítico despierto, pero en el enamoramiento en un bar o en verbena está más apagado.

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.