«Soy homosexual y soy psiquiatra»: el discurso que ayudó a eliminar la homosexualidad de la clasificación de enfermedades mentales

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

John Fryer, con máscara y peluca, en la convención de la American Psychiatric Association (APA) en 1972.
John Fryer, con máscara y peluca, en la convención de la American Psychiatric Association (APA) en 1972. The New York Public Library - La Voz de la Salud

El discurso verbalizado por un hombre enmascarado en la convención de la American Psychological Association de 1972 es considerado un factor clave en la supresión de esta supuesta «patología» del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales

29 jun 2022 . Actualizado a las 11:38 h.

En la década de 1970, la homosexualidad era tratada como una enfermedad mental. Más concretamente, según el Manual diagnóstico y estadística de trastornos mentales de la American Psychological Association (APA, por sus siglas en inglés) del 1968, era un «trastorno sociopático de la personalidad». Se consideraba que una persona homosexual «sufría» un supuesto miedo patológico oculto al sexo opuesto causado por relaciones traumáticas entre padres e hijos y se llevaban a cabo terapias electroconvulsivas —antiguamente conocido como electroshock—, para intentar «curarlos».

En consecuencia, varios activistas del colectivo LGTBIQ+ empezaron, durante esos años, a alzar la voz. Concretamente en el 1970, a raíz de un evento de la American Psychological Association en San Francisco (Estados Unidos) sobre el electroshock, varias activistas del colectivo llevaron a cabo una protesta irrumpiendo en la conferencia que se estaba llevando a cabo por los psiquiatras bajo el lema: «Deja de hablar de nosotras y empieza a hablar con nosotras».

Al año siguiente, la convención anual de la APA que tuvo lugar en Washington fue interrumpida por el colectivo Gay Liberation Front (Frente de Liberación Gay). Se trataba de una organización política formada en junio del 1969 en Nueva York por gays y lesbianas. Uno de los líderes de este movimiento fue el activista Frank Kameny, que empezó su lucha por los derechos del colectivo después de ser despedido de su puesto de trabajo como astrónomo en el Servicio de Mapas del Ejército de Estados Unidos a raíz de su homosexualidad. Y esta se convirtió en una de las prioridades de su lucha: que no se despidiese a los trabajadores por su condición sexual. 

Frank Kameny colaboró mucho con Barbara Gittings, otra destacada activista estadounidense por la igualdad del colectivo de gays y lesbianas. Ya en la década de 1960, los dos se encontraban entre los primeros piquetes contra el gobierno de los Estados Unidos, que prohibía el empleo a las personas homosexuales. Por su parte, Gittings también formaba parte de un grupo clandestino que en ese momento se llamaba APA Gay, que estaba compuesto en su mayoría por psiquiatras homosexuales que se reunían en secreto, al mismo tiempo que lo hacía la conferencia anual de la asociación. 

Posteriormente, ambos se encargaron de convencer a la American Psychological Association de llevar a cabo un debate: «Psiquiatría: ¿amiga o enemiga de los homosexuales? Un diálogo», en su reunión anual de Dallas (Texas, Estados Unidos) del 1972. El objetivo de Gittings era encontrar a un psiquiatra gay que quisiera formar parte de la conferencia. Y lo consiguió, pero bajo unas condiciones. 

Así, John Ercel Fryer apareció en el escenario con una gran máscara, una peluca y un esmoquin holgado, para hablar frente a un micrófono que distorsionaba su voz. Bajo el seudónimo de doctor Henry Anónimo, lo primero que verbalizó fue: «Soy homosexual. Soy psiquiatra». Y posteriormente, empezó a describir la vida de muchos psiquiatras homosexuales de la American Psychological Association que tenían que ocultar su sexualidad por temor a la discriminación. 

De izquierda a derecha: Barbara Gittings, Frank Kameny, y el psiquiatra John Fryer (doctor Henry Anónimo) en la convención nacional de la American Psychiatric Association (APA) en Dallas (Estados Unidos).
De izquierda a derecha: Barbara Gittings, Frank Kameny, y el psiquiatra John Fryer (doctor Henry Anónimo) en la convención nacional de la American Psychiatric Association (APA) en Dallas (Estados Unidos). New York Public Library - La Voz de la Salud

El doctor H. Anónimo se dirigió a los más de cien psiquiatras gays que afirmó que estaban registrados en la convención, sugiriéndoles que encontrasen formas de ayudar a cambiar actitudes de pacientes heterosexuales y homosexuales hacia la homosexualidad. Advirtió que «sería arriesgado» pero añadió: «Esta es la mayor pérdida, nuestra honesta humanidad, y esa pérdida lleva a todos los demás que nos rodean a perder también ese pedacito de su humanidad. Porque si se sintieran realmente cómodos con su propia homosexualidad, entonces podrían sentirse cómodos con la nuestra. Como psiquiatras homosexuales, por lo tanto, debemos usar nuestras habilidades y sabiduría para ayudar a todos ellos y a nosotros mismos a estar cómodos con ese pedacito de humanidad llamado homosexualidad». 

En ese momento, Fryer formaba parte de la Temple University (Philadelphia, Estados Unidos), pero corría el peligro de perder su trabajo si no se disfrazaba en aquel acto. Lo sabía perfectamente, porque ya le había sucedido una vez: fue obligado a abandonar su tercer año de residencia en la University of Pennsylvania (Philadelphia, Estados Unidos) cuando se descubrió que era gay. 

Bajo la máscara del doctor Henry Anónimo se escondía John E. Fryer, un psiquiatra estadounidense.
Bajo la máscara del doctor Henry Anónimo se escondía John E. Fryer, un psiquiatra estadounidense. The New York Public Library - La Voz de la Salud

El discurso del «hombre enmascarado», que duró alrededor de diez minutos, fue un punto de inflexión en la historia de los derechos de las personas del colectivo LGTBIQ+. Al año siguiente, la homosexualidad se eliminó del Manual de diagnóstico y estadística de trastornos mentales de la APA —conocido como DSM por sus siglas en inglés—, y su acto de valentía ha sido considerado como un factor clave en esta decisión. Al suprimir esta supuesta patología, también se acababa con el sustento jurídico de un amplio abanico de prácticas discriminatorias que se llevaban a cabo por aquel entonces, como negar a los homosexuales el derecho al empleo, la ciudadanía, la vivienda y la custodia de los hijos. Al igual que excluirlos del ejército o del derecho al matrimonio. Comenzó así, una larga lucha por esos derechos tanto en Estados Unidos, como en muchos otros países del mundo. Sin embargo, cabe recalcar que la designación de homosexualidad con alteración de la orientación sexual —conocida como orientación sexual egodistónica—, permaneció en el manual de diagnóstico hasta que se eliminó de manera definitiva en el 1987. Y más tarde, el 17 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) excluyó la homosexualidad de su lista de enfermedades psiquiátricas.

Aunque algunos de los compañeros de Fryer lo sabían, no fue hasta 1994, en la convención nacional de la APA en Philadelphia, cuando el psiquiatra reconoció de manera formal que aquel doctor anónimo enmascarado era él. Años más tarde, escribió en Journal of Gay and Lesbian Psychotherapy, un boletín de la Association of Gay and Lesbian Psychiatrists (Asociación de Psiquiatras Gays y Lesbianas de Estados Unidos), sobre el suceso. Contó que fue «algo que había que hacer» y aseguró que leer ese texto fue el «evento central de mi carrera». 

John E. Fryer falleció en 2003 por una hemorragia gastrointestinal que se le presentó junto a una neumonía. Después de su muerte, la Association of Gay and Lesbian Psychiatrists otorgaron el premio John E. Fryer de la APA en su memoria, con el objetivo de honrar a una figura que cambio la historia de las personas que conforman el colectivo LGTBIQ+.

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Cinthya Martínez Lorenzo
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De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.