Lucía, la paciente número nueve de un ensayo clínico de una terapia que le salvó la vida a siete niños con leucemia
ENFERMEDADES
El hospital público de La Paz y la Fundación Cris contra el Cáncer presentan los resultados positivos de una terapia CAR-T tándem, empleada por primera vez en España y Europa
30 oct 2025 . Actualizado a las 17:39 h.Lucía Álvarez, de 15 años, sueña con ser bióloga. En septiembre pudo reincorporarse al colegio de manera presencial. Una noticia que, quizás para el resto de niños no suponga una explosión de emoción, para ella fue una alegría. Significaba la vuelta a la normalidad, después de pasar dos cursos estudiando en casa y en la escuela del hospital.
Además de querer ser bióloga, esta joven es también una de las grandes afortunadas que ponen nombre y apellidos al éxito en la lucha contra una enfermedad: el cáncer infantil. Forma parte de los ocho niños y jóvenes (de 24 años o menos) que participaron en un ensayo clínico de una terapia CAR-T innovadora, cuyas conclusiones se presentaron este jueves. Los resultados arrojan un 70 % de supervivencia tras más de año y medio de seguimiento.
Esta joven gaditana fue diagnosticada de una leucemia linfoblástica tipo B a los 17 meses de nacer. José, su padre, recuerda que el primer diagnóstico llegó en un despacho al que acudieron sin saber qué les iban a decir: «La leucemia se diagnostica con un simple análisis de sangre. Y cuando te sueltan esa palabra tan grande sientes que te sales de tu cuerpo y estás viendo una película de miedo», cuenta.
Este tipo de leucemia tiene un muy buen pronóstico de curación, con una tasa cercana al 90 %. Las noticias son peores cuando hay recaídas, presentes en el 20 % de los pacientes. Lucía ha pasado por cuatro.
El primer tratamiento que recibió antes de los dos años de edad fue la quimioterapia. Su cuerpo reaccionó muy bien. Pero siete años después, en el 2017, la enfermedad apareció por segunda vez. Fue la primera recaída. De nuevo, quimioterapia y, de nuevo, remisión.
La pandemia supuso para ella otra recaída. En este caso, el tumor apareció en el sistema nervioso central en el líquido cefalorraquídeo. Recibió una terapia CAR-T experimental en el hospital Sant Joan de Déu, y funcionó.
Dos años después, se repitió la situación y la alternativa que se planteó fue un trasplante de médula. El procedimiento fue muy complicado y estuvo en coma, ingresada en la uci. Pudo recuperarse, aunque el cáncer solo le dio tregua hasta el 2024. «Cada recaída fue más dura», reconoce su progenitor, aunque la última fue la peor. «Nos hundió por completo porque desde el hospital ya nos dijeron que no nos podían ofrecer un tratamiento curativo».
A partir de entonces, la familia movió cielo y tierra. Encontraron la Unidad CRIS de Terapias Avanzadas en Cáncer Infantil, en el Hospital Universitario La Paz, que desde el 2018 había tratado a más de mil pacientes pediátricos oncológicos en los que los tratamientos convencionales no habían funcionado.
A través de un programa de uso compasivo, Lucía pasó a formar parte de un estudio sobre un nuevo tipo de terapia: la CAR-T tándem. «Fue la participante número nueve», dice José. Después, recibió otro trasplante. En esta ocasión, de su padre. «Jamás se centraron en lo que podía salir mal, sino que nos hablaban de que esto podía funcionar, porque había funcionado antes», rememora el progenitor. En ella, también lo hizo.
A día de hoy, Lucía todavía está pasando por una enfermedad del injerto contra el huésped, que aparece en estas situaciones, pero ha podido volver a pisar su colegio y reunirse con sus amigos, con los que hasta ahora se había comunicado por mensajes y vídeos.
Su padre respira tranquilo. Curiosamente, en este último año —cuando su hija ya entró en remisión y solo se somete a revisiones— tuvo algún que otro bajón. «Cuando estás peleando durante tanto tiempo no te puedes permitir caer», explica. Solo necesitaba que su cuerpo se relajase para que las emociones aflorasen, aunque reconoce que el apoyo de su entorno, como el que recibió por parte de sus compañeros de trabajo, le ayudaron a seguir adelante. También el pensar en otras familias que, como su hija, hoy podrán tener más esperanza.
Una terapia innovadora en Europa en cáncer pediátrico
El cáncer es la principal causa de muerte en Europa en menores de catorce años. En España, se estima que cada año se detectan entre 1.500 y 1.600 nuevos casos. De ellos, casi un 20 % no supera la enfermedad. Pese a la situación, los tratamientos contra los tumores infantiles han permanecido estancados en las últimas tres décadas, ya que estas neoplasias son muy diferentes a las que se presentan en pacientes adultos y la investigación no es suficiente.
Ahora bien, no todo es negativo. Las terapias CAR-T han revolucionado el abordaje del cáncer, especialmente, en tumores de la sangre como leucemias y linfomas. En materia de tratamiento, la leucemia linfoblástica aguda tipo B, sobre todo en edades infantiles, ha sido una de las más beneficiadas. El reto se presenta con las recaídas. Estas suelen deberse al poco tiempo que sobreviven las CAR-T en el organismo y al fenómeno que se conoce como escape antigénico, la capacidad que tienen las células tumorales de esconder la molécula que estas CAR-T detectan, hasta que se vuelven invisibles para la terapia.
Una falta de eficacia que puede cambiar a partir de ahora. La Fundación CRIS Contra el Cáncer presentó un esperanzador estudio sobre la leucemia linfoblástica aguda tipo B (LLA-B) pediátrica en recaída o refractaria, liderado por el doctor Antonio Pérez, director de la Unidad CRIS de Terapias Avanzadas en Cáncer Infantil situada en el Hospital Universitario La Paz, en Madrid.
Estos tratamientos modifican genéticamente los linfocitos de forma que tengan «radares» capaces de detectar una molécula característica en la superficie de las células tumorales, con el fin de destruirlas. «Es un tratamiento que utiliza los linfocitos del paciente, los cuales aislamos en el laboratorio y les transferimos una información genética a través de un vector lentiviral», explica Pérez.
Este vector contiene una doble información para que, cuando el virus penetre en la célula del sistema inmunitario del paciente, exprese dos proteínas. Es decir, «que tenga dos antenas de reconocimiento de manera que le estamos aportando al linfocito la posibilidad de reconocer la leucemia en dos lugares diferentes», expone el oncólogo.
Clásicamente, solo se habían utilizado terapias con una sola «antena». Sin embargo, el tiempo ha demostrado que, como el cáncer lucha por ir por delante del sistema inmunitario, «el tumor deja de expresar esa proteína para que la antena del tratamiento no pueda reconocerla». La hipótesis del equipo del doctor Pérez proponía que, si en lugar de utilizar una sola proteína, utilizaban dos —«antenas»—, aunque una deje de ser detectada, quedará su alternativa y la eficacia será mayor.
Un avance sin precedentes
Es un avance sin precedentes en inmunoterapia pediátrica, ya que se trata de una terapia CAR-T tándem dirigida contra los antígenos CD19 y CD22. Después de recibirla, también se planteó que los pacientes que pudiesen se sometieran a un trasplante muy individualizado, «con menos efectos adversos que los convencionales», señala el doctor. Este doble enfoque representa el primer reporte clínico en España y en la Unión Europea, y cuenta con publicaciones en China, Estados Unidos y Reino Unido.
Una decena de pacientes sin otra alternativa
El estudio inicial incluyó a diez pacientes pediátricos y jóvenes adultos, de 24 años o menos, con leucemia LLA-B de alto riesgo. Todos ellos se habían sometido previamente sin éxito a diferentes estrategias terapéuticas, incluida la terapia CART-19, y no había alternativas disponibles con los tratamientos convencionales. Por eso, se recurrió a esta terapia como última opción para frenar la enfermedad, en un régimen denominado «uso compasivo».
Un mes después de la infusión de la terapia celular, en ocho de los diez pacientes la enfermedad se redujo hasta volverse indetectable. Cinco de ellos pudieron someterse a un trasplante de médula ósea que consolidó el éxito del tratamiento y, tras un seguimiento promedio de veinte meses, seis de los diez pacientes continúan con vida, lo que representa una supervivencia global cercana al 60 % en niños sin otras alternativas terapéuticas. Además, después de que se publicase el estudio en la revista internacional eBiomedicine, otro paciente fue tratado con la misma terapia en régimen de uso compasivo.
Pérez reconoce que se hizo oncólogo pediátrico, precisamente, «porque el cáncer infantil sigue siendo la enfermedad más mortal en niños», indica el doctor de La Paz, quien reivindica que un niño jamás debería morir. «Para mí, esto supone poner un granito más de arena en todo el campo que nos queda, en todo el camino que nos queda para llegar a la curación completa», precisa el experto, que pone en valor todo el trabajo de su equipo y la responsabilidad que todos sienten en estos momentos. A día de hoy, doce jóvenes recibieron el tratamiento experimental, de los cuales siete están vivos y libres de enfermedad.