Pedro Moreno, médico aeroespacial: «La probabilidad de morir dentro de un avión es inferior a la de hacerlo casi en cualquier sitio»

ENFERMEDADES

El experto recomienda evitar beber alcohol durante los vuelos porque sus efectos adversos se incrementan con la altura
03 feb 2025 . Actualizado a las 16:16 h.El doctor Pedro Juan Moreno Lozano, especialista en Medicina Aeroespacial, llegó a este campo de la profesión como muchos otros, a partir de su interés por la aviación. «Siendo médico internista, me hice piloto porque me encantan los aviones y decidí hacerlo mi afición», cuenta. Hoy es vocal de la Sociedad Española de Medicina Aeroespacial (Semae) y miembro de la Sociedad Iberoamericana de Medicina Espacial. En diálogo con La Voz de la Salud, el experto cuenta todo sobre esta rama de la medicina.
—¿Qué es la medicina aeroespacial?
—Es una rama de la medicina que en España solo existe en las fuerzas armadas. A nivel civil, no existe aún. Dentro de la medicina aeroespacial, es muy diferente el estudio de las condiciones a las que se somete el cuerpo humano al salir al espacio de lo que ocurre en la atmósfera terrestre. Luego, existe una medicina de control y seguridad de las tripulaciones de vuelo. Por otro lado, está la medicina aeroportuaria, que es un consejo médico para pacientes que van a someterse a vuelo comercial. Otra rama es el aerotransporte sanitario, que consiste en transportar a un enfermo, ya sea en helicóptero o en avión.
—¿Qué se debe tener en cuenta en el transporte de enfermos?
—Tú puedes ser un médico magnífico en una ambulancia, haciendo traslados incluso de pacientes complejos con dispositivos de soporte vital pasivos, pero quizás no sabes que para desfibrilar a alguien en un avión necesitas el permiso del comandante. En una aeronave, tú no decides qué medidas tomar ni cuándo, porque siempre prima la seguridad de la operación por encima de la del paciente. Si tienes que realizar un procedimiento, el comandante debe autorizarlo y según el momento y la situación del vuelo, quizás no se pueda realizar. Al desfibrilar vamos a dar una descarga de energía que puede producir una interferencia y en ciertos momentos, como el aterrizaje, puede ser catastrófica.
—¿Qué cambios experimentamos a nivel fisiológico al volar?
—No es lo mismo un vuelo comercial en la atmósfera que uno en el límite de esta, como los que se pueden realizar desde hace un tiempo con Virgin Galactic, que los vuelos espaciales. Durante un vuelo en avión, los principales cambios a los que se somete el organismo son los relativos a la presión atmosférica. Dentro del avión no es la misma que tendríamos a nivel del mar, sino que es equivalente a la de estar a una cierta altura y esto depende mucho del avión en el que se está. La nave tiene que compensar la presión atmosférica a la que está volando, que es bajísima y sería incompatible con la vida. Tiene mecanismos para compensarla, pero solo hasta cierto punto. Sería como estar en una ciudad andina o en los Alpes.
—¿Qué efectos tiene este cambio en el cuerpo?
—No solo es el cambio de presión a la que vas a estar sometido, sino que es un cambio muy rápido. Si tienes patologías respiratorias, el hecho de que la presión atmosférica sea menor hace que la oxigenación de la sangre en tus tejidos sea menor. Por tanto, si ya tienes problemas respiratorios de base, como una cardiopatía isquémica inestable, una neumopatía crónica o una hipertensión pulmonar, esto se puede agravar. Pero si eres una persona sana, en principio no hay absolutamente ningún problema porque el margen es altísimo.
—¿Qué otros cambios experimentamos durante el vuelo?
—Otro factor es la humedad. En la mayoría de los casos, la manera que tiene el avión de generar la presión atmosférica es coger aire comprimido de los motores e introducirlo en la cabina después de filtrarlo. Este aire tiene unas condiciones de humedad bajísimas. De hecho, muchas veces, es necesario rehumidificarlo. Este es otro factor, vas a deshidratarte por esa falta de humedad del ambiente. Aparte de esto, tienes poca movilidad, porque tienes poco espacio, a menos que vayas en primera. Fuera de esto, otra de las condiciones que pueden afectar fisiológicamente y ser diferentes a las de la superficie es la radiación. Al estar más alto, hay menos capas de atmósfera que te protejan y recibes una dosis mayor de radiación cósmica.
—¿Cómo nos afecta esta radiación?
—Para un pasajero ocasional, tiene un impacto insignificante. No aumenta el riesgo por la radiación total acumulada. Para las tripulaciones, tiene mayor interés, porque ellos se someten al vuelo durante muchas más horas que los viajeros. Por eso, las aerolíneas ajustan la cantidad de horas a lo que se sabe que es seguro y así lo establece la normativa. Sí que es muy diferente según la altura del vuelo y las latitudes en las que se encuentra. Cuanto más cerca de los polos y cuanto más alto, mucho mayor es la exposición a radiación. Esto sobre todo es importante para aquellos que hacen, curiosamente, vuelos ejecutivos. Los aviones privados vuelan más alto que los comerciales y ahí sí que puede llegar a tener un impacto. La gente con mucho dinero que tiene su avión privado puede ir mucho más alto y por tanto su exposición a radiación sí que es exponencialmente mayor.
—¿Qué efectos tiene la radiación en el cuerpo?
—La radiación tiene dos componentes, una es la acumulada y en este caso se sabe lo que va a ocurrir. A partir de ciertos niveles de radiación, el riesgo de tener un cáncer de tiroides, por ejemplo, aumenta. A cierta dosis tienes problemas digestivos, a otra dosis hematológicos, a otra dosis un cáncer. Pero hay otros efectos que son puramente aleatorios, es decir, puede ser que tengas la mala suerte de que una partícula radiactiva impacte en tu ADN y con un solo impacto te produzca un cáncer. Eso no puedes evitarlo.
—¿Una mayor duración de vuelo multiplica la exposición a esta radiación?
—Depende mucho de la latitud. Exponencialmente. Es decir, de ir por el Ecuador a ir por el polo sube inmensamente la radiación. Y de ir en un vuelo comercial a 35.000 pies a ir en avión ejecutivo a 50.000 pies también, se multiplica por un factor. Pero la exposición al realizar un vuelo transatlántico no es algo de lo que nos tengamos que preocupar. Cualquier piloto comercial que trabaje en largo radio va a realizar de media cinco vuelos transatlánticos al mes durante toda su carrera y ellos no tienen una mayor tasa de riesgo de enfermedades secundarias a los efectos acumulativos de la radiación, por lo tanto, nosotros como pasajeros, tampoco.
—Volviendo a los cambios de presión y humedad, ¿qué podemos hacer para atenuar el impacto de estos cambios?
—Para disminuir las molestias, una de las principales medidas será beber mucha agua y evitar el alcohol para prevenir que la deshidratación sea mayor. Y si te deshidratas, tu corazón se va a taquicardizar más porque una de las medidas que tiene para funcionar con un menor volumen de sangre es hacer que esta circule más rápido. Luego, por el cambio rápido de presión que se produce, si tienes alguna patología que altere los mecanismos del organismo para compensar los cambios de presión, vas a tener un problema agudo. Es decir que si tienes un resfriado, una alergia o una otitis, te va a costar igualar la presión de las cavidades que hay dentro del cráneo con la presión que hay en el exterior y al dilatarse o contraerse el aire que hay ahí dentro, te va a doler, ya sea en el ascenso o en el descenso. Incluso puedes tener una perforación timpánica. Para prevenir esto, tienes que hablar con tu médico antes de volar si tienes un problema, para aprender maniobras de compensación de la presión, como la maniobra de Valsalva.
—¿Por qué nos cansa volar?
—Gran parte de la causa es la deshidratación. De hecho, los efectos que uno experimenta después de beber alcohol, es decir, la resaca, mayoritariamente es causada por la deshidratación de los tejidos. En este caso, ocurre lo mismo y se acentúa por el hecho de estar en hipobaria.
—Un problema frecuente al volar es el jetlag. ¿Cómo podemos evitarlo?
—Lo único que puedes hacer es intentar ajustar tu horario al del destino donde vas a ir lo más rápido posible. Y eso es algo que ya intentan las aerolíneas. Intentan ajustar tu exposición a la luz, obligándote a cerrar las ventanillas o a abrirlas para intentar ajustarlo más. Lo que se puede intentar dormir cuando te vaya a tocar en el sitio de destino. Si tienes exposición solar, tu melatonina y tu reloj biológico no te van a dejar dormir a no ser que estés muy cansado o tomes medicación durante el vuelo. También se recomienda evitar hacer comidas muy copiosas justo antes del vuelo, para no tener que hacer digestiones pesadas que van a ser especialmente difíciles para tu organismo, que va a tener menor oxigenación en los tejidos para solventar ese gasto energético. Por la misma razón, deberíamos evitar las bebidas carbonatadas en el avión, porque esas burbujitas de gas que en tierra miden un milímetro, en el vuelo, con la hipobaria, pasan a tener tres y esto dificulta la digestión.
—Ha mencionado la falta de movilidad en la cabina como un factor que puede dar problemas. ¿Qué podemos hacer para contrarrestarlo?
—Se recomienda que intentes ponerte de pie y caminar por lo menos cada hora si puedes y no estás durmiendo, para intentar mejorar la circulación en las extremidades. El retorno venoso se vuelve más lento al tener las piernas dobladas e inmóviles en estas condiciones de hipobaria. Esto se puede ver acentuado si tienes problemas vasculares en las piernas. Este retorno más enlentecido aumenta el riesgo de que la sangre se coagule y puede provocar una trombosis de las extremidades inferiores, que es lo que se conoce como síndrome de la clase turista. Además de caminar, el uso de medias compresivas antes del vuelo se recomienda para aquellas personas que tengan algo de insuficiencia venosa y para aquellos que tienen problemas de coagulación, el uso de anticoagulantes, sobre todo cuando es un vuelo largo.
—¿Cómo se debe proceder ante una emergencia sanitaria a bordo?
—Una emergencia médica en vuelo conlleva cambiar un plan preestablecido y prediseñado de viaje, que va a suponer un incremento altísimo en el riesgo de ese vuelo. Cambiar el itinerario implica no aterrizar en el aeropuerto para el que estaba calculado el combustible y las condiciones de aterrizaje. Ir a otro aeropuerto en el que no estaba previsto aterrizar obviamente aumenta el riesgo, por eso, ante ciertas patologías, la recomendación es evitar volar.
—¿Cuáles serían algunos casos en los que recomendaría a un paciente no volar?
—Por ejemplo, si hay problemas traumatológicos. Si una persona lleva una escayola desde hace pocos días, debido al edema inicial, la expansión del tejido y la compresión de la escayola, porque en los primeros días después de la fractura hay mucha inflamación, es muy frecuente acabar con la extremidad o con lesiones o amputada. En el aire se inflama más por la disminución de la presión atmosférica que la comprime. Si la extremidad va introducida en una bota de escayola que impide que se expanda, puede haber problemas. Entonces, ante esta situación, siempre hay que consultar si se puede volar o no. Otro ejemplo es el embarazo. A partir de la semana 35 de gestación no se recomienda hacer vuelos superiores a cuatro horas y, desde la semana 36, la recomendación es no volar.
—¿Qué otras patologías suponen un mayor riesgo al volar?
—El tener anemia, porque es una patología que condiciona la capacidad de aportar oxígeno a los tejidos, incrementando el riesgo de taquicardia. Una persona con una hemoglobina de 8,5 probablemente esté a 90 o 100 latidos por minuto de base. Cuando suba, igual requiere de su corazón estar a 140, con lo cual va a notar incluso un dolor de pecho, porque el corazón va muy rápido, va a notar más mareo, sensación de perder el conocimiento y problemas en la digestión, porque el cuerpo va a llevar el oxígeno a otros órganos más importantes y puede acabar vomitando o sentándole mal la comida. Y si tiene otra patología aparte de la anemia, el vuelo la va a agudizar por esa falta de oxígeno. Otro ejemplo es el desprendimiento de retina. Al menos durante un mes después de que te la operen se recomienda no volar.
—¿Son frecuentes las emergencias médicas en vuelo?
—Bastante frecuentes. Sobre todo incidencias médicas moderadas. Fallecimientos, afortunadamente, no, aunque todo piloto ha tenido algún fallecimiento que ha ocurrido durante el vuelo.
—¿Cómo es el procedimiento cuando alguien fallece a bordo del avión?
—Lo primero es la seguridad de la operación y garantizar que no se pone en riesgo a nadie más. Fuera de eso, cada aerolínea tiene un procedimiento específico y también depende mucho de la aeronave y tipo de vuelo. Van desde aeronaves pequeñas con vuelos cortos en los que, lamentablemente, la persona va a quedar en su asiento, tapada para intentar incomodar menos, pero si el avión va lleno, irá con un pasajero al lado, hasta aviones con mayor capacidad donde puedes desplazar y transportar al difunto a una zona donde no suponga problemas para el pasaje. Pero hay que entender que mover a la persona no siempre es viable, tiene que ir asegurado en un asiento, por el riesgo que conlleva una masa de 80 o 100 kilos suelta en caso de turbulencias.
—¿Cómo es el botiquín que hay a bordo de un avión?
—Un avión de línea tiene dos kits médicos diferentes. Un botiquín al servicio de todo el pasaje por si ocurre algo, con tiritas o cosas así, y luego, hay un botiquín médico que se encuentra precintado, y que contiene material de uso médico. Tiene tubos para realizar intubación, medicación, adrenalina, sedantes, hipnóticos y otros elementos. Para desprecintarlo necesitas la autorización del comandante. Normalmente, las aerolíneas requieren que te identifiques como médico, y entonces puedes solicitar que te aporten ese equipo médico.
—El turismo espacial ya es una realidad para algunos pocos privilegiados. ¿Qué efectos tienen estos vuelos en el organismo?
—Son los que conocemos dentro de un vuelo atmosférico, pero llevados a la potencia. La exposición a radiación es inmensamente mayor. Luego, hay que diferenciar si los vuelos orbitales o suborbitales son de cortos periodos de tiempo, como los de Virgin Galactic, que son solamente unas horas, o son de largos períodos de tiempo, como las estancias en estaciones espaciales.
—¿Qué les ocurre a los astronautas en la estación espacial?
—Los cambios fisiológicos a los que se somete el cuerpo son brutales. Hablamos de que llegan a crecer hasta ocho centímetros en su altura, tienen una pérdida de masa muscular por el hecho de no haber una gravedad que hace que cuando regresan a la Tierra no sean capaces ni de gatear, no pueden ni arrastrarse por el suelo de los débiles que están. Su corazón, al no tener que luchar contra la gravedad y la presión atmosférica, se atrofia hasta el punto que aquí en Tierra tiene una miocardiopatía y una disfunción cardíaca de la que se tienen que recuperar. Además, hacen una osteoporosis que en muchos casos es irrecuperable debido a la falta de presión en los huesos, que es uno de los estímulos que necesita el tejido para mineralizarse y osificarse. Muchos de ellos no vuelven a recuperar un índice de masa ósea normal. Aparte de esto, hay problemas de visión, que ni siquiera tenemos aún muy claro por qué se producen, y que en algún caso pueden llegar a tener secuelas irreversibles. Es una afectación en la retina que ocurre en algunos de ellos.
—¿No logran mantenerse haciendo ejercicios en la estación?
—No siempre. De hecho, lo que haces con un futuro astronauta es entrenarlo en Tierra para que salga en la mejor situación posible. En el espacio, deberán realizar ejercicios para que se produzca lo más lentamente posible esta pérdida y al volver se realiza un plan de reentrenamiento para conseguir que lo recupere en la situación más cercana a la normalidad previa. Todo esto se planifica con cada uno de ellos y tienen un médico propio encargado de esta adaptación y de su manejo durante el vuelo cada astronauta, tanto en la Agencia Espacial Europea como en la NASA.
—¿Hay algún mito sobre el vuelo en avión que le gustaría desmentir?
—Se sigue teniendo una percepción de inseguridad. Pero realmente un vuelo es de los lugares más seguros en los que puedes estar. Estadísticamente, la probabilidad de morir dentro de un avión en vuelo es inferior a la de estar casi en cualquier sitio, no solo en medios de transporte.
—¿Qué consejos daría a los viajeros frecuentes?
—Hidratarse antes y durante el vuelo, evitar el alcohol y las medidas carbonatadas antes y durante el vuelo para adecuar los horarios de sueño lo máximo posible al lugar donde van a llegar.