
Claudia se contagió en un viaje y durante semanas, su vida giró alrededor del ácaro
02 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Claudia Martínez (27) se fue de viaje a Portugal en agosto. Todo iba rodado hasta que, al llegar a su casa, empezó a notar mucho picor por el cuerpo. Con las horas, un sarpullido se hizo visible en sus dos brazos. «Hasta que una noche no pude dormir porque me picaba todo el cuerpo y decidí ir al médico. De normal no habría ido, pero vi en la televisión los casos que había en ese momento de viruela del mono y me asusté», relata. Al día siguiente, tan pronto como entró por la puerta de la consulta, «el doctor se apartó tan pronto me vio y le comenté que me había alojado en un hostal. Me confirmó que era sarna, porque además le estaban llegando muchos casos y él mismo se había contagiado hace poco». Fue el principio de varias semanas encerrada en casa. Claudia confiesa que se convirtió en una obsesa con la higiene y la limpieza. Todo, con tal de que la sarna se fuese rápido de su cuerpo. Una odisea que compartió con miles de seguidores en TikTok.
La sarna, también conocida como escabiosis, es una enfermedad de la piel causada por el ácaro Sarcoptes scabiei. Se propaga a través del contacto directo con personas infectadas o mediante el contacto con objetos contaminados, como prendas de vestir o ropa de cama. Los ácaros desarrollan túneles en la piel donde ponen huevos, provocando picazón intensa y erupciones cutáneas.
A los días, el sarpullido de Claudia se propagó también por las piernas. «No llegué a tener fiebre ni nada, pero sí que sufría un picor más fuerte por las noches y me molestaba mucho en las manos». Las erupciones suelen ser pequeñas protuberancias rojas y pueden formar líneas o surcos en la piel, especialmente entre los dedos, muñecas, codos, axilas y genitales.
El día a día con sarna
«Me entró mal rollo porque es algo difícil de erradicar», confiesa la joven. Se propuso seguir todas las instrucciones que le había dado el doctor al dedillo «para que se fuese rápido». La ropa que llevaba puesta ese día, la metió en una bañera con agua hirviendo. «Allí la dejé durante una hora, porque él me había dicho que así se ahogaban los ácaros».
«Plastifiqué el sillón, las sillas y todo con lo que tenía contacto». La ropa que había llevado al viaje a Portugal, la metió en unas bolsas que dejó en la terraza durante bastante tiempo. «Me dijeron que con un mes era suficiente, pero yo la dejé tres por si acaso», dice entre risas. «Me empecé a bañar con jabón natural de azufre, que es remedio casero natural de las abuelas y, además, en casa, desinfectaba todo cada día, hasta las manillas de las puertas». Todo lo que tocaba, lo limpiaba. «También echaba a lavar cada día la ropa que me ponía, al igual que la de cama y las toallas; incluso las zapatillas», describe.
El ácaro de la sarna, más concretamente la hembra, cava túneles en las capas más superficiales de la piel, donde va depositando varios huevos al día hasta su muerte. Así, la enfermedad se transmite de persona a persona, por contacto estrecho de piel con piel. También a través de la ropa, toallas o sábanas compartidas. Por eso Claudia se considera afortunada por vivir sola. «Cuando convives con otra gente es fácil que te lo puedan volver a pasar a ti, puede llegar a ser un ciclo sin fin», asegura. «Sí que he estado esos días con mi perra, pero parece ser que la sarna es diferente para ellos», añade. La sarna humana no se contagia de animales a personas y, aunque la sarcóptica sí puede contagiarse de perros o gatos a nosotros, las consecuencias son mínimas porque ese ácaro no puede reproducirse en nuestra piel.
Tal como le recomendó el médico, durante tres noches seguidas se echó una crema de permetrina, una sustancia antiparasitaria. «Al final, creo que estuve con la sarna sobre tres semanas o un mes», asegura Claudia. Seguía teniendo granos, «de hecho aún se me ven porque tardan bastante en marcharse algunos», pero el picor se pasó y no volvieron a salir nuevos. Estos aparecen en cualquier parte del cuerpo, menos en la cara. «Ahí entendí que se había ido», cuenta.
Agobio y Tiktok
El estado de ánimo de Claudia también se vio afectado. «Lo llevé con un poco de agobio, porque es algo que está en tu cuerpo. Sentía como una especie de paranoia al pensar que tenía miles de bichos cavando túneles en mi piel». Confiesa que muchos allegados la llamaron exagerada al obsesionarse tanto con la limpieza, «pero yo es que no estaba cómoda ni en mi propia casa». Además, una vez recuperada le costó volver a relacionarse, «muchas amigas tenían miedo a volver a quedar conmigo».
Claudia contó toda esta experiencia por TikTok. «Sé que hay gente a la que le da miedo contar sus cosas por lo que puedan decir, pero a mí siempre me ha dado igual. Me llegaron como 400 mensajes en pocos días mandándome ánimos, o casos de gente que la había pasado, cuando en realidad lo que se suele esperar es que la gente te critique. Pero creo que tengo una comunidad muy sana y por lo tanto, no me da miedo compartir estas cosas», explica.
Remarca en varias ocasiones que lo que le pasó a ella le puede suceder a cualquiera y por eso proporciona varios consejos para prevenirla. «Hace poco que volví de vacaciones porque me gusta viajar, y ahora llevo unas sábanas delgadas para poner en los hostales a los que voy. También aconsejo mirar los comentarios de los alojamientos, porque luego al revisar en el que me había contagiado yo, leí a gente que decía haber pasado por lo mismo». Además, recomienda lavar la ropa antes de estrenarla. «En un probador pudo haber alguien que se la haya puesto antes que tú; siempre precaución».