Simon sufrió un infarto a los 47 años: «Tenía la sensación de que alguien estaba apoyando su dedo en mi pecho»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Simon Lutch reside en Vigo y tiene 54 años.
Simon Lutch reside en Vigo y tiene 54 años. Oscar Vázquez

A los años de perder a su padre por un evento cardíaco, él también padeció uno

29 sep 2024 . Actualizado a las 15:48 h.

Uno de los factores de riesgo cardiovascular que puede desencadenar en un infarto es la edad, pero este hecho no excluye que muchas personas jóvenes lo sufran, porque existen muchos otros. El año pasado, la Fundación Española del Corazón informó que el 35 % de los menores españoles tiene dos o más de estos factores. Además, en algunos casos, y aunque esta relación es muy difícil de demostrar, influye la genética. 

«Mi caso no debería de repetirse». Son las primeras palabras de Simon Lutch. Su padre era cardiópata. «Le dio un infarto a los 42, tuvo un triple bypass a los 46 y murió a los 59. Genéticamente, yo tenía predisposición». Posterior a su fallecimiento, en el 2006, unas analíticas revelaron que él tenía hipercolesterolemia, es decir, unos niveles altos de colesterol malo o LDL. «Me recetaron estatinas, pero hice caso a personas que me decían que eran malas y que bajan los niveles necesarios para vender más, y no las tomé», confiesa Simon. En el 2017, al igual que su padre, él también sufrió un infarto. Tenía 47 años. 

«Recuerdo que tenía la sensación de que alguien estuviese apoyando su dedo en un punto determinado de mi pecho», describe. Era un sábado. El domingo, fue a jugar un partido de fútbol. El miércoles, empezó a sentir dolor en el brazo izquierdo. Y en el fin de semana, «la molestia ya me empezó a mosquear y decidimos ir al hospital». Entró en boxes y le dieron una tableta de nitroglicerina sublingual (medicamento que abre los vasos sanguíneos para mejorar el flujo de sangre). «En ese momento le dije a mi mujer: ‘‘Sé lo que es esto. Si desaparece el dolor, es que tengo un problema de corazón''». Así fue. A los minutos, esa sensación desapareció. 

«Poco después me hicieron un electrocardiograma y vieron que había sufrido un infarto». Recordó lo que pasó su padre y reconoce que se asustó. «Me hicieron un cateterismo y me colocaron tres estents: dos en una arteria y otro en otra», explica. Aun así, una de las primeras preguntas que hizo Simon al cardiólogo fue cuándo le iban dar el alta porque tenía previsto un viaje de trabajo. «Y me respondió: "Usted no va a ningún sitio. Con lo que acaba de pasar, va a estar de baja y debe centrarse en esto porque todavía no es consciente de la gravedad"».  

Se considera afortunado porque fue aceptado para hacer el programa de rehabilitación cardíaca del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo. «Fue muy importante para poder volver a una vida normal, un tratamiento integral dentro del hospital. Te ayuda a entender qué es lo que ha pasado, en qué consiste un infarto y ser cardiópata, qué cuestiones pudieron haber contribuido a que sufrieras ese infarto y qué deberíamos de cambiar de nuestras vidas para evitar una recaída».

Simon cree que se equivocó a la hora de no tomar las estatinas que le recetaron en su momento. «No sé a ciencia cierta si tuvo que ver en mi infarto. Posteriormente, hablando con cardiólogos, me dejaron muy claro que cuando no existían las estatinas, las personas que sufrían un episodio así morían a los pocos años».

El estrés y los viajes

Su vida ha cambiado. «He tratado de cambiar todos los aspectos que contribuyeron al infarto. El estrés del trabajo es uno. He intentado reducirlo, dentro de mis posibilidades». Simon es economista y esos viajes de trabajo que tanto le preocupaban justo cuando le dio el infarto, ya no son tan habituales. Por lo tanto, los cambios de rutina que le provocan, tampoco. «No controlas tanto tu dieta, lo que comes o a qué hora lo haces, porque a veces, por falta de tiempo, también recurres a cualquier cosa». 

Otra costumbre que antes no tenía era hacer ejercicio físico casi a diario. «Pensaba que no tenía tiempo para hacerlo y ahora lo practico casi a diario. Voy a correr tres o cuatro kilómetros tres o cuatro días a la semana, mínimo». Pequeñas costumbres que ha incorporado para afrontar factores de riesgo cardiovascular que se sabe de memoria y enumera de una. «Son siete: el tabaquismo, el consumo de alcohol, la alimentación, el ejercicio, si sufres diabetes, el colesterol y la hipertensión». 

Con todo, ha sumado un nuevo cargo profesional. Ahora también es presidente de la Asociación de Cardiópatas Sur Sum Cor, que fundó con Antonio Cascante, con el que coincidió en ese programa rehabilitación del Cunqueiro. Justo uno de sus objetivos como entidad, es aumentar la capacidad de este: «No todo el mundo puede acceder porque hacen una selección de pacientes, enfermos con un riesgo bajo que puedan afrontar la parte física del programa. Pero llevamos años pidiendo al área sanitaria de Vigo que se incremente la capacidad. Antes venían el 6 % de los pacientes que tenían un evento cardíaco y ahora debería de superarse el 12 %, pero seguimos muy lejos de otros países como Reino Unido, con un 35 %».

Además, recalca la importancia de la educación cardiovascular no solo en los pacientes que sufren un episodio de estas características, sino para cualquier ciudadano de a pie. «En España se calcula que solo un 5 % de las personas que sufren un paro cardíaco en la calle sobreviven. Hay otros países como Japón que alcanzan un 35 % y esto es porque proporcionan información sobre la reanimación cardíaca en las escuelas. Las personas están preparadas para este tipo de situaciones», concluye. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.