Todo lo que no sabías de la migraña: más hambre y más sed, síntomas de que el dolor está cerca
ENFERMEDADES
Dos neurólogos expertos en cefalea responden a las dudas más frecuentes de los pacientes acerca de esta enfermedad
12 sep 2024 . Actualizado a las 18:15 h.En España, hay cinco millones de personas afectadas por la migraña y, en la mayoría de ellas, interfiere de manera notable en su día a día. El 70 % de los pacientes presenta una discapacidad grave y un 14 % moderada. Del total, unos 1,5 millones la experimentan durante la mitad del mes —o más—, lo que la clasifica como crónica, convirtiédola en un acompañante casi siempre esperado.
Todavía es poco reconocida, un factor que explica, en parte, que la Sociedad Española de Neurología (SEN) estime que más de un 40 % de los individuos que la padecen estén sin diagnosticar. Muchos no lo tienen fácil. «Los pacientes tardan entre seis y siete años de media en obtener el diagnóstico. Esta demora conlleva un mayor padecimiento y un mayor riesgo de cronificación de la enfermedad al no recibir el tratamiento idóneo», alertan desde la Sociedad Neurológica Gallega.
Cuando se diagnostica, no suele coger por sorpresa. El paciente siente alivio porque pone, por fin, nombre a su padecimiento. Clara Domínguez, coordinadora del Grupo de Estudio de Cefaleas de la entidad gallega y neuróloga en el Complexo Hospitalario Universitario de Pontevedra (CHUP), explica que la gente suele llegar a consulta agobiada, «porque llevan sufriendo dolores de cabeza mucho tiempo pero no les han puesto nombre», indica. También hay muchas dudas sobre el futuro que les espera. Así, para Domínguez, es esencial hacerles saber que se trata de una enfermedad crónica, «con la que tienen que aprender a convivir», pero no mortal. Esa es la buena noticia.
Pablo Irimia, coordinador del Grupo de Estudio de Cefaleas de la SEN, considera que, desde un primer momento, el afectado debe tener claros varios mitos. «Se suele pensar que es un dolor banal, sin importancia. En realidad, es muy incapacitante, porque la persona empeora al estar expuesta a la luz o cuando hace algún tipo de actividad, lo que impacta en todo lo que desee hacer», expone. El experto también rechaza que tenga una raíz psiquiátrica, como en ocasiones se ha asociado debido al riesgo aumentado de padecer depresión o ansiedad. «La base de todos los síntomas es neurológica, pero la repetición de crisis puede tener como consecuencia mayores posibilidades de trastornos del ánimo», indica.
Así, para conocer mejor esta entidad, ambos profesionales responden a las preguntas más habituales por parte de los pacientes, en el Día Internacional de Acción contra la Migraña.
Antes de la visita de un médico, ¿cómo puedo sospechar que tengo migraña?
Lejos de ser una molestia cualquiera, es incapacitante. La migraña es una cefalea primaria, cuyos episodios de dolor pueden durar más de cuatro horas, sobre todo, si no cuenta con el tratamiento adecuado. Se presenta de manera pulsátil, con una intensidad que va de moderada a grave, y lo más habitual es que se localice en un solo lado de la cabeza. A su vez, se asocian otros síntomas como náuseas, vómitos, fotofobia y fonofobia.
Mi dolor se acompaña de destellos de luz o puntos ciegos, ¿es normal?
Sí. Precisamente, una de las clasificaciones a la hora de hablar de la migraña es con aura y sin ella. Cuando este condicionante está presente el dolor de cabeza aparece acompañado de trastornos sensitivos, que pueden ser visuales, motores o verbales. Así, el paciente puede experimentar destellos de luz, puntos ciegos, hormigueo en las manos, dificultad temporal del habla y del lenguaje con incapacidad para decir o comprender palabras, entre otros. Esta manifestación puede preceder al ataque en sí, pero también puede ocurrir al mismo tiempo. Su duración oscila entre cinco y 60 minutos.
¿Cuánto dura la migraña?
La duración depende de cada paciente. Un episodio puede extenderse desde cuatro a 72 horas.
¿Puedo saber si voy a tener un ataque de migraña?
Sí. Un episodio de migraña consta de cuatro fases superpuestas: el pródromo, aura, cefalea y post pródromo. Eso sí, no todos los pacientes experimentan una por una. Precisamente, en la primera de ellas, se producen síntomas no dolorosos —conocidos como premonitorios—, en las horas o días previos a la aparición del dolor de cabeza. Estos son bostezos, cambios de humor, dificultad para concentrarse, rigidez en el cuello, fatiga, antojos de alimentos, sed y micción frecuente, o un humor eufórico o depresivo.
¿Es normal sentir un malestar general después de la cefalea?
Sí. De hecho, esta última fase se conoce como post-pródromo y se suele manifestar con cansancio, somnolencia, dificultad para concentrarse y rigidez muscular, especialmente, a nivel cervical. Entre los pacientes se etiqueta como resaca de la migraña, y está asociada a la intensidad y duración del ataque en sí.
¿Se conoce la causa de mi enfermedad?
El doctor Irimia responde afirmativamente. Según el neurólogo, la genética predispone a la persona a tener crisis; cuando hay dolor de cabeza, se activa una zona del cerebro conocida como el sistema trigémino vascular —«una zona encargada de transmitir los estímulos dolores al cerebro», y si la persona tiene aura, se activará, también, una parte de la corteza cerebral. «Se está hablando de que con el aura se produce una despolarización de las neuronas, es decir, que durante un momento dejan de funcionar adecuadamente y provocan esos síntomas», señala el coordinador de grupo de la SEN.
¿Qué la puede desencadenar?
Existe un amplio abanico de factores que pueden disparar una crisis de migraña: estrés, alteración del sueño, algunos alimentos, ayuno, fluctuaciones hormonales, fatiga, cambios en el ambiente o estímulos sensoriales fuertes como la luz, olores o ruidos.
¿Cómo se diagnostica?
En la actualidad, la neurología no cuenta con una prueba específica para confirmar la existencia de migraña. Los médicos se basan en el estudio de la historia clínica de la persona, procedimiento que se conoce como anamnesis. Por ello, preguntará acerca de la zona y el tipo de dolor; sobre la presencia de otros síntomas; el inicio, frecuencia y duración de la cefalea; y si hay antecedentes familiares en la migraña.
Según la Asociación Española de Migraña y Cefalea, el médico también podrá realizar pruebas adicionales para descartar otras enfermedades como un examen físico general y toro neurológico; para el diagnóstico de migraña con aura visual puede ser necesaria una evaluación oftalmológica; para el diagnóstico de migraña menstrual, se recomienda llevar un registro del dolor durante tres ciclos menstruales consecutivos; y a su vez, pueden ser necesarias otra pruebas diagnósticas complementarias.
¿Por qué es importante un diagnóstico precoz?
Más allá de no alargar el sufrimiento y evitar que empeore, también evita la automedicación. Se sabe que más de la mitad en pacientes toman analgésicos sin receta, lo que puede ser un factor clave en la cronificación de la enfermedad —que tenga una frecuencia superior a quince días al mes—. Precisamente, los expertos apuntan a una entidad en sí derivada de este problema: la cefalea con uso excesivo de medicación. Se presenta en personas que tenían un dolor de cabeza primario, y al recurrir a tantos fármacos por su cuenta para abordar los síntomas, acaban desarrollando una nueva cefalea o empeoran la existente.
¿La migraña es crónica?
Sí. Se trata de una enfermedad que acompañará al paciente durante toda su vida. Por el momento, no cuenta con un tratamiento curativo pero sí existen diferentes opciones que permiten manejarla y mejorar la calidad de vida.
¿Qué tratamientos tengo disponibles?
La doctora Domínguez dice que el abordaje de la migraña «es como una baqueta con tres patas». En la primera se encuentra el estilo de vida. «Puede haber factores que contribuyan al dolor, como tener ritmos de sueño irregulares, abuso de la cafeína o de medicamentos analgésicos o el estrés», explica. Por ello, las modificaciones siempre se ponen sobre la mesa.
En un segundo nivel se encuentra el tratamiento sintomático, «aquel que nos tomamos en cuanto nos empieza a doler la cabeza para que el malestar desaparezca». Dentro de este, a su vez, hay varios escalones. El primero y más básico está compuesto por antiinflamatorios como el ibuprofeno o naproxeno, y está indicado para los dolores más leves. «Para los dolores de moderados a intensos se encuentran los triptanes», precisa Irimia, quien explica que, desde hace unos años, cuentan con dos fármacos a mayores destinados a personas que no responden bien a estos últimos o que presentan contraindicaciones o efectos secundarios derivados de su uso. «Uno de estos son los Rimegepante, que forma parte de un grupo conocido como gepantes; y otro grupo son los ditanes, el único que está comercializado en este momento es el lasmiditan», precisa el miembro de la SEN.
Y la tercera pata de esa baqueta está formada por el tratamiento preventivo, «que se toman de forma continuada durante varios meses y tienen como finalidad reducir la frecuencia o intensidad», añade Domínguez. Dentro de esta opción se encuentran, primero, algunos medicamentos que no fueron diseñados para tratar la migraña, pero han reportado efectividad —como algunos antiepilépticos, antidepresivos o antihipertensivos— o la toxina botulínica, para casos de migraña crónica. Por último, y si estos no funcionasen, la especialidad de neurología cuenta otro conjunto, en este caso, específico para la enfermedad. Los anticuerpos monoclonales anti-CGRP. «Se ha detectado que en las personas con migraña hay un aumento de una proteína en sangre, llamada péptido regulador de la calcetonina, el CGRP», comienza explicando el experto en cefaleas, que añade: «Estos dos últimos tratamiento la bloquean y así se consiguen menos días de dolor», señala.
¿Cómo se puede acceder a los tratamientos preventivos?
Acceder o no a los tratamientos preventivos depende de las causas de cada paciente, y se tiene especialmente en cuenta la frecuencia de los dolores de cabeza y la afectación a la calidad de vida: «Se pone un preventivo cuando, más o menos, tiene cuatro días de dolores de cabeza al mes. Si son tres, pero absolutamente incapacitantes y no se controlan con el abordaje sintomático, también se puede administrar», precisa la experta.
¿Qué está en mi mano como paciente?
Un estilo de vida saludable puede contribuir a reducir la migraña, sin embargo, la parte más importante es el tratamiento farmacológico, de ahí que siempre haya que seguir las recomendaciones médicas. Con esto en mente, algunos hábitos pueden ser complementarios y de gran ayuda. «Las personas con migraña suelen ser muy sensibles a cualquier tipo de cambio, sean de tipo hormonal o del tiempo», detalla Irimia.
Al paciente con migraña se le recomienda ser ordenado. Mantener unos horarios fijos —comer más o menos a la misma hora— y evitar el sobrepeso. En algunos pacientes se ha visto que ciertos alimentos pueden actuar como desencadenante: «Suele ser a raíz del consumo de alcohol, y algunas personas son sensibles a componentes como el glutamato monosódico. Otros identifican la comida precocinada o los quesos curados», precisa Irimia, quien también añade a la lista estimulantes como el café. Esto no significa que se debe eliminar, sino moderar su ingesta. Los largos períodos de ayuno tampoco son aconsejables, ya que la hipoglucemia puede contribuir a la aparición del dolor.
La práctica de ejercicio físico ayuda en el buen estado general, lo que repercute en esta enfermedad. Existen ciertas disciplinas, como el yoga, que contribuyen a la relajación. Esto resulta especialmente útil porque uno de los desencadenantes más típicos de los episodios de dolor es el estrés. «Ejercicios de relajación o estiramiento de la espalda o la zona cervical suelen favorecer la mejora», precisa, en este sentido, Domínguez.
La experta también recuerda que los horarios de sueño deben ser estables. «Hay muchas personas a las que les surge la migraña en el fin de semana. Sucede porque, por semana, se levantan a las siete de la mañana, y el sábado o domingo, a las diez y media», ejemplifica. Se cree que esta sensibilidad a los horarios podría explicarse por la acción del hipotálamo: «Es un trastorno relacionado con esta área del cerebro, que controla los ritmos de sueño o del apetito, de ahí que variarlos pueda influir», contempla.
¿Y si intento evitar los analgésicos?
La intensidad de la migraña lo pone difícil, y los expertos consultados recuerdan que cuanto antes se tome la medicación analgésica, mejor. «A veces, intentamos aguantar, pensamos que se pasará si nos acostamos. Esto no sucede con la migraña, es más, el dolor empeora y se vuelve más intenso. En cambio, si lo coges al principio, las posibilidades de responder al tratamiento aumentan», precisa la neuróloga. Irimia destaca que es importante que la paciente entienda la enfermedad y sus fases, lo que le ayudará a iniciar el tratamiento «lo más precozmente posible», añade.