Esther Amaro, óptico optometrista: «A partir de los ocho años se pueden adaptar sin problema a las lentillas»
ENFERMEDADES
La presidenta del colegio de profesionales de Galicia asegura que «cuando antes debute una miopía, más posibilidades tiene de aumentar»
08 sep 2024 . Actualizado a las 18:44 h.La vuelta al cole puede ser un buen recordatorio de la revisión anual de la vista que todos los niños y adolescentes deben hacerse, según el Colegio Oficial de Ópticos Optometristas de Galicia. Especialmente, si se tiene en cuenta que una vez en clase, la mayoría de estímulos visuales que reciben los alumnos son en visión próxima, lo que obliga al sistema visual a esforzarse más de la cuenta. Para evitar que haya un daño, la presidenta de la entidad, Esther Amaro, habla de la importancia de que haya luz natural en los espacios, que la iluminación sea lo más natural posible y que se fomente que pequeños y mayores miren, de vez en cuando, a lo lejos.
—¿Cómo se cuida la salud visual?, ¿qué hábitos se deben tener o evitar?
—Lo mejor para cuidar la salud visual es prevenir. Y la prevención se hace, primero, llevando a cabo revisiones habituales según nos recomiendan los ópticos optometristas que tengamos cada uno. Hay que ver cómo están esos ojos, como muy tarde a partir de los seis años. Aunque la recomendación es mucho antes. Aquí es importante, también, hablar de la prevención de la miopía. Por eso es fundamental que los niños, cuanto más tiempo pasen al aire libre, mejor. La Organización Mundial de la Salud ya nos dice que la recomendación sería entre 60 y 90 minutos diarios al aire libre, sin estar con tablets o móviles, sino haciendo actividades fuera. En casa, y ya cuando empiezan la etapa escolar, el entorno debe estar bien iluminado, la posición a la hora de sentarnos debe ser correcta y se deben hacer descansos del estudio.
—¿Se cometen muchos errores?
—A veces vemos a la gente sentada que parece que se retuercen y apagan todas las luces, y te lo digo yo que tengo adolescentes. Hay cosas que nos estresan demasiado a nivel visual, por eso hay que incentivar que los jóvenes miren a lo lejos, que hagan descansos, que no se acerquen mucho al papel o al dispositivo electrónico, eso también es importante.
—¿Está de acuerdo en recomendar la regla 20-20-20?
—Sí. Básicamente es que cada 20 minutos, durante 20 segundos, enfoquemos a algo que esté a 20 pies, que son entre 4 y 5 metros. El ojo está diseñado, en principio, para mirar al horizonte. Cuando estamos leyendo o trabajando, tiene que converger y enfocar, entrar en una serie de procesos que hacen que se canse. Por eso tenemos que relajarlo durante 20 segundos.
—La OMS habla de un aumento de la miopía, ¿es algo que debería preocuparnos?
—La verdad es que sí. Llevo unos cuantos años en esto, y es cierto que cuando yo empezaba veíamos muchas más hipermetropía en niños, las cuales a veces no se corregían, y otras sí. Pero ahora, como dices, ya hay datos de la OMS que estiman que un 20 % de los niños de siete años son miopes. Es muchísimo porque, en suma, se calcula que para el 2050, un 50 % de la población será miope. El problema de la miopía aparece cuando esta avanza, y en un niño de siete años, lo seguirá haciendo. Una miopía de más de seis dioptrías es complicada, porque ya entramos en la miopía patológica y tiene asociadas patologías que con una miopía menor son más difíciles, por eso tenemos que intentar, como profesionales de la salud visual, que estas miopías no aumenten demasiado. Cuanto antes debute, más posibilidades tiene de aumentar. Y aunque a nivel de prevención esté una buena iluminación o los descansos, también hay componentes genéticos contra los que no podemos hacer nada. Y luego, una vez aparece, tenemos distintas herramientas tanto a nivel de lentes de contacto, lentes oftalmológicas o tratamientos para evitar que aumente todo lo que creíamos que podría aumentar.
—Me habla de la importancia de pasar tiempo al aire libre para la salud visual, ¿por qué?
—Primero, por la exposición solar, porque está demostrado que ayuda a que no aparezca la miopía. También, lo lógico es que cuando estemos al aire libre, estemos haciendo actividades en lejos, como jugar a la pelota, a la comba. En cambio, si estamos en casa, como mucho estamos viendo la tele, que pueden ser tres metros. Pero con la era digital, me da mucha pena cuando veo a un bebé en el parque con un teléfono. Hay que estimular su visión desde lejos. Todos desarrollamos la visión de cerca a lejos, para tener ese buen crecimiento, llévalo al parque y que se fije en cómo juegan otros niños.
—¿Hasta qué año se desarrolla el ojo?
—Depende de la madurez del niño. Pero más o menos, se calcula que entre los cinco y ocho años, la visión tendría que estar totalmente desarrollada. A esa edad estaría al cien por cien de la agudeza visual. Pero no solo es un problema de calidad de visión, sino de cómo funcionan esos ojos juntos. Es decir, la binocularidad. Tenemos dos ojos, cada uno manda una información, pero debe ser coordinada, tiene que ser a la vez. En ese sentido, vemos bastante a niños que empiezan a tener problemas de lectoescritura, y cuando los examinas, y tienen que trabajar con los dos ojos a la vez, no funcionan bien. Hay que intervenir.
—¿Cada cuándo recomienda que se hagan revisiones?
—La primera revisión se tendría que hacer en bebés, y para ello hay formas de hacerlo para ver los ojos, los movimientos. Luego, cada optometrista debería recomendar dependiendo del caso. Pero por norma general, solemos decir que hasta los 18 años, se recomienda una vez al año. Al principio porque es cuando más cambios hay, ya que el ojo está creciendo, se está desarrollando y es precisamente cuando podemos intervenir más fácilmente. Si hay algún problema, es mucho más fácil empezar a tratarlo cuando el niño tiene siete, que cuando tiene 12. La respuesta va a ser mejor. Después de los 18 años, diríamos cada año y medio o dos, salvo que notemos algo antes o así lo diga el óptico-optometrista. Y a partir de los 45, cada año y medio otra vez.
«La lentilla es uno de esos inventos que no hemos valorado lo suficiente»
—¿Qué señales dan los niños cuando su vista no funciona como debería?
—Esto es muy importante, porque además, aquí los profesores tienen una perspectiva mucho mejor que los padres, porque los niños pasan mucho tiempo en el colegio haciendo actividades determinadas. Es muy típico el niño que frunce mucho los ojos para enfocar, guiña o que se queja de dolores de cabeza después de hacer actividades en cerca. También que tropieza con mucha facilidad, o gente que gira la cabeza. Hay personas que se ponen de perfil para ver la tele. Los niños que se confunden al copiar de la pizarra, el que se come el papel que se acerca mucho, que parpadean mucho y se quejan de que les molesta la luz. O un niño que tú lo ves, que tiene un desarrollo normal, pero al leer tiene más dificultad. Todos estos pueden ser signos de que está pasando algo.
—¿Los niños pueden tener la vista cansada?
—Vista cansada se utiliza mucho en gente mayor, a partir de los 45, que aparece la presbicia. Se suele decir que tiene la vista cansada, pero en realidad es un defecto refractivo conocido como presbicia. Es decir, el ojo pierde la capacidad de acomodar, de ver de lejos y de cerca inmediatamente. Se asocia más a la hipermetropía o astigmatismo. Porque un niño miope está leyendo y no le pasa nada, sin embargo, un niño hipermétrope, se cansa. Es el típico niño que se pone a leer y a los cinco minutos ya se está moviendo. A veces no se debe a que sea inquieto, sino a que le cuesta porque hay un pequeño problema que no se ha corregido, y eso hace que el niño se canse.
—El curso escolar está a punto de empezar, y con ello, se retoman las tardes de estudio. ¿Las aulas de los centros y los hogares cuidan el bienestar de la salud visual?
—Los pupitres de las clases cada vez son peores, los mejores son los que tenían nuestros abuelos, porque tenían una superficie que se levantaba y le permitía una inclinación, y eso hacía que los alumnos tuviesen una postura perfecta para leer y estudiar. El plano de lectura adecuado no es horizontal, sino que tiene que estar inclinado hacia nosotros. No solo eso, sino que en esa mesa, a la altura de la misma para un chico de 1,40 que para uno de 1,80. A la hora de escribir, se tienen que echar hacia delante, con lo que no solo fuerzas la espalda, también la visión. Por eso, a veces nosotros recomendamos un atril de madera, sencillo, para poner encima de la mesa y que se acerque el texto. Ergonómicamente es mucho mejor estar con la espalda recta y los pies apoyados. Y luego, a la hora de trabajar, deberíamos respetar la distancia de Harmond, que es la que hay entre el codo y la primera falange del dedo corazón. No deberían de acercarse más. La típica imagen de ponerse a estudiar e hincar el codo, pues no. Que no sea más cerca de esta distancia. Después, la iluminación tiene que ser buena. No se puede estudiar a oscuras o con un flexo nada más sino que hay que estudiar con luz ambiente natural mejor, pero sino simularla, y nunca con el flexo solo enfocado al texto y todo a oscuras. Tampoco se debe estudiar cuando estés muy cansado o recién levantado. Y en las aulas, lo que sería muy importante es que la iluminación fuese buena y homogénea, y que se fuese cambiando a los niños de sitios.
—En el caso de niños, ¿se recomienda lentillas o gafas?
—Soy una apasionada de las lentillas, pero una cosa no quita la otra. La lentilla es uno de los inventos que no hemos valorado suficiente. ¿Qué sucede? Hay que utilizarla bien, hacer descansos, hay que tener una gafa de repuesto. Con las lentillas, en los miopes, la distancia es mucho más real, el tamaño de imagen es más real ante una diferencia de graduación de un ojo a otro, el campo es mucho mayor, porque claro, la gafa nos limita. La edad para usar uno u otro va a depender; hemos tenido a niños de menos de tres años, aunque no era lo habitual, pero a partir de los 8 se pueden adaptar sin problema.
—¿Las gafas de sol también se deben utilizar en invierno?
—Sí, se recomiendan tanto en invierno como en verano. En caso de niños que utilicen gafas, lo recomendable es que las de sol estén graduadas. Hay una leyenda por ahí de que los niños no pueden llevar gafas de sol, todo lo contrario. Deberíamos proteger muy bien sus ojos, puesto que sus pupilas aún están muy dilatadas, con lo que la entrada de rayos ultravioleta es mayor.