Así es la sepsis, el proceso infeccioso por el que la presidenta de Extremadura está ingresada en UCI

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Uci de un hospital
Luis Tejido

Esta complicación de una infección grave tiene una tasa de mortalidad que se sitúa entre el 30 y el 50 % de los casos

20 may 2024 . Actualizado a las 14:31 h.

María Guardiola, presidenta de la Junta de Extremadura, se encuentra ingresada en la UCI del Hospital Universitario de Cáceres debido a una sepsis. Esta es una de las complicaciones más graves que puede provocar una infección, ya que tiene una tasa de mortalidad que está en torno al 30 %. El cuadro requiere hospitalización ya que puede desencadenar un síndrome de shock séptico.

En el caso de la responsable del Ejecutivo extremeño, la sepsis derivó de un proceso infeccioso que comenzó el pasado martes con una fiebre. Tras la evaluación, se determinó que sufría un proceso infeccioso y se realizó una intervención quirúrgica. Durante la recuperación, sufrió la sepsis por la que se encuentra en la UCI. Según ha informado el Gobierno regional en un comunicado, Guardiola evoluciona favorablemente tras la cirugía.

Qué es la sepsis

La sepsis es una infección que se complica y que produce fallo de órganos, poniendo en riesgo la supervivencia del paciente. Puede darse en el contexto de una infección causada por una bacteria, un hongo o un virus, aunque lo más frecuente es que ocurra cuando hay un proceso bacteriano. El cuerpo libera sustancias químicas inmunitarias en la sangre para combatir esa infección. Estas sustancias químicas acaban desencadenando una inflamación generalizada, produciéndose coágulos en la sangre y fugas en los vasos sanguíneos. Como resultado, se altera la circulación sanguínea privando a los órganos de oxígeno y nutrientes, y por lo tanto, dañándolos.

«Cuanto antes se comienza el tratamiento, más probabilidades de éxito vamos a tener, y menos mortalidad», explica el doctor Juan González del Castillo, coordinador del Grupo de infecciones en urgencias de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES).

Un proceso de sepsis puede provocar diferentes cuadros. «Hay unos casos mucho más graves que ocurren cuando la sepsis llega a ser un shock séptico, y empieza a haber un fracaso en las funciones del organismo, también en órganos principales como el riñón o el corazón. A pesar de que le hayamos puesto antibiótico, el paciente no responde a ese tratamiento porque está perdiendo funcionalidad», señala el doctor Juan Carlos Montalvá, coordinador del grupo de trabajo de urgencias de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).

Los síntomas principales de una sepsis tienen que ver con el corazón y el sistema respiratorio. «Una respiración y una frecuencia cardíaca un poco más rápida, dificultad para respirar, confusión, desorientación, dolor, flojera mayor de lo normal, fiebre, escalofríos, una distermia intensa con una piel sudorosa. Todo eso puede asociarse a una disminución de las defensas», indica Montalvá.

Shock séptico

En cualquier infección bacteriana, existen diferentes niveles posibles de gravedad. «Primero, la bacteriemia, que es cuando estos microorganismos o agentes infecciosos pasan a la sangre. Posteriormente vendría la sepsis o septicemia, que es un proceso que anticipa al cuadro de shock séptico. También es una respuesta anómala, produce un riesgo de muerte del 10%. Pero cuando ya hay disfunción orgánica, hablamos de shock séptico y el pronóstico es que de cada diez pacientes, tres o cuatro pacientes pueden acabar falleciendo. Es decir, se estima en un 40 % la mortalidad», explica González.

Cuándo una infección se convierte en sepsis

Según Montalvá, «cualquier infección puede convertirse en una sepsis. Pero hay diferencias entre una infección normal, como puede ser una amigdalitis o una faringitis, y estos síntomas que ya repercuten en el estado general del paciente». En este sentido, «las personas que tienen mayor riesgo son, evidentemente, adultos mayores de 65 años que llevan medicación o que tienen un síndrome metabólico o una disminución de defensas, pacientes oncológicos, personas con enfermedades crónicas como la diabetes o la EPOC, insuficiencias renales de antes, todo esto se puede agudizar más cuando hay una bacteria en el cuerpo».

«Desde el punto de vista del huésped, los que tienen el mayor riesgo son los pacientes inmunodeprimidos y también los pacientes ancianos, u otros pacientes con comorbilidades. Pero, por supuesto, también depende del modelo de infección y el microorganismo involucrado. Hay modelos de infección donde es más frecuente el desarrollo de la sepsis: los problemas respiratorios, pero también la infección intraabdominal o la infección del sistema nervioso central son las que pueden evolucionar peor», apunta González.

La importancia de actuar a tiempo

La rápida evolución que tiene esta enfermedad incrementa la importancia del diagnóstico temprano. Cada hora de retraso en el inicio del tratamiento antibiótico eficaz conduce a un incremento de mortalidad del 7,6 %. Por esa necesaria inmediatez, esta patología es una de los mayores desafíos en los hospitales. Se presenta de modo imprevisible, puede avanzar rápidamente y también es uno de los principales motivos de reingreso de los pacientes en un centro sanitario. De hecho, la sepsis grave representa a día de hoy la enfermedad más prevalente en las uci con una tasa de mortalidad muy elevada, estimándose en unos 97 casos por 100.000 habitantes.

Según apuntan desde la Semes, los síntomas incluyen de manera habitual fiebre, que puede ser muy alta, e incluso escalofríos o tiritera. También dolor de cabeza, mareos, náuseas, pérdida de apetito y cansancio. A veces, también sensación de falta de aire (disnea) y aumento de la frecuencia cardíaca.

«Son los derivados del proceso infeccioso y van a depender de donde está el foco de la infección. La fiebre suele estar presente pero hay que tener en cuenta, por ejemplo en pacientes inmunodeprimidos o en pacientes ancianos, que puede no aparecer. Luego dependiendo del modelo de infección, porque no es lo mismo una urinaria que una infección respiratoria, los síntomas serán distintos. Y cuando hay una condición de sepsis lo que ocurre es que empieza a haber una lipoperfusión, una caída de la tensión arterial y un aumento de la frecuencia respiratoria», precisa González.

«Es fundamental el diagnóstico inicial, lo más temprano posible, para poner en marcha la resucitación hemodinámica, es decir, mejorar la transfusión del paciente e iniciar el tratamiento antibiótico. De hecho, podría decirse que es lo más importante porque las medidas terapéuticas como mejorar la transfusión, control del foco y la cirugía, todo eso está muy claro. Lo más complejo en la primera atención es identificar al paciente como un paciente con sepsis. Porque el cuadro de estilo típico es sencillo pero depende mucho de la reserva biológica del huésped, del paciente. Porque si es un paciente inmunodeprimido, de edad avanzada, la respuesta a la infección es atípica y eso dificulta la identificación», indica González.

El doctor recalca que «si hay un foco sobre el que haya que intervenir, evacuar, drenar, haya que hacer algo, eso se llama control del foco y eso también es importante. Ahí tenemos un poco más de margen de 12 a 48 horas, depende del caso, pero puede controlarse». Para esta buena identificación se realiza un trabajo conjunto entre todas las especialidades que tienen que ver con la sepsis, porque es una enfermedad transversal: «Nos ocupamos tanto los urgenciólogos, como los anestesistas, cirujanos… pueden intervenir muchos procesos. Por eso hay muchos hospitales que nos organizamos con el código sepsis. Una serie de medidas estructuradas, desde la identificación a los procesos que se ponen en marcha. Introducir este código en un hospital puede reducir de una manera muy importante la mortalidad. Por ejemplo, nosotros hemos reducido la mortalidad del 35 al 19 %».

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.