Carlos Adarve, enfermero militar: «El combatiente tiene que saber identificar patologías con sus manos y sus sentidos»
ENFERMEDADES
El capitán, oficial de enfermería en la Brilat que ha estado desplegado en Afganistán, Irak o Mali, explica cómo funciona una sanidad «muy diferente a la civil»
12 nov 2023 . Actualizado a las 21:23 h.Ocho misiones internacionales figuran entre los méritos del capitán enfermero Carlos Adarve. En Afganistán, desplegó como enfermero de vuelo en un helicóptero de evacuación de heridos. En el país árabe también participó en dos células de estabilización de heridos. Irak, Líbano o Malí han sido otros de sus destinos. Como enfermero, le toca estar donde está el combate. Su misión es auxiliar a los heridos para que, una vez evacuados, puedan recibir atención médica. Pero también formar. En el cuartel General Morillo de la Brilat en Pontevedra instruye a los combatientes en Tactical Combat Casualty Care, el libro de instrucciones que todas las fuerzas aliadas siguen para que nunca se pierda la cadena asistencial. «Si yo tengo que dar una primera atención, pero la evacuación la hace, por ejemplo, una célula de estabilización italiana, tenemos que haber seguido los mismos procedimientos para que esa baja en combate sea atendida bajo la misma metodología», explica. Por eso, es imprescindible formar en cómo dar una primera atención médica a todas aquellas unidades susceptibles de entrar en conflicto.
—Ha estado en escenarios duros, ¿cómo es aquello?
—A nivel profesional, tanto como enfermero como militar, la mejor experiencia que he tenido a lo largo de mi vida. Al final es afrontar situaciones muy complicadas con medios, muchas veces, escasos en las peores situaciones médicas posibles. Cuando la vida de una persona depende de tus manos, lo más importante es que al poner un pie en zona de operaciones vayas lo mejor formado posible para que no te pueda sorprender nada ante lo que no estés instruido. Son muchas horas de trabajo sometidos a mucho estrés, y el estrés se gestiona con formación y buena preparación
—Dicen de los motoristas que están los que se han caído y los que se van a caer. Trabajando en conflictos, ¿pasa un poco lo mismo con los sanitarios en zona de operaciones?
—Todos los días, cuando me levanto y cuando me acuesto, pienso que puede pasar algo. Tenemos que estar preparados para que pase algo. Para eso estoy desplegado, para eso me he formado. Nunca me puede sorprender nada. Aunque pensemos que hay una misión fácil, la realidad es que eso no existe. Siempre vamos a tener un accidente de vehículo o cualquier otra cosa. La consigna es: «Siempre alerta». Cuando salgo del aeropuerto de Vigo o de Santiago, ya estoy 24 horas en alerta hasta que vuelvo a casa.
—No parece un trabajo para todo el mundo.
—Es para todo el mundo que tenga vocación. Son trabajos muy vocacionales, tanto el de enfermería como el de militar.
—Por mucha vocación que uno tenga, no sabe cómo va a reaccionar una vez empiecen a silbar las balas.
—Claro que puede pasar que te paralices. Somos humanos y nos puede suceder. Precisamente por eso nos centramos en una muy buena preparación en territorio nacional. Como facultativos y oficiales del cuerpo militar de sanidad, debemos ponernos en esas mismas situaciones de estrés en las que se puede poner un combatiente. Gestionar ese estrés es más complicado al principio, pero si esa instrucción la llevo a mi día a día, será mucho más complicado que me pase.
—¿Cómo trabaja un sanitario en mitad de un conflicto armado si hay un herido?
—Resumiendo todos los conceptos, si hay una baja habrá un primer interviniente que será el encargado de atender a esa baja. Intentará que continúe con vida con las herramientas que tienen en el Botiquín Individual de Combate (BIC) que todos, sanitarios o no, llevamos encima. Se focalizará, sobre todo, en hemorragias exanguinantes, el control de la vía aérea y la respiración. Eso es en lo que nos podemos centrar con el BIC. Hay que prevenir la hipotermia y esperar a que el personal sanitario, integrado dentro de la operación, realice unos tratamientos más avanzados y pueda evacuarlo en las mejores condiciones posibles.
—Entiendo que hay que aprender a reconocer rápido el problema, supongo que no hay tiempo para monitorizar al herido.
—No, no. Tenemos lo que llamamos indicadores tácticos de patologías. Por ejemplo, una de las patologías más frecuentes en combate es el neumotórax a tensión. Nosotros, como personal facultativo, tenemos muchas pruebas para identificarlo, pero el combatiente tiene que saber identificarlo, o al menos pensar que es una posibilidad, con sus manos y con sus sentidos. Los indicadores tácticos existen para poder trabajar con esto. Es fundamental que ellos categoricen bien a los heridos, si es muy urgente, urgente-quirúrgico o rutinario, para que desde el escalón superior se puedan enviar los mejores medios para atender a ese paciente.
—¿Qué provoca un neumotórax atensivo?
—Por ejemplo, una detonación. Hay una onda expansiva sobra unas vísceras que provoca que la pleura se rompa. Un disparo en el tórax también puede generar un neumotórax. También la colisión de un vehículo. Cualquier golpe en el tórax puede provocarlo. Pero sobre todo, lo que mayor número de muertes en combate ha provocado en la historia son las hemorragias exanguinantes. Y las obstrucciones de la vía aérea, que también las vemos frecuentemente.
—Todo este método de «Tactical Combat Casualty Care», ¿de dónde sale?
—En el año 1996 salió el primer protocolo. Fue obra de un capitán médico norteamericano que estaba destinado en operaciones especiales y estudió por qué se morían las bajas en combate y cómo poder salvar esas vidas con medidas sencillas porque, a nivel militar, la sanidad es diferente. Las patologías pueden ser parecidas pero, como siempre se dice, tenemos que asociar una buena medicina con una buena táctica. Si nos están atacando, no podemos pararnos con un herido a atenderlo como lo atenderíamos en la ciudad. Siembre hay que hacer esa unión de una buena medicina con una buena táctica.
—¿Estaría muy perdido un técnico de emergencias sanitarias de los que van en ambulancia en medio de una zona de operaciones?
—En el puro tratamiento médico no, pero sí en cuándo aplicar ese tratamiento. Cuando hacemos formaciones con personal de atención extrahospitalaria, siempre les enseñamos nuestra metodología porque esto también es aplicable en territorio nacional. Pensemos en grandes atentados como el que paso en Ramblas. Hay que aplicar esa medicina combinada con una buena táctica.
—España es referente mundial en sanidad civil, ¿también en la militar?
—Sí. La sanidad militar española está muy bien considerada por todos los países. Tenemos muy buenos profesionales médicos, muy buenos profesionales enfermeros y sanitarios. Además de nuestra formación como cualquier enfermero civil, dentro del ejército tenemos buenos medios y muy buena formación. Somos un referente dentro del ámbito internacional.
—¿Cuántos de ustedes hay en el combate?
—En cada batallón, estamos dos oficiales del cuerpo militar de sanidad de la especialidad de enfermería.
—Resumiendo, ¿eso supone un ratio de?
—En un batallón nos movemos entre las 450 o 500 personas. Dentro de cada batallón disponemos de un pelotón de sanidad donde está nuestro personal formado y donde tenemos todos los medios, como las ambulancias. Siempre que nos desplegamos, montamos un puesto de socorro con capacidad de puesta en estado de evacuación. En el batallón Zamora, donde estoy destinado, tenemos diez militares con capacidad sanitaria además de los dos oficiales del cuerpo militar de sanidad. Vamos creciendo según las necesidades. Dentro de una brigada —unidad militar mayor a un batallón—, hay una compañía de sanidad. Así, el personal para ofrecer apoyo sanitario crece exponencialmente cuando el batallón no tiene recursos suficientes.
—¿Son todos enfermeros o también hay médicos?
—Dentro del cuerpo militar de sanidad hay médicos y también enfermeros. Los enfermeros estamos destinados en las unidades y los oficiales médicos dentro del cuartel general de la brigada. La idea esa ser más versátiles a la hora de apoyar a todas las unidades.