Marisa Crespo, cardióloga: «La población no es consciente de la mortalidad de la insuficiencia cardíaca, mayor que la de muchos cánceres»
ENFERMEDADES
La Jefa de la Sección de Insuficiencia Cardíaca del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña es una referencia mundial en el ámbito de la insuficiencia cardíaca y el trasplante de corazón
12 jul 2023 . Actualizado a las 18:25 h.Si le preguntásemos qué sabe sobre los infartos, en cuanto a síntomas por ejemplo, seguro que podría elaborar una lista, pero ¿si la cuestión del examen versara sobre insuficiencia cardíaca? Seguro que muchos desconocen todo lo que rodea a una patología que desarrollarán una de cada cinco personas a lo largo de su vida y por la que cada año mueren en España 20.000 pacientes. Un síndrome cada vez más prevalente que, además, limita la calidad de vida de las personas hasta el punto de que no pueden hacer algo tan sencillo y normal como subir escaleras.
Marisa Crespo Leiro es la Jefa de la Sección de Insuficiencia Cardíaca del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña y del grupo del CIBERCV. Además, es Coordinadora de la Unidad de Insuficiencia y Trasplante Cardíaco. Con ella hablamos de la importancia de la prevención y el tratamiento temprano.
—Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en España, ¿qué fallamos como población?
—Fallamos en la prevención. Se conocen bien los factores de riesgo cardiovascular, pero no se controlan. Hay factores de riesgo como el tabaquismo, hipertensión, hipercolesterolemia, obesidad, que son modificables, ya que algunos se pueden evitar o cambiar. Por ejemplo, no fumar, hacer una dieta cardiosaludable, ejercicio físico o bajar de peso. Y otros, como la hipertensión arterial, dislipemia o diabetes se pueden controlar adecuadamente.
—¿Cuál es la enfermedad del corazón más frecuente?
—La cardiopatía isquémica, que se produce por la obstrucción de las arterias coronarias (que son las que llevan el riego sanguíneo al corazón) y que producen un infarto de miocardio (cuando la obstrucción de la arteria es completa) o isquemia del músculo cardíaco.
—¿No somos conscientes de la importancia y la incidencia que tiene la insuficiencia cardíaca?
—No, no lo somos. La prevalencia aumenta con la edad. Se estima que entre el 1 y el 1,5 % de la población adulta puede tener insuficiencia cardíaca y esta aumenta de forma exponencial con la edad, hasta superar el 10 % en mayores de 70 años. Tampoco se es consciente de la mortalidad, que es mayor que la de muchos cánceres.
—¿Qué es la insuficiencia cardíaca? Para que todo el mundo pueda entenderlo.
—Para entender qué es la insuficiencia cardíaca, primero hay que entender qué es y cómo funciona el corazón. Es un órgano «vital» ya que es la bomba encargada de suministrar la sangre a todo el cuerpo para proporcionarle oxígeno y nutrientes, necesarios para la vida. En cada ciclo cardíaco (latido) ha de llenarse de sangre (diástole) para después bombearla (sístole). El corazón funciona con dos bombas en paralelo: el ventrículo derecho y el ventrículo izquierdo. El derecho recibe la sangre de todo el cuerpo (sin oxígeno) y la bombea al pulmón (donde se oxigena) y el izquierdo la recibe del pulmón (oxigenada) y la bombea a su vez a todo el cuerpo. De una forma sencilla se podría decir que la insuficiencia cardíaca es, como su nombre indica, cuando el corazón es incapaz de funcionar de forma correcta, es decir, de proporcionar sangre en cantidad suficiente para abastecer las necesidades del organismo.
Otro aspecto que me gustaría aclarar es que la insuficiencia cardíaca no es una enfermedad, sino un síndrome clínico, es decir, un conjunto de síntomas y signos que resultan de cualquier daño del corazón que altera su capacidad para llenarse de sangre o de bombear la sangre a todo el cuerpo. Este síndrome, además, es complejo ya que puede ocurrir con cualquier enfermedad cardiovascular. Como antes comenté, las más frecuentes son la cardiopatía isquémica (los infartos, por problemas de las arterias coronarias), seguido de la hipertensión arterial o las miocardiopatías (enfermedades del músculo cardíaco). Cada paciente es diferente, porque además de las múltiples causas (que a veces coexisten en un paciente), es frecuente que estos tengan otras patologías añadidas que pueden repercutir tanto en el diagnóstico como el tratamiento.
—¿Cuál es el perfil de paciente “tipo”?
—Pueden identificarse muchos perfiles. Lo más frecuente es un paciente que haya tenido previamente un enfermedad del corazón o factores de riesgo cardiovasculares y que presente síntomas de insuficiencia cardíaca. Por ejemplo, haber sufrido un infarto de miocardio, hipertensión arterial mal controlada, un problema valvular, una arritmia, un tratamiento tóxico para el corazón (como antecedentes de haber recibido una quimioterapia, ya que algunas pueden dañarlo). En jóvenes, el problema suele ser una enfermedad del músculo cardíaco, que llamamos «miocardiopatía». Y tras este «daño del corazón», empieza a experimentar síntomas o signos de insuficiencia cardíaca.
—¿Cuáles son sus síntomas?, ¿cómo se manifiesta?
—Los síntomas son consecuencia de dos fenómenos: que el corazón bombea menos sangre y llega menos sangre a los órganos y produce fatiga, cansancio. Por otra parte, al no bombear correctamente, se va acumulando líquido a órganos como el pulmón, hígado, piernas, y los síntomas típicos son disnea (sensación de falta de aire), hinchazón de tobillos y piernas.
En ausencia de tratamiento, este proceso va empeorando y, si inicialmente los síntomas eran disnea solo con grandes esfuerzos, progresivamente ocurre con esfuerzos menores, reduciendo la capacidad funcional e incapacitando al paciente para la vida diaria. Finalmente, los síntomas en reposo suelen requerir ingreso hospitalario para su control. Estas situaciones que requieren ingreso hospitalario se conocen como «descompensaciones» o «empeoramiento», que son cada vez más frecuentes y más limitantes. Además, la insuficiencia cardíaca conlleva un mayor riesgo de muerte, tanto por insuficiencia cardíaca progresiva, refractaria a los tratamientos y a veces, de forma súbita, por arritmias graves.
—¿Y las causas?
—Cualquier daño que le ocurre al corazón, es decir, cualquier enfermedad del corazón puede llevar a la insuficiencia cardíaca. Pueden coexistir muchas etiologías. Entendemos esta entidad como estadios evolutivos, enfatizando así la importancia de la prevención y que tratando a los pacientes en cada estadio, evita el paso al estadio siguiente. Y esto es clave para afrontar el problema.
Se han identificado 4 estadios evolutivos:
- Estadio A: Factores de riesgo.
- Estadio B o “pre-IC": cuando existe una enfermedad del corazón pero es todavía asintomática.
- Estadio C o "IC": síntomas de insuficiencia cardíaca como disnea, fatiga y edema o retención de líquidos.
- Estadio D o “IC avanzada”: síntomas incapacitantes a pesar de todos los tratamientos disponibles; algunos pacientes pueden ser candidatos a terapias avanzadas como el trasplante cardíaco o el corazón artificial y otros, a terapias paliativas.
—La prevalencia de la insuficiencia cardíaca no para de aumentar, ¿qué factores influyen en esto?
—En primer lugar, el mejor tratamiento de las enfermedades agudas del corazón, como la atención al infarto agudo de miocardio, que si bien evitan la muerte en el momento del infarto, el corazón puede quedar dañado con menos fuerza para contraerse, y a la larga desarrollar insuficiencia cardíaca. En segundo lugar, el envejecimiento de la población.
—En Galicia, ¿también notan un incremento de los pacientes?
—Sí, semejante al resto de España, sobre todo con el envejecimiento de la población.
—¿Cómo se diagnostica?
—El diagnostico se establece cuando hay síntomas (como disnea) y signos (como edema en miembros inferiores) compatibles con insuficiencia cardíaca y evidencia objetiva de una disfunción cardíaca. Una prueba clave es el ecocardiograma ya que evalúa la estructura y función del corazón. Es decir, la contractilidad ventricular, la distensibilidad ventricular (rigidez), dimensiones y espesor parietal de las cavidades del corazón, alteraciones en las válvulas, anomalías congénitas o del pericardio.
—¿Cuáles son las principales complicaciones asociadas a la insuficiencia cardíaca?
—Empeoramiento de la calidad de vida con una disminución de la capacidad funcional con esfuerzos cada vez menores, hospitalizaciones frecuentes y menor supervivencia.
—¿Cómo podemos evitarla?
—Lo primero es evitar o controlar los factores de riesgo para no desarrollar una cardiopatía. En segundo lugar, cuando existe una cardiopatía estructural tratable, tratarla. Y seguidamente, el tratamiento propio del síndrome de la insuficiencia cardíaca, que incluye tratamiento de la congestión (eliminar el líquido que se ha acumulado en los órganos) y tratamiento farmacológico y no farmacológico que, además de mejorar los síntomas, mejora el daño que ha sufrido el corazón y prolonga la supervivencia.
—La alimentación influye desde que somos pequeños, en esta y todas las enfermedades del corazón, ¿a qué nivel?, ¿comemos demasiado?
—Una dieta cardiosaludable sin exceso de calorías, ejercicio físico regular y evitar tóxicos, es clave en la prevención cardiovascular.
—¿Cuáles son los tratamientos disponibles ahora mismo?
—Las buenas noticias son que en los últimos años ha habido espectaculares avances en el diagnóstico y en el tratamiento de la IC, lo que posibilita una mejoría en la supervivencia y calidad de vida del paciente. Los tratamientos son variados e incluyen fármacos (muchos, con diferentes combinaciones, cuya dosis hay que individualizar para cada paciente, según tolerancia), algunos que mejoran la supervivencia y otros que mejoran los síntomas.
Los pacientes con IC y fracción de eyección reducida deben recibir (en ausencia de contraindicaciones) una combinación de estos 4 grupos de fármacos: sacubitril-valsartan o IECAs, + betabloquentes + antagonistas del receptor mineralocorticoide + inbibidores SGLT2. Estos últimos fármacos “inhibidores SGLT2” (dapagliflozina o empagliflozina) han mostrado ser beneficiosos tanto en pacientes con fracción de eyección reducida, como preservada.
Hay otros fármacos recientemente disponibles como vericiguat, para pacientes más graves.
Algunos pacientes se pueden beneficiar de dispositivos implantables como desfibriladores y marcapasos resincronizadores. Para el tratamiento de patología estructural cardíaca, por ejemplo las valvulopatías, hay intervenciones cardíacas percutáneas (como reparación o sustitución de válvula dañada) o diferentes tipos de cirugía cardíaca.
Finalmente, para situaciones más avanzadas, refractarias a otras terapias, algunos pacientes seleccionados, sin contraindicaciones, pueden beneficiarse de un trasplante cardíaco (TC) o de la asistencia mecánica circulatoria (AMC) de larga duración (el corazón artificial).
En cada ingreso hospitalario por insuficiencia cardíaca, además de estabilizar al paciente, hay que identificar si existe alguna causa corregible que haya precipitado la descompensación del corazón, iniciar todos los tratamientos que el paciente necesita y planificar el resto. Asegurar la continuidad asistencial, centrada en el paciente y estructurada. Educar a la persona y cuidadores en adherencia al tratamiento, autocuidados y reconocimiento de signos de alarma de descompensaciones. En el cuidado han de estar implicados diversos profesionales (médicos y enfermeras) de diferentes servicios y unidades, sobre todo cardiología y medicina interna y con todos los niveles asistenciales, en especial la atención primaria.
—¿Cuándo hay que recurrir al trasplante y cómo se ha avanzado en los últimos años para que estos sean cada vez menos necesarios?
—El trasplante es para pacientes que están en situación de «IC avanzada», es decir, con síntomas incapacitantes a pesar de todos los tratamientos y que no tienen contraindicaciones para el mismo. Tras el trasplante es necesario tratamiento inmunosupresor de por vida. El trasplante mejora espectacularmente la calidad de vida, la mayoría de los pacientes hacen vida normal, y mejora la supervivencia
Por suerte, todos los tratamientos de la IC disponibles en la actualidad, hacen innecesario el trasplante en la mayoría de los pacientes, quedando el TC solo para algunos casos. En España se realizan en torno a 300 trasplantes cardíacos al año. Nuestro centro inició el programa de TC en el 1991 y es el tercero en volumen del país, con más de 900 trasplantes realizados en total.
—Quería hablar un momento también del trasplante cardíaco, ¿cómo ha evolucionado desde que usted comenzó hace ya décadas?
—Ha mejorado muchísimo a varios niveles. Sobre todo, que disponemos de más fármacos inmunosupresores, más potentes y selectivos, que han reducido la frecuencia de rechazo agudo. Y de forma paralela, hemos mejorado el control de las infecciones, complicación muy frecuente derivada de la inmunosupresión, con desarrollo de profilaxis y detección precoz de las mismas.
—¿Cuáles son los retos más importantes que quedan en el trasplante?
—Hay varios. Por mencionar algunos, necesitamos disponer de métodos eficaces de seguimiento no invasivo del rechazo cardiaco agudo para individualizar el tratamiento inmunosupresor a las necesidades de cada paciente. En segundo lugar, prevenir el rechazo crónico, la causa más importante de disfunción del injerto a largo plazo y de difícil manejo. Y, además, aumentar el número de donantes, para que todos los pacientes en lista de espera puedan beneficiarse de un TC.
El Hospital Abente y Lago, perteneciente al Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña, tiene desde hace días en sus instalaciones un cubo informativo gigante para desvelar las diferentes caras de la insuficiencia cardiaca. A través de esta iniciativa organizada por la Alianza de Boehringer Ingelheim y Lilly y avalada por Cardioalianza, 10 centros hospitalarios de toda España buscan visibilizar la diferentes caras y retos asociados a la IC, a fin de promover el enfoque multidisciplinar de la patología y mejorar la calidad de vida de los pacientes.