Berta de Andrés, neurofisioterapeuta: «No hay una causa conocida del tumor cerebral, pero los hábitos repercuten en todo»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Berta de Andrés es Coordinadora de la Sección de Neurofisioterapia de la Sociedad Española de Neurología.
Berta de Andrés es Coordinadora de la Sección de Neurofisioterapia de la Sociedad Española de Neurología.

En el Día de los Tumores Cerebrales, la experta analiza la importancia de hacer neurorrehabilitación tras los tratamientos oncológicos

09 jun 2023 . Actualizado a las 09:10 h.

El tumor cerebral es una patología compleja que a su vez se divide en más de 120 tipos. Tomando todos ellos en conjunto, en España se diagnostican 5.000 nuevos casos al año. Desde la Sociedad Española de Neurología (SEN) advierten sobre el carácter incapacitante de esta enfermedad, por la afectación motriz y cognitiva que puede conllevar, y señalan que esto puede ser incluso más notorio en los niños, un grupo de alto riesgo para desarrollarla. Si bien se trata de un tipo de cáncer poco común, en población infantil, los tumores cerebrales representan un 15 % del total, mientras que en adultos son apenas un 2 %. Frente a este panorama, la neurorrehabilitación se convierte en una de las principales vías para recuperar autonomía y movilidad tras el tratamiento oncológico. En el Día Internacional de los Tumores Cerebrales, Berta de Andrés, Coordinadora de la Sección de Neurofisioterapia de la SEN, explica cuál es el rol de estas terapias, que además de devolver habilidades motoras a los pacientes permiten paliar muchos de los efectos adversos de la quimioterapia.

—¿Cuáles son los principales factores de riesgo para este cáncer?

—En principio, no hay factores de riesgo más allá de los mismos que son de riesgo para el resto de cánceres. Como todos, hay algunos que sí que tienen factores genéticos predisponentes. Pero a priori no hay nada que podamos decir que seguro seguro que va a causar un tumor cerebral, como sí tenemos factores de riesgo cardiovascular que hacen que tengas muchas más posibilidades de tener un ictus. No hay una causa conocida, pero los hábitos repercuten en todo tipo de tumor.

—¿Esta falta de factores de riesgo específicos hace que sea difícil detectarlo tempranamente?

—No siempre. Los tumores primarios normalmente se detectan por síntomas. Empiezan a aparecer problemas neurológicos y, dependiendo de cómo se presenten, pueden hacer sospechar a los neurólogos que hay algún tipo de tumor cerebral.

—¿Qué síntomas y complicaciones causan los tumores cerebrales?

—Tenemos que diferenciar entre dos tipos de tumores. Están los primarios, que aparecen por primera vez en el tejido neurológico, y están los secundarios, que suelen ser metástasis de otros tumores, por ejemplo, de algunos tipos de cáncer de pulmón que con cierta frecuencia dan tumores encefálicos. Los datos que hay son principalmente sobre tumores primarios, cuando el cáncer aparece por primera vez en el cerebro. Si los comparamos con otro tipo de cánceres, es verdad que son mucho menos frecuentes, pero son muy invalidantes. Provocan una gran discapacidad, porque están afectando a funciones muy importantes del organismo: pueden impactar en el movimiento, en el pensamiento, provocar epilepsia, dolor de cabeza, problemas en el habla o en la deglución, entre otros. Son tumores muy importantes, a pesar de su baja frecuencia, porque especialmente tienen una alta incidencia en niños. Cuando nos pasamos a edades adultas, en la tercera edad hay otro repunte.

—¿Cuáles son las manifestaciones más frecuentes que pueden hacernos sospechar de un tumor cerebral?

—Es complicado, porque va a depender de dónde esté localizado el tumor. Pero muchas veces tiene que ver con dolores muy fuertes de cabeza que tienen un componente que no se puede achacar a una cefalea de otro tipo ni a migraña. Pueden aparecer crisis epilépticas, problemas motores, problemas de control de esfínteres y, muchas veces, si está localizado en la zona que controla la deglución, aparecen problemas a la hora de tragar. Dependiendo de cómo se estén presentando esos síntomas, se puede sospechar, y habrá que hacer pruebas pertinentes para descartarlo o confirmarlo. Normalmente, se hacen pruebas de imagen, analíticas para encontrar si hay una lesión ocupante de espacio, se estudian los biomarcadores que se conocen para determinar si hay un tumor y de qué tipo es.

—¿Cómo se tratan a nivel oncológico?

—Va a depender de la localización en la que estén y del tipo de tumor. En base a esto se determinará la intervención a realizar: si se puede hacer una cirugía para retirar el tumor, si se puede retirar el tumor entero o no, y luego se evaluará la posibilidad de hacer un tratamiento oncológico de quimioterapia o radioterapia, también en función del tipo de tumor y la localización. Luego, se hace rehabilitación o fisioterapia, para trabajar, por un lado, los efectos secundarios que puede tener la quimioterapia y la radioterapia, ya que se ha demostrado que el ejercicio terapéutico es capaz de mejorar el estado de estos pacientes para que soporten mejor esos efectos secundarios; y luego, por supuesto, la rehabilitación trabaja sobre todos los síntomas que está provocando tanto el tumor como la cirugía que se haya tenido que hacer para quitarlo, porque a veces hay partes del cerebro que son lesionadas de forma indirecta e inevitable. La fisioterapia va a buscar recuperar esa función motora que se haya visto afectada y que, de forma secundaria, está repercutiendo en la funcionalidad y la autonomía de la persona que padece el tumor.

—¿Qué efectos tiene esta neurorrehabilitación?

—A pesar de que la persona que tiene un tumor cerebral tenga síntomas que afecten a su movilidad, a su condición y a su estado emocional, es importante que se empiece el proceso de neurorrehabilitación de forma temprana, aunque uno no se termine de encontrar bien por el tratamiento médico oncológico, porque el ejercicio terapéutico está demostrado que es beneficioso. Los resultados que se están viendo en otras poblaciones con cáncer, como en cáncer de mama, se puede extrapolar a estos tumores porque los efectos secundarios de los tratamientos son relativamente similares. Si estamos viendo una mejoría de esos efectos secundarios en otros tipos de cáncer, también la vamos a observar en pacientes con tumores cerebrales.

—¿En qué consiste la neurorrehabilitación?

—Siempre se van a realizar actividades que sean significativas para las personas. Si hablamos de niños, siempre se va a trabajar desde el juego. Se busca una movilidad eficaz para que la persona sea lo más autónoma posible. Entonces, realizamos toda clase de ejercicios: de movilidad de piernas y brazos, de equilibrio, se podrá hacer trabajo de fuerza en los casos en los que así se requiera, si hay algún tipo de alteración del tono, se hará un trabajo que permita esa regulación del tono para facilitar el movimiento de forma posterior. Se realiza un programa individualizado para cada persona que implique los ejercicios más óptimos para ese paciente. No hay una receta, va a depender mucho de los síntomas y de los objetivos que se hayan consensuado con el paciente.

—¿Cuáles son las técnicas más innovadoras que se utilizan en estas terapias?

—Ahora mismo, lo que más evidencia está teniendo es que hay que hacer intervenciones intensivas. Y en este sentido, en personas que han tenido un tumor y están en tratamiento oncológico hay que tener muy en cuenta el tema de la fatiga. Pero que sea algo intensivo no quiere decir que sea ir todos los días un montón de horas, sino que tenemos que realizar muchas repeticiones del mismo movimiento para que ese sistema nervioso pueda aprender ese movimiento y generalizarlo. Es decir, para que un movimiento del codo acabe sirviendo tanto para llevarme una cuchara a la boca como para vestirme. La robótica está favoreciendo ese tipo de intervención. Lo que pasa es que la robótica que tenemos ahora mismo disponible no es totalmente accesible para todas las personas que padecen un tumor y, aunque cada vez está más desarrollada, tiene mucho margen de evolución.

—¿Qué intervenciones se pueden hacer desde la robótica?

—Tenemos diferentes dispositivos. Hay unos que son como exoesqueletos que ayudan a la rehabilitación de la marcha y hay otros que serían como una especie de exoesqueleto pero para el brazo o la mano. Suplen parte del movimiento que la persona no puede hacer por sí misma para facilitar el que sí es capaz de hacer y que el movimiento poco a poco se vaya restaurando, y que esa musculatura pueda ir recuperándose y haciendo más movimientos más funcionales. Esto es siempre dentro de un equipo en el que tienen que estar involucrados los terapeutas ocupacionales. Se está demostrando que el trabajo en equipo multidisciplinar es lo que tiene mucha más eficacia a la hora de la rehabilitación de un paciente.

—¿Suele haber secuelas en este tipo de tumores?

—Va a depender mucho de la lesión neurológica que haya dejado el tumor y la cirugía. Luego, va a depender también mucho de si el tumor es un cáncer, es decir, es maligno, o si es benigno. Los benignos no se vuelven a reproducir, no hay recaídas. En el caso de los malignos puede haberlas, pueden volver a crecer, o puede que no se haya podido quitar todo y siga creciendo. La supervivencia en tumores cerebrales cancerígenos malignos es menor que cuando son benignos, al margen de la repercusión funcional que acabe teniendo la lesión.

—¿Se puede lograr una recuperación completa?

—No podemos decir que sí o que no, porque va a depender muchísimo de cada caso. Pero los objetivos del tratamiento de fisioterapia y rehabilitación siempre están consensuados con el paciente, su familia y entorno, teniendo en cuenta todos los factores biopsicosociales de la persona, para que esos objetivos puedan ser realistas y se pueda alcanzar el mayor nivel de autonomía posible. Si hay una restitución completa, genial, pero no siempre va a poder ser así.

—¿En los niños, que tienen un cerebro en desarrollo, es distinta esta recuperación?

—Es un poco particular en el caso de los niños, va a depender de la edad a la que ocurra, de la extensión de la lesión y del nivel de afectación en cuanto a los síntomas que esté provocando el tumor. Hay estudios que hablan de daño cerebral adquirido en general, es decir, independientemente de su causa, no solo de los tumores, y muestran que los niños muy pequeños que han tenido un daño muy grande, aunque es verdad que tienen todavía mucho recorrido y hay tiempo para que su sistema nervioso madure, tienen un pronóstico un poco más incierto en cuanto a la recuperación de la movilidad, la autonomía y ese aprendizaje. Y en el caso de los que ya son un poquito más mayores la recuperación va a depender de la extensión del daño. Por una parte, tenemos menos margen de que fisiológicamente siga madurando el sistema nervioso, pero, por otra parte, ya tienen más cosas aprendidas. Entonces, no va a tener que aprenderlas de cero, sino que va a tener que rehabilitarlas.

—¿Has visto casos que te sorprendieran en cuanto a la capacidad del cerebro de rehabilitarse?

—He tratado el caso de un niño que ahora es mayor de edad. Cuando llegó al centro estaba muy afectado, venía además de un montón de complicaciones hospitalarias y neurológicas y no sabíamos muy bien cómo iba a evolucionar. Ahora mismo, es verdad que tiene su discapacidad, pero nos sorprendió gratamente cómo ha evolucionado. Ahora mismo está cursando una FP para que el día de mañana pueda trabajar y ser autónomo. Sin embargo, cuando era niño, tenía unas dificultades importantes a nivel motor y, especialmente, a nivel cognitivo. Ha evolucionado bastante mejor de lo que esperábamos con la neurorrehabilitación.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.