
Un nuevo estudio epidemiológico en España señala al aceite de oliva virgen como protector frente a estos tumores, mientras que el alcohol y el sedentarismo aumentan el riesgo de desarrollarlos
27 mar 2023 . Actualizado a las 20:34 h.El cáncer de mama es uno de los más prevalentes en la actualidad. Con datos que muestran que una de cada ocho mujeres españolas recibirán este diagnóstico a lo largo de su vida, se trata de una enfermedad que supone un gran impacto para la sociedad. Por eso, contar con información cada vez más detallada y actualizada acerca de este cáncer es fundamental para su prevención y su tratamiento.
En el 15º Simposio Internacional del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (Geicam), llevado a cabo en Sevilla, los mayores expertos en el tema presentaron los últimos informes en este sentido, que muestran un aumento de la supervivencia en las personas que padecen estos tumores. Los datos son alentadores: ocho de cada diez pacientes sobreviven cinco años después del diagnóstico. Pero esto plantea nuevos desafíos y horizontes en el manejo del cáncer de mama. Como explican desde el Geicam, «preservar la calidad de vida se convierte en un objetivo primordial, ya que cada vez afecta a pacientes más jóvenes y en edad laboral».
La dieta mediterránea, una aliada indiscutida
Cada vez hay más evidencias de que los hábitos y los factores modificables de nuestro estilo de vida tienen una influencia importante en el desarrollo de los tumores de mama. El reciente estudio epidemiológico EpiGeicam halló que la dieta mediterránea en las mujeres españolas podría reducir las probabilidades de desarrollar un tumor de mama hasta en un 30 %, y que el riesgo de las mujeres con una vida sedentaria de padecer este cáncer es un 71 % mayor al de aquellas que cumplen las recomendaciones internacionales de ejercicio físico.
El EpiGeicam es uno de los mayores estudios epidemiológicos en cáncer de mama realizados en España, analiza los datos y hábitos de 1.017 mujeres recientemente diagnosticadas de este tipo de cáncer, para compararlos con los de otras 1.017 sin la enfermedad. Los datos más recientes de esta investigación alientan al consumo de aceite de oliva virgen, cocinado y crudo, por su efecto protector frente al cáncer de mama.
«Estos son estudios epidemiológicos que hemos hecho nosotros, que demuestran que el tener una dieta mediterránea, hacer ejercicio y mantener un peso equilibrado ideal, además de un consumo lo más bajo posible de alcohol, puede disminuir el riesgo de tener un cáncer de mama. Pero es difícil valorar cuál es el más importante de estos factores, porque normalmente son patrones que se asocian en las personas. Es decir: habitualmente, una persona que es obesa, tiene una dieta que no es equilibrada y no hace ejercicio. Entonces, quizás es mejor verlo como un conjunto de medidas a nivel global», señala el doctor Manuel Ruiz Borrego, co-coordinador del Simposio, miembro de la Junta Directiva de Geicam y jefe de la unidad de Cáncer de Mama del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.
Otro dato revelador en este sentido es el efecto del consumo de alcohol, que puede suponer una contribución desde el punto de vista de salud pública. «Los resultados de un subanálisis de EpiGeicam indican que el alcohol, especialmente el que se consume en la adolescencia, está asociado a un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama, y que a mayor cantidad de alcohol acumulada a lo largo de la vida, mayor es el riesgo», observa la doctora Marina Pollán, directora del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (Ciberesp), co-coordinadora del Grupo de Trabajo de Geicam de Tratamientos Preventivos, Epidemiología y Cáncer Heredofamiliar y miembro de la Junta Directiva de Geicam.
«Las personas que toman alcohol desde la adolescencia, normalmente, suelen seguir teniendo el hábito alcohólico después. Y esto puede aumentar el riesgo de cáncer de mama, entre otros», coincide Ruiz. Así, al igual que ocurre con otras enfermedades que se manifiestan en la vida adulta, la prevención comienza, en realidad, en la juventud.
Mejores tratamientos
Cuando hablamos del cáncer de mama, los tratamientos son una de las áreas en las que mayores avances se han visto en las últimas décadas. Así, se ha logrado disminuir los efectos secundarios provocados por los tratamientos gracias a la incorporación de la medicina de precisión y a las menores toxicidades de los medicamentos, muchos de los cuales son orales, lo que evita visitas al hospital.
Lo principal en este sentido ha sido poder diferenciar los distintos subtipos de cáncer de mama para poder contar con terapias específicas que ataquen a cada uno de ellos. «El cáncer de mama ya no es una sola enfermedad, sino que es la suma de varias enfermedades distintas. Hemos identificado hasta cinco subgrupos y vamos camino a identificar casi diez. Lo que estamos haciendo es diferenciarlos, porque estos subgrupos tienen unas características biológicas distintas, un pronóstico distinto y, obviamente, exige un tratamiento diferente. Antes tratábamos a todas las pacientes por igual, y se daba mucha toxicidad con la quimioterapia, que realmente no servía, no era eficaz. Queremos tratamientos eficaces y poco tóxicos», explica Ruiz.
Además, ha crecido la incorporación de tratamientos al margen de la quimioterapia. «El desarrollo de la investigación clínica está permitiendo la identificación de terapias basada en las características genómicas y moleculares del tumor de cada paciente, lo que contribuye a la reducción de toxicidades o efectos secundarios de algunos fármacos que empleamos. Los avances más recientes son las terapias dirigidas, con nuevos anticuerpos conjugados, que sirven tanto en pacientes de HER2 positivo, como en pacientes de cáncer triple negativo», expresa Ruiz.
Prevención eficaz
La Geicam hace hincapié en la prevención y la detección precoz de estos tumores, que mejora el pronóstico para las pacientes. «Los programas de screening están funcionando y hay planes en algunas comunidades autónomas de ampliarlos en rango de edad, eso va a permitir hacer el diagnóstico más pronto», sostiene Ruiz.
Esto es importante porque, como explica el experto, «mejorar los hábitos de vida hará que disminuyan factores de riesgo externos. Pero no podemos olvidar que hay factores de riesgo que están asociados a la propia idiosincrasia de la paciente, y no por controlar los factores externos de manera favorable se va a evitar el cáncer. Hablamos de situaciones personales no solamente hereditarias, sino de la genética de algunas pacientes».
Así, si bien el perfil típico en el cáncer de mama que se detecta en un cribado es el de «una mujer menopáusica con un tumor HER2 positivo, que son los más frecuentes y representan el 70 % de los cánceres de mama, hay un grupo de pacientes de menos de 35 años, que se asocian a tumores hereditarios. Hay un nuevo tratamiento dirigido para pacientes que tienen el gen BRCA», explica Ruiz.