Francisco González-Llanos, neurocirujano: «El primer síntoma del cáncer cerebral es el dolor de cabeza, pero no es una molestia cualquiera»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Francisco González-Llanos Fernández de la Mesa, elegido uno de los mejores médicos de España según Forbes.
Francisco González-Llanos Fernández de la Mesa, elegido uno de los mejores médicos de España según Forbes.

El doctor, nacido en Ferrol, acaba de ser incluido, por quinto año consecutivo, en la Lista Forbes de los médicos más destacados del país

09 mar 2023 . Actualizado a las 18:48 h.

El doctor Francisco González-Llanos Fernández de la Mesa se maneja en el cerebro como pez en el agua. Conoce cada uno de sus surcos. Dirige el Servicio de Neurocirugía en el Hospital Virgen de la Salud, en Toledo, que compagina con el ejercicio en el Hospital Quirónsalud Sur y en la MD Anderson Cancer Center Madrid. Sus especialidades se centran en la cirugía de columna lumbar, en la vascular cerebral, en la oncológica así como en la neuro-oncología. Ha participado en numerosos congresos, entre ellos, el Congreso Mundial de Neurocirugía del 2022. 

Natural de Ferrol y alumni de la Universidad Autónoma de Madrid, se licenció en Medicina y Cirugía con Sobresaliente en 1994. Pertenece a la Sociedad Española de Neurocirugía y a su Grupo Nacional de Investigación en Enfermedades Cerebrovasculares. Es miembro también de la Dandy Neurosurgical Society de St. Louis, Missouri, en Estados Unidos, así como del Congress of Neurological Surgeons. 

—¿Ser neurocirujano le persigue o tiene tiempo para descansar?

—Ocupa la mayor parte de nuestro tiempo. Eso es cierto. Lo que hay que hacer es buscar un equilibrio entre el trabajo y la familia.

—De todas las veces que ha entrado a quirófano, ¿existe alguna que le haya dejado huella?

—Cada año opero unos mil casos, más o menos. La mayoría de los casos no los recordamos porque, por estadística pura, van bien. Así que nuestro cerebro va saltando al siguiente. Por desgracia, recuerdas los que van mal, que son los que más marcan tu carrera. Para mí, como neurocirujano, si algo marcó mi carrera desde el punto de vista quirúrgico fue el 21 de diciembre de 1999, cuando hice mi primer bypass intracraneal, que fuimos pioneros en España. Por aquel entonces tenía 29 años. Ese día marcó un antes y un después. 

—Era muy joven, ¿no? 

—Sí. Lo hice porque tenía soporte de un cirujano mayor, con más experiencia. Los neurocirujanos nos diferenciamos por los conocimientos técnicos, anatómicos y por la experiencia. No es una carrera a corto plazo. Es decir, con 29 años podía hacer esa técnica, pero no podía hacer con la misma solvencia prácticamente nada de lo que hago ahora. En Toledo, por ejemplo, entrenamos a residentes todos los años y ya puedes intuir si alguien va a ser bueno. Pero decir que dominas algo cuando eres muy joven es arriesgado porque no es así. 

—¿Qué ofrece esa técnica?

—Cuando tenemos que sacrificar un vaso de sangre en el cerebro, ya sea por un aneurisma intracerebral o pacientes en situaciones de isquemia, tienes que revascularizar, que es llevar un vaso de una arteria externa hacia el interior del cerebro. Hay varias generaciones de bypasses y desde el principio me preparé para hacerlo. No es lógicamente lo que más hago, porque son casos raros, pero todo mi equipo y yo nos estamos preparando para ello. Eso ha marcado el resto de intervenciones, porque para hacer esa técnica, tienes que tener un grado de excelencia y de conocimientos anatómicos y fisiológicos que después te permiten ser mejor en el resto de cirugías cerebrales y de columna vertebral. 

—¿Cómo describiría un cerebro? Poca gente lo ve en directo. 

—El cerebro es un órgano que está separado del resto del cuerpo por una muralla, la llamada barrera hematoencefálica. Esto permite que determinadas moléculas en la sangre no puedan pasar. Es muy bonito, la verdad. Está rodeado por el líquido cefalorraquídeo, que es como el agua de mar más cristalina que hayas visto en tu vida. Tiene muchos corredores para trabajar, porque está plegado de surcos. Hay unos más grandes que otros y algunos son auténticas autopistas que nos permiten llegar muy rápido a ciertos lugares. Cuando hacemos una cirugía, tratamos de hacerla lo más precisa posible para dejarlo mejor de lo que estaba. Todas las intervenciones que hacemos, tanto la vascular, de aneurismas, malformaciones o de tumores, las hacemos con el principio de meternos en la lesión y que el órgano no se entere de que hemos estado por ahí. 

—¿Es posible llegar a cualquier punto?

—Sí, a prácticamente todos. Conforme han mejorado las técnicas de imagen, de planificación, el material quirúrgico o los microscopios, las asistencias que tenemos en el quirófano con robots nos permiten llegar a todas partes. También depende de lo que quieras hacer. Si se trata de estimular, como ocurre en la cirugía de párkinson, se pueden alcanzar zonas muy profundas, como los ganglios de la base. Sin embargo, existen otras áreas más complicadas, sobre todo, el tronco cerebral. Esta es una de las zonas a las que más me dedico. No se puede hacer de todo, porque no siempre se asegura no hacerle daño al paciente. En eso hemos ido evolucionando en los últimos años, en la posibilidad de tratar cada vez más patologías del tronco cerebral, aunque quedan cosas por hacer. Creo que en el futuro habrá algunas patologías que ya no tengamos que operar, porque se habrán desarrollado terapias génicas o inmunológicas que nos permitan prevenirlas. Pero de momento, es uno de los caballos de batalla de la neurocirugía.  

—Los aneurismas afectan a un 3 % de la población. Si se rompen, suponen una enorme amenaza, ¿por qué?

—Los aneurismas son defectos, dilataciones, de las paredes de las arterias. No solo se dan en las cerebrales. De hecho, los más grandes, que los pueden tratar los cirujanos vasculares y, a veces, los cardiovasculares, se dan en la aorta, en arterias de más tamaño. Dentro del cerebro son un desafío, porque sus arterias tienen las paredes más finas. Son mucho más delicadas y bastante propensas al sangrado. Es cierto que tener un aneurisma en sí no implica que se vaya a romper, pero cuando lo hacen, al estar en el espacio subaracnoide situado en las meninges, se produce una hemorragia subaracnoidea, que es un cuadro muy dramático. Aproximadamente, un tercio de los pacientes que lo sufren se mueren. Es más, un 10 % no llega al hospital. Otro 30 % se recupera, pero no lo suficiente como para volver a su actividad normal, y el otro 30 sí se recupera. Optimizar el tratamiento de este cuadro clínico supone darle guardia 24 horas al día, durante todo el año, porque el resultado y el pronóstico se relaciona con el tratamiento precoz. Según se ha roto, lo operamos en las primeras 24 horas. La parte buena es que con las técnicas de imagen que hay los podemos detectar sin sangrar. En este punto, el porcentaje de complicaciones es muy bajo. 

—Una de sus especialidades es la cirugía oncológica del Sistema Nervioso Central, ¿qué síntomas suele dar un tumor cerebral?

—Lo primero que causan es el dolor de cabeza. Suelen acompañarse de otros síntomas que varían en función del tamaño y de la localización. Pero son muy claros cuando aparecen, porque no es un dolor de cabeza normal y son síntomas de presión intracraneal grave, como náuseas, vómitos o pérdida de consciencia. Hay que estar tranquilos, porque con una resonancia magnética se puede ver, prácticamente, todo tumor. Son fácilmente reconocibles. 

—¿Qué es lo más complicado de extraer un tumor de esta zona?

—Los tumores más complicados, desde el punto de vista quirúrgico, son aquellos que están situados en estructuras profundas y encefálicas, en el tronco del encéfalo o en la base del cráneo. Pero hay que diferenciar el que es difícil de quitar del que es difícil de curar. Desgraciadamente, muchos de los tumores primarios del cerebro son malos. Entonces, la cirugía solo es parte del tratamiento, también hay radioterapia y quimioterapia. En estos tumores de alto grado, hoy en día, solo se consigue alargar la esperanza de vida de los pacientes, dando tratamientos paliativos, no curativos. Ese es otro de los caballos de la neurocirugía y no es un camino quirúrgico, porque las técnicas han evolucionado muchísimo.

Francisco González-Llanos Fernández de la Mesa, elegido uno de los mejores médicos de España según Forbes.
Francisco González-Llanos Fernández de la Mesa, elegido uno de los mejores médicos de España según Forbes.

—¿Son siempre operables?

—No siempre. Tenemos que poner en una balanza los beneficios y los riesgos, de manera que en aquellos casos en los que los beneficios superan bastante a los riesgos, decidimos operar. Si están a un mismo nivel, más o menos, no lo hacemos. Básicamente, se intervienen todos aquellos tumores benignos que están dando clínica al paciente y que suponen un riesgo. Los benignos que son pequeños o asintomáticos no los operamos. 

—¿Qué complicaciones neurológicas puede provocar el cáncer cerebral?

—Ahora mismo los tumores cerebrales primarios son un problema no demasiado frecuente, si los comparamos con los cánceres de mama o pulmón, pero con el aumento de la esperanza de vida, se están viendo más. El problema que presentan es que, si bien la cirugía ayuda mucho, todavía son cánceres que precisan tratamientos oncológicos. A día de hoy no los podemos curar. Sin embargo, hay tumores benignos, como los de la base de cráneo, que hasta hace poco eran fatales para los pacientes, en los que estamos teniendo unos resultados muy buenos, mucho mejores que hace 15 o 20 años. En ello debemos seguir mejorando los neurocirujanos. Lograr marcar la diferencia en tumores que tengan opción de curación y tratar de quitar esos tumores con pocas secuelas. El problema añadido de los tumores en el sistema nervioso central, y en el cerebro en concreto, es que todas las complicaciones que pueden surgir en la cirugía suponen una afectación neurológica del paciente. Estas pueden ser problemas de lenguaje como función superior (entender lo que nos dicen, construir un lenguaje y hablar), mover las extremidades, sentir, ver, poder oler u oír. Todo eso es lo que nosotros tratamos de preservar. Ahora tenemos más experiencia y muchas técnicas en quirófano para ello. Todos los enfermos van al quirófano con un control estricto neurofisiológico, estamos controlando la visión, la función auditiva, la motora, la sensitiva y, a veces, operamos a los pacientes despiertos para monitorizar el lenguaje. 

—Por último, y para tratar de abarcar todas sus áreas de trabajo, me gustaría hablar de la columna vertebral. A partir de una determinada edad, las personas tienen más propensión a tener fracturas vertebrales por compresión. ¿Por qué se producen?

—Así es. Vivir más supone más patología degenerativa de la columna. A todo el mundo, a medida que cumplimos años, nos duele la espalda en algún momento. Este dolor es la segunda causa de baja laboral, después del catarro común. Es un problema muy importante. Muchas veces la patología es degenerativa, un desgaste normal. Hasta los 25 años crecemos, más o menos, y a partir de entonces empezamos, por desgaste, a degenerar. Pero en las mujeres, desde la menopausia, se produce el fenómeno de la osteoporosis, lo que causa una falta de mineralización de la columna. Estamos viendo muchas fracturas por compresión en pacientes con mala mineralización del hueso, en pacientes de osteoporosis. Hace 20 años se trataba con inmovilización durante mucho tiempo y con corsés. Pero el reposo, en pacientes muy mayores, era algo fatal y en algunas ocasiones llegaban a fallecer al estar encamados. Hoy en día, se soluciona con una cirugía muy poco invasiva, anestesia local y algo de sedación. Como dices, la patología de columna es cada vez más frecuente en todos los países y paralelamente se está convirtiendo en un porcentaje más importante del trabajo de los neurocirujanos. Del total, la columna ocupa el 60 % de los servicios de neurocirugía y el 40 % restante, el cerebro. 

—¿Hay forma de cuidar la columna en materia de prevención?

—Se cuida igual que el resto del cuerpo, pero tiene una parte mecánica. Hay que tratar de evitar los sobreesfuerzos, el cargar peso de forma exagerada y no poner la columna en posiciones extremas. Hay que hacer un ejercicio moderado, llevar una alimentación sana, controles médicos y no fumar. El hábito tabáquico, no estar en forma y tener una mala alimentación es malo para la columna. Luego, a partir de una edad, especialmente en mujeres, sería recomendable hacer revisiones para ver el grado de mineralización y así evitar las fracturas. 

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.