¿Qué es la Helicobacter Pylori? Así se descubrió la bacteria con la que está infectada el 50 % de la población mundial

Roi Ribera Sánchez
Roi Ribera Sánchez LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

El helicobacter pylori es una de las bacterias más famosas del mundo.
El helicobacter pylori es una de las bacterias más famosas del mundo. La Voz de la Salud

Pese a ser uno de los patógenos más conocidos por la comunidad científica, su relación con el cáncer de estómago todavía la sigue convirtiendo en objeto de estudio

08 ene 2023 . Actualizado a las 16:22 h.

Una línea azul. Eso fue lo que el patólogo australiano Robin Warren, en 1979, acertó a distinguir con su microscopio en una más de entre tantas biopsias de estómago que había analizado hasta la fecha. Tras varias tinciones y aumentos de objetivo, lograba visualizar que sobre las células gástricas se depositaban unas pequeñas bacterias con forma de espiral, similares a las del género campylobacter, que se acabarían denominando Helicobacter Pylori (HP), y que a la postre se identificarían como la principal causa de úlcera gástrica y duodenal en el mundo, así como las responsables de una cantidad importante de cánceres gástricos.

Durante los meses siguientes pudo comprobar cómo esta bacteria estaba presente en casi todos las muestras de estómago inflamadas. Esto venía a reforzar la teoría en la que trabajaba: que existía una asociación entre la gastritis y la helicobacter pylori y que, por tanto,su origen era probablemente infeccioso. Esto no era un razonamiento exento de polémica. En esa época, defender que una bacteria podría crecer en un medio ácido como el del estómago convertía a Warren una especie de Galileo entre terraplanistas, generándole una aureola de extravagancia en el gremio y otorgando muy poca credibilidad a sus primeros hallazgos.

Entonces, apareció Barry Marshall, un joven y entusiasta médico de 31 años que se unió a Warren como investigador para completar su programa de especialización. A diferencia de su mentor, Marshall poseía un sentido práctico y la habilidad social suficiente para poner en marcha los primeros ensayos clínicos que lograrían aislar esta bacteria en un cultivo y probar el tratamiento con antibióticos en pacientes con úlceras gástricas y duodenales infectados. Los resultados iniciales fueros dispares y poco concluyentes y, de nuevo, apenas valorados por la comunidad científica. Sin embargo, se comenzaba a comprobar que un número importante de pacientes sí respondían tras un ciclo de antibióticos, por lo que Warren y Marshall no se desanimaron.

El joven Marshall, convencido de sus hallazgos, quiso demostrar en su propio cuerpo su teoría. Hacer entender a la comunidad científica los requisitos que validan la existencia de un patógeno y una enfermedad, conocidos como los postulados de Koch. Para ello, pidió a su jefe que le realizase una gastroscopia con biopsias que demostrasen que estaba sano. Días después, se autoinoculó un cultivo de un paciente infectado por esta bacteria. Tras siete días, comenzó con náuseas y vómitos, demostrándose en una segunda gastroscopia que la infección se había reproducido en su organismo. Finalmente, tras someterse a un tratamiento combinado de dos antibióticos durante dos semanas, sus síntomas remitieron. En una tercera gastroscopia, comprobó que la bacteria había desaparecido, cumpliendo con cada uno de los mencionados postulados.

Poco a poco, los resultados de sus ensayos empiezan a refinarse y a ser más concluyentes, por lo que una de las revistas científicas más influyentes del mundo, The Lancet, decidió publicar un artículo, que se convertiría en uno de los más citados en las revistas de medicina. Curiosamente, Warren y Marshall enviarían sus hallazgos por separado a la revista, atribuyéndose cada uno la autoría principal del descubrimiento. Warren defendía que había sido el primero en observar la bacteria; Marshall, que había sido el que había comandado los ensayos clínicos, destapando una clara lucha de egos entre ambos. Y no era para menos, ya que a raíz de este descubrimiento, ambos recibirían en el año 2005 el premio Nobel de medicina.

¿Por qué ha sido tan relevante el hallazgo de esta bacteria?

Para poner en contexto la importancia del descubrimiento del helicobacter pylori, lo primero que se debe resaltar es su frecuencia. Se estima que alrededor del 50% de la población mundial está infectada por esta bacteria, llegado a cifras del 80% en países de bajos recursos, afectando a cualquier edad, raza o sexo y siendo la causa más frecuente de infección crónica bacteriana en el ser humano.

¿Qué síntomas causa?

Su principal característica es la capacidad de unirse a las células de nuestro estómago, favoreciendo la inflamación. Dicho de otra forma, desencadenando gastritis. Si bien esto no sucede en todos los casos, esta inflamación crónica podrá ir generando una serie de cambios en las células gástricas que, a largo plazo, deriven en la aparición de síntomas tan frecuentes como la hinchazón abdominal, la pesadez tras las comidas, náuseas o incluso alteraciones en el hábito deposicional.

Con el tiempo, esta gastritis crónica puede evolucionar hacia una atrofia severa de la mucosa gástrica, que a su vez favorezca el desarrollo entidades más importantes, siendo la primera causa del desarrollo de úlceras en el mundo, tanto de estómago como de duodeno. Estas tienen un amplio potencial de complicaciones graves que puedan comprometer la vida de los pacientes, como la aparición de hemorragias digestivas o de perforaciones.

Sin embargo, la principal preocupación en torno a esta bacteria es que este daño crónico de las células gástricas puede generar una cascada de cambios y proliferación celular con potencial carcinogénico. Es decir, puede propiciar la aparición de distintos tipos de cáncer de estómago. La Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) y otras sociedades de prestigio estiman que en torno a un 40-80% de los cánceres gástricos son atribuibles a la infección por helicobacter pylori, lo que supone al menos unos 350.000 casos anuales en todo el mundo. A pesar de estos números, poniendo en contexto la enorme cantidad de personas infectadas, realmente solo una muy pequeña parte de los pacientes portadores de helicobacter pylori desarrollarán una entidad maligna, en la que probablemente otros factores de riesgo también jueguen un papel importante.

¿Cómo se transmite esta bacteria?

A pesar del gran conocimiento sobre esta bacteria en las últimas décadas, esta pregunta permanece sin resolverse. Si bien la transmisión persona a persona parece la ruta más probable, todavía debe confirmarse, siendo la forma oral-oral o fecal-oral los mecanismos más plausibles. También hay estudios que pueden relacionar esta transmisión a través de algunos animales, como los gatos. Además, se han detectado aguas contaminadas por esta bacteria, especialmente en países en desarrollo, siendo uno de los posibles motivos por el que estas regiones tengan más prevalencia de esta infección.

¿Cómo se diagnostica la bacteria Helicobacter Pylori?

Ante la gran cantidad de personas infectadas por Helicobacter Pylori, parece lógico plantearse la posibilidad de testar a toda la población en la búsqueda de esta bacteria. Sin embargo, y a pesar de que es un motivo de debate en la comunidad científica, lo cierto es que una gran parte de los portadores de esta bacteria no desarrollarán complicaciones relevantes a lo largo de su vida. Testar a individuos completamente asintomáticos para tratar de disminuir el desarrollo de complicaciones futuras no tiene una evidencia clara hoy en día. A ello habría que sumar los posibles inconvenientes asociados al tratamiento de la infección, ya sea en forma de efectos secundarios de los fármacos —el desarrollo de resistencias a los antibióticos por su uso masivo— así como aspectos económicos. Por tanto, las recomendaciones actuales en cuanto al diagnóstico del helicobacter pylori van más encaminadas a pacientes sintomáticos o con alto riesgo de cáncer gástrico, ya sea por antecedentes familiares o por ser originarios de regiones con altas tasas de esta enfermedad.

Para su diagnóstico existen varias opciones, bien por métodos directos, mediante una endoscopia que biopsie directamente la mucosa gástrica, o por métodos indirectos, menos invasivos y costosos manteniendo una alta precisión, como el test del aliento, consistente en medir la cantidad de ureasa exhalada que típicamente produce esta bacteria; o el test de antígeno en heces, capaz de detectar la presencia de helicobacter pylori con una simple muestra fecal. Si bien cada método tienes sus peculiaridades, ventajas y desventajas, podemos ver que en la actualidad existe una amplia gama de posibilidades para su detección.

¿Cuál es el tratamiento?

Uno de los primeros inconvenientes que se encontraron Warren y Marshall a la hora de abordar el tratamiento del helicobacter pylori, es que las pautas antibióticas que empleaban no lograban altas tasas de curación, especialmente cuando empleaban un solo fármaco. El motivo es que estamos ante un microorganismo que posee unas características que lo hacen especialmente difícil de erradicar, lo cuál puede parecer lógico ante una bacteria capaz de prosperar en un entorno tan infernal como el del ácido gástrico. A esto se le suma una capacidad de mutación alta, así como el uso indiscriminado de antibióticos, que ha provocado que se hayan desarrollado cepas con altos niveles de resistencia a muchos de ellos.

Afortunadamente, hoy contamos con pautas farmacológicas de 10 a 14 días de tratamiento capaces de curar, en un primer intento, a más del 90% de los casos. Están basadas en la combinación de, al menos dos o tres antibióticos, junto con fármacos inhibidores de la secreción de ácido gástrico como el Omeprazol. Incluso en algunos tipos iniciales de cáncer gástrico secundario HP, como el linfoma MALT, estas pautas pueden lograr la remisión del proceso maligno sin necesidad de otro tipo de tratamiento a mayores. Sin embargo, aunque con un perfil de seguridad alto, son pautas potentes con posibles efectos secundarios, especialmente de tipo gastrointestinal, al generar una más que probable alteración de la microbiota intestinal. Por este motivo, el uso de probióticos tras el tratamiento del helicobacter pylori puede ser beneficioso en muchos pacientes que han presentado estos síntomas.

Concluyendo, la historia del descubrimiento del Helicobacter Pylori muestra uno de esos ejemplos en los que la perseverancia, a pesar de ir a contracorriente de toda una comunidad científica, a veces puede acabar rompiendo los esquemas establecidos. Parafraseando al propio Dr. Marshall, justificándose ante su mujer después de beberse los cultivo infectados por helicobacter pylori, «a veces es mejor disculparse, que pedir permiso».

Roi Ribera Sánchez
Roi Ribera Sánchez
Roi Ribera Sánchez

Nacido en 1988, Roi Ribera es licenciado en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela. Especializado primero en Nefrologia en A Coruña y actualmente en Aparato Digestivo en el Hospital Son Llátzer de Mallorca. Interesado en acercar la medicina de una forma amena.

Nacido en 1988, Roi Ribera es licenciado en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela. Especializado primero en Nefrologia en A Coruña y actualmente en Aparato Digestivo en el Hospital Son Llátzer de Mallorca. Interesado en acercar la medicina de una forma amena.