Cuando tragar se convierte en una completa odisea: así es la disfagia

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

La disfagia es la dificultad que presenta una persona paa tragar alimentos sólidos, líquidos, fármacos e incluso su propia saliva.
La disfagia es la dificultad que presenta una persona paa tragar alimentos sólidos, líquidos, fármacos e incluso su propia saliva. La Voz de la Salud

En el Día Mundial de la Disfagia, desgranamos esta condición que afecta a dos millones de personas en España

12 dic 2022 . Actualizado a las 18:59 h.

Arcadas, tos, ahogamiento. Es lo que sienten las personas que padecen disfagia, una condición médica que causa dificultad e incluso imposibilidad absoluta en el momento de tragar agua, alimentos, pastillas o su propia saliva. El proceso deglutorio se convierte en toda una odisea y en los casos graves, obliga a buscar vías alternativas para no llegar a un estado de deshidratación o desnutrición. 

Unas complicaciones que se suelen relacionar con personas mayores, pero no siempre tiene por qué ser así. «La disfagia es más frecuente entre mayores, pero cualquier persona joven puede padecerla. Cualquier paciente que está cinco días sin alimentarse por vía oral es posible que pueda tener una disfagia orofaríngea», asegura la doctora Magdalena Pérez, vocal de la comisión de laringología, voz, foniatría y deglución de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC). Así, cualquier persona que haya sufrido una cirugía de cabeza y cuello, una enfermedad oncológica o neurodegenerativa como párkinson o esclerosis múltiple, pueden sufrirla. «Incluso se puede dar en edad pediátrica», precisa. 

Causas que pueden provocar una disfagia 

Teniendo en cuenta que para tragar alimentos son necesarios alrededor de 50 pares de músculos y nervios, las causas detrás de un caso de disfagia son muy variadas. Se pueden identificar tres factores: «Por un lado está la parte estructural en la que fundamentalmente hay una cirugía, un acto que altera el tracto aerodigestivo superior por un problema puramente mecánico. En un segundo lugar, nos encontramos a los pacientes que tienen una enfermedad neurológica que produce una alteración de la fuerza o de la coordinación de la deglución; y en tercer lugar, pacientes que tienen una enfermedad crónica, aguda o grave que hace que estén varios días sin poder comer provocando una atrofia del sistema de deglución». 

«Es relativamente frecuente también en los niños prematuros porque no tienen bien maduro todavía el proceso. Son niños con problemas para succionar y para coger el pecho. También hay determinadas patologías que generan dificultades o retrasos en la adquisición de las habilidades de deglución a lo largo del crecimiento», apunta Paola Díaz, presidenta de la Sociedad de Rehabilitación Foniátrica (Sorefon), filial de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (Sermef). 

De esta forma, también se podría hablar de diferentes tipos de disfagia. 

  • Disfagia orofaríngea. Se dificulta el paso de alimentos sólidos y líquidos desde el primer momento del proceso deglutorio. 
  • Disfagia esofágica. Los alimentos sólidos o líquidos llegan hasta la faringe, pero cuando bajan por el esófago empiezan las complicaciones. 

De catarros recurrentes a fiebre: los síntomas de la disfagia 

Pérez recalca que los síntomas de disfagia pueden ser muy sutiles: «Entre los síntomas más habituales se encuentran la pérdida de peso, el babeo a la hora de comer, expulsar demasiada saliva, la tos o el carraspeo mientras se come, la fiebre por la tarde, la sensación de residuo en la garganta que no se puede arrastrar a la hora de comer. También puede haber alteraciones de la voz durante la comida». Otro de los posibles signos que pueden indicar que una persona sufre disfagia, según la doctora, es sufrir catarros a menudo o neumonías. 

«La mayoría de los pacientes acuden derivados a una consulta especializada de otorrinolaringólogo desde otras especialidades. Generalmente es a otro médico al que el paciente acude por cuadros de repetición, pérdida de peso y dentro del estudio de esas patologías el médico sospecha que puede existir una disfagia orofaríngea», comenta la doctora sobre los signos de alerta. A veces, es la propia familia la que ve como el el paciente está tosiendo permanentemente mientras come, y consulta por esa tos: «Podríamos decir que la tos, la pérdida de peso y las infecciones respiratorias de repetición son los motivos más frecuentes de consulta». 

En los niños pequeños, la alarma la dan los padres. «Se quejan de que el niño tose mucho o incluso vomita la comida, porque su mecanismo de defensa es intentar echarlo como pueda. Incluso te rechazan la comida. Cuando ven aparecer la cuchara o el biberón empiezan a llorar mucho, cierran la boca y no hay quien se la abra para meterle la comida. Lo que nos está diciendo el niño es que le tiene miedo y pavor al momento de la alimentación», explica la doctora Díaz. 

Síntomas de disfagia

  • Dificultad para tragar alimentos sólidos y líquidos
  • Tos y asfixia durante las comidas (disfagia orofaríngea)
  • Acidez severa y vómitos (disfagia esofágica)
  • Sensación de que los alimentos que se ingieren quedan pegados a la zona de la garganta y el pecho
  • Pérdida de peso
  • Rechazo de alimentos y tensión corporal a la hora de comer (en el caso de los niños)

Complicaciones: la posible espiral del deterioro físico

«Cuando la disfagia se da en adultos, sobre todo lo que notamos es un cuadro de deshidratación porque los pacientes lo que van modificando es la dieta de forma inconsciente. Van tomando menos cantidades y limitando el tipo de alimento que toman. Lo van adaptando a lo que menos atragantamiento le da o lo que menos se les queda pegado», comenta Díaz. 

La vocal de la SEORL-CCC considera que las complicaciones se pueden dividir en dos tipos. Por un lado, posibles problemas de seguridad, es decir, «el alimento en vez de ir correctamente hacia la vía digestiva, va hacia el pulmón. El paciente suele tener neumonías, catarros de repetición que van poco a poco deteriorando su estado físico, va produciendo ingresos y poco a poco mermando su calidad de vida».

Y por el otro, las posibles alteraciones que van asociadas a esa pérdida de eficacia. Es decir, aunque el alimento no vaya hacia la vía respiratoria, tampoco se transporta de una una manera eficaz hacia la vía digestiva: «Por ejemplo, si yo tengo que tragar muchas veces para ingerir algo me cansaré antes a la hora de comer y no comeré lo suficiente para nutrirme. Esto empeora su estado físico y la disfagia favoreciendo la aparición de neumonías y problemas de seguridad. Puede llevar a una espiral de deterioro físico que puede producir la muerte». 

No siempre se puede curar, pero sí mejorar la calidad de vida

La disfagia se puede curar, si bien desgraciadamente, no en todos los casos. «A veces sí, como por ejemplo aquellos pacientes que han tenido un ingreso prolongado en uci. Pero hay disfagias asociadas a enfermedades degenerativas que no se van a poder solucionar porque no se puede curar la patología de base que es la que la produce», apunta Pérez. «Lo que sí se puede es que, al tratar la disfagia, se mejore la calidad de vida de ellos, conseguir un estado deglutorio más sano y que su empeoramiento sea un poco más lento», añade. Se mejora la calidad de vida y se reducen los ingresos hospitalarios. 

En cualquier caso, lo más importante es llevar a cabo un adecuado diagnóstico, definir cuál es el problema que deriva en esa disfagia. Una vez localizado, el abordaje es multidisciplinar. La médico rehabilitadora indica que «se intenta ir abordando según la descripción técnica que se hubiese hecho a nivel diagnóstico, es un trabajo individualizado según el paciente». Existe una parte de adaptación de la dieta, valoraciones nutricionales o trabajo logopédico. 

Javier Bueno, logopeda en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo y vocal del Colegio Profesional de Logopedas de Galicia, considera que existen dos tipos de actuaciones con los pacientes que tienen disfagia. «Hay medidas compensatorias, con aquellos pacientes que tienen una dificultad o bien que no podemos abordar o que en un primer momento hay que buscar una solución.  La medida más conocida de este tipo son las alteraciones en la dieta, pero hay otras, como modificar la postura en el momento de tragar». 

Además, desde la logopedia también se puede intentar recuperar esa alteración. Así lo explica Bueno: «Que esa persona que tiene un problema para tragar pueda volver a hacerlo de una manera, por así decirlo, normal. Al final para tragar utilizamos músculos, y se puede conseguir que estos mejoren sus movimiento. Volver a tragar de manera segura». 

Este acompañamiento al paciente puede ser durante un período relativamente corto de tiempo, si se trata de un problema puntual, o más largo en el caso de enfermedades neurodegenerativas subyacentes. «Si tenemos un problema puntual, por ejemplo que se deriva al paciente por una intervención quirúrgica o una lesión en las cuerdas vocales, a veces sí que conseguimos relativamente rápido que esa persona pueda lograr su capacidad de tragar con normalidad. Pero en otros casos, necesitan un acompañamiento durante más tiempo. Sobre todo con enfermedades que sabemos que la deglución no va a mejorar, si no que puede que vaya empeorando».

«La disfagia tiene un efecto doble sobre la persona que la padece, además de su repercusión sobre la familia y cuidadores del paciente. La presencia de atragantamientos frecuentes, la necesidad de una adaptación de la dieta o de una vía alternativa de alimentación (sonda), la falta de disfrute de los alimentos y la reducción de la participación en actividades cotidianas como consecuencia de dichos síntomas puede conducir a aislamiento social que puede tener importantes consecuencias psicológicas para el individuo, sus cuidadores y su familia», remarca la doctora Díaz. 

Datos sobre la disfagia

  • Cerca del 90% de la población que sufre este trastorno no está diagnosticada ni correctamente tratada.
  • Aproximadamente el 30% de los ingresos hospitalarios asocia un trastorno de deglución, según apuntan desde la SERMEF.
  • «Casi un tercio de la población en edad avanzada padece disfagia orofaríngea, una patología en aumento debido al envejecimiento de la población ya que, entre otras cosas, se produce por una pérdida de masa muscular, y eso ocurre a partir de los 65 años», indica la doctora Magdalena Pérez. 
  • Concretamente, afecta entre el 16 y 30 % de los mayores de 65 años en nuestro país, lo que supone entre 1,5 y 2,8 millones de españoles en esa franja de edad que no ingieren los nutrientes necesarios para vivir. Además, es la primera causa de muerte en pacientes neurológicos y la tercera en personas mayores de 85 años, según apuntan desde la SEORL-CCC.

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.