¿Qué le pasa a Victoria Federica?: «Es necesario un control precoz de la apendicitis para evitar complicaciones como la peritonitis»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

El peritoneo es una membrana que recubre los órganos de la parte abdominal del cuerpo.
El peritoneo es una membrana que recubre los órganos de la parte abdominal del cuerpo. La Voz de la Salud

Actuar de inmediato es crucial para tener un buen pronóstico en esta enfermedad

10 feb 2023 . Actualizado a las 15:10 h.

Victoria Federica Marichalar y Borbón ha sido operada de urgencia por una apendicitis, aunque algunos medios hablan de peritonitis. Varios expertos nos dan las claves de estas patologías. 

La apendicitis es una inflamación del apéndice que produce un dolor abdominal y puede desencadenar infecciones que pongan en riesgo la vida del paciente. El tratamiento involucra generalmente la extirpación quirúrgica del apéndice, un órgano pequeño en forma de saco o cilindro que va unido al primer segmento del colon. Aunque se puede sufrir una apendicitis a cualquier edad, lo más frecuente es que ocurra entre los 10 y los 30 años.

«La apendicitis viene definida por la inflamación aguda del apéndice cecal, supone la emergencia quirúrgica más común y la primera causa de abdomen agudo quirúrgico», apunta la doctora Rebeca González, coordinadora del Grupo de Trabajo de Hemorragia y Patología Digestiva de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) y urgencióloga en Hospital Universitario Severo Ochoa (Madrid).

Cuando hay apendicitis, es crucial actuar de manera inmediata, ya que, si el cuadro se complica, se puede producir una infección en todo el abdomen. «Se trata de una urgencia médica», subraya María Isabel Gutiérrez Pérez, médico de Familia y coordinadora del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC). Por esta razón, conocer los síntomas de apendicitis y poder detectarlos de forma rápida es fundamental, no solo para el personal sanitario, sino para la población en general, para los pacientes.

Qué es el apéndice

El apéndice es un órgano considerado vestigial. Esto quiere decir que, a lo largo de la evolución, ha perdido las funciones que en algún momento cumplía, transformándose en una especie de órgano obsoleto. Aunque el estudio de otros mamíferos sugiere que, antiguamente, el apéndice servía para alojar bacterias que se encargaban de colaborar en la digestión de hojas de árboles, hace ya tiempo que estas hojas dejaron de formar parte de la alimentación humana.

En cuanto a su función actual, algunas investigaciones concluyen que el apéndice podría tener un papel en el funcionamiento del sistema inmune. Esto se infiere a partir del hecho de que el apéndice es rico en tejido linfoide, una red de fibras de colágeno que contiene linfocitos, células plasmáticas y macrófagos, es decir: células del sistema inmune. Un estudio publicado en el 2018 en Seminars in Immunology también ha hallado que el apéndice es una gran reserva de microbiota. Por último, se ha asociado la apendectomía con el desarrollo de ciertas patologías inflamatorias, tales como la Enfermedad de Crohn.

Síntomas de apendicitis

Aunque el dolor abdominal agudo siempre puede ser motivo de sospecha, la realidad de la apendicitis es más compleja de lo que podría parecer a simple vista. «El diagnóstico es clínico y no resulta sencillo. El dolor asociado a la apendicitis afecta física y emocionalmente al paciente, generando altos niveles de ansiedad. Por ello, es necesario el control temprano de los mismos, que permita realizar un diagnóstico y tratamiento precoz, que evite complicaciones como la peritonitis o el absceso», explica Gutiérrez.

Los síntomas, señala Gutiérrez, «suelen variar y puede ser difícil de detectar la apendicitis en niños pequeños, ancianos y mujeres embarazadas». Sin embargo, estamos en condiciones de sospechar de una inflamación del apéndice cuando encontramos ciertas señales: «Al principio, dolor alrededor del ombligo, que puede manifestarse de leve a moderado o grave, según la evolución clínica. Después a las 12 o 14 horas, el dolor suele localizarse sobre el apéndice. Suele ser un dolor continuo y progresivo. También se puede presentar rigidez de la pared del abdomen, falta de apetito, náuseas, vómitos, diarrea o estreñimiento, acumulo y expulsión de gases, escalofríos y fiebre baja. Puede empeorar al caminar, toser o hacer movimientos bruscos. Si el apéndice se perfora, el dolor abdominal suele ser más intenso y se eleva la temperatura por encima de los 38ºC», enumera Gutiérrez. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todas las personas con apendicitis tienen estos síntomas.

Los síntomas clásicos de apendicitis aguda son:

  • Dolor abdominal. Es el síntoma fundamental. Inicialmente puede aparecer en la zona inferior del abdomen o cerca del ombligo. El dolor aparece generalmente de forma brusca, es persistente y dura unas 6 horas, tras las cuales pasa a localizarse del lado derecho del abdomen, en la fosa ilíaca derecha (FID).
  • Náuseas, vómitos o pérdida de apetito.
  • Fiebre o febrícula.

La apendicitis aguda puede también presentarse de forma atípica, y la sintomatología variará en función de la localización del apéndice en el cuerpo.

Causas

En lo que refiere a las causas que llevan a una apendicitis, nada está del todo claro. «Existen varias teorías que intentan explicar la patología. La más aceptada describe una fase de obstrucción de la luz apendicular por un fecalito, hiperplasia linfoide o impactación fecal, generando distensión luminal y aumento de presión local. El incremento de la presión conlleva obstrucción de flujo venoso y linfático, que ocasiona dilatación del apéndice, mayor proliferación bacteriana, isquemia y, si no se trata, necrosis y perforación», explica González.

Aunque se sabe que existen numerosos factores que desencadenan o se asocian a la apendicitis, las causas específicas permanecen ocultas. «No existe una causa clara que lo justifique», dice Gutiérrez. Se sabe únicamente que el origen de la apendicitis está en una obstrucción de la salida del apéndice al colon, por heces, parásitos, un tumor u otros componentes, lo que ocasiona su inflamación y aumenta el riesgo de infecciones y rupturas.

Prevención

Actualmente existen diferentes teorías que se enfocan en estudiar los factores infecciosos, genéticos y ambientales que contribuyen al desarrollo de la enfermedad. Mientras tanto, es poco lo que se puede hacer en términos de prevención, si bien la dieta mediterránea podría ser útil. «Es rica en fibra, con verduras, frutas, cereales integrales. Estos alimentos favorecen el tránsito intestinal. Existen evidencias de que la prevalencia de apendicitis es menor en personas con dietas ricas en fibra», observa Gutiérrez. «Además, se aconseja evitar el estrés y descansar adecuadamente. Por último, el tratamiento precoz con antibióticos durante la apendicitis puede evitar que la enfermedad se agrave», apunta.

Lo que sí queda claro es que hay una etapa de la vida en la que la enfermedad es más frecuente, por lo que vale la pena vigilar más de cerca cualquier síntoma que pueda indicar una inflamación del apéndice. «La apendicitis aguda puede afectar en todas las edades. La máxima incidencia tiene lugar entre la pubertad y la treintena. Afecta más a los hombres, con una proporción general de aproximadamente 2:1», aclara González. Gutiérrez señala que el embarazo también es un momento de riesgo aumentado para sufrir una apendicitis, «siendo la causa más frecuente de abdomen agudo de causa no obstétrica durante la gestación».

Cómo actuar frente a los signos

Lo principal es acudir al médico ante cualquier síntoma que permita sospechar de una apendicitis. El tiempo es crucial cuando se trata de evitar que la inflamación del apéndice derive en una perforación y cause una infección en el abdomen, o peritonitis, poniendo en riesgo la vida del paciente. Para que esto no ocurra, la apendicitis debe ser tratada de manera inmediata.

¿Qué es la peritonitis?

Según el documento Peritonitis y otras infecciones intraabdominales de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciones y Microbiología Clínica, «la peritonitis es una inflamación de la cavidad peritoneal como consecuencia a una infección, traumatismo o irritantes químicos como la bilis, el jugo pancreáticos o los jugos intestinales». Por su parte, el peritoneo es una membrana que recubre la pared interna del abdomen, cuya función es la de envolver y proteger los órganos que se alojan en él. 

Por lo general, la peritonitis se presenta de forma aguda, y puede estar localizada o difusa. Habitualmente, requiere cirugía urgente para tratar tanto la propia infección, como su causa. 

Existen tres tipos dependiendo de su origen: 

  • Primaria o espontánea, la cual no está relacionada con ningún foco intraabdominal o perforación del tubo digestivo. Se considera poco frecuente, pues representa entre el 1 y 2 % de los casos. 
  • La secundaria que suele aparecer tras una complicación intraabdominal como una perforación gástrica, una apendicitis o una contaminación quirúrgica. 
  • Y la terciaria, que aparece en pacientes postoperados con una peritonitis secundaria, que no responde al tratamiento y que presenta fallo multiorgánico o sepsis. 

Las causas más frecuentes de la peritonitis son la apendicitis y las perforaciones secundarias a una diverticulitis aguda del colon, úlceras gástricas o vesícula biliar gangrenosa, entre otras. 

«Si presenta dolor en la porción inferior derecha del vientre u otros síntomas de apendicitis solicite ayuda médica de inmediato. No utilice tratamientos para aliviar los síntomas como laxantes, enemas o remedios caseros. Informe al médico del tipo de dolor que presenta y aporte información personal como, por ejemplo, antecedentes, cambios en su vida, situaciones de estrés, medicamentos o suplementos que tome», aconseja Gutiérrez.

En la consulta médica, «el diagnóstico no es fácil de realizar, pues estos síntomas pueden ser debidos a otras enfermedades. El médico puede realizar pruebas como la exploración completa con evaluación del dolor, un análisis de sangre y orina que permita detectar signos de infección y pruebas de imagen como radiografía, ecografía, TAC, o resonancia (RM) para confirmar el diagnóstico», explica Gutiérrez.

Una vez confirmada la apendicitis, se prepara al paciente para la extirpación del apéndice, o apendectomía, que es la única vía para tratar la enfermedad. «Se puede realizar con una intervención abierta o con una laparoscopia, en la que el apéndice se extrae con un tubo delgado llamado laparoscopio a través de incisiones pequeñas en el abdomen. Se prefiere, generalmente, esta última opción siempre que sea posible, al ser menos invasiva y con tiempos de recuperación más cortos que la cirugía abierta. Después de la cirugía se tomará antibióticos para prevenir la infección y si se rompe antes de la intervención, el tratamiento con antibióticos se prolongara por más tiempo.

Apendectomía laparoscópica

Se realizan tres incisiones pequeñas en el abdomen. A través de una de ellas, se inserta un tubo que permite inflar el abdomen con bióxido de carbono, para encontrar el apéndice con facilidad. A través de otro tubo, se inserta un laparoscopio: un telescopio con luz y cámara que permite a los cirujanos observar la zona desde adentro sin abrirla. Se introducen los instrumentos quirúrgicos a través de las otras incisiones y se extrae el apéndice. Luego, el área se lava con líquido estéril para reducir el riesgo de infección. El bióxido de carbono se expulsa a través de las incisiones y se las cierra con suturas o vendas.

Apendectomía abierta

Se practica una incisión de entre 5 y 10 centímetros de largo en el lado bajo derecho del abdomen, donde se encuentra el apéndice. Se lo extrae y se limpia el área con líquido estéril. En caso de necesidad, se puede colocar un tubo de drenaje que sale al exterior del abdomen. El área se cierra con suturas o se cubre con un vendaje.

Tras la intervención, «a la mayoría de las personas le dan el alta del hospital uno o 2 días después de la cirugía. Generalmente se pueden reanudar las actividades normales al cabo de 2 a 4 semanas después de salir del hospital», dice González. Es normal sentir dolor, y el médico podrá recetar analgésicos para aliviarlo. Pero, si el dolor persiste, o si hay una fiebre que no baja, habrá que volver a acudir a consulta.

Como en toda cirugía, es prudente esperar un tiempo antes de retomar las actividades normales del día a día. Pero lo cierto es que una apendectomía es un procedimiento sumamente seguro y, aunque no está exento de riesgos, las complicaciones dependerán más de la presencia de otras patologías previas que de la cirugía en sí. Las complicaciones son más frecuentes en personas de edad avanzada, por lo que se las debe acompañar con mayor atención en este período, recomienda el American College of Surgeons.

Tras una apendectomía

  1. Limitar actividades agotadoras. Se puede incorporar a sus actividades normales de 3 a 5 días en el caso de una laparoscopia, o de 10 a 14 días en una apendicectomía abierta. Comenzar a moverse lentamente y aumentando las actividades según se pueda.
  2. Sujetar el abdomen con las manos para evitar el dolor al moverse, toser, o reír.
  3. Mantener los cuidados de la herida quirúrgica: higiene de manos para manipular la zona, seguir las instrucciones del cirujano sobre cambio de vendajes, no mojar los puntos, observar el drenaje (normal pequeña cantidad), vigilar la incisión (si se pone roja, puede que tenga infección). Los puntos se caerán a los 7-10 días o serán revisados en la consulta de cirugía. Evitar ropas ceñidas, proteger del sol la zona. La evolución normal es de 4-6 semanas.
  4. En caso de estreñimiento tras la intervención, se debe aumentar la cantidad de fibra de la dieta o tomar laxantes prescritos por el médico.
  5. Contactar con el médico de familia si la medicación analgésica prescrita no reduce el dolor, ya que es necesario evitar el estrés que ocasiona el dolor.
  6. Dormir y reposar todo lo necesario, sin apurarse por retomar la vida normal.
  7. Plantearse el regreso a las actividades diarias (trabajo, clases, etc.) cuando se esté listo. La actividad deportiva no se debe reanudar antes de las 4 semanas desde la operación.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.