La enfermedad del sueño supera el arsénico y el anticongelante como tratamiento

Lois Balado Tomé
lois balado LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

La mosca tse-tse es el vector de transmisión de la enfermedad del sueño.
La mosca tse-tse es el vector de transmisión de la enfermedad del sueño. La Voz de la Salud

El parásito transmitido por la mosca tse-tse ha rebajado su incidencia en África y la OMS tiene en mente acabar con la patología gracias al fexinidazol, un fármaco que lo cambia todo

12 sep 2022 . Actualizado a las 11:28 h.

Aunque su nombre real es tripanosomiasis humana africana, ha sido su apodo, la enfermedad del sueño, el que ha hecho mundialmente conocida a esta patología tropical. «Se llama así porque las personas afectadas están aparentemente dormidas, pero realmente no lo están. Están letárgicos, en definitiva, muy mal. Cuando en la enfermedad se desarrollan los síntomas neurológicos y psiquiátricos se invierte el ciclo del sueño, los ritmos circadianos. Los afectados pasan a estar muy activos por la noche y tirados por el suelo durante el día». Si la enfermedad es famosa, no lo es menos la responsable de expandir el parásito que la causa, la mosca tse-tse, quizás uno de los insectos más célebres del planeta. 

Sin embargo, y pese a ese nombre tan llamativo, la somnolencia no es ni mucho menos el primer síntoma de esta enfermedad, sino una de las señales últimas de su evolución; una enfermedad del sueño no tratada derivará en un estado de coma y, finalmente, en la muerte. «El parásito, en la primera fase de la enfermedad, está solo circulando en la sangre. Si no se trata, llega un momento en el que logra traspasar la barrera hematoencefálica, que es la que protege el cerebro y el sistema nervioso central. Se mete en el cerebro y empieza a causar daños severos neurológicos y psiquiátricos. La gente cambia su comportamiento, se vuelve impredecible, no logran controlar muy bien lo que hacen. Si no se trata, es la fase previa al coma. Finalmente, el paciente muere», explica Christophe Dardonville, investigador principal del grupo de quimioterapia antiparasitaria del Instituto de Química Médica del CSIC.

La agenda de la OMS marcaba el año 2020 como objetivo para lograr erradicar la enfermedad. No se ha conseguido. La pobreza del continente africano está siendo un problema y esa meta se ha pospuesto otros diez años, para el 2030. No obstante se ha avanzado de manera decisiva en la incidencia de la enfermedad en humanos, uno de los reservorios principales de este parásito llamado trypanosoma brucei, en parte gracias al descubrimiento de nuevos fármacos que han venido a sustituir a los clásicos derivados del arsénico que se utilizan contra esta enfermedad desde hace 70 años.

Existe una forma crónica de la enfermedad del sueño en la que algunas personas son portadoras del parásito, pero no desarrollan apenas síntomas y muchas veces no son conscientes de estar infectados. Esto complica la detección de reservorios humanos a la hora de luchar contra la enfermedad.

La mosca tse-tse, más cerca del tábano que de la mosca que conoces

En Europa, es raro hablar de una mosca que pica. ¿Qué es este insecto, encargado de transportar el parásito de un huésped a otro? Cristophe aclara que la mosca tse-tse y la mosca doméstica tan habitual en España no tienen nada que ver. «Son otro tipo de moscas, del género glossina, más similar a los tábanos que son moscas que sí que pican. La mosca tse-tse se nutre de la sangre de los mamíferos y transmite la enfermedad en las zonas que habita, que no es Galicia ni Europa, sino el África subsahariana», comenta. No obstante, el riesgo de contraer la infección no está solo en la picadura del insecto: «La enfermedad se puede transmitir de otras maneras, lo más probable es que sea con la picadura de la mosca, pero también se ha observado transmisión por vía sexual y por la sangre, mediante una transfusión».

La enfermedad del sueño es un ejemplo más de zoonosis —como la malaria, la rabia o el zika—, es decir, enfermedades que son capaces de saltar a los humanos desde otras especies del reino animal. Las personas, al igual que el ganado u otros mamíferos salvajes, son reservorios que el parásito utiliza para sobrevivir. No existe vacuna para la enfermedad del sueño, pero sí tratamientos.

En la página web de la Organización Mundial de la Salud se incluyen mapas en los que consultar las zonas de riesgo en las que habita la mosca tse-tse (puedes consultarlas clickando aquí). El 70 % de los casos se declaran en la República Democrática del Congo. 

Tres grandes epidemias y el riesgo de dar la enfermedad por erradicada

En la guerra contra la enfermedad del sueño, la humanidad va ganando. O, al menos, eso parece atendiendo al drástico descenso en la curva de casos diagnosticados en las últimas dos décadas. Pero corremos el riesgo de tropezar con una piedra con la que la ciencia ya se ha trastabillado varias veces: el exceso de confianza. «Los datos dicen que en los últimos 20 años hemos llegado a reducir los nuevos casos detectados por debajo de los 1000 al año (992 en el 2019 y 663 en el 2020), que es muy poco. Había casi 100 veces más hace dos décadas. Se ha logrado reducir mucho la incidencia en humanos, pero el objetivo que tienen en la OMS es declarar extinguida esta enfermedad. Si lo van a conseguir, no lo tengo muy claro. Ha habido tres epidemias de enfermedad del sueño desde el siglo XX: la primera, a principios de siglo, cuando todavía África se dividía en colonias de estados europeos y se consiguió controlar; la segunda, en la década de los sesenta y también se consideró que se había extinguido; de nuevo en los 2000, la incidencia volvió a subir. No hay que dar por ganada la guerra. Aunque tener controlada la incidencia significa una victoria, cuidado, porque esto ya nos ha pasado otras veces», recuerda el científico del CSIC que asegura que el parásito «es muy listo» y logra sortear las trabas que se le ponen.

¿Es un objetivo realista acabar con la enfermedad del sueño? El experto opina que sí es posible, pero que eliminar al parásito del reservorio de los animales y no solo en humanos es un paso fundamental. «Es un parásito que necesita tanto el insecto como al mamífero. Está en una forma celular cuando está en el insecto y cuando pasa al mamífero cambia su metabolismo, se adapta al medio». Lo dicho, muy listo.

Por fin una pastilla que evite los tratamientos con derivados de arsénico

No hacen falta demasiados conocimientos químicos para saber las consecuencias de consumir arsénico. Basta con ser un poco cinéfilo y conocer aquella obra maestra de los años dorados de Hollywood llamada «Arsénico por compasión». Su utilización como veneno es un auténtico clásico en la crónica negra de la humanidad. Lo que quizás no sea tan conocido es que también es utilizado en tratamientos quimioterápicos para curar enfermedades. Entre ellas, la tripanosomiasis africana o enfermedad del sueño. 

Descubierto hace ya más de 70 años, el arsénico siguió siendo hasta hace un par de años la principal alternativa terapéutica contra la enfermedad transmitida por la mosca tse-tse. «El melarsoprol es un fármaco que se sigue usando hoy en día, un derivado del arsénico que se utiliza para tratar la fase tardía de la enfermedad, cuando ya están presentes los síntomas neurológicos. Se usa como primera opción de tratamiento cuando el paciente está infectado por una de las dos subespecies de este parásito que afectan al ser humano y que se llama tripanosoma brusei rhodesiense. A día de hoy se sigue usando, pero mata hasta a un 5 % de los pacientes. Es así, el medicamento mata a los pacientes», comenta Dardonville.

Quimioterapia

Aunque en la actualidad asociamos esta terapia al tratamiento contra el cáncer, lo cierto es que la quimioterapia es una técnica terapéutica usadas ante otras muchas afecciones y que consiste en utilizar sustancias químicas para frenar un problema de salud. El alemán Paul Ehrlich es considerado el padre de esta técnica que se comenzó a desarrollar a principios del siglo XX. Ehrlich obtuvo el Nobel por sus descubrimientos, entre ellos el desarrollo de la arsfenamina, el primer tratamiento medicinal eficaz contra la sífilis.

 No es habitual que un fármaco logre sobrevivir 70 años como tratamiento. Menos común tratándose de un compuesto tan tóxico. «El arsénico como fármaco se usa desde hace mucho tiempo y, en el caso de la enfermedad del sueño, se vio que era eficaz. Pero tiene un índice terapéutico —la dosis que es segura frente a la que es tóxica— de 2. Es decir, era solo dos veces más activo que tóxico. Es poquísimo, pero se usaba. Y así se salvaron vidas», comenta Christophe. 

El melarsoprol en concreto es un cóctel difícil de creer, es tan agresivo que debe ser considerado en jeringas de cristal porque las de plástico no aguantan. Cuesta entender cómo una mezcla tan disparatada pueda desprender resultados terapéuticos. «Este derivado del arsénico es un inyectable, el gran problema es que es no soluble en agua. Hoy en día, los fármacos que te inyectan en el hospital son solubles en agua; te ponen suero salino y dentro está el fármaco disuelto que va con un vial a la vena. Esto es lo normal. Pero el melarsoprol, por razones químicas, no se solubiliza en agua, se solubiliza en propilenglicol que es lo que se usa como anticongelante en el coche. Lo sé, no suena bien; es una mezcla curiosa. El propilenglicol también es muy agresivo y necesita jeringa de vidrio, porque el plástico no aguanta. Al ser inyectado, por lo que cuentan, es terrible, una cosa que te quema las venas, muy doloroso, un veneno al fin y al cabo. No es la panacea, desde luego», relata Dardonville. Este es precisamente el gran problema al que se enfrenta el continente africano, carente en muchos casos de infraestructuras sanitarias capaces de conservar estos fármacos. 

El plan contra la enfermedad y el fexinidazol: el fármaco que lo ha cambiado todo

La Europa de principios del siglo XX logró controlar la enfermedad —que no erradicarla— centrando sus esfuerzos en el control de la población. Se centraron los esfuerzos en detectar a los enfermos en aquella África todavía colonial para poder así monitorizar a los reservorios humanos del parásito. Los afectados recibieron tratamiento y se consiguió reducir notablemente la carga de parásitos en circulación por el continente. Ese era el plan, ir pueblo por pueblo diagnosticando y tratándolos con los fármacos que tenían a mano. Básicamente los mismos que se venían utilizando hasta hace muy poco. De hecho, otro de los métodos de control es el uso de trampas para atrapar a la mosca tse-tse. «Reduces la incidencia si reduces el número de vectores», resume el científico del CSIC. Pero a día de hoy tenemos ejemplos —nada más claro que con la vespa velutina— de lo complicado que es controlar una población de insectos mediante el uso de trampas . «Capturar a todas las moscas no parece posible, pero en un pueblo puede ser útil para reducir la incidencia».

Pensemos en las características socioeconómicas de las regiones donde habita la mosca. «Imagina un pueblo de África: no hay electricidad, agua, poca, no puedes conservar un fármaco en la nevera. Estás en un medio tropical, con un 95 % de humedad, con calor, esto no es bueno para conservar fármacos», deja ver Dardonville. Y aquí es donde aparece el fexinidazol.

«Existe un nuevo tratamiento que se puso en el mercado hace unos dos años, el fexinidazol. Es un fármaco que tiene la ventaja de quese puede administrar por vía oral; es una píldora. Permite curar tanto la fase primaria de la enfermedad, cuando el parásito solo está en la en la sangre, pero también cuando está en el cerebro. El melarsoprol solo se utiliza para la fase tardía. Podría usarse también en la primera fase de la enfermedad, pero es tan tóxico que no compensa», celebra Christophe Dardonville, explicando que el hecho de poder administrar una pastilla que no precisa condiciones especiales de conservación supone un gran paso para esquivar las paupérrimas infraestructuras sanitarias africanas.

Subespecies del trypanosoma brucei que afectan a humanos

  • trypanosoma brucei rhodesiense
  • trypanosoma brucei gambiense: más del 95 % de los casos

Este gran avance surgió casi de casualidad. El investigador del CSIC explica que la molécula del fexinidazol ya existía. La había desarrollado un gran laboratorio farmacéutico con la idea de que funcionase como antifúngico, pero el proyecto había sido abandonado. La empresa farmacéutica donó la molécula a la OMS tras revelarse su efectividad ante la enfermedad del sueño. «Los fármacos que se desarrollan para enfermedades tropicales olvidadas son donaciones de las propias farmacéuticas, las producen pero las donan a la OMS», comenta el científico.

Pobreza igual a enfermedad

En cualquier caso, la lucha contra la enfermedad del sueño está íntimamente ligada a la pobreza. Porque si bien el futuro de la enfermedad en humanos es esperanzador, el problema sigue siendo real en el ganado. Y si no hay ganado, no hay futuro para una población que depende del sector primario para sobrevivir. «Si el ganado está enfermo no produce leche. Un animal enfermo adelgaza y su carne no vale. No te da rendimiento como granjero. Es también de pobreza. Además de que un animal enfermo sigue siendo un reservorio. Por lo que yo sé, no miran qué animal está infectado y cuál no. Si ven a los animales tirados por el suelo se limitan a dar un fármaco a todas las cabezas de ganado —distinto a los que se usan en humanos—. Es probable que sea eso, pero existen otras enfermedades. Simplemente prueban con eso a ver si se curan», comenta el experto. Un problema a resolver y al que la ciencia difícilmente puede llegar.

Lois Balado Tomé
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A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.