Mar Castellanos, neuróloga: «El 90 % de los ictus se podrían evitar»

Uxía Rodríguez Diez
UXÍA RODRÍGUEZ LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Mar Castellanos, jefa de Neurología del Chuac y coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología
ÁNGEL MANSO

La coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología recuerda que «el ictus aparece de golpe y es una característica definitoria»

26 oct 2022 . Actualizado a las 16:58 h.

Cada cierto tiempo, cada vez menos, leemos la historia de esa persona conocida que ha sufrido un ictus, o nos toca de cerca ese joven que estaba perfectamente, pero de un momento a otro sufrió un infarto cerebral (aunque lo correcto es hablar siempre de ictus). Ya no solo es una enfermedad de gente mayor. Un 25% de la población está en riesgo de sufrir uno a lo largo de su vida. La edad es un factor clave, sí, pero el 27% de los ictus atendidos en los hospitales españoles corresponden a personas de menos de 65 años. Mar Castellanos es la coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología y también la jefa de Servicio de Neurología del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña.

—En los últimos 20 años ha aumentado un 25% el número de casos de ictus entre las personas de 20 a 64 años.  ¿A qué se debe?

 —Lo primero que hay que decir es que el ictus sigue siendo una enfermedad que está muy relacionada con la edad. La gente consulta más y en consecuencia, se están diagnosticando más ictus. Entre ellos, en gente joven. 

Los factores que están relacionados con la aparición de un ictus no han cambiado. Los que son modificables son los de siempre, fundamentalmente, tener la tensión arterial alta, la obesidad, el sedentarismo, los niveles de colesterol elevados, el tabaquismo… También son factores que están aumentando en nuestra población. Si miramos publicaciones recientes en cuanto a, por ejemplo, la cantidad de población que sufre hipertensión arterial, realmente es muy llamativo, vemos que mucha más gente está afectada y muchos siguen sin tener bien controlados estos factores de riesgo cardiovascular. 

—Cuando hablamos de ictus siempre hacemos hincapié en la necesidad de reconocer los síntomas y actuar rápido, pero no se habla tanto de lo que podemos hacer antes.

—El principal factor de riesgo que está relacionado con la aparición del ictus es la hipertensión arterial. El tener unos niveles de tensión elevados es, sin duda alguna, el factor evitable o modificable que siempre aparece en los estudios epidemiológicos como el más importante. Es un factor de riesgo tanto de aparición de ictus isquémico, es decir, el que se produce como consecuencia de que se tapa una de las arterias del cerebro; como de ictus hemorrágico, aquel que se produce como consecuencia de la ruptura de una arteria. Ese es el factor de riesgo más importante. Pero después también tenemos otros, como tener los niveles de colesterol elevados, la obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol. Son modificables porque dependen de la persona. 

La diabetes mellitus también es otro de los factores que está relacionado. Y aunque podemos decir que no es un factor evitable, hay una arritmia que es especialmente importante en la aparición de ictus isquémico que es la fibrilación auricular. Es un factor modificable en el sentido de que sí que tenemos estrategias terapéuticas, tenemos tratamientos.

—Si tuviera que definirme el patrón de vida saludable que hay que llevar para evitar tener un ictus. ¿Cuál sería?

—Lo ideal sería hacer una dieta sana y llevar una vida activa. Yo siempre lo digo, no se trata de que corramos la maratón, se trata de que hagamos una vida activa, nos movamos. A muchos pacientes lo que les recomiendo más urgentemente es que caminen 45 minutos o una hora al día. Con controlar la dieta y hacer esta actividad física regular ya vamos a controlar de una forma notable dos de los factores que están directamente relacionados con la aparición de ictus y de obesidad. Caminar, además, disminuye la presión arterial. Ya por último habría que disminuir el consumo de alcohol y, por supuesto, abandonar el tabaco. 

—¿Qué papel juega la genética? No todo está en nuestras manos.

—La genética juega un papel como en todas las enfermedades. Evidentemente, cuando oímos hablar de ictus o de la propia hipertensión arterial, al final es difícil que te digan «no, esto es un caso muy aislado». Es más frecuente que se nos diga, «mi abuelo también tuvo un ictus», «mi tío tuvo un ictus», «el abuelo de mi abuelo ha tenido un ictus…». Es decir, hay una parte genética, lo que ocurre es que todavía no sabemos cuáles son los genes directamente relacionados.

El ictus es una enfermedad de las que nosotros decimos, en cuanto a genética, que tiene unas características poligénicas. Es decir, no hay un solo gen implicado. Hay muchos genes implicados, algunos los vamos conociendo y otros, todavía no. Eso es algo que también se le debe transmitir a la población.

—Con todo lo que sí sabemos, ¿hay una cifra de ictus evitables?

—Cuando nosotros hablamos de que un porcentaje elevado de ictus se podrían evitar, mencionamos este porcentaje teniendo en cuenta que estamos hablando de lo que son los factores de riesgo modificables. Es decir, si fuésemos capaces de controlar de manera adecuada la decena de factores de riesgo modificables, disminuiría la incidencia de ictus en un 90 %.

—Una de las cosas que más miedo dan de un ictus es que no avisa. ¿Cómo es posible que una persona que no tiene ningún síntoma, que está aparentemente bien de salud, incluso que es joven y está en forma, pueda sufrirlo de un momento a otro?

—Cuando nosotros hablamos de todos estos factores de riesgos modificables y posibles factores asociados a la aparición de ictus, evidentemente estamos hablando de lo que es más frecuente. Pero también hay una serie de causas infrecuentes de ictus que, muchas veces, son las causantes en gente que es más joven. Por ejemplo, una causa relativamente frecuente dentro de la infrecuencia, es una enfermedad que se conoce como disección arterial. Normalmente afecta a la arteria carótida. Generalmente en cada paciente, y esto se realiza en cada persona que sufre un ictus, hay que buscar la causa de ese ictus.

—Ictus, accidente cerebrovascular, infarto cerebral, derrame cerebral, apoplejía... Demasiados nombres para hablar de lo mismo, lo que a veces puede causar confusión. ¿Nos podría tratar de explicar qué es un ictus?

—El ictus es el término que deberíamos utilizar de manera habitual y es una palabra que los que nos dedicamos a esta patología utilizamos porque engloba todo lo que es la patología vascular cerebral. Ese sería un poco el término técnico y el más correcto. Ictus es el término general y a partir de aquí, nosotros lo dividimos en dos grupos: el ictus isquémico, que es el que se produce porque se tapa la arteria y es el más frecuente con el 85 % de los casos; y después el 15 % restante se producen porque se rompe la arteria y eso es lo que llamamos ictus hemorrágico. El ictus isquémico es el que se relaciona a veces con trombosis o infarto cerebral; mientras que el ictus hemorrágico se suele conocer como derrame o hemorragia cerebral. Pero repito, el término que deberíamos intentar utilizar todos es ictus. 

—El ictus es una enfermedad tiempo-dependiente. Por eso es muy importante que todos sepamos reconocer sus síntomas. ¿Cuáles son?

—Los síntomas que son más característicos en un ictus son la pérdida de fuerza súbita, brusca. El ictus aparece de golpe y es una característica definitoria, la persona está bien y de repente de forma brusca empieza a tener los síntomas. Además de la pérdida de fuerza en una determinada parte del cuerpo que puede ser un brazo, pierna o incluso en la cara; también está la pérdida de sensibilidad, que puede aparecer en las mismas zonas. A veces aparece la pérdida de visión, incluso en un único ojo. 

Otro síntoma característico es la alteración del lenguaje, es decir, a la persona le cuesta expresar las palabras, puede hablar pero le cuesta pronunciar las palabras. Y después, otro síntoma típico en cuanto a lenguaje es que no salgan las palabras o que se cambien unas por otras. Lo que nosotros llamamos una afasia de expresión. En algunas ocasiones, los pacientes no son capaces de comprender lo que se le está diciendo y aunque ellos la capacidad de hablar no la han perdido, están hablando de una cosa totalmente diferente. 

Por último, como síntoma de una patología específica de un tipo de ictus por una hemorragia, hay que mencionar un dolor de cabeza muy característico. De hecho los pacientes consultan rápidamente porque ellos mismos lo definen como «el dolor de cabeza más intenso y peor que he tenido en mi vida». 

Hay otros síntomas que son menos frecuentes y más característicos de una determinada localización del ictus en el territorio posterior del cerebro. Como que una persona ande inestable, separando mucho las piernas. A veces el ictus también puede dar una visión doble. Pero como digo, estos son síntomas, igual que el vértigo muy persistente, que ya son más específicos de un determinado ictus.

Al final, los síntomas más frecuentes son: pérdida de fuerza, pérdida de sensibilidad, alteración del campo visual y trastornos del lenguaje.

—Aparece de forma súbita, pero siempre con síntomas. 

—Es muy fácilmente identificable un paciente que, por ejemplo, pierde toda la fuerza de un lado, tiene una clara desviación de la mirada o no te habla.  Eso es una situación que te asusta rápidamente y te hace actuar. Pero hay ocasiones en que el ictus no es tan claro. Por lo tanto, todos esos síntomas que acabamos de mencionar no aparecen juntos en la misma persona. Un ictus puede ser solo una pérdida de fuerza en una pierna, o solo perder la visión en un ojo. Hay que tener muy presente que los síntomas pueden aparecer de manera separada. Y otra cosa primordial, a veces los síntomas aparecen y se recuperan de forma espontánea en minutos. 

—¿Un accidente isquémico transitorio?

—Efectivamente, una persona que pierde la fuerza en una pierna pero al cabo de diez minutos está bien y no le da importancia, error.  Hay que consultar porque quizás ese ictus transitorio puede volver y ya no será transitorio. 

 —Una vez que una persona llega a un hospital con estos síntomas, ¿qué ocurre?

—Cuando alguien llega al hospital o está en la calle y sufre un ictus se ponen en marcha todos los protocolos para que a esa persona se le atienda de forma preferente y lo antes posible. Se llama activación del código ictus. Se trata de hacer las pruebas de diagnóstico de la manera lo más rápida posible para poder saber qué tipo de ictus tiene el paciente y establecer el tratamiento más adecuado. 

—El 30 % de las personas que sufren un ictus en España tendrán dependencia funcional. ¿Cómo es la recuperación?

—En el ictus isquémico tenemos muchas más posibilidades de tratamiento. Cuando se trata de una arteria grande a la que podemos acceder, recurrimos a un fármaco trombolítico que se administra por la vena. En aquellos casos en los que este tratamiento no ha conseguido el objetivo de deshacer ese trombo o cuando no se puede dar ese tratamiento, si está localizado, se puede acceder mediante un catéter que se introduce a través de la ingle.   

Si conseguimos deshacer o extraer ese trombo en un tiempo corto, la posibilidad de que el paciente tenga secuelas va a ser mucho menor. Cuanto antes seamos capaces de restituir el flujo sanguíneo cerebral, menor será la posibilidad de que quede con secuelas el paciente. El 50 % de las personas a las que se le administra este tratamiento quedan asintomáticas y a los tres meses pueden volver a la normalidad. 

Pero es cierto que nos quedan muchas cosas por hacer porque aún aplicando estos tratamientos, a veces la lesión ya es importante. Por eso seguimos buscando terapias nuevas. En el caso del ictus hemorrágico, desgraciadamente hoy por hoy, las posibilidades de tratamiento son mucho menores. 

 —¿Qué hay de las recaídas?

—Una vez que se ha hecho este tratamiento en la fase aguda y que se ha buscado la causa que ha generado este ictus, es importantísimo el tratamiento preventivo que se le pone a los pacientes, a parte, por supuesto, del manejo de los factores de riesgo: que dejen de fumar, vigilen la presión arterial, que hagan vida activa… Hay tratamientos como la conocida aspirina o anticoagulantes y es importante insistir en la importancia de que se cumplan. Uno de cada cuatro pacientes volverá a tener un ictus en los cinco años siguientes y uno de los principales factores relacionados con eso es el abandono de la medicación. 

—¿Por qué es la primera causa de muerte en mujeres?

—Fundamentalmente, aunque puede haber varias causas, las mujeres vivimos más y la edad es un factor de riesgo de ictus y de mal pronóstico. Las mujeres tienen más frecuencia de fibrilación auricular que, como decíamos, aumenta el riesgo de padecer un ictus. Además, los ictus que se producen por esta causa suelen ser graves. 

—¿Cuál es el paciente más joven que ha atendido?

—Afortunadamente no es una patología que veamos tanto en niños, pero sí he atendido a niños. Las causas son totalmente diferentes pero hay niños que pueden tener un ictus. Dentro de los adultos, también he tenido pacientes de 18 años. 

Se estima que en España, dos de cada tres personas que sobreviven a un ictus presentan algún tipo de secuela, en muchos casos discapacitante.

Además de la pérdida de fuerza, son muy comunes otras como la depresión (en el 64% de los casos) , los problemas de memoria (incluida la demencia, ya que el ictus es la segunda causa más frecuente de demencia tras la enfermedad de Alzheimer), la afasia (problemas en el habla, la comprensión, la lectura y la escritura que afecta a un tercio de los supervivientes de un ictus) y la espasticidad (rigidez y tirantez de los músculos que interfiere seriamente en la capacidad para realizar actividades diarias).

Más un 62% de los supervivientes a un ictus en España tienen problemas de movilidad y casi un 60%, para realizar sus actividades cotidianas. En todo el mundo, alrededor de 80 millones de personas sufren algún tipo de discapacidad por haber padecido un ictus.

Uxía Rodríguez Diez
Uxía Rodríguez Diez
Uxía Rodríguez Diez

A Rúa, Ourense (1986). Coordinadora de La Voz de la Salud con una misión, que todos nos cuidemos más y mejor. La pandemia de covid-19 no solo la viví, también la conté en La Voz de Galicia. Mucho antes de todo esto trabajé en Vtelevisión durante casi una década como redactora, reportera y presentadora. Allí dirigí y presenté el programa Sana sana, sobre sanidad, bienestar y nutrición.

A Rúa, Ourense (1986). Coordinadora de La Voz de la Salud con una misión, que todos nos cuidemos más y mejor. La pandemia de covid-19 no solo la viví, también la conté en La Voz de Galicia. Mucho antes de todo esto trabajé en Vtelevisión durante casi una década como redactora, reportera y presentadora. Allí dirigí y presenté el programa Sana sana, sobre sanidad, bienestar y nutrición.