Trastorno bipolar: síntomas, dificultades en el diagnóstico y tratamiento

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

El trastorno bipolar es una enfermedad mental caracterizada por la existencia de una alteración en los mecanismos cerebrales de regulación del ánimo.
La Voz de la Salud

Los síntomas de esta enfermedad mental oscilan entre la euforia a la depresión. Te explicamos cuáles son, qué dificultades existen a la hora de realizar un diagnóstico preciso y cómo se puede tratar

01 abr 2022 . Actualizado a las 12:57 h.

Anteriormente conocido como enfermedad maníaco-depresiva, el trastorno bipolar es un problema de salud mental grave en el que se produce una alteración en los mecanismos cerebrales de regulación del estado de ánimo. Las personas que lo sufren pasan de ciclos de manía a fases de depresión. Carina Fernández, psicóloga y coordinadora de Servicios y Programas de Feafes Galicia explica que «se trata de una enfermedad crónica en la que se produce una alteración de los mecanismos que regulan las emociones y el humor que tiene una persona». 

Lo primero que se debe tener en cuenta a la hora de hablar de este problema de salud mental es que no es un término para describir fluctuaciones del estado de ánimo. Aunque es frecuente escuchar «eres bipolar» ante cambios de actitud, el trastorno bipolar es una enfermedad, y por lo tanto, presenta un cuadro mucho más complejo que un cambio de humor que sufrimos todos en algún momento. 

La guía de práctica clínica del trastorno bipolar apunta a que la presentación clínica de cada caso es muy heterogénea. «Es una enfermedad en la que hay períodos de depresiones mayores, con tristeza, ansiedad, problemas para dormir, desesperanza y pocas ganas de vivir. Pero estos se alternan con otros, que llamamos de manía o hipomanía, de euforia, desinhibición de la conducta, hiperactividad o no necesitar casi dormir», indica Ana González-Pinto, presidenta de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM). «Todos podemos tener pequeñas fluctuaciones en el estado de ánimo, pero más o menos mantienen una línea de base. En este caso hay unos picos muy importantes hacia un polo y otro», añade. 

¿Cuáles son sus síntomas?

Para conocer cómo es el proceso de cambio de ánimo y comportamiento de una persona con trastorno bipolar debemos saber que existen tres tipos. «En el trastorno bipolar tipo I, la persona tiene episodios de manía y de depresión. Cuando hablamos de los primeros, la persona se encuentra en un estado de ánimo eufórico, inquieto, habla más deprisa, está más hiperactivo y su conducta está acelerada», señala Fernández. Los episodios de depresión suelen ser más conocidos por la población e incluyen la incapacidad para disfrutar, tristeza extrema sin causas justificadas, aumento de las preocupaciones, fatiga, dificultades para dormir o disminución de las relaciones sociales. 

En el trastorno bipolar tipo II el paciente alterna episodios de hipomanía -que sería una manía de menor grado- y depresión. ¿Cuál sería la principal diferencia entre este y el trastorno bipolar tipo uno? Fernández responde que «en el primero también pueden aparecer síntomas psicóticos como alucinaciones o delirios -por lo que la enfermedad es más grave-, mientras que en el tipo II predominan las depresiones». 

En tercer lugar nos encontraríamos con el trastorno ciclotímico: «Fluctuaciones más severas en el estado de ánimo y que muchas veces se relaciona con el consumo de sustancias como drogas o alcohol»

El primer episodio suele presentarse como una depresión. Lo más habitual es que aparezca en etapas tempranas de la vida, sobre todo entre los 15 y los 25 años. 

 

¿Cómo es vivir con trastorno bipolar? Del episodio maníaco a la depresión

Los síntomas dependerán del tipo de trastorno que se padezca. Según la guía para pacientes y familias Afrontando el trastorno bipolar, los síntomas oscilan desde la euforia, que es lo que se denomina como episodio maníaco (o en su manifestación menor que se da en el trastorno bipolar tipo II, hipomanía) a la depresión.

  • En la fase de manía nos encontramos ante un estado de ánimo elevado, expansivo o irritable; grandiosidad; disminución de la necesidad de dormir; verborrea; un pensamiento acelerado; aumento de actividades y gastos; y un mayor apetito sexual. «Existe una desinhibición tan grande de la conducta que es una situación muy grave que puede poner en riesgo, de alguna manera, la vida de esa persona. Porque puede haber gastos excesivos, conductas peligrosas que pueden llevar a la hospitalización, coger una baja o requerir una serie de cuidados», indica la psiquiatra. 
  • En cuanto a los síntomas de depresión nos encontramos con una sensación de tristeza la mayor parte del tiempo; la falta de interés o placer en actividades con las que antes sí que se disfrutaba; disminución o aumento del apetito; insomnio, fatiga y falta de energía; disminución de la capacidad de concentración; sentimientos de inutilidad o culpa, e incluso ideas de suicidio.

Los estados mixtos se caracterizan por presentar de forma simultánea síntomas depresivos y maníacos. Desde el punto de vista práctico esta combinación se traduce en un predominio de un humor irritable que puede acabar provocando enfrentamientos con seres queridos.

 

«Una idea errónea que existe sobre el trastorno bipolar es que las personas están muy felices y contentas. No es verdad, porque es una euforia y alegría tan desmedida que está fuera de su control. Temen lo que pueda suceder. No es bueno ni estar maníaco ni depresivo. Las personas suelen experimentar miedo cuando sufren episodios maníacos porque pierden el control de sus pensamientos. No pueden tomar decisiones de forma adecuada y clara. Lo más importante es que la persona conozca su enfermedad y sea capaz de detectar las señales de alarma. Para poder hacer un reajuste de la medicación y tratamiento», explica Fernández. 

Dificultades en el diagnóstico

Uno de los problemas que se presentan con el trastorno bipolar es que muchas personas viven durante muchos años con un diagnóstico equivocado o simplemente inexistente. Y por lo tanto, el tratamiento tampoco es el apropiado. Como cualquier otra enfermedad, lo fundamental es realizar una atención temprana, ya que el estado mental de la persona se deteriora y su salud física también puede verse afectada. «Es difícil realizar un diagnóstico acertado desde el principio porque el primer episodio se suele manifestar con una depresión grave. Los síntomas de la manía aparecen más tarde y mientras tanto, la persona es tratada con medicación para un síndrome depresivo», afirma la psicóloga.

Según sus palabras, otra de las confusiones comunes se da cuando las fases de manía o hipomanía se desarrollan en la adolescencia: «La persona está hiperactiva, tiene conductas impulsivas y a veces se les diagnostica erróneamente con un TDAH, hiperactividad o impulsividad». En este caso no se conoce que en realidad se trata de un trastorno bipolar hasta que no aparecen los síntomas de depresión. 

Debido a las alteraciones de la realidad, delirios o alucinaciones, que pueden llegar a sufrir algunos pacientes, Fernández apunta a otro tipo de equivocación: «Se suele dar un tratamiento para la esquizofrenia cuando no es el adecuado».

¿Existirían unas causas?

Partimos de la base de que cualquier persona puede sufrir trastorno bipolar. Sin embargo, sí existen algunas que tienen mayor riesgo que otras. 

Factores de riesgo: 

  • Antecedentes familiares. 
  • Abuso de drogas o alcohol. 
  • Acontecimientos estresantes. «Los factores estresantes precipitan el desequilibrio, tanto para una fase como para la otra. Es decir, hay un desequilibrio para ambos polos», asegura González-Pinto. De esta forma, hechos vitales desagradables como un divorcio o la muerte de un ser querido, así como acontecimientos positivos como casarse u obtener un ascenso en el trabajo, pueden desencadenar estrés y por lo tanto, también trastorno bipolar. «Antes pasaba mucho cuando los jóvenes iban a la mili. Cuando volvían a casa, lo acababan desarrollando», ejemplifica Fernández. 
  • Una enfermedad física puede desencadenar trastorno bipolar. 
  • Trabajar en turno de noche. Existen estudios que apuntan que la alteración de los patrones de sueño se asocia con la aparición del trastorno. 

¿Cómo tratar el trastorno bipolar?

Una vez que aparece el primer episodio de trastorno bipolar el riesgo de recaer si no se sigue el tratamiento adecuado es muy alto. Es decir, se trata de una enfermedad crónica y recurrente. No obstante, esto no significa que los síntomas o episodios se sucedan, ya que estos se pueden controlar y por lo tanto, también alcanzar una estabilidad. 

De esta forma, uno de los pilares del tratamiento del trastorno bipolar es la medicación. Sobre ella habla la psiquiatra González-Pinto: «Es una enfermedad bastante compleja, y por lo tanto los tratamientos, también lo son. Uno de los tipos son los estabilizadores, que se toman de manera continuada independientemente de si tienes una fase o no la tengas, como las sales de litio. Luego están los tratamientos de fase, que se toman cuando alguien tiene una manía o una fase de euforia. Pueden ser algunos antipsicóticos o antiepilépticos, y dependiendo de la enfermedad de cada paciente a veces se necesita algún tratamiento de fase de manera continuada. Por ejemplo, si sufre muchas recaídas. Pero muchos pacientes con un único tratamiento pueden estar bien y hacer una vida normal». 

«Además, el tratamiento ya no es solo médico, también es importante el tema de la terapia y psicoterapia. En el trastorno bipolar, es importante trabajar no solo con la persona, también con el entorno. Tenemos muy en cuenta el tema de la psicoeducación para ayudarlos a que no tengan esos miedos. A veces hablamos del estigma social, pero el mayor estigma que tienen las personas con problemas de salud mental es el propio, la autoestima. Por eso es importante que vean el trastorno bipolar como una enfermedad crónica que con el tratamiento adecuado pueden llevar una vida normalizada, y que además, el entorno lo entienda y no le empiecen a poner etiquetas», añade Fernández. 

La psicóloga recalca la importancia de informar bien a la familia para que den los apoyos adecuados, enfatizando en los momentos en los que se puedan sentir más inestables y desarrollando su labor como factores protectores, porque la familia puede también darse cuenta de que la persona está saliendo del estado estable. En eses casos, es aconsejable que lo acompañen al psiquiatra o lo consulten con su psicólogo. 

En ocasiones, es necesario el ingreso hospitalario. El efecto del aislamiento durante un episodio maníaco puede resultar beneficioso ya que en esta fase cualquier estímulo puede acabar agravando el cuadro. A veces el paciente tampoco tiene conciencia de la enfermedad y esto no le permite seguir el tratamiento adecuadamente, así como desarrollar conductas de riesgo para él o sus allegados que se pueden evitar. 

Otro de los aspectos fundamentales a tener en cuenta es el hecho de no abandonar la medicación. «Cuando la persona empieza a encontrarse puede pensar 'bueno ya estoy bien, dejo la medicación'. Es un error, ya que este abandono de los fármacos lo que provoca es un retroceso de la enfermedad», advierte Fernández. 

Ambas profesionales recalcan lo fundamental que resulta trabajar con el entorno, pero sobre todo, con la persona diagnosticada. Que esta sea capaz de darse cuenta cuando no se encuentra bien, así como llevar un estilo de vida saludable que favorezca el hecho de mantenerse estable. «Llevar unos hábitos saludables como mantener unos horarios adecuados, una buena alimentación, ejercicio físico y mantener el tiempo ocupado, es fundamental», asegura Fernández. Al igual que hablar con otras personas que también sufren trastorno bipolar. Los grupos de autoayuda funcionan muy bien para que la persona se recupere y cuente con una red de apoyos. 

¿Puede una persona con trastorno bipolar llevar una vida normal?

Primero deberíamos de plantearnos: ¿cómo definir «normal»? Si nos referimos a poder trabajar, tener una familia y responsabilidades, la respuesta es que sí. Con el tratamiento adecuado, tal como confirman ambas expertas, se puede. Es cierto que hay un bajo porcentaje de casos que se asocian con una elevada discapacidad que conlleva incluso una incapacidad para el trabajo. Pero no todos los pacientes son iguales. 

«Cuando se tratan, muchas veces los diagnosticados llevan vidas normales. Existe un porcentaje, por lo menos un tercio de casos, que no tienen episodios o son mínimos y por lo tanto hacen una vida muy normalizada con las dificultades que podemos tener todos. Otro tercio que también tienen una buena respuesta al tratamiento pero sí que van a sufrir de vez en cuando una depresión, síntomas o algunas pequeñas recaídas. Y luego el porcentaje restante sí que lo va a llevar mucho peor y esos son los que sí van a necesitar ir a un centro especializado, intentar combinaciones de tratamientos más complejos y existe una mayor dificultad para tratarlos», asegura la presidenta de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM). 

«Es importante eliminar esa idea de que un trastorno poco frecuente. Nos puede pasar a cualquiera. Los estudios nos dicen que una de cada cuatro personas padecerá una enfermedad mental a lo largo de su vida. Es decir, la probabilidad de que alguno de nosotros o nuestro entorno desarrolle un problema de salud mental es muy alta. En el trastorno bipolar en concreto se calcula que lo puede llegar a desarrollar entre un 2 y un 5 % de la población», explica la coordinadora de Servicios y Programas de Feafes Galicia. «Las enfermedades mentales no son raras, son comunes», añade González-Pinto. 

Aunque el trastorno bipolar se presenta tanto en hombres como en mujeres, la diferencia es que en hombres suele existir un número de episodios maníacos y depresivos similares, mientras que en las mujeres predominan más los episodios depresivos que los maníacos. 

  

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.