Volver a escuchar gracias a los implantes cocleares: «Mi hija comenzaba a hablar, y no quería perderme cómo lo hacía»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Enrique Gutiérrez tiene hipoacusia. Recuperó la audición de su oído derecho gracias a un implante coclear.
Enrique Gutiérrez tiene hipoacusia. Recuperó la audición de su oído derecho gracias a un implante coclear.

Enrique Gutiérrez, paciente de hipoacusia, perdió casi la totalidad de audición en el oído derecho cuando tenía 26 años

20 mar 2022 . Actualizado a las 12:05 h.

Escuchar por primera vez (o volver a hacerlo) después de una pérdida de audición es posible. Se estima que en España, un 11,3 % de la población tiene algún tipo de discapacidad auditiva, pudiendo variar en clasificación e intensidad. Precisamente, el diagnóstico será clave para precisar la solución más adecuada. «En la actualidad, los principales dispositivos indicados para mejorar la capacidad de audición son los audífonos y los implantes auditivos. Aunque la finalidad es la misma, tienen diferentes indicaciones en función del grado y tipo de pérdida de audición», cuenta Carina Rodríguez, audióloga responsable de Formación y Estudios Clínicos en Advanced Bionics. 

En este sentido, los implantes cocleares juegan un papel definitivo en la mejora de calidad de vida de aquellos que ven mermado su sentido de la escucha. No solo esto, sino que una vez instalados en el paciente, «estos dispositivos mejoran el estado cognitivo general de la memoria, atención y lenguaje, así como la salud mental», cuenta el doctor Luis Lassaletta, presidente de la Comisión de Otología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello. Estos datos se extraen de un estudio realizado en los hospitales universitarios de La Paz y Ramón y Cajal, en el que Lassaletta ha participado. 

«Ya desde hace bastantes años, se ha visto que hay una relación entre la pérdida de audición y el deterioro cognitivo. Cuanto más tiempo pasa, más facultades se pierden. Lo que hicimos en el estudio, al margen de utilizar una herramienta específica para valorar la función cognitiva, fue utilizar dos test de ansiedad y depresión. Y lo que obtuvimos fue una mejoría en los parámetros que indicaban que estos pacientes estaban en el límite bajo de estas enfermedades», explica el doctor. 

Enrique Gutiérrez comenzó a tener dificultades para entender y escuchar a los 18 años. «Recuerdo que en la Universidad me tenía que poner delante de todo, cerca del profesor, para enterarme de lo que hablaba. A raíz de ello, me hicieron unas pruebas de sonometría y confirmaron que tenían pérdidas auditivas. No eran muy graves, pero ahí estaban», señala. El diagnóstico fue claro: hipoacusia aguda degenerativa, «vaya, lo que es una sordera que se va incrementando con el tiempo», añade. 

Enrique Gutiérrez tiene hipoacusia. Recuperó la audición de su oído derecho gracias a un implante coclear.
Enrique Gutiérrez tiene hipoacusia. Recuperó la audición de su oído derecho gracias a un implante coclear.

Su factor predominante fue el hereditario: «Viene por parte de mi familia materna. Casi todos los hermanos, que son ocho, y mi abuela, lo tienen», cuenta. ¿Sabías que esto podría pasarte? «Para nada, supe que era hereditario después de que me lo diagnosticaran. Es más, en mi familia, yo fui la primera persona que llevó audífonos». 

Así, con su mayoría de edad en la mochila, comenzaron las revisiones anuales. «Sabían que era degenerativa, y querían tener controlada la velocidad a la que avanzaba», recuerda. Era un ritmo que desconocían. 

Una vez Enrique cumplió los 26 años, los problemas comenzaron a agravarse. «En mi oído derecho tenía un 50 % de audición, y en cuestión de dos meses, perdí el 90 %. Los médicos no le encuentran explicación todavía. No sé si sería por una acumulación de estrés o de trabajo», cuenta. 

No hubo un primer síntoma que marcase la línea de salida de su problema, sino varias situaciones que obstaculizaban su día a día. Una enfermedad con carácter progresivo que avanza lanzando avisos. «Al principio no te das cuenta. Pero cada vez oía menos, me acercaba más a la gente, había ruidos y no los percibía, o incluso me dispersaba en las reuniones porque no podía seguirlas. También me di cuenta de que se enfadaban conmigo, porque me repetían muchas cosas y pensaban que no les prestaba atención», recuerda Gutiérrez. 

Eso sí, reconoce que supo cómo llevarlo. «Soy una persona que se toma las cosas con mucha filosofía. Por ejemplo, me quedé calvo con 20 años, y cuando la gente se preocupaba por peinarse yo ya no lo hacía. Por lo que al final, fue cuestión de actitud», precisa con buen tono. 

La solución no llegó al momento, pasaron unos dos años desde que Enrique perdió casi toda su audición en el oído derecho hasta que decidió ponerse un implante coclear. «Mi hija comenzaba a hablar, y no quería perderme cómo lo hacía». Su caso clínico fue aceptado sin lugar a dudas. 

Sufrir una pérdida de audición no implica ser apto para un implante coclear. «Los grados de hipoacusia se clasifican en leve, leve-moderada, severa y profunda. El implante coclear se destina para las severas y profundas, cuando el audífono no funciona porque la sordera está demasiado avanzada», explica el doctor Lassaletta. 

El requisito principal para acceder a esta tecnología es «tener una sordera bilateral profunda de origen coclear, y que a raíz de una serie de pruebas se pueda confirmar que la cóclea y el nervio auditivo son normales». explica el presidente de la comisión de otología de la Seorl-CCC. Es precisamente esta indicación la necesaria para que el implante sea cubierto por la seguridad social. «En otros casos, depende. Por ejemplo, si la sordera está solo de un lado o si se necesita un segundo implante», señala Lassaletta, que añade: «Es una cuestión controvertida. Porque si nosotros vemos mal por un solo ojo, nos ponemos gafas para los dos. Pero en el caso de la hipoacusia no están cubiertos los dos implantes, a excepción de los niños». Eso sí, habrá que estudiar casa historia. 

A mayores, se encuentra el proceso de rehabilitación. A diferencia del audífono, el implante no es solo cuestión de instalarlo. «Si bien el primero amplifica la intensidad sonora, el segundo convierte la intensidad sonora en impulsos eléctricos. Esto, en la práctica hace que la audición sea diferente al principio. Por ello, el paciente tiene que comprometerse a una readaptación larga», explica el otorrinolaringólogo. 

La operación de Enrique cuadró con el comienzo de la pandemia, pero tuvo suerte: «Solo se retrasó seis meses», señala. Fue un casi visto, y no visto: «Me durmieron, y cuando me desperté tenía una venda en la cabeza. Yo, por ejemplo, tuve bastantes cefaleas hasta que me sacaron las grapas». Aunque, insiste, «no es lo habitual». 

¿Cómo es la operación?

Para la audióloga, Carina Rodríguez, la cirugía es «una parte mínima de todo el proceso que comienza antes con la evaluación del candidato». La intervención se considera poco invasiva, con pocos riesgos y un tiempo muy rápido de recuperación. «El paciente puede tener el alta hospitalaria en cuestión de 24 horas», señala Rodríguez. Dura una hora, aproximadamente: «Se hace una pequeña incisión detrás de la oreja, justo donde se sitúa el hueso temporal, y a partir de ahí se empieza a profundizar hasta llegar al oído», explica la audióloga de la marca especializada, que continúa: «Debajo de la piel se coloca un chip electrónico. El electrodo se conecta dentro de la cóclea (conocida como caracol). Será esta pieza la que estimula directa el nervio auditivo». Con ello, se reemplaza la función natural del oído interno y se genera una vía completa de estimulación independiente. 

El momento de la activación

«Cuatro semanas después, me activaron», cuenta el paciente. «Llamamos activación al momento en el que se coloca el componente externo, la otra parte que es similar a un audífono. Este se conectará a un software que estará programado con los parámetros que necesita cada paciente, y aportará la energía al componente interno», explica la profesional de la audición. Y listo, el implante se ha completado. 

La rehabilitación posterior: aprender a escuchar por segunda vez

La intervención no termina aquí. La rehabilitación, o lo que es lo mismo, aprender a escuchar, es igual de importante. «El primer día entendía alguna palabra. Empiezas con un volumen muy bajito y poco a poco lo van subiendo para que te vayas acostumbrando. Aunque este proceso depende de cada paciente. Por ejemplo, un niño que ha nacido sordo tendrá que aprender a hablar desde cero, y eso le llevará más», precisa este paciente. 

La escucha que te proporciona un implante coclear no es natural, de ahí «que tengas que empezar a escuchar desde cero», explica Enrique. Los médicos se lo advirtieron. 

El paso a paso lo sigue dando de la mano de un logopeda: «Me ayuda en el proceso del habla y comprensión. A diferenciar pato de pata, o a identificar ruidos. Ahora ya estoy acostumbrado, pero al principio no sabía diferenciar el sonido de una impresora del de una cisterna. Simplemente, escuchaba una cosa rara», explica Enrique. Es cuestión de empezar desde casi cero. A partir de ahora, como dice, le quedan «superar mis propias batallas. Ya he llegado a un tope bastante alto de mejora», reconoce.  

Así, la nueva escucha y el tiempo que suponga adquirirla dependerá de cada paciente. «Hablamos de sorderas prelocutivas cuando la persona no ha oído ni hablado antes, y postlocutivas, cuando sí. El primer grupo son niños que nacen sordos. El implante será la herramienta que les permita oír por primera vez. En cambio, el segundo, suelen ser adultos que perdieron la audición. Con la rehabilitación asemejan las nuevas sensaciones auditivas que le produce el implante, con lo que tienen guardado en algún sitio de su cerebro. Al principio, los pacientes describen que es un sonido metálico, pero con el tiempo se les hace normal», explica el doctor Lassaletta. 

Como consecuencia, el tiempo de rehabilitación será diferente. «En niños hablamos de 4 o 5 años, cuando en adultos varía de uno a dos», señala el experto. El objetivo de la intervención tampoco será la misma. «En los adultos se pretende que recuperen la audición, pero para ello, exigimos que exista un lenguaje previo. Por su edad avanzada, no podrían aprender a hablar. En cambio en los niños, sí buscamos que adquieran el lenguaje», cuenta la audióloga, Carina Rodríguez. Ante estos avances, si bien volver a oír después de perder la audición no siempre está asegurado, cada vez se vuelve más accesible. 

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.