Revisa tu botiquín: «No guardes tus medicamentos ni en la cocina ni en el baño»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

Imagen de archivo de medicamentos en una farmacia.
Imagen de archivo de medicamentos en una farmacia. XOAN A. SOLER

Los boticarios recuerdan la importancia de llevar al Punto Sigre aquellos fármacos prescritos por un médico para una enfermedad concreta

29 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Quien más y quien menos tiene un botiquín en casa reservado para aquellos momentos en los que aparece una molestia inesperada que no requiere consulta médica. Un cajón, una estantería o una bolsa con distintos fármacos y envases que la mayoría acumula sin sentido. Los medicamentos recetados por un médico no deberían volver a consumirse sin su control y recomendación, aunque muchos no comulguen con esta idea.

Repartidas por toda España, hay más de 22.000 farmacias que cuentan con un Punto Sigre, el lugar en el que se deben depositar todos los fármacos, sin excepción, una vez han caducado, se ha desestabilizado su método de conservación o, una vez el tiempo prescrito por un profesional ha expirado, el usuario debe deshacerse de los restantes. «A veces, cuando la gente revisa sus medicamentos en casa, o si ha fallecido un familiar, nos llegan con bolsas. Se acumula y acumula», comenta Paula Briones, miembro del Colegio Oficial de Farmacéuticos de A Coruña, que añade: «Existe la creencia errónea de que si termino un tratamiento con antibiótico, por ejemplo, puedo guardarlo para la próxima vez por si me hace falta». Una práctica que, dice, ven bastante desde el otro lado del mostrador. 

Por si quedaban dudas, esta no es una buena decisión. Acumular medicamentos en casa puede inducir a errores en su toma, fomentar el autoconsumo o, incluso, elevar el riesgo de intoxicación al tomar un fármaco caducado o mal conservado. «Por eso, aconsejamos revisar nuestro botiquín una o dos veces al año y llevar al Punto Sigre todo aquello que no podamos consumir», señala Eduardo Ramírez, farmacéutico del área de divulgación científica del Consejo General de Colegios Farmacéuticos de España, que insiste en la importancia de este depósito. 

El Punto Sigre es una entidad sin ánimo de lucro encargada de garantizar la correcta gestión medioambiental de los envases y restos de medicación que se generan en los hogares españoles, ya que, cuando los fármacos entran en contacto con suelos y aguas los contaminan. De ahí, que se debe evitar tirarlos a la basura doméstica, o desecharlos por el desagüe o váter. El control de este tipo de químicos no solo beneficia a los propios usuarios, sino también a la salud del planeta. 

Ambos expertos consultados explican aquellos principios activos o materiales susceptibles de reciclaje en las farmacias. «Nos tenemos que deshacer de todos los medicamentos que, una vez usados, no se hayan conservado con las condiciones óptimas de temperatura, luz y humedad. También los caducados; los multidosis, es decir, que tenemos que abrir y cerrar tantas veces como precisemos una dosis y se haya pasado su período de validez; los antibióticos; así como aquellos de margen estrecho como los colirios —la mayoría duran un mes una vez abiertos—, inyectables o los que se almacenan en la nevera», resume Briones. 

Ramírez repara en que, el problema de un uso inadecuado se produce, en muchas ocasiones, en relación a los antibióticos. «Si nos sobra uno que nos han prescrito, no deberíamos de utilizarlo en una patología posterior por mucho que coincidan los síntomas», comenta. El farmacéutico se refiere, sobre todo, al empleo de este tipo de medicamentos con catarros o gripes. «El 80 % de las enfermedades con las que barajamos esta opción son de origen vírico. El sistema inmune puede con ellos por sí solo y no hay necesidad de antibiótico», indica.

De hecho, este uso y abuso es un tema de preocupación para los profesionales sanitarios. La Organización Mundial de la Salud ya alertó que la resistencia a los antibióticos es, en la actualidad, «una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo». Y si bien es un fenómeno que se produce de manera natural, el empleo indebido de estos fármacos, tanto en humanos como en animales, está acelerando el proceso. La pérdida de eficacia se observa, por ejemplo, en patologías como la neumonía, la salmonelosis o la tuberculosis. De ahí que, la premisa principal para reducir y frenar este problema sea tomar antibióticos solo cuando lo prescriba un profesional y que estos se limiten a darlo cuando sea estrictamente necesario. 

Pese a que la iniciativa del Punto Sigre comenzó a mediados de siglo, todavía hay muchas dudas respecto a su uso. Más allá de medicamentos, «siempre en su envase y prospecto», también se pueden depositar las propias cajas de los medicamentos y los envases vacíos. Por el contrario, no se pueden tirar en este recipiente las agujas, los termómetros, las gasas, los productos químicos, las radiografías, las pilas, las mascarillas o los tests de covid. 

Qué debe contener un botiquín casero

El hecho de que se recomiende no almacenar medicamentos sujetos a prescripción de un médico no implica que no haya otros que sí se puedan guardar. Este es el ejemplo de los fármacos leves, «como analgésicos, antitérmicos o antiinflamatorios», comenta el vocal de los farmacéuticos, a los que se suman pomadas para las quemaduras o productos para las picaduras de insectos. De igual forma, el botiquín casero debe contar con material de cura como algodón, gasas estériles, tiritas, vendas, esparadrapo, cinta de goma, antiséptico, desinfectante, termómetro o suturas quirúrgicas. 

Si bien pocos erran en tener a mano alguno de los anteriores, los farmacéuticos recuerdan que no se suelen almacenar de la manera correcta. La ubicación del botiquín es esencial: debe estar en un sitio fresco y seco, «por lo que se debe evitar el baño y la cocina, ya que son espacios con más humedad y cambios de temperatura», comenta Ramírez, quien prefiere optar por otras habitaciones como el salón o el dormitorio. Si no hubiese otra opción más allá de las dos primeras, aconseja que, como mínimo, se separen de las fuentes de calor y humedad. «También se deben separar de la luz, porque algunos son fotosensibles y puede acelerarse su degradación», añade. 

La fecha de caducidad genera dudas. «Cuando solo aparece mes y año, significa que ese medicamento será válido hasta el último día del mes indicado», explica Briones. Así, si en un envase aparece septiembre del 2024, ese fármaco podrá utilizarse hasta el 30 de septiembre del 2024. «Con todo, recomendamos apuntar en el envase el día de apertura», indica. Leerse el prospecto no es una leyenda. Es necesario, precisamente, para conocer cuánto tiempo puede emplearse y cómo debe almacenarse. 

En la mayoría de ocasiones, consumir un fármaco caducado no implica un riesgo inminente para la salud. «Por un lado, habrá perdido eficacia; y por otro, si contiene productos de degradación, pueden sentar mal a la persona y ser perjudiciales», detalla Ramírez. Por ello consultar el rango de uso debe convertirse en costumbre para todos. 

Una consulta habitual en la farmacia es, cuenta Briones, «si los medicamentos que se depositan en el Punto Sigre se pueden donar». Respuesta negativa. Su reutilización conlleva un riesgo.

Lucía Cancela
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Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.