Cicatrices: ¿qué tipos existen?, ¿se pueden eliminar?

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

¿Es posible eliminar una cicatriz?
¿Es posible eliminar una cicatriz? iStock

La reparación del tejido puede darse en distintas formas, desde las que se consideran atróficas, como las marcas que deja el acné, hasta las hipertróficas. Un experto responde a las preguntas más habituales

09 may 2023 . Actualizado a las 12:07 h.

Heridas, cicatrices e infancia van de la mano. Quién más y quién menos tiene una. Algunas evocan a recuerdos que muchos ya quisieran revivir, mientras que otras bien pueden asociarse a un trauma que ha dejado huella. Ahora bien, su marca en la piel no tiene por qué ser definitiva. Existen formas de evitarlas o, al menos, hacerlas menos visibles. 

Una cicatriz es el proceso de curación final de una herida. Como bien conoce el saber popular, puede estar causada por un golpe, una cirugía, una quemadura e, incluso, un simple rasguño. «Después de cualquier agresión, la piel pone en marcha unos mecanismos extremadamente complejos para repararla. Este proceso no es perfecto, porque la piel no vuelve a quedar como si no hubiera pasado nada. Precisamente, es a ese aspecto que deja en la zona a lo que llamamos cicatriz», explica el doctor Jesús del Pozo, dermatólogo en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac). 

A diferencia de lo que sucede en el mundo animal, donde el organismo de varias especies es capaz de realizar la regeneración de, por ejemplo un miembro, en los humanos no es posible. «Algo que la gente no conoce es que cualquier cicatriz que se produzca en el feto antes de la 26.º semana de gestación se recupera sin dejar rastro. Como si no hubiese una herida», explica el doctor.

Al contrario de lo que se suele pensar, las cicatrices de niños y adultos son iguales. Prueba de ello son las que persisten con el paso de los años. Eso sí, los más pequeños de la casa «tienen una capacidad para regenerarse mucho mayor que la de los mayores», explica el doctor, que añade: «a ellos, normalmente, las agresiones les curan más rápido». 

Tipos de cicatrices

La reparación del tejido puede darse en distintas formas. Desde la línea más fina, hasta las que se consideran atróficas o hipertróficas. Las primeras son características después de las lesiones provocadas por el acné, por ejemplo. Son pequeñas depresiones en la piel, que tienen lugar cuando la agresión no ha permitido que se forme la suficiente cantidad de colágeno para reparar las fibras de tejido conjuntivo. Las hipertróficas aparecen en situaciones contrarias, en las cuales se produce una formación excesiva de colágeno en la zona. Se elevan sobre la piel y su color suele ser rojo o púrpura. Otro de los tipos son los queloides, que se asemejan a las anteriores por su forma, solo que estos se presentan de una manera mucho más abultada. Su extensión ocupa una mayor zona que la de la herida y, detrás de su aspecto, también se encuentra un exceso de colágeno.

Las fases de una cicatriz

El proceso de cicatrización dura, aproximadamente, un año. Se divide en tres fases. La primera de ellas es la inflamatoria, que tarda de dos a cinco días en finalizar. En este momento, la zona está roja e inflamada. Se activa la cascada de coagulación y se liberan las células sanguíneas encargadas de eliminar los residuos celulares y las sustancias exógenas que hay en la herida. 

Entre dos y tres días después, comienza la fase proliferativa, que puede durar semanas. Esta etapa es la de la reparación, por lo que engloba el desarrollo de la vasculatura nueva, la generación de fibroblastos y la epitelización. «A grandes rasgos, en las primeras fases de la cicatrización sucede cuando nuestra piel tampona esa herida y después forma un tejido capaz de cerrar y epitelizar», precisa el doctor Del Pozo. En otras palabras, aunque la marca persista, en la mayoría de ocasiones la piel recupera sus características para cumplir con todas sus funciones. 

Por último, cuando la dermis está recuperada, empieza la fase de maduración. La cicatriz es la consecuencia visible de esta etapa, la cual puede extenderse hasta dos años más. En paralelo, el color también evoluciona. A partir del primer mes, el rojizo inicial comienza a desvanecerse, hasta que en el séptimo acaba degradándose. Para el experto del Chuac, esta última fase resulta clave en el tratamiento y cuidado: «La cicatriz puede tardar más o menos en completarse según los bordes estén más o menos alejados, o según sea más o menos profunda. Sin embargo, a partir de las dos semanas, empieza lo que se conoce como remodelación», detalla, que puede extenderse hasta los 18 meses posteriores. «Este momento es imprescindible para el estado final. Muchas veces, nos hacemos una cicatriz en un brazo, que es una zona que tiene mucha tensión, y con el tiempo se va ensanchado. Esto ocurre porque la cicatriz se remodela», añade.

¿De qué depende el estado de una cicatriz?

Cuando el proceso de reparación sucede de manera correcta, la marca será una línea blanca, flexible e indolora. Sin embargo, la recuperación no es la misma en todas las personas. Así, la capacidad de cicatrización dependerá de la localización anatómica, pues hay zonas que se regeneran por completo, como las encías, y otras con peores resultados como la espalda. Además, la tensión generada en el área a causa del movimiento puede dar mejores o peores resultados: «Depende del uso que se le dé a la zona. Por ejemplo, si la cicatriz está alrededor de la boca, cada vez que la persona habla la piel se tensa y destensa por la contracción muscular. En cambio, si está en la frente, pegada al pelo, apenas habrá movimiento», explica el doctor Del Pozo. 

La vascularización del área afectada puede marcar la diferencia: «El riego sanguíneo provoca una más rápida cicatrización». El ejemplo más claro para el doctor son las heridas de la cara, «que a pesar de todo suelen tener muy buenos resultados». No ocurre lo mismo con las que ocupan el tobillo: «La circulación de la pierna no tiene nada que ver con la del rostro. Esto se acrecienta a medida que nos hacemos mayores, por eso cuando a una persona de edad avanzada le sale una úlcera nunca se le termina de curar», precisa. La zona también variará en función de su grosor, que si bien no es el factor de mayor importancia, sí puede variar el resultado final. «Las heridas en las palmas de la mano o en las plantas de los pies cicatrizan muy bien porque tenemos la piel más gruesa» detalla el experto del Chuac. 

El estado final de la cicatriz también variará en función del sexo. Las mujeres fértiles cicatrizan peor que las posmenopáusicas y los varones, debido a los estrógenos; de la edad, pues al contrario de lo que se puede pensar hay una peor cicatrización en los jóvenes y, finalmente, dependerá del tamaño de la herida y de la contaminación local. De igual forma, se ha visto que la genética importa. Una persona tendrá un peor proceso de cicatrización si sus padres tienen una mayor tendencia a desarrollar cicatrices patológicas, «como las hipertróficas o las queloides». 

¿Cómo cuidar una cicatriz?

Cada herida es un mundo, y así serán sus cicatrices. Generalizar los cuidados es peligroso, porque no todos los remedios sirven para lo mismo. Sin embargo, hay tres premisas que toda lesión debe cumplir: «Se tiene que evitar la exposición solar, hacer una limpieza adecuada con agua y jabón y evitar el riesgo de infección», considera Del Pozo. Más allá de sus beneficios habituales, el primero es especialmente importante para evitar la hiperpigmentación de la marca. 

La Academia Americana de Dermatología coincide en los consejos y recuerda que si bien las cicatrices de las rodillas y los codos son difíciles de evitar, las marcas se pueden volver menos visibles si se les presta la atención adecuada. 

  • Mantener la herida limpia, con una rutina de lavado con agua y jabón, y así poder eliminar gérmenes y restos. 
  • Uso de vaselina: esta sustancia permite mantener la herida húmeda, que se seque y aparezca la costra, que por lo general retrasa la cicatrización. 
  • La institución estadounidense también recomienda cubrir la piel con un vendaje adhesivo, y cambiarlo a adhesivo. 
  • Por último, aconseja utilizar protección solar en la herida una vez haya cicatrizado, hay que ayudará a reducir la decoloración roja o marrón, así como acelerará el proceso de desaparición. El protector debe ser de amplio espectro con un FPS de 30 o superior, la cual se debe reaplicar cada cierto tiempo. 

La hidratación no es mano de santo. No hace milagros, aunque sí puede ayudar. «Cuando una persona tiene una herida, hay una pérdida de agua y por ello, la piel se deshidrata. Pero por poner crema no vas a mejorarlo. Por el contrario, tiene más sentido utilizar una hidratante en la zona una vez que la herida se haya cerrado», detalla el experto del Chuac. En este punto también se puede recurrir a la vaselina. 

Después, existen principios activos que pueden contribuir a la cicatrización. Hablamos de ácido hialurónico, vitamina D o vitamina A. «El aloe vera, por mucho que se piense que sirve para todo, solo tiene efecto calmante», detalla Jesús del Pozo. Por lo que su uso en estos casos aportaría un beneficio extra. 

En el catálogo de remedios se encuentran los masajes circulares de la cicatriz. «Sucede, sobre todo, con las cicatrices abdominales a consecuencia de una cesárea. Muchas veces, como el corte es muy profundo, se quedan adheridas y se movilizan mal. Al masajear la lesión, se evitan la falta de movimiento. Nos sirve para prevenir que la marca no se agarre o se pegue demasiado», precisa el dermatólogo. Esta estrategia permitirá que la marca sea más suave y en algunos casos, aliviará el picor que produce. Con todo, es importante que cuente con el visto bueno de un profesional, el cual indicará las veces y los productos con los que ponerla en práctica. 

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.