Un estudio cuestiona la eficacia y seguridad de los analgésicos contra el dolor lumbar

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

El dolor en la zona lumbar es uno de los motivos de consulta en Atención Primaria más frecuente.
El dolor en la zona lumbar es uno de los motivos de consulta en Atención Primaria más frecuente. iStock

Se trata de una revisión que incluye datos de más de 15.000 personas. Sin embargo, no resulta suficiente para cambiar el abordaje actual de la lumbalgia

23 mar 2023 . Actualizado a las 12:10 h.

El dolor lumbar está presente, en algún momento de la vida, en el 80 % de las personas. Es más, es tan frecuente que es uno de los principales motivos de consulta en atención primaria. No solo esto, sino que es el proceso osteomuscular que causa un mayor absentismo laboral en España y otros países. Según un documento de la Sociedad Española de Medicina General (Semergen), la lumbalgia es el tributo «que hemos de pagar por mantenernos en posición bípeda». 

Facturas aparte, la clínica se suele resolver de forma espontánea, «lo que sumado a su etiología multifactorial explica la diversidad terapéutica, incluso quirúrgica, sin una base científica contrastada», apunta la Semergen en el documento. Precisamente, la sociedad detalla que el amplio abanico de posibilidades en el diagnóstico, en el empleo de técnicas de imagen, el número de ingresos hospitalarios y la aplicación de técnicas quirúrgicas, según los territorios, «es reflejo de la falta de consenso en cuanto al manejo de esta entidad clínica». Así, estiman que puede haber personas que se hayan visto sometidas a tratamientos «inapropiados» y a la medicalización en todos los casos. 

Con todo, el abordaje recomendado suele consistir en fármacos orales, especialmente los medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE) como el ibuprofeno, métodos físicos y la práctica que la persona pueda realizar. Es más, la Semergen señala que «el reposo absoluto cuando es imposible la deambulación debe ser inferior a dos días». Estar en cama más de cuatro no solo no mejora los problemas lumbares sino que los empeora causando sensación de gravedad, debilidad o desestabilización de la columna, entre otros. 

En el apartado del botiquín, la entidad explica que el paracetamol es la medicación «más segura y aceptable», aunque los Aine son los más prescritos. Tratamiento que puede combinarse con relajantes musculares. Sin embargo, un metaanálisis que radiografía 98 ensayos clínicos, publicado en la revista The BMJ (British Journal of Sports Medicine), lo pone entre interrogantes. Concluye que hay «una incertidumbre considerable» de la eficacia que tienen estos medicamentos en reducir la intensidad del dolor de espalda baja agudo no específico. El estudio destaca que falta evidencia para hablar de efectividad y seguridad del uso de este tipo de analgésicos como los antiinflamatorios, el paracetamol y los opioides, entre otros, por lo que insiste en que los médicos y pacientes recurran a ellos «con cautela». 

Lucía Hipólito, profesora titular en la facultad de Farmacia de la Universidad de Valencia, señala el interés de la publicación: «Ha combinado una cantidad de estudios individuales que se habían realizado hasta ahora y consigue agruparlos con un diseño muy correcto. Esto permite observar a muchos más pacientes de lo que en un estudio único se podría realizar. En concreto, a más de 15.000 participantes», de la cuales casi la mitad (un 49 %) son mujeres. 

No obstante, este no es el primer estudio que habla de ineficacia. De hecho, «la conclusión, que es de elevada importancia, viene a reafirmar otras investigaciones que ya mostraban la falta de evidencia en la capacidad de algunos medicamentos analgésicos de reducir la intensidad del dolor agudo de espalda baja», precisa la profesora de Farmacia en Science Media Centre. Pese a la novedad de la revisión, Lucía Hipólito reconoce que puede derivar en cierta incertidumbre entre los médicos de atención primaria, «pues complica la toma de decisiones a la hora de prescribir antiinflamatorios, anticonvulsivantes, opioides, combinación de ambos, paracetamol o corticoides», indica. Así, la experta se suma a una de las conclusiones del estudio: que se utilicen con ciertas limitaciones. En la revisión se midieron, esecialmente, dos variables: «Los niveles de reducción de dolor y la aparición de efectos adversos. Con ello, observan que la eficacia de su uso es limitada porque la confianza que dan los datos es baja», indica Hipólito.

Con todo, el metaanálisis señala que son necesarias más investigaciones con el objetivo de mejorar el conocimiento que se tienen de la medicación: «Los mismos autores citan algunas limitaciones como la selección de pacientes o la falta o elevada variedad acerca de los efectos adversos recogidos. Esto nos llama a hacer más estudios para llegar a la conclusión que queremos», precisa la farmacéutica, que añade: «Saber cuáles funcionan y cuáles no para tomar bien las decisiones terapéuticas».

Ahora bien, ¿la publicación viene a cambiar los esquemas de tratamiento? De momento, no. Para Hipólito, lo importante es que pone el foco de atención en el uso que se está haciendo de los analgésicos, «para evitar efectos secundarios e implementar las medidas necesarias, incluyendo el cambio o la interrupción de la toma», así como la valoración de otras medidas no farmacológicas para la mejora del paciente. 

Tal y como señala la experta, esta no es la primera vez que se pone sobre la mesa la posibilidad de que la medicación no tenga el efecto esperado. Es más, el autor principal de esta revisión concluyó, en una anterior, que los relajantes musculares podrían provocar pequeñas reducciones, de apenas importancia, en la intensidad del dolor, al mismo tiempo que podrían aumentar el riesgo de un acontecimiento adverso. De igual forma, otra revisión publicada en The BMJ, señala que entre los abordajes no farmacológicos destacan la terapia manual, el uso de calor y el ejercicio. Estas fueron las que mejor redujeron el dolor con efecto inmediato. Por su parte, los aine funcionaron mejor para reducir las molestias y el parecetamol no mostró beneficios. Sin embargo, a este respecto precisan que las pruebas no tenían gran evidencia. 

Los analgésicos se mantienen

Así las cosas, el tratamiento farmacológico en la lumbalgia sigue estando recogido por distintos documentos de consenso. La Guía de práctica clínica sobre la Lumbalgia, precisa que la primera elección de este tipo es el paracetamol por «su mejor perfil de riesgo y beneficio». Los AINE, por su parte, son la segunda opción. Indican que cualquier tipo de antiinflamatorio es igual de eficaz, pero destacan que el tratamiento ha de ser corto y pautado por un profesional. Esto se debe, especialmente, al riesgo gastrointestinal que presentan de forma general, así como aquellos factores de riesgo individuales de cada paciente (a nivel renal, cardiovascular o interacción con otro medicamento).

Tipos de lumbalgia

La Semergen explica en su documento que en la mayoría de lumbalgias (entre el 60 y el 80 % de los casos) no existe una causa aparente, por lo que se denominan inespecíficas. Por el contrario, la sintomatología mecánica, la cual crece con el movimiento pero disminuye en reposo, es característica de las lumbalgias primarias. Estas pueden deberse a distintos factores: a una protusión o a una hernia, a alteraciones de las articulaciones interapofisarias o a escoliosis. 

Por su parte, la lumbalgia inespecífica tiene su origen en «una incorrecta utilización de la espalda con posturas inadecuadas o microtraumatismos recurrentes; a la pérdida de musculatura; a alteraciones psíquicas y a causas desconocidas», precisa la entidad de médicos generales. 

Por último, las lumbalgias pueden ser secundarias, aunque su aparición es mucho menos frecuente. En este caso se suelen relacionar con procesos inflamatorios, tumores, infecciones o patología metabólica como es el caso de la osteoporosis. 

Lucía Cancela
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Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.