Héctor Núñez, farmacéutico experto en cosmética: «Vamos a utilizar el sentido común y no pagar doscientos euros por una crema»

Laura Inés Miyara
LAURA MIYARA LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

Héctor Núñez es farmacéutico y se dedica a divulgar información sobre cosmética a través de su cuenta de Instagram, @cosmetocritico.
Héctor Núñez es farmacéutico y se dedica a divulgar información sobre cosmética a través de su cuenta de Instagram, @cosmetocritico.

Conocido en redes como @cosmetocrítico, el especialista recomienda una rutina minimalista con la limpieza como base

13 feb 2023 . Actualizado a las 12:06 h.

La piel es nuestra primera línea de defensa frente al mundo exterior. Pero es también nuestro órgano más visible. En ella se imprime gran parte de nuestra historia: manchas, arrugas, cicatrices. Desde nuestro estado de ánimo hasta el simple e inevitable paso del tiempo. Todo queda registrado en la piel. Quizás por eso prestamos cada vez más atención a su cuidado. Queremos mostrar nuestra mejor versión a través de ella y, al mismo tiempo, queremos protegerla. Con la amplia variedad de opciones que hay en el mercado, establecer esa rutina de cuidado de la piel, lo que hoy se conoce como skincare, puede ser complicado. Multitud de productos que deben aplicarse siguiendo un orden preciso. Ingredientes cuyos nombres no podríamos deletrear y cuya acción no sabríamos predecir. Todo esto configura un escenario complejo que puede agobiarnos. Para separar la paja del trigo, el farmacéutico especializado en cosmética Héctor Núñez lanzó en el 2018 su cuenta de Instagram @cosmetocrítico. A través de ella, divulga información clave para mantener la piel sana y radiante. Con un toque humorístico, sus consejos van directos al grano, respondiendo a las dudas más frecuentes sobre productos, ingredientes y cuidados. Su nuevo libro, el Manual de Cosmética Aplicada (Libros Cúpula), amplía esta información con consejos prácticos.

—La función de barrera es una de las más importantes que tiene nuestra piel. ¿Cómo podemos protegerla?

—Hay que intentar mantener la barrera cutánea y su función lo más íntegra posible porque, al final, nos defiende del exterior, de las agresiones externas y limita la penetración de la polución, patógenos y otras sustancias que, obviamente, no deberían pasar al organismo. Luego, la función de barrera tiene una parte antioxidante, que nos defiende de los radicales libres que se generan por la radiación solar, y del daño que la radiación solar produce.

En cuanto a cómo podemos reforzarla o evitar alterarla lo máximo posible, por un lado, hay que evitar la radiación solar utilizando fotoprotección todos los días, que además de prevenir el fotoenvejecimiento y el cáncer de piel, ayuda a la función de barrera de la piel. Por otro lado, utilizar antioxidantes, para evitar la generación de radicales libres. Y luego, hay que ser suaves con el tema de la limpieza cutánea. No utilizar jabones clásicos. Hoy en día, casi todos los limpiadores ya son syndet, que son detergentes sintéticos que están formulados con pH cutáneo, no son tan agresivos para la piel como los primeros que salieron. Entonces, hay que limpiar la piel, porque si no, se acumula polución y esto también nos va a afectar en el envejecimiento prematuro, e incluso en la aparición de manchas y rojeces. Pero hay que hacer esa limpieza de forma suave. Si no estropeas nada, no hay que reparar nada.

—¿A partir de qué edad deberíamos incorporar una rutina de cuidado de la piel? ¿Cuáles son los pasos obligatorios?

—A partir de los 20, nuestro cuerpo ya va envejeciendo biológicamente, porque la destrucción supera la formación de tejido. Entonces, a partir de los 20 sí que sería interesante establecer una rutina simplificada de limpieza y fotoprotección. Así evitamos el fotoenvejecimiento producido por el sol y evitamos la destrucción del colágeno y la elastina. A partir de los 25 o 30, el que quiera puede introducir, por la mañana, un antioxidante antes del fotoprotector y, por la noche, un estimulador de la renovación celular y del colágeno. Porque cuando vamos cumpliendo años, la piel ya no se renueva a la misma velocidad que cuando éramos jóvenes. Se ve más apagada, puede haber más rugosidad. Entonces, podemos aplicar, por la noche, un retinoide, que es lo que tiene más evidencia científica. A partir de los 40, dependiendo de cómo esté esa piel y cuánto haya envejecido por la luz solar, podemos introducir también exfoliantes en la rutina nocturna. Pero si estamos ante una piel con tendencia acneica, aunque sea una piel más joven, podemos meter antes los exfoliantes. Todo depende de la piel de cada persona. La edad es, al final, algo un poco relativo.

—¿Cuáles son los ingredientes destacados que van mejor para mantener la piel?

—Los estándar suelen ser la vitamina C pura, retinol, niacinamida y ácidos exfoliantes. El retinol lleva con nosotros años. Ahora ha vuelto a resurgir porque es de los ingredientes que tienen más evidencia.

—¿Para qué sirve el retinol?

—Un ingrediente puede servir para muchas cosas. Tendemos a encasillarlo todo: esto para arrugas, esto otro para manchas, pero no es así. En el mercado podemos encontrar retinol y retinal, esos son los retinoides más básicos. Por un lado, mejoran las arrugas porque estimulan la síntesis de colágeno y elastina. Nos van a engrosar la dermis, que es donde está todo el colágeno y la elastina. Eso nos da soporte y firmeza. Luego, van a engrosar la epidermis, porque estimulan la renovación celular, y eso hace que las arrugas disminuyan. Por otro lado, también van a mejorar la textura de la piel, porque tienen un efecto ligeramente descamativo, aunque no sean exfoliantes. Van a mejorar la superficie cutánea porque afinan el estrato córneo, la capita de células muertas que se acumulan. Por eso nos sirven para mejorar la textura, las arrugas y las manchas. Con esa renovación celular, se actúa a nivel de la formación de la enzima que se encarga de crear ese pigmento. Y la renovación celular mejora los granitos, porque desobstruimos los poros y evitamos la formación de comedones.

—¿Cómo se utiliza el retinol?

—La precaución que hay que tener es empezar con concentraciones bajas. La gente tiende a pensar que cuanto más, mejor, y eso es contraproducente, porque la irritación va a debilitar la barrera cutánea y podemos tener irritaciones inflamatorias. Entonces, es mejor ir poco a poco, comenzar a concentraciones bajas. Para un retinol, estaríamos hablando de un 0,1 %. Y conviene no utilizarlo todas las noches. Dos o tres noches alternas a la semana durante seis semanas, para que la piel se vaya acostumbrando. Y luego, ir aumentando de forma progresiva el número de aplicaciones nocturnas hasta lo que toleremos. Hay que ir viendo cómo reacciona nuestra piel. Y siempre por la noche, no hay que utilizarlo por la mañana. Además, conviene comenzar en otoño o invierno. Como va a hacer que se descame un poquito la piel, al principio estará un poquito más desprotegida hasta que se empieza a regular y se adapta. Por eso recomendamos empezar en invierno, porque en verano hay una mayor incidencia de radiación solar, y no nos solemos proteger muy bien. Una vez que la piel está acostumbrada a los retinoides, ya podemos utilizarlos todo el año sin ningún problema. En verano, no tienes por qué dejarlos si ya has comenzado en invierno y los has tolerado. Y cuando dejas de utilizar retinoides o subes su concentración, la piel tiene que volver a adaptarse. Lo que hacemos es mantener la concentración que veníamos utilizando antes y, un día a la semana o dos, ir introduciendo la nueva más alta.

—¿Cuáles son los principales errores que solemos cometer con la cosmética?

—El principal es no limpiarse la piel, mucha gente no lo hace y aplica directamente las cremas. Hay mucha gente que no usa fotoprotector, ese sería el segundo error. Luego está la gente que hace todo lo contrario: que cada dos por tres cambia de productos. A un cosmético necesitas darle tiempo para que actúe. Una mancha no se te va a quitar del rostro de un día para otro y una arruga tampoco. No podemos querer reducir las arrugas en un mes. Esas expectativas están un poquito distorsionadas. A lo mejor, una reducción del 20 % de una arruga no va a eliminarla, pero se va a ver un poquito menos. Otro error es introducir cambios radicales en la rutina. Lo ideal es que, cuando quieras hacer cambios en tu rutina, no cambies todos los productos de golpe. Si cambias todo y te aparece una irritación, no vas a saber de dónde viene. Tendrás que sacar todos los productos y volver a introducirlos uno a uno durante dos semanas. Así le das a la piel ese tiempo de adaptación. Otro error es pensar que cuanto más, mejor en términos de concentraciones. Muchas veces, se realizan estudios de eficacia a ciertas concentraciones. Y por utilizar el doble, no vamos a notar resultados más rápidos ni mejores. A lo mejor, incluso es contraproducente. Y utilizar más cantidad de producto de la necesaria. Para que nos hagamos una idea, la cantidad correcta es la suficiente para extenderla y que al terminar no notes nada. Si notas que te deja una capa y tarda media hora en absorberse, es demasiado producto. Depositar más cantidad del activo puede dar lugar a irritaciones.

—Se está hablando mucho del déficit de vitamina D por la baja exposición solar de la población. En este sentido, ¿el protector solar podría perjudicarnos?

—La fotoprotección hay que usarla durante todo el año, porque la radiación solar está siempre ahí. Si estás todo el día en casa, por ejemplo,  no hace falta que te des fotoprotector, a no ser que trabajes al lado de una ventana, porque ahí sí que hay una incidencia del sol y hay que protegerse. Aunque la radiación ultravioleta B no penetra, la ultravioleta A sí, y está relacionada con el cáncer de piel.

En cuanto a la vitamina D, por el momento, la evidencia dice que el uso de fotoprotector diario no afecta a los valores de vitamina D. Porque lo usamos solo en la cara todo el año. Y en verano, el resto del cuerpo, hasta que no vamos a la playa o la piscina, no toca el fotoprotector. Gran parte de la población tiene un déficit de vitamina D considerable, pero la síntesis de vitamina D se satura y en verano, es más que suficiente con exponer las manos o hasta el codo durante diez minutos. Esto es suficiente para alcanzar la vitamina D que tu cuerpo puede sintetizar. En invierno, tendrías que tirarte horas al sol para sintetizarla. Entonces, sí que hay un déficit en la población, pero no por el uso de fotoprotector. Al final, siempre vamos algo expuestos. No conozco a nadie que vaya con todo el cuerpo cubierto en fotoprotector y lo reaplique cada dos horas. Luego, aparte, los protectores no protegen al 100 %. Siempre dejan pasar una parte de la radiación, porque no son un muro de hormigón.

En cuanto al SPF, usa un producto que te sea cómodo para aplicar todos los días. De nada sirve que tengas un fotoprotector SPF 50 y una protección ultravioleta súper elevada si luego la textura es mala y no lo vas a utilizar porque te da asco o te vas a dar menos cantidad de la necesaria para que te proteja. Hay que tener en cuenta que los fotoprotectores se hacen con medidas específicas de uso, que son de dos miligramos por centímetro cuadrado de piel. Si aplicamos menos cantidad, no nos estamos protegiendo bien. Para hacernos una idea, un cuarto de cucharilla de postre sería la cantidad correcta para el rostro. Si la cantidad de protector te parece demasiada, busca otras texturas. Hoy en día hay unas muy ligeras. Y si después te maquillas, utiliza una base con fotoprotector, que hoy en día las hay. Todo va sumando.

—¿Usar maquillaje encima del protector solar impide que este nos proteja?

—Los fotoprotectores crean una película, entonces, se tienen que aplicar siempre como último paso. Lo que apliquemos después siempre va a alterarlos. Por eso, se recomienda, si aplicamos maquillaje, para alterar lo mínimo posible esa película que ha creado el fotoprotector, hacerlo a toquecitos, en vez de arrastrando, y esperar unos diez minutos a que esa película seque antes de aplicar el maquillaje.

—¿Podemos usar protector solar corporal en el rostro?

—Eso va por texturas. Lo que aplicas en el cuerpo lo puedes aplicar en el rostro. Pero los fotoprotectores corporales están diseñados para el verano y suelen ser waterproof, porque están pensados para mantenerse en la piel durante los baños, durante el roce, con el sudor. Los que utilizamos en el día a día tienen texturas más ligeras.

—¿Es necesario exfoliar la piel?

—Depende de tu piel. Si tenemos una piel descamada, que presenta puntos negros o engrasada, ahí sí que necesitamos exfoliantes. Pero si tú tienes una piel normal, a partir de los 40, aparte de los retinoides, los exfoliantes van a ayudar a esa renovación celular que con la edad disminuye y hace que se acumulen células muertas, sebo y suciedad y que se obstruyan los poros y salgan puntos negros. Hay que tener en cuenta que la exfoliación física depende de muchos factores. Dependerá del tamaño de la partícula, de la superficie de la partícula, si es lisa o rugosa, ya que si es rugosa exfolia más, del tiempo que se esté masajeando, que ahí cada persona hace lo que quiere, y de la presión que ejerzas. Los cepillos de limpieza de cerdas también, algunos son durísimos. Si estás haciendo dermaplanning, también estás exfoliando. Son muchos factores y puedes acabar debilitando la barrera cutánea, haciendo microheridas si eres un poquito bestia, e irritando la piel. Pero con los exfoliantes químicos, las variables son concentración y pH. La concentración suele ser entre un 5 y un 10 % para un uso casi diario, aunque no tiene por qué ser diario, y hasta de un 20 % para un uso semanal. Obviamente, si usas uno diario, no metas uno semanal con concentración al 20 %, porque ya es exagerar. Al final, con los exfoliantes químicos tienes menos papeletas de equivocarte.

—¿Qué debemos tener en cuenta al elegir un producto cosmético?

—Como consumidores hay que tener en cuenta que a los productos se les pone un precio en función del consumidor al que van dirigidos. Un consumidor de lujo, por muy buena que sea una crema de diez euros, no la va a comprar, porque está acostumbrado al lujo. Esto está relacionado con el posicionamiento de marca, con el márketing. Esta parte influye mucho en el precio. De hecho, hay laboratorios que tienen sus productos para droguería o para perfumería y luego, venden esos mismos productos con la misma fórmula y los mismos ingredientes a otro precio distinto en otro canal. Y luego, hay marcas que son excesivamente caras y que sus ingredientes principales son de lo más barato que hay en el mercado. Entonces, hay que encontrar un término medio. No por pagar más va a ser mejor. Vamos a utilizar el sentido común y no pagar doscientos euros por una crema.

Todo depende de la fórmula final. Un producto exfoliante con ácido glicólico al 10 %, si está formulado a un pH 6 no va a exfoliar, por el pH al que está formulado. Yo siempre digo, por un lado, si algo parece demasiado bueno para ser verdad, probablemente no lo sea. Y, normalmente, cuando algo tiene mucho boom, es porque hay una inyección de márketing a nivel comercial. Hay que ver si las marcas tienen estudios de eficacia o no. Cuando las marcas hacen estudios de eficacia, lo suelen anunciar, porque es algo costoso de hacer. Además, hay que mirar las valoraciones de otros clientes, que ayudan bastante.

—¿Cómo se debe cuidar la piel del cuerpo?

—La piel del cuerpo envejece como la del rostro. Quizás recibe menos radiación solar, pero presentará pérdidas de firmeza con las subidas y bajadas de peso, o en el posparto, y es muy común que presente manchas, sobre todo en la zona del escote. La recomendación es la misma. Los ingredientes para manchas y firmeza que utilizamos para el rostro son los mismos que vamos a buscar para el cuerpo.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.