Consejos para evitar la resaca de Año Nuevo: «Los refrescos y los zumos que se suelen mezclar con el alcohol empeoran los síntomas»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

El dolor de cabeza es el principal síntoma de que hemos bebido en exceso.
El dolor de cabeza es el principal síntoma de que hemos bebido en exceso. La Voz de la Salud | iStock

Te explicamos cómo impacta el alcohol en tu cuerpo dependiendo de la edad y los mejores consejos para minimizar sus efectos

04 ene 2023 . Actualizado a las 09:58 h.

Si hay una excusa perfecta para salir de fiesta es Fin de Año. Ocasión para lucir las mejores galas y bailar hasta que los pies se cansen. Pero noches como esa pueden ser sinónimo de descontrol, sobre todo si hablamos de bebidas alcohólicas. Ya lo hemos dicho antes: beber una copa de más puede ser el punto de inflexión que haga que te arrepientas al día siguiente.

Sabemos que el consumo de alcohol a largo plazo se asocia a distintos tipos de enfermedades, desde problemas hepáticos crónicos hasta cáncer y eventos cardiovasculares. Causa daños a nivel neuronal y está relacionado con la depresión. Hablamos de la acumulación del consumo a lo largo de años, aunque un consumo ocasional tampoco está exento de traer problemas: beber alcohol por la noche perjudica la calidad del sueño, entre otras muchas cosas. 

Y lo peor de todo es que, cada año, esa resaca será peor: con la edad, el cuerpo metaboliza el alcohol de manera más lenta. En este sentido, la recomendación principal sería evitarlo por completo. Pero, si tienes pensado salir por la noche y beber, te ayudará tener en cuenta estas claves para evitar sentirte fatal por la mañana. Y, si ya has bebido anoche y la resaca la tienes hoy, te contamos cómo mejorar pronto y empezar el 2023 sin dolor de cabeza.

Agua, agua y más agua

Beber agua es uno de los consejos de toda la vida en este asunto y vale tanto para prevenir como para tratar la resaca. ¿Por qué funciona? «Lo que produce la resaca es principalmente la deshidratación, también hay una serie de iones, sobre todo los de potasio, que disminuyen. Lo que pasa es que nuestro hígado está trabajando muchísimo para metabolizar todo el alcohol, y una de las consecuencias es esa. Hace que tengamos esa sensación de irritabilidad, de pesadez, esa cefalea y esa fatiga», explica la doctora Guadalupe Blay, responsable del grupo de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

En este sentido, la clave está en mantener la hidratación en todo momento: antes, durante y después de la fiesta. Y no basta con un solo vaso de agua: aquí hay que ser rigurosos para prevenir de manera efectiva esa deshidratación. «Va bien el beber entre copa y copa un vaso de agua, para evitar la deshidratación. Esa medida puede ayudar a prevenir las consecuencias», indica Blay. También podemos variar un poco para no aburrirnos. «Puede ser agua con gas; lo que hay que evitar son los refrescos con azúcar y, sobre todo, las bebidas estimulantes. Porque esto añade un factor más que deberá ser metabolizado en el hígado, sumándole presión. El hígado va a sufrir y verse sobrecargado», explica Guillermo López Lluch, Investigador en Metabolismo de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla).

¿Y al día siguiente? Más de lo mismo, a hidratarse. Pero en este caso, podemos incorporar otros elementos a esa hidratación para reponer esos iones y electrolitos que nos hacen falta. Una buena idea puede ser la limonada alcalina, receta que la OMS recomienda para la deshidratación. Pero hay otras opciones. «Una vez que tenemos resaca, podemos hidratarnos con caldos, con infusiones. Es importante, sin embargo, evitar el café, porque es muy diurético y nos va a deshidratar más, entonces, no hay que tomarlo ese día. Hay poca evidencia a favor de los zumos, pero son buenas las cremas y consomés, para reponer sales», apunta Blay.

Bebe despacio

Una de las tendencias que más preocupan en relación con el consumo de alcohol es el cambio que se ha dado en el patrón de consumo a nivel poblacional en los últimos años. Hemos pasado de beber una copa de vino al día con la comida, a hacerlo en «modo atracón», como describe el profesor de medicina preventiva Francisco Caamaño, de la Universidade de Santiago de Compostela (USC). Hay varios estudios que señalan que este modo episódico de consumir el alcohol, en el que ingerimos muchas unidades de un golpe, es particularmente dañino.

Por eso, es preferible beber poquito a poco. «Hay que intentar, cuando uno toma una copa de vino, cerveza o cualquier bebida alcohólica, beberla lentamente y con el estómago lleno. No beber deprisa, sino poco a poco. Y si se bebe, que sea con moderación. Una mujer podría beber una copa de vino y un hombre dos», aconseja Blay. En este sentido, la Clínica Mayo recomienda una velocidad de consumo máxima de una copa o cóctel por hora.

No todas las bebidas son iguales

Está claro que las bebidas varían ampliamente en cuanto a graduación alcohólica, nivel de fermentación y cantidad de congéneres. Todos estos factores modificarán las probabilidades que tengamos de sufrir resaca después de beber. Así, en parte, cómo despertemos al día siguiente «depende de la graduación alcohólica y de la cantidad de azúcar que llevan las bebidas. Más azúcar o más alcohol significa más fermentación. Cuanta más fermentación, se producirán más síntomas. Cuanto más azúcar, más efectos secundarios, porque el azúcar contribuye a esa deshidratación», explica Blay.

En cuanto a los congéneres, sustancias que le dan a las bebidas su sabor característico y que pueden contribuir a generar resaca, hay que tener presente que la mayor concentración de estos se encuentra en las bebidas de colores oscuros, como el brandy o el whisky, mientras que las bebidas claras o transparentes como el vodka o la ginebra contienen menores cantidades de congéneres.

Lo que no es tan importante como solemos pensar es el hecho de mezclar bebidas. Se cree que hacerlo puede incrementar el malestar al día siguiente, pero los estudios no lo han evidenciado. «De hecho, un estudio que se publicó hace unos años mostró que el orden en el que se consumían las bebidas no tenía nada que ver, no influía en la resaca. Mezclar bebidas va a afectarnos en función de la graduación de ellas», explica Blay.

También hay que tener en cuenta nuestra susceptibilidad individual. Por ejemplo, si solemos tener acidez estomacal, hay que saber que el alcohol irrita el estómago, por lo que es conveniente evitarlo. «Luego, el vino tinto tiene sulfitos y hay gente que es más sensible a los sulfitos, y pueden tener dolores de cabeza, por ejemplo», explica Blay.

Por otro lado, «en cuanto a las bebidas carbonatadas y los zumos, que contienen gran cantidad de azúcar y que suelen usarse para mezclar con el alcohol, es importante señalar que empeoran los síntomas, ya que ayudan a bajar la insulina y los picos de glucemia, empeorando los efectos del alcohol y de la resaca», señala Isabel Jurjo, presidenta de la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria de Galicia (Sefac).

Duerme bien

Sabemos que el alcohol tiene impacto en la calidad del sueño y estar cansado al día siguiente va a empeorar cualquier molestia, dolor o síntoma que puedas tener. Para evitar esa fatiga, asegúrate de dormir suficientes horas por la noche. Pero evita dormir siestas, sobre todo si son demasiado largas: hacerlas contribuiría a la disrupción de tu ritmo circadiano y se podría convertir en un círculo vicioso de malos hábitos de sueño. La siesta ideal dura, como máximo, 30 minutos.

Modera tu consumo, según tu edad

Es importante tener en cuenta que el alcohol no nos impacta de la misma manera a lo largo de la vida. En la mediana edad, puede hacer su aparición la temida resaca de dos días. «Se pasa peor una resaca a los 40 que a los 18. Lo que han visto los estudios es que después de los 30 años metabolizamos un poco peor el alcohol. Pero, sobre todo, a partir de los 60 se metaboliza aún peor. Tanto hombres como mujeres pierden su capacidad de metabolizar el alcohol y se tolera peor, porque el metabolismo del cuerpo se ralentiza con la edad. La circulación de la sangre cambia. Las arterias están un poco más endurecidas, con lo cual, disminuirá la circulación, llegará menos sangre al hígado y se hará más lenta la metabolización. Normalmente, también hay mucho menos músculo con la edad. Y al tener menos músculo, eso también influye», explica Blay.

Como explica la doctora Paula Mateos, farmacéutica Coordinadora del Departamento de Información del Medicamento del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, «Existen dos enzimas que se encargan de metabolizar el alcohol: la alcohol deshidrogenasa, que transforma el alcohol en un compuesto llamado acetaldehído; y la aldehído deshidrogenasa, que termina por descomponerlo en acetato y a continuación, convertirlo en dióxido de carbono y agua. Con la edad, la producción de estas enzimas disminuye y, por lo tanto, disminuye nuestra capacidad para metabolizar el alcohol».

Por esta razón, con el paso de los años es mejor ir moderando ese consumo alcohólico y saber reconocer los propios límites. Una buena idea puede ser decidir de antemano cuántas copas vas a beber y llevar el control de ese número para evitar excesos, teniendo en cuenta que, entre brindis, chupitos y copas, es fácil perder la cuenta.

Medicamentos

Lamentablemente, y a pesar de lo que puedan asegurar las campañas publicitarias, no hay ningún medicamento comercializado que este indicado para el tratamiento de la resaca. «Existe la creencia de que el uso de vitaminas del complejo B, como la B6 o B12, antes de tomar alcohol, ayuda a eliminarlo más rápidamente. Esta idea viene del protocolo que se usa en Urgencias ante una intoxicación etílica. Se usa un suero glucosado junto con la administración intramuscular de complejo vitamínico B. Sin embargo, no existen evidencias de que ninguna vitamina o complejo vitamínico mitigue los síntomas de la resaca. Además, hace un año, se publicó un estudio en la revista Addictive Behaviors que analizaba más de 80 productos comercializados para la resaca, con diferentes composiciones que iban desde vitaminas a cafeína, extracto de té verde, ginseng, entre otros, y concluyó que no había datos solventes en la literatura científica sobre la seguridad y la eficacia de ninguno de los productos», señala Mateos.

Como explica Guillermo López Lluch, los antiinflamatorios pueden ayudar a que te sientas mejor, porque este tipo de medicamentos inhiben la liberación de prostaglandina, sustancia que contribuye a las resacas. Pero hay que proceder con cuidado. «La aspirina puede ayudar, pero, si tienes el estómago un poco dañado, puede afectar un poco más a la mucosa intestinal. Mejor, en esos casos, el ibuprofeno», indica el investigador. Lo que nunca debes hacer es tomar paracetamol: su vía de metabolización principal puede sobrecargar al hígado cuando está intentando procesar el alcohol que has bebido y esto puede producir daño hepático.

Por otro lado, «para la acidez o el reflujo se puede tomar un antiácido, pero sólo cuando notemos los síntomas y nunca antes. El omeprazol no debe de tomarse antes de beber ya que es errónea la creencia de que actúa como un protector del estómago», aclara Jurjo.

Cabe recordar que, «en contra de lo que la gente piensa, el responsable de la resaca no es el alcohol, sino que los síntomas están relacionados con las sustancias residuales que se forman por su metabolización en el organismo», explica Luis Brizuela, vicepresidente de la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (SEFAC) de Galicia. Por lo tanto, afirma el farmacéutico, «la manera más efectiva de evitar una resaca por completo es no ingerir alcohol o consumirlo de una manera moderada. Aunque se anuncian muchos métodos y remedios para prevenir o tratar la resaca no hay ninguna evidencia que nos permita afirmar con rotundidad que podemos de forma convencional o complementaria prevenir o tratarla. No vamos a encontrar ningún producto mágico para combatir o eliminar la resaca, habrá que darle tiempo al cuerpo para que pueda eliminar los metabolitos tóxicos producidos por el alcohol».

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.