VeriPol, al igual que el más experto investigador, se centra en la imprecisión lingüística del texto (cuando se dice «hace unos días», en lugar de «este lunes», por ejemplo), en elementos léxicos recurrentes (como «espalda», «mochila», «bolso», «tirón»…) o en descripciones de criminales que llevan casco o visten de negro. Si en la narración de los hechos el denunciante se centra en seguros, abogados, móviles, iPhones o contratos, es que está más preocupado por los objetos y su valor, que por los hechos. Que el robo haya ocurrido cerca del hogar, lo que lo hace más creíble, también es analizado por el programa.
Pero VeriPol no se queda en el léxico, sino que analiza también recursos gramaticales como el uso de pronombres personales y demostrativos, la frecuencia de los verbos ser y estar, si hay un alto número de negaciones, si abundan los adverbios que introducen vaguedad (apenas, casi…). La concreción al describir al agresor y la especificidad al contar lo ocurrido acompañan a las denuncias verdaderas, pero las falsas suelen ser más vagas y cortas.