Un grito únicamente simbólico

> Moncho Núñez Centella

LA VOZ DE LA ESCUELA

Fragmento de «El grito» (1893), óleo original de Edvard Munch. Galería Nacional de Noruega (Oslo)
Fragmento de «El grito» (1893), óleo original de Edvard Munch. Galería Nacional de Noruega (Oslo) Edvard Munch

Las declaraciones, de amor o de independencia, son a menudo simbólicas, son la expresión de un deseo

29 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace unos cuantos días nos vimos invitados a reflexionar sobre el valor simbólico de actos que se realizan en público, muchas veces con solemnidad, siempre con su liturgia y ceremonial. Toda liturgia utiliza la comunicación verbal, pero necesita, sobre todo, de símbolos que pueden incluir gestos, actitudes, movimientos y muchos otros elementos que llamamos signos. En general, estos son un medio de conocer indirectamente una realidad que quizás no se nos expresa de otro modo. Normalmente, los signos (naturales o creados por el ser humano) tienen un solo significado (por el humo se sabe dónde está el fuego), pero el mundo de los símbolos es más complejo, polivalente, poético y tiene casi siempre contenido emocional, expresando afectos o deseos. Verbigracia, pueden contener valor simbólico los colores, las posiciones en el espacio (a la derecha, a la izquierda, arriba…), las banderas, los gestos, las declaraciones (de amor o de independencia), y los gritos. Incluso los gritos pintados.

El grito es la obra cumbre de Edvard Munch, y constituye uno de los iconos del arte contemporáneo. Si el impacto visual ante el cuadro es inmediato y generalizado, característico de las obras expresionistas, su significado no está exento de distintas interpretaciones, lo que imprime riqueza a su carácter simbólico. El debate principal entre los expertos radica en si la figura masculina que aparece en primer término está gritando o bien está soportando un alarido estridente que le hace taparse los oídos, al tiempo que se lleva las manos a la cabeza. Todo el cuadro expresa incomodidad, desde la elección de colores agresivos y alejados de la realidad -nada que ver ese cielo con las posibles lecturas actuales, políticas y efímeras, de hibridación de banderas en campaña electoral- hasta las formas ondulantes, pasando por una perspectiva audaz que separa al protagonista de las dos figuras negras del fondo, testigos mudos y lejanos de algo que sin duda es terrible. No sabemos quión grita, pero sentimos la presencia de zozobra e incomodidad. Quizás, como algún experto ha apuntado, la persona central es en realidad la encarnación o personificación del grito mismo, de un grito de la naturaleza o de un grito de la realidad. Munch había conseguido pintar un sonido. Y lo menos importante es quién ha gritado. Estamos ante un valor simbólico que desata sentimientos de angustia, malestar, intranquilidad, aflicción. Pero, afortunadamente, no todos los gritos son así.

Dejando a un lado los aullidos, bramidos y demás sonidos naturales de los animales salvajes y los gemidos propios de circunstancias muy concretas, aún hay muchos tipos de gritos, con sus correspondientes contenidos simbólicos. Los hay individuales y colectivos. Los hay también, por ejemplo, de alegría, de dolor, de rabia, de placer, de entusiasmo o de contenido ritual. Por ejemplo, los llamados gritos de guerra, que no se limitan a los históricos, como el «¡Santiago y cierra, España!» de la Reconquista, sino que hoy se siguen coreando en colectividad para ganar ánimos. Pensemos en los de cualquier equipo de fútbol, en un «sí se puede», «no es no», «sí es sí» y otras tautologías. Parece que tres palabras son el tamaño ideal de un grito de guerra. Otros alaridos tienen función de llamada o son expresión de júbilo. Quizás el más famoso sea el de Tarzán, que Edgar Rice Burroughs, el autor de la novela Tarzán de los monos, definió como un grito con tres elementos: victoria-simio-macho, y que pudo escucharse por primera vez en la película protagonizada por Johnny Weissmuller en 1932. Su elaboración fue una auténtica obra de arte. Según el ingeniero de sonido de la Metro-Goldwyn-Mayer, se creó mezclando en tiempo real y a partir de las respectivas grabaciones, el grito original del actor, el aullido de una hiena, una nota ralentizada de una soprano en do sobreagudo, el berreo de un camello y una nota en sol al violín. Quizás con tres componentes hubiera sido suficiente. Al fin y al cabo, era un grito solo simbólico.

Palabras con historia

El mundo es un objeto simbólico

Cayo Salustio Crispo (86-35 antes de Cristo)

La función simbólica es el poder de encontrar a un objeto su representación y a su representación un signo

Henri Wallon (1879-1962)

Acompañado de sus dos animales simbólicos: el águila, que representa el orgullo, y la serpiente, la inteligencia

Friedrich Nietzsche (1844-1900)

La ciencia tiene por objeto la construcción de un mundo simbólico que se asemeje al mundo de las experiencias reales

Arthur Stanley Eddington (1882-1944)

La ficción es lo característico de la actividad humana. Somos animales simbólicos que hemos inventado un mundo de símbolos

Enrique Anderson Imbert (1910-2000)

Analizar algo simbólico es como pelar una cebolla para encontrarla

Gil Durant (1554-1615)

Celebramos hoy, no la victoria de un partido, sino un acto de libertad -simbólico tanto de un final como de un comienzo- que significa una renovación a la par que un cambio

John F. Kennedy (1917-1963)

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1. La ciencia es prolija en la utilización de signos y símbolos. Escribe el símbolo químico del litio, el símbolo matemático de la integral, el símbolo de la unidad de fuerza, el signo de sumar.

2. Dibuja el signo que normalmente se usa para designar:

  • La religión musulmana
  • El sexo femenino
  • La dirección prohibida

3. Diseña una señal que pueda servir para indicar los siguientes mensajes:

  • Punto para cargar teléfonos móviles
  • Bar donde aceptan que entren perros
  • ¡Cuidado, al profe le duele la cabeza!

4. En Internet es fácil encontrar las banderas de los países del mundo. En esa gran variedad, haz listas de las que tengan:

  • Estrellas que no sean de cinco puntas
  • Otros elementos astronómicos (sol, luna, constelaciones)
  • Elementos de símbolos animales o vegetales
  • Algún tipo de cruces
  • Solamente los colores rojo y amarillo.

5. En función de todo lo anterior, y demás componentes simbólicos, trata de establecer una clasificación taxonómica de las banderas.

6. En el siguiente conjunto de pictogramas, que avisan sobre riesgo de distintos productos químicos, identifica los que corresponden a: explosivo, inflamable, corrosivo, tóxico.

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