Blandos movimientos

Fran Armesto

LA VOZ DE LA ESCUELA

MARCOS CREO

En estos primeros meses del año suelen llegar los mayores temporales marinos

24 ene 2015 . Actualizado a las 13:32 h.

De hecho, el reciente 6 de enero se cumplió un año desde que la boya situada en aguas profundas a la altura del cabo Vilán registró el paso de una gigantesca ola de 27,81 metros de altura. Y hace pocos días que este suceso se señalaba como el acontecimiento meteorológico más destacado del año 2014. Desde que se tienen registros históricos es la ola más alta que se ha medido hasta la actualidad en aguas españolas. Quizá sea por estas circunstancias por lo que la costa gallega se está volviendo especialmente interesante para los surferos más atrevidos.

El viento es la causa

En otoño e invierno, la costa gallega suele estar dominada por vientos del suroeste de origen marino que son constantes, templados, húmedos y con una velocidad cercana a los 25 kilómetros por hora. Durante los temporales, sin embargo, llegan a soplar a más de 100. Así sucedió el año pasado cuando durante las sucesivas tormentas que llegaron a nuestras costas algunas rachas sobrepasaron los 150 km/h. Como bien sabía el poeta José de Espronceda en su famosa Canción del pirata, el empuje del viento sobre la superficie marina es la principal causa de las olas: «En la lona gime el viento / y alza en blando movimiento / olas de plata y azul»,

Los grandes veleros pueden navegar incluso en días de calma casi absoluta. Todo depende de la superficie de vela que puedan exponer al viento. Pues de forma parecida a como empuja un velero, también el viento transfiere su energía a la superficie oceánica. En este caso, sin embargo, lo que se produce son olas. A medida que las partículas superficiales de agua comienzan a moverse, aparecen las rizaduras, u olas diminutas, de tan solo unos milímetros de altura. Estas ondas exponen más superficie al viento, por lo que reciben más energía y comienzan a crecer. De esta forma se inicia un constante incremento del tamaño de la ola, pues cuanto mayor sea su altura más superficie recibe el empuje del viento (igual que un velero). Así, las partículas de agua suben impulsadas por el viento y bajan por efecto de la gravedad.