Protegerlos para el futuro

Ana T. Jack anatjack@edu.xunta.es

LA VOZ DE LA ESCUELA

Claves para evitar el consumo de drogas

05 nov 2014 . Actualizado a las 12:37 h.

«Creo que ha llegado el momento de tener una charla sobre drogas con Brais», le alerta la madre a su marido, que acaba de encontrar una bolsita con hachís en la mesilla de la habitación de su hijo. Brais tiene 15 años, y lo cierto es que no se entiende demasiado bien con sus padres. Hace ya tiempo que no tienen una conversación relajada y tranquila sobre los temas que más le preocupan. Por supuesto, nunca hablaron del consumo de tabaco, alcohol, cannabis y otras drogas más allá del típico no bebas, no fumes, no te drogues, que ya sabes que es muy malo. Además, sus padres nunca se imaginaron que a su hijo, siempre muy responsable con sus estudios, se le daría algún día por fumar porros. «Eso nuestro Brais nunca lo haría», solían pensar con ingenuidad.

Pero la adolescencia es un período inestable, caracterizado por la gran presión que ejerce el grupo de iguales, en el que los padres pasan a formar parte de un segundo (o tercer) plano. Es el momento en el que ellos toman decisiones de forma autónoma, en situaciones de riesgo, en las que los padres (¡aunque nos gustaría!) no podemos estar presentes. Así que todas las herramientas que les ofrezcamos desde los primeros años de vida les van a servir para manejar adecuadamente estas situaciones. Estamos hablando de afecto, límites, comunicación, autoestima y, por supuesto, estilos educativos. Estos tienen una influencia directa en la habilidad de los hijos para resistirse al consumo de sustancias nocivas para la salud. En concreto:

A. Los hijos e hijas de padres y madres autoritarios tienen dificultades para manifestar expresiones de afecto y tienen poco interiorizados los valores éticos. Suelen tener baja autoestima, aunque son obedientes y ordenados. Tienen facilidad para irritarse. Gestionan mal los momentos de tensión.

B. Los hijos de progenitores permisivos tienen dificultades para asumir responsabilidades. Su autoestima tampoco es positiva. Suelen convertirse en adolescentes con poca facilidad para gestionar sus impulsos, aunque suelen ser alegres y divertidos.

C. Los hijos de padres y madres asertivos, por el contrario, suelen tener una autoestima positiva. Tienen confianza en sí mismos y gestionan bien los momentos complicados. Dominan las habilidades sociales para relacionarse con los demás. Son independientes y muestran facilidad para expresar sus emociones o para pedir ayuda.

1. Poniendo normas y límites desde los primeros años de vida les enseñamos que no todo es posible aquí y ahora. Es muy difícil empezar a hacerlo en la adolescencia («En esta casa van a cambiar las cosas y me vas a empezar a obedecer»).

2. Fomentando su autoestima, les enseñamos a cuidar su cuerpo y su mente, a quererse a sí mismos y a valorarse por lo que son. Si consiguen encontrarse a gusto consigo mismos, es menos probable que desarrollen una adicción.

3. Estableciendo una buena comunicación desde los primeros años de vida, estaremos cerca de ellos cuando más nos necesiten. No se puede esperar a la adolescencia («Ya sé que casi nunca hablamos de estas cosas pero, dime la verdad, ¿fumas porros con tus amigos?»).

4. Enseñándole a controlar la expresión de sus emociones, como la rabia, el enfado o la frustración, los estamos fortaleciendo emocionalmente para superar las situaciones de riesgo. Si les permitimos que tengan berrinches satisfaciéndoles sus caprichos («Pobre, es pequeño»), quizá no podamos evitar que con 15 años se dedique a dar patadas a las puertas cuando se sienta frustrado.

5. Si desde pequeños les enseñamos a resistir la presión de los grupos, a ser asertivos y a decir que no, les daremos herramientas valiosas para evitar el consumo de sustancias nocivas.

6. Si a lo largo de los años ha visto en nosotros un ejemplo coherente con lo que predicamos, seremos mucho más convincentes. («No fumes, hijo, que es malo, mira que tos tengo yo»).

7. Si les enseñamos hábitos de vida saludables en cuanto a la alimentación, horas de sueño, ejercicio físico... y además conseguimos que disfruten de la naturaleza y de las actividades al aire libre, estaremos dándoles seguros de vida para evitar el consumo de drogas.

8. Si hablamos de drogas de forma adecuada, contestando a sus dudas, escuchando sus ideas y adaptando el discurso a su madurez, estaremos haciendo prevención.

9. Si nos preocupamos por que aprendan a utilizar su tiempo de ocio de manera activa y constructiva, practicando algún deporte o cultivando aficiones, estamos haciendo prevención. Pero hay que dar ejemplo. («Anda, deja ya de jugar a la Play que llevas cuatro horas», dice el padre. «Pues anda que tú, que no te has despegado del iPad en toda la tarde...»).

10. Si les hacemos sentir queridos de verdad, si establecemos un vínculo de apego fuerte y les mostramos nuestro apoyo incondicional, les estamos dando las mejores herramientas para prevenir el consumo de drogas.