¿Preparados para el futuro?

Ana T. Jack anatjack@edu.xunta.es

LA VOZ DE LA ESCUELA

GUSTAVO RIVAS

El actual sistema educativo no ha evolucionado con los tiempos

02 abr 2014 . Actualizado a las 13:22 h.

¿De verdad los estamos preparando (bien) para al futuro? Los niños que comiencen su escolaridad el próximo curso se jubilarán en el año 2076. ¿Tenemos alguna idea más o menos clara de cómo será el mundo entonces? ¿De qué es lo que pedirán para contratar trabajadores y profesionales en los diferentes campos? Ni siquiera estamos seguros de los cambios que vamos a vivir en la próxima década, así que es prácticamente imposible predecir ese futuro.

Lo que sí sabemos es que la tecnología, en especial la digital, va a seguir progresando a un ritmo frenético. Los adultos mayores de 30 años, que nacimos después de que se produjera la revolución digital, tuvimos que aprender a desenvolvernos con ella: se convirtió en algo imprescindible en nuestras vidas. Algunos, incluso, han llegado a ser expertos. Pero nada comparado con la habilidad tecnológica de los menores de 20 años, verdaderos nativos digitales. Y cuidado con los peques que ahora nacen y crecen rodeados de una tecnología aún más avanzada... Dentro de nada superarán a los adolescentes de su generación. Estamos, dicen los expertos, viviendo una verdadera revolución que no ha hecho más que empezar.

Ken Robinson, autor de El elemento, cuenta con gracia esta situación: «Cuando mi hijo James hacía los deberes del colegio, solía tener cinco o seis ventanas abiertas en el ordenador, el Instant Messenger parpadeaba continuamente, su teléfono móvil sonaba a cada momento y descargaba música y miraba la televisión por encima del hombro. No sé si hacía los deberes pero, hasta donde yo alcanzaba a ver, estaba dirigiendo un imperio, así que no me preocupaba demasiado». La pregunta es: ¿están las escuelas adaptadas a esta nueva realidad? ¿Responden los sistemas educativos a las nuevas necesidades de formación?

Ken Robinson analiza estas cuestiones y resume en tres puntos las características de la mayoría de los sistemas educativos del mundo, que califica de anticuados y caducos:

1. La obsesión por las habilidades lingüísticas y numéricas. Seguimos insistiendo en la lectura, la escritura y el cálculo igual que siempre. Pero nos olvidamos de las habilidades emocionales, la creatividad, la expresión artística o el pensamiento crítico.

2. La jerarquía de las materias. Sigue habiendo asignaturas fuertes y marías. En lo más alto se encuentran las matemáticas, las lenguas y las ciencias. En medio están las humanidades. En la parte inferior se sitúa el arte (música, plástica, danza...).

3. La creciente dependencia de determinados tipos de evaluación. En todas partes se somete a los niños a una presión enorme para que cumplan los niveles de una serie de pruebas estandarizadas, como las del Informe PISA. Pero lo que miden estas pruebas... ¿es realmente útil para ellos?

Son razones históricas las que explican que la mayoría de los sistemas educativos actuales se hayan quedado así de obsoletos. Se crearon en los siglos XVIII y XIX y se diseñaron para responder a los intereses económicos de aquellos tiempos, marcados por la revolución industrial en Europa y en Norteamérica. ¡Pero el mundo ha cambiado! La única forma de enfrentarse a un futuro incierto es ayudar a los niños a descubrir todo su potencial, sea cual sea. Sus habilidades, sus talentos y sus pasiones. En palabras de Robinson: «El futuro de la educación no está en estandarizar, sino en personalizar. La educación no necesita que (solo) la reformen: necesita que la transformen».

Consecuencias nefastas de un sistema educativo que no responde a la realidad de la sociedad en la que les ha tocado vivir a nuestros hijos e hijas:

Educar igual que en tiempos del bisabuelo

1. Las escuelas matan la creatividad.

Nuestros sistemas educativos valoran mucho conocer la respuesta a una pregunta. Se forma alumnos «cortados por el mismo patrón» que saben dar las respuestas correctas. «Todos los niños empiezan el colegio con una imaginación brillante y buena disposición a correr el riesgo de expresar lo que piensan. Pero el sistema educativo se encarga de aniquilar cualquier chispa de pensamiento creativo».

2. La mayoría de los estudiantes nunca llegan a explorar todas sus capacidades e intereses.

Si son buenos en matemáticas y lenguas, y saben adaptarse a las exigencias del sistema (libros de texto, exámenes, buen comportamiento...) van a triunfar. Si son excelentes deportistas, o tienen habilidades musicales, o una gran capacidad de oratoria pero no están motivados... van a fracasar. «Por eso a muchas de las personas que han triunfado en la vida no les fue bien en el colegio».

3. Los políticos siguen utilizando palabras como competitividad, empleabilidad y crecimiento económico para justificar la insistencia en las materias clásicas.

«Pero se equivocan. Porque en el siglo XXI los empleos y la competitividad dependen totalmente de esas cualidades que los sistemas escolares se están viendo obligados a reducir. Todas las empresas afirman que necesitan personas creativas, empáticas y capaces de pensar por sí mismas».

(Ideas extraídas de «El elemento. Descubrir tu pasión lo cambia todo», de K. Robinson).

Escuela de Padres

TEMA DEL MES: ¿Cómo debería ser el sistema educativo?

ETAPA: Educación obligatoria y posobligatoria.

LA FRASE: «La clave está en personalizar la educación, en descubrir los talentos individuales de cada niño. Cultivemos en ellos lo que los motiva y hace sentirse bien».

ALGUNAS CLAVES: Es muy posible que nuestros hijos vayan a tener múltiples profesiones (no solo múltiples trabajos) a lo largo de su vida laboral. Debemos potenciar la creatividad, el autoconocimento y la búsqueda de intereses y capacidades personales.

PARA SABER MÁS: Programa 87.º de «Redes», de Eduard Punset, titulado «El sistema educativo es anacrónico», en el que entrevista a Ken Robinson. Especialmente significativo el vídeo «En clase me aburro, estoy seguro de que eso está en Google», en el minuto 22.23: http://goo.gl/LIYpZ